Un aficionado a la pilota desvela el gran secreto del trinquete Pelayo de Valencia, con 155 a?os de historia
C¨¦sar Ferrandis, un profesor de Benet¨²sser, ha escrito un libro despu¨¦s de encontrar la escritura de compra y otras informaciones sobre los or¨ªgenes de la cancha fundada en 1868
Antonio Benet era el mayor de los cinco hijos de un matrimonio dedicado al cultivo de la morera en la Valencia amurallada del siglo XIX. El primog¨¦nito, que naci¨® en 1824, hizo carrera como militar y lleg¨® a ser comandante de Infanter¨ªa y capit¨¢n de la Segunda Compa?¨ªa de Veteranos de la Libertad. Pero a mediados de los a?os 50, este treinta?ero condecorado con varias cruces, desat¨® su esp¨ªritu emprendedor y compr¨® unos terrenos que hab¨ªa justo detr¨¢s de la muralla medieval que Cirilo Amor¨®s empezar¨ªa a derribar en 1865. La expansi¨®n de la ciudad, al fin liberada de ese cintur¨®n de piedra, impuls¨® a Benet a comprar esos campos cerca de la reci¨¦n inaugurada plaza de toros y de la modesta estaci¨®n que hab¨ªa entonces para los pasajeros que usaban la l¨ªnea de tren Valencia-J¨¢tiva, y all¨ª mand¨® construir un trinquete para el joc de pilota que se inaugurar¨ªa en 1868.
Aquel trinquete, escondido dentro de la manzana acotada por la calles Pelayo, X¨¤tiva, Convento Jerusal¨¦n y Matem¨¢tico Marzal, es una de las canchas deportivas m¨¢s antiguas de Europa (tiene 155 a?os) y hoy est¨¢ considerado como la catedral de la pilota. Pero entonces estaba al lado del campo dedicado al tiro de la gallina, una afici¨®n de la ¨¦poca, del que tom¨® su nombre (trinquete del tiro de la gallina). No se sab¨ªa mucho m¨¢s sobre los or¨ªgenes de este hist¨®rico recinto. Hasta que un curioso aficionado a la pilota, C¨¦sar Ferrandis (Benet¨²sser, 1969), aprovech¨® la pandemia para buscar archivos y documentos que echaran algo de luz sobre el nacimiento del hoy conocido como Trinquete Pelayo, y en breve publicar¨¢, gracias a la C¨¢tedra de Pilota de la Universitat de Val¨¨ncia, un libro con la historia completa: El trinquet del carrer Pelai. De les llargues a la corda.
Una b¨²squeda en la hemeroteca digital permiti¨® a este profesor de valenciano residente en Alfarp, dar con un hallazgo revelador. ¡°Apareci¨® una referencia que es la que me permiti¨® tirar del hilo. Una rese?a del a?o 1880 en el diario El Cat¨®lico que anunciaba la subasta del trinquet del tir de la gallina, porque a¨²n no exist¨ªa la calle Pelayo, y que iba a ser en la notar¨ªa de Jos¨¦ Montalt¡±. El nombre de un notario lo cambiaba todo. Ferrandis ten¨ªa cierta experiencia, por otros trabajos, en el Arxiu del Regne de Val¨¨ncia, y sab¨ªa que all¨ª se conservaban todos los protocolos notariales con m¨¢s de cien a?os de antig¨¹edad. No tard¨® en localizarlo. ¡°Lo primero que apareci¨® fue el contrato de alquiler y el nombre de dos de los que lo alquilaron: Quico, el Tramusser, de Alboraia, y Mariano Baixauli, el Llauradoret, de Alfafar. Ese documento hac¨ªa referencia a la escritura, as¨ª que, sabiendo el nombre del notario, pude encontrarla y ver el contrato de construcci¨®n de Pelayo en el terreno que hab¨ªa comprado el se?or Benet en 1856 gracias a la desamortizaci¨®n espa?ola. Lo compraron ¨¦l y su hermana, pero luego ¨¦l adquiri¨® su parte¡±.
Benet se cas¨®, apenas cumplidos los 20 a?os, con la hija de una familia de carpinteros y carreteros de Ruzafa en la iglesia de San Valero, en Ruzafa. El matrimonio tuvo cuatro hijos que se convertir¨ªan a?os despu¨¦s en los herederos, cuando murieron sus padres. Pero antes pag¨® diez mil escudos (unas 25,000 pesetas, o 150 euros de la actualidad) a Pedro Bonet, el aparejador, y Vicente Polit, el maestro de obras, por un trinquete que construyeron entre finales de marzo y julio de 1868. Un desembolso que le oblig¨® a vender un terreno que ten¨ªa en Sollana y pedirle dinero a un prestamista. Pero ¨¦l estaba convencido de que el ¡®joc de pilota¡¯ pod¨ªa ser un buen negocio y un mes despu¨¦s, el 20 de agosto, lo inaugur¨®.
La escritura detalla c¨®mo era aquel primer trinquete: ¡°Constando de casita, distribuida en zagu¨¢n o entrada para dicho trinquete, con pozo, pila com¨²n y escalera para ambas galer¨ªas; sal¨®n para caf¨¦ con entrada por la parte de la fachada; cuarto con distribuci¨®n de perchas para ropas de jugadores y antecuarto con su correspondiente alacena o armario para uso del trinquetero¡¯
El caf¨¦ es el actual restaurante, por el que hay que pasar igual que en 1868, como si se mantuviera el paso de servidumbre, para
acceder al trinquete, que no tiene otra salida a la calle (eso evit¨®, muy probablemente, que cayera fruto de la especulaci¨®n en el siglo XX). Algunos hombres mayores, como el mism¨ªsimo Rovellet, una leyenda de este deporte, a¨²n recuerdan el pozo. Hay que detallar que en 1868 todav¨ªa no se jugaba a la modalidad de ¡®escala i corda¡¯, como ahora, sino a ¡®llargues¡¯, y que fue el Nel de Murla, una figura de finales del XIX y principios del XX, quien introdujo la cuerda.
Benet lleg¨® a ser concejal del Ayuntamiento de Val¨¨ncia. Este exmilitar alquil¨® el trinquete a varios inquilinos durante los a?os 70 y les cobraba nueve pesetas al d¨ªa. ¡°Esto demuestra que era un negocio rentable¡±. Pero una noche, en 1881, Benet, que seg¨²n cuentas algunas cr¨®nicas era son¨¢mbulo, se levant¨® y se precipit¨® por el patio interior. Su vivienda estaba justo al lado del trinquete y parece ser que cay¨® en la zona pr¨®xima al caf¨¦.
La viuda de Benet, Josepa Romeu, se convirti¨® en su heredera y oblig¨® a sus inquilinos a mantener el paso de servidumbre, como era el deseo de su marido, quien incluy¨® algunas curiosas cl¨¢usulas en sus contratos de alquiler: mantener el uso de jugar a pelota en el trinquete y al domin¨® en el caf¨¦; blanquear las paredes por Semana Santa; poner una persona que est¨¦ atenta a d¨®nde caen las pelotas (la cancha no se cubri¨® hasta que lo regentaron los Tuz¨®n, a finales del siglo XX) para no molestar a los tiradores de la gallina y evitar que pudiera suceder alguna desgracia.
Josepa muri¨® tres a?os despu¨¦s, en 1884, y el trinquete pas¨® a manos de sus hijos. ¡°Entonces parece ser que los cuatro lo vieron como un problema y lo vendieron, se lo quitaron de encima. No me extra?ar¨ªa que estuviera algunos a?os cerrado porque entre 1884 y 1895 no he encontrado referencia a ninguna partida en Pelayo. Y yo sospecho, adem¨¢s, que se lo vendieron a la familia de Manuel Arnau Salcedo, que debi¨® mantenerlo de generaci¨®n en generaci¨®n hasta que lo adquiri¨® Jos¨¦ Luis L¨®pez¡±, actual propietario.
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