Contra el consenso y a favor de la ideolog¨ªa
Los verdaderos responsables de esta deriva no son los ultras que han colonizado la pol¨ªtica valenciana y estatal, sino aquellos que lo han permitido y se han beneficiado de ello
?Tienen derechos humanos las mujeres? ?Existe la violencia machista? ?Necesitamos el agua para vivir? ?Son habitables nuestras ciudades a 45 grados? ?Mienten todos los term¨®metros del mundo y todas las personas que anotan sus medidas, procesan sus datos y hacen ciencia con ellos? Les pueden parecer preguntas carentes de sentido, pero hay quien se las hace en serio. Y es justo por ello por lo que debemos abandonar la falsa idea del consenso como panacea pol¨ªtica y de la ideolog¨ªa como trampa perversa.
Hace apenas unas ...
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?Tienen derechos humanos las mujeres? ?Existe la violencia machista? ?Necesitamos el agua para vivir? ?Son habitables nuestras ciudades a 45 grados? ?Mienten todos los term¨®metros del mundo y todas las personas que anotan sus medidas, procesan sus datos y hacen ciencia con ellos? Les pueden parecer preguntas carentes de sentido, pero hay quien se las hace en serio. Y es justo por ello por lo que debemos abandonar la falsa idea del consenso como panacea pol¨ªtica y de la ideolog¨ªa como trampa perversa.
Hace apenas unas semanas, un alto cargo ambiental del gobierno de ultraderecha que preside Carlos Maz¨®n, se explay¨® en la apertura de un congreso cient¨ªfico en explicar por qu¨¦ deb¨ªamos buscar consensos con quienes no piensan como nosotros. Lo hac¨ªa minutos despu¨¦s de que un concejal de la capital humillase a las decenas de investigadores que all¨ª se congregaban, hasta tal punto que varias personas salieron de la sala en se?al de rechazo y protesta. Tristemente, ni la representante de la Universitat de Val¨¨ncia ni la del Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica, que lo acompa?aban en la inauguraci¨®n, osaron confrontar en p¨²blico con quien las hab¨ªa insultado. Y en vez de mostrar su repulsa por el tono y el contenido de un discurso agresivo e inculto, el alto cargo auton¨®mico se dedic¨® a loar el consenso y atacar ¡°la ideolog¨ªa¡±. Puso un ejemplo falaz y tramposo: si uno va al m¨¦dico, le da igual su ideolog¨ªa. No le importa que sea de derechas o de izquierdas, sino que le cure bien.
?Pues claro que importa! Reducir el concepto de la ideolog¨ªa a una posici¨®n individual sin entender su dimensi¨®n estructural es no entender absolutamente nada. Pocas cosas hay m¨¢s pol¨ªticas y saludablemente ideol¨®gicas que la atenci¨®n sanitaria. Un m¨¦dico no hace igual su trabajo si no tiene medios, si la sanidad p¨²blica se desmorona, si no puede prescribir ciertos medicamentos, si tiene que atender al doble de gente de la que deber¨ªa. Remitirse todo el rato a la ¡°eficiencia¡± o a los ¡°datos¡± busca ofrecer la falsa noci¨®n de que s¨®lo existe una forma de hacer bien las cosas, que es la suya, y que casualmente casi siempre consiste en privatizarlo todo y malvenderlo a sus amigos. Y el resto, por supuesto, es ideolog¨ªa.
Pues s¨ª, es ideolog¨ªa, y a mucha honra. Como la de quien quiere llegar a consensos con partidos cuyo ¨²nico objetivo es empujar la ventana de Overton hasta el rango de lo impensable: negar lo evidente, silenciar la cultura, obviar la violencia, institucionalizar el machismo a grito de ¡°?Que viva Espa?a!.¡± ?Qu¨¦ consenso hay que buscar con ellos? ?C¨®mo consensuamos la existencia de la violencia machista o de un calentamiento global que ninguna instituci¨®n cient¨ªfica niega? ?Existen s¨®lo a medias?
Que los cantos de sirena no nos distraigan: los verdaderos responsables de esta deriva no son los ultras que han colonizado la pol¨ªtica valenciana y estatal, sino aquellos que lo han permitido y se han beneficiado de ello.