La Edad de Plata de Alicante no tiene quien la cuente
La nueva estatua del pintor Emilio Varela se suma a los reconocimientos al escritor Gabriel Mir¨® o al compositor ?scar Espl¨¢. Los expertos piden un espacio de estudio y promoci¨®n de la generaci¨®n
En apenas cinco minutos, la nueva estatua instalada en la Explanada de Alicante, el emblem¨¢tico paseo de las teselas de colores, protagoniza tres fotograf¨ªas diferentes. Tres mujeres extranjeras se colocan para un retrato de grupo junto a la efigie, de un pintor con gafas y sombrero que maneja una paleta de colores y un pincel. Una pareja de Albacete presta su m¨®vil para posar junto a ¨¦l con el fondo de palmeras. Otro extranjero se hace un selfi de plano corto. Ninguno sabe qui¨¦n es el artista, ya que la escultura carece de pedestal y placa que lo identifique. Se trata de Emilio Varela, ¡°la figura m¨¢s universal de la pintura alicantina de preguerra¡±, seg¨²n el cr¨ªtico e historiador de arte Juan Manuel Bonet. E integrante de la Edad de Plata de la cultura de la ciudad como una de sus figuras principales, junto a Gabriel Mir¨®, ?scar Espl¨¢, Germ¨¢n Bern¨¢cer y Juan Vidal. Individualmente, cada uno de ellos ha conseguido su reconocimiento, como m¨ªnimo, local. En conjunto, esta ¡°generaci¨®n de excelencia¡±, muy activa en los a?os 20 del pasado siglo, est¨¢ sumida ¡°en el abandono y el olvido¡±, a juicio de Rosa Mar¨ªa Castells, principal responsable del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Alicante (MACA).
¡°Como grupo y con esa denominaci¨®n concreta, la de la Edad de Plata, no se les conoce¡± ni en la ciudad que hicieron bullir hace un siglo, corrobora el investigador Manuel S¨¢nchez Monllor, experto en esta generaci¨®n de intelectuales. Nacidos entre 1879 y 1888, ¡°en un espacio muy reducido de la ciudad¡±, delimitado en apenas un pu?ado de calles del centro hist¨®rico, los cinco puntales de la generaci¨®n ¡°convergen¡± a partir del a?o 1914 en el Ateneo de Alicante, comandado por Jos¨¦ Guardiola, ¡°un abogado criminalista¡± que acog¨ªa a los j¨®venes autores, de la rama que fueran. All¨ª se juntan el compositor ?scar Espl¨¢, el economista Germ¨¢n Bern¨¢cer, el arquitecto Juan Vidal y el artista pl¨¢stico Emilio Varela. El m¨¢s c¨¦lebre de todos ellos en Espa?a es el escritor Gabriel Mir¨®, que ya ha partido hacia Barcelona ¡°para mover sus contactos y buscar editoriales¡±, cuenta el profesor em¨¦rito de Literatura Espa?ola de la Universidad de Alicante, Miguel ?ngel Lozano. Los de mayor reconocimiento mundial, Espl¨¢, premiado en Viena, y Bern¨¢cer, famoso en Italia, Alemania o Francia.
La actividad cultural del Ateneo resuena en toda Espa?a. All¨ª exponen Benjam¨ªn Palencia, Ram¨®n Gaya o V¨¢zquez D¨ªaz. Recibe la visita tambi¨¦n de Unamuno, de la generaci¨®n del 27 casi al completo, de Margarita Xirgu, enumera Castells. Pero ¡°la amistad entre todos ellos se fortalece en los encuentros que organiza Espl¨¢ en la Font del Mol¨ª¡±, en plena monta?a, junto al municipio de Benimantell. El m¨²sico ¡°comenz¨® a invitar a gente en un chal¨¦ que se construy¨® en la zona¡±, se?ala S¨¢nchez Monllor, ¡°que no solo fue un punto de encuentro, sino tambi¨¦n de recreo e inspiraci¨®n¡±. ¡°Son personas a los que les gusta m¨¢s estar en un entorno ¨ªntimo¡±, explica Lozano. Mir¨®, ¡°un liberal de ideas avanzadas¡± que ya ha obtenido gran ¨¦xito con Las cerezas del cementerio, ¡°visita la mas¨ªa de Espl¨¢ una vez¡± y despu¨¦s se compra la finca de Les Fonts en un municipio cercano, Polop. El resto nutre su obra bajo la influencia de los otros.
En los a?os 30, la magia se desvanece. ¡°El grupo comienza a dispersarse¡± y se rompe definitivamente con el estallido de la Guerra Civil. Mir¨® muere joven, en 1930. Un a?o despu¨¦s, Bern¨¢cer, en cuya obra parece inspirarse el brit¨¢nico John Maynard Keynes, se va de jefe de Estudios, un departamento de su creaci¨®n, al Banco de Espa?a, en Madrid. Durante el franquismo ocupar¨¢ el mismo puesto, aunque sin poder firmar sus trabajos, a causa de sus ideas progresistas. Espl¨¢, aterrorizado por la noticia de la muerte de Lorca, acepta una invitaci¨®n de la Casa Real de B¨¦lgica para exiliarse all¨ª 14 a?os. No vuelve a Espa?a hasta el 51, donde se le dedican homenajes pese a haber ostentado relevantes cargos durante la Rep¨²blica. Solo se quedan Vidal, autor de edificios como la Casa Carbonell, el hospital actualmente reconvertido en el Museo Arqueol¨®gico de Alicante (Marq) o el Palacio Provincial, y Varela.
El artista, muy retra¨ªdo, va hundi¨¦ndose en ausencia de sus ¡°amigos hermanos¡±, como se denominaban en el grupo. ¡°Cuando vuelve de B¨¦lgica, Espl¨¢ lo encuentra muy deprimido, le encarga unos cuadros para museos de Par¨ªs y no consigue que cumpla el encargo¡±, cuenta S¨¢nchez Monllor. ¡°Es el artista que mejor pinta y sintetiza su tierra¡±, asegura Bonet. Trabaja ¡°el goce de la mirada, capta la luz¡±, contin¨²a. ¡°Se parece a la pintura de ciertos franceses de la ¨¦poca de Matisse o Albert Marquet¡±, indica el exdirector del IVAM y el Reina Sof¨ªa, museo que cuenta con obra de Varela en su cat¨¢logo. ¡°No se movi¨® mucho, no hubo galer¨ªas que le apoyaran, no expuso mucho en Madrid¡±, comenta el historiador, que se define como ¡°fan¨¢tico¡± del ¡°muy exportable¡± Varela. El protagonista de la reciente escultura de la Explanada, inaugurada el pasado 30 de septiembre junto al Casino en el que trabaj¨® con frecuencia, se abandon¨®, dej¨® de comer y muri¨® en 1951.
Encarna Varela, sobrina nieta del artista, celebra el homenaje de la estatua, pero lucha por encontrar un espacio para su obra. ¡°Despu¨¦s de tantos a?os luchando por un sitio adecuado, no hay resultados¡±, lamenta. La sala del Museo de Bellas Artes Gravina (Mubag) que expon¨ªa su obra la ha quitado de sus paredes. Tanto la Diputaci¨®n como la Fundaci¨®n Mediterr¨¢neo, que custodia el legado de Mir¨®, Espl¨¢, Bern¨¢cer y Varela, mantienen su colecci¨®n de cuadros ¡°a buen recaudo¡±. Tampoco sus coet¨¢neos encuentran un acomodo en Alicante. ¡°Es una obligaci¨®n y una necesidad¡±, a juicio de Castells, ¡°crear un lugar en la ciudad como centro de estudios, investigaci¨®n, exhibici¨®n y publicaci¨®n que profundice¡± en esa ¨¦poca. ¡°Es una generaci¨®n para enorgullecerse¡±, considera Bonet. ¡°Fue un movimiento singular, por la coincidencia de tantos coet¨¢neos tan diversos y sobresalientes en sus campos¡±, coincide Lozano, ¡°servir¨ªa para que rescat¨¢ramos nuestra identidad, porque nuestras ra¨ªces est¨¢n ah¨ª, en esos creadores¡±.