Cuesti¨®n de tono (a prop¨®sito del litigio sobre el grado de Medicina)
Maz¨®n tendr¨¢ su Campus de la Salud interuniversitario en Alicante, suponiendo que tenga claro en qu¨¦ consiste el proyecto y cuente con el dinero preciso para llevarlo a efecto
Despu¨¦s de semanas de escritos, declaraciones, decenas de argumentos a favor y otros tantos en contra, el asunto de los estudios de Medicina en la Universidad de Alicante ha quedado resuelto. Bast¨® una reuni¨®n de poco m¨¢s de dos horas y media para que todo lo que parec¨ªa imposible d¨ªas atr¨¢s dejara de serlo. Cuando dos personas aceptan sentarse a la mesa y bajar el tono de la conversaci¨®n, pueden lograrse estos resultados. Alicante tendr¨¢ sus estudios de Medicina y Maz¨®n su Campus de la Salud interuniversitario, suponiendo que el presidente de la Generalitat tenga claro en qu¨¦ consiste el proyecto y cuente con el dinero preciso para llevarlo a efecto. Ya sabemos que, en pol¨ªtica, lo importante de los proyectos es su enunciaci¨®n. Si en la Comunidad Valenciana, por seguir dentro de nuestro territorio, se hubieran ejecutado solo la mitad de los planes que en su d¨ªa anunci¨® Eduardo Zaplana, hoy ser¨ªamos una de las regiones m¨¢s boyantes de Europa. Pero esta es otra cuesti¨®n. Lo que importa ahora es que la pol¨¦mica sobre los estudios de Medicina parece zanjada. Las declaraciones efectuadas los ¨²ltimos d¨ªas, tanto por parte del presidente de la Generalitat como por la rectora de la Universidad de Alicante, y, sobre todo, el tono de las mismas, as¨ª lo aseguran. Es probable que la soluci¨®n viniera impuesta por la necesidad: al punto que hab¨ªa alcanzado la pol¨¦mica, Maz¨®n y Navarro ten¨ªan poco que ganar y bastante que perder.
A estas alturas, la pregunta que queda sin responder es por qu¨¦ el jefe del Consell se dej¨® enredar en este caso. Las respuestas pueden ser tan variadas como el punto de vista que adopte cada uno. Poco importa. Todas ellas quedan, de momento, en el terreno de la hip¨®tesis. En cualquier caso, los hechos est¨¢n ah¨ª y los ha relatado con pormenor la prensa. Desde el primer momento, el secreto con el que se pretendi¨® mantener la retirada del Consell ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana encendi¨® una mecha a la que se fueron sumando una serie de actuaciones poco calibradas que, con los d¨ªas, agravaron la cuesti¨®n. Las inconcreciones del propio Maz¨®n, que en ning¨²n momento logr¨® expresar con claridad cu¨¢les eran sus prop¨®sitos tampoco ayudaron a despejar la cuesti¨®n. Fue esta falta de claridad del presidente la que llev¨® a pensar que nos encontr¨¢bamos ante una operaci¨®n para abrir las puertas de Medicina a las universidades privadas.
La rectora Amparo Navarro ha mostrado coraje en la defensa de la Universidad de Alicante, pero no pod¨ªa encerrarse en una actitud numantina. Mantener un enfrentamiento permanente con el Gobierno valenciano no parec¨ªa una opci¨®n con recorrido. La comunidad universitaria puede aplaudir su tes¨®n pero, en un momento u otro, le exigir¨ªa resultados. Un enfrentamiento permanente con la Generalitat estaba abocado al fracaso, por mucho que se ondease la bandera de la autonom¨ªa universitaria. Llega un momento en el que las razones del dinero son inapelables. Con todo, hay que alabar la postura de Navarro al sentarse a negociar: volver a la senda del sentido com¨²n exige, en ocasiones, una notable fortaleza de ¨¢nimo.
Quienes tenemos por costumbre quejarnos de las actuaciones de nuestros pol¨ªticos, har¨ªamos bien en no buscar aqu¨ª vencedores ni vencidos. Es posible que Carlos Maz¨®n y Amparo Navarro hayan hecho de la necesidad virtud al sentarse a la mesa, pero han sabido negociar y llegar a un acuerdo que es de lo que, en realidad, va la pol¨ªtica. Afirmar, como algunos han hecho, que en este asunto gana Alicante ser¨ªa reducir el tema a un ¨¢mbito demasiado local; tambi¨¦n ser¨ªa injusto porque quien ha ganado ha sido la sociedad.