A Victoria, n¨²mero uno de la pilota valenciana, muchos chicos no le daban la mano al caer derrotados
La antrop¨®loga Helena Paricio y el soci¨®logo V¨ªctor Agull¨® estudian el pasado y el presente en femenino de este deporte aut¨®ctono en el libro ¡®Dones i Pilota¡¯
Victoria D¨ªez es la n¨²mero uno de la pilota. Seis t¨ªtulos del Campeonato Individual brillan en su palmar¨¦s. El domingo, esta estudiante de Biotecnolog¨ªa de 23 a?os se coron¨® como campeona de la Lliga CaixaBank. Cuando Victoria era un ni?a ten¨ªa que jugar contra chicos y muchos, despu¨¦s de caer derrotados, se negaban a darle la mano. Ella no lo entend¨ªa, pero no hab¨ªa muchas chicas contra las que jugar. Pese a todo, Victoria, una pelotari nacida en el siglo XXI, no pued...
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Victoria D¨ªez es la n¨²mero uno de la pilota. Seis t¨ªtulos del Campeonato Individual brillan en su palmar¨¦s. El domingo, esta estudiante de Biotecnolog¨ªa de 23 a?os se coron¨® como campeona de la Lliga CaixaBank. Cuando Victoria era un ni?a ten¨ªa que jugar contra chicos y muchos, despu¨¦s de caer derrotados, se negaban a darle la mano. Ella no lo entend¨ªa, pero no hab¨ªa muchas chicas contra las que jugar. Pese a todo, Victoria, una pelotari nacida en el siglo XXI, no puede ni imaginar las dificultades que tuvieron las mujeres en el pasado. Dos investigadores, la antrop¨®loga Helena Paricio y el soci¨®logo V¨ªctor Agull¨®, han hecho arqueolog¨ªa deportiva para averiguar la relaci¨®n entre la mujer y este juego ancestral, y el fruto de esa investigaci¨®n es un libro titulado Dones i Pilota.
La obra, editada por la C¨¢tedra de Pilota Valenciana de la Universitat de Val¨¨ncia, va saltando por los pueblos donde unas pocas mujeres se atrevieron a desafiar las prohibiciones y los convencionalismos del momento, se arremangaron las faldas y se divirtieron jugando con la mano con una peque?a pelota de piel. Algunas lograron cierta celebridad en su comarca, como es el caso de una mujer de Catamarruc (El Comtat) con una zurda envenenada que se gan¨® el sobrenombre de Esquerra de foc.
Muy pocas se atrevieron a jugar a mano durante d¨¦cadas. En los ¨²ltimos a?os se ha avanzado mucho y ya hay hasta semiprofesionales, como Victoria D¨ªez o Mar Gim¨¦nez. No ha sido dif¨ªcil. En 2011 hab¨ªa 20 fichas federativas de mujeres y diez a?os despu¨¦s, en 2021, ya eran 300. En los Jocs Escolar van m¨¢s deprisa y en 2023 ya alcanzaron las 659 ni?as. Cifras esperanzadoras pero lejos a¨²n de las masculinas: 1.680 federados, con medio centenar de pilotaris profesionales, y 2.074 ni?os apuntados a los Jocs Escolars.
En el siglo XX eran una rareza. Los autores del libro hablan de pilotaris, o pilot¨¤ries, de Murla, donde siempre ha habido una presencia muy viva y donde las mujeres han participado activamente jugando desde peque?as, travessant y como aficionadas. Ellas sufrieron especialmente durante el franquismo y muy pocas se atrevieron a desafiar al r¨¦gimen. Ese fue el caso de las valientes mujeres de Terrateig (la Vall d¡¯Albaida) como Consuelo Climent (Consuelo Moliner), Encarnaci¨®n Garc¨ªa La Casinera o Rosario Ferrer, m¨¢s conocida como Rosario de Camilo. Tres de las que los domingos, despu¨¦s de misa, se plantaban en la plaza del pueblo para jugar a pilota. La Vall fue una comarca donde fue m¨¢s f¨¢cil ver a algunas mujeres aficionadas a la pelota a mano, como Encarna Segrelles o Milagros Calatayud, la t¨ªa de V¨ªctor Agull¨® y la persona que le inculc¨® su pasi¨®n por este deporte.
Pero siempre fueron casos aislados, como el de Encarnaci¨® La Barxa, de L¡¯Orxa (el Comtat), que viv¨ªa de recoger con una s¨¤ria los sacos de guano que llegaban en tren y repartirlos, y que tambi¨¦n jugaba en la calle a pilota. Algunas, incluso, lograban vencer a algunos hombres, pero eso se silenciaba y, con el tiempo, hasta se pon¨ªa en duda. Pero hasta el mism¨ªsimo Genov¨¦s contaba que en su pueblo hab¨ªa una pareja de mujeres ante la que ¡°s¡¯havia d¡¯arromangar¡±. Y parece ser que Mercedes Bataller, otra vecina y amiga, fue quien le ense?¨® a jugar de manr¨®.
Ha sido una evoluci¨®n lenta. La Federaci¨® de Pilota Valenciana no organiz¨® una competici¨®n exclusivamente femenina hasta 2007, el inicio de una modesta revoluci¨®n, y hasta 2018 no obtuvieron remuneraci¨®n con la primera competici¨®n profesional para mujeres. Pero hoy ya hay m¨¢s jugadoras que jugadores de raspall en las competiciones federativas y algunas partidas se retransmiten por ? Punt.
Esto hubiera sido el sue?o de Elisa Tarazona, una mujer de Riba-roja de T¨²ria nacida en 1964. Su bisabuela, Silveira Castillo, hab¨ªa mandado construir, con algunos pr¨¦stamos de los vecinos, el trinquete de Riba-roja a principios del siglo XX. Esta viuda, madre de siete hijos, regent¨® el negocio, que despu¨¦s pas¨® a manos de su hija Carmen y el marido de esta, Voro, los abuelos de Elisa,. ¡°Mi abuela era trinquetera y hac¨ªa de todo: cantaba las partidas, cobraba en la puerta, cuidaba que todos los hombres estuvieran a gusto¡±, cuenta Elisa en el libro. Aquella ni?a jugaba all¨ª con un padre que no nunca le puso l¨ªmites y su hermano. Pero tambi¨¦n cog¨ªan y se pon¨ªan a jugar en la zapater¨ªa de su madre o en el pasillo de casa con una pelota de ping pong para no romper nada. Y corr¨ªan a conocer a las figuras que se dejaban caer por el trinquete, como Rovellet, Genov¨¦s o Fredi. De aquellos a?os como pilotari aprendi¨® una lecci¨®n: ¡°No nos hemos de poner ning¨²n l¨ªmite, la vida ya se encargar¨¢ de pon¨¦rtelos, pero t¨² has de luchar por lo que t¨² crees que es correcto. Y en aquel momento fue: yo soy una chica y juego a pilota y no pasa nada¡±. Elisa Tarazona jam¨¢s olvidar¨¢ una partida que jug¨® a los 16 a?os con su hermano y su primo contra otra chica de Carlet y dos hombres. M¨¢s tarde, con el tiempo, fue abandonando el deporte y centr¨¢ndose en la medicina.
Gran armon¨ªa
Isabel Verd¨² (Oliva, 1978) no esper¨® a que le pasar¨¢n las cosas. Ella cogi¨® y mont¨® un equipo femenino en Oliva. Sus padres llevaban el bar del trinquete y cuando sal¨ªa de la escuela, merendaba y se pon¨ªa a jugar. No sal¨ªa hasta que su padre cerraba. A los 18 a?os lo dej¨® porque no se sent¨ªa c¨®moda jugando solo contra hombres. Pero diez a?os despu¨¦s, Isabel escuch¨® que hab¨ªa otras chicas jugando. Vicent Malonda, de una estirpe de hombres vinculados al raspall, y la madre de Waldo, el mejor jugador de la historia en esta modalidad, la animaron a reengancharse. Isabel estaba casada y ten¨ªa una hija, pero se acerc¨® a ver una partida y acab¨® pidi¨¦ndoles si pod¨ªa jugar con ellas. ¡±Llegamos a disputar campeonatos y yo estaba feliz de jugar con mujeres; hab¨ªa una gran armon¨ªa entra todas nosotras¡±.
Ana Bel¨¦n Giner (1983) era una ni?a que jugaba con raqueta en Borbot¨®. Un d¨ªa se port¨® mal y su padre le requis¨® la raqueta. La chiquilla, ofuscada, se fue al ¡®carrer de pilota¡¯ y all¨ª un hombre le propuso jugar con la mano. Ya no necesit¨® m¨¢s raquetas. Con 20 a?os solo jugaba contra los chicos. ¡°Hoy en d¨ªa tienen una suerte incre¨ªble. Yo jugaba con los hombres y era feliz. Pero ahora soy mucho m¨¢s feliz porque hay muchas mujeres que juegan¡±. Ana Bel¨¦n vive de la pilota desde los 18 a?os, cuando empez¨® a dar clases de este deporte.
El panorama ha cambiado y la mujer, aunque a¨²n falta, est¨¢ cada vez m¨¢s presente en un deporte tradicionalmente copado por los hombres. Tambi¨¦n hay artesanas como Mari Carmen Arbona ?lvarez que tiene el segundo apellido de la principal marca de pelotas de vaqueta. O Amparo Pascual, de Agullent, especializada, sobre todo, en pelotas de badana. Sigue el legado de su padre desde que se jubil¨® y ahora dirige el negocio familiar. O las hermanas Biosca, de Alfarras¨ª. Pero tambi¨¦n hay mujeres en la directiva de la federaci¨®n y profesionales que cubren este deporte en diversos medios de comunicaci¨®n. Un panorama cada vez m¨¢s femenino.