En busca del indeciso | 9. Y todo esto era para ellos
Cientos de miles de personas deciden su voto en las ¨²ltimas horas. Su decisi¨®n final se mueve m¨¢s por las emociones que por los programas, y las campa?as son la mejor arma para su movilizaci¨®n
Cuando hace 15 d¨ªas comenzamos esta ruta, en Espa?a hab¨ªa unos ocho millones de indecisos, entre los que se incluyen los votantes que lo tienen claro, pero no confiesan sus preferencias electorales a ning¨²n encuestador y prefieren enmarcarse en el limbo de la indecisi¨®n. Los analistas se?alan que ahora son 3,5 millones de indecisos y que el d¨ªa de la votaci¨®n ser¨¢n dos millones de personas las que decidir¨¢n su voto frente a la urna. ?Azul? ?Rojo? ?Rosa? ?Verde? Eso supone que cada d¨ªa unas 400.000 personas han deci...
Una ruta de 4.762 kil¨®metros
Cuando hace 15 d¨ªas comenzamos esta ruta, en Espa?a hab¨ªa unos ocho millones de indecisos, entre los que se incluyen los votantes que lo tienen claro, pero no confiesan sus preferencias electorales a ning¨²n encuestador y prefieren enmarcarse en el limbo de la indecisi¨®n. Los analistas se?alan que ahora son 3,5 millones de indecisos y que el d¨ªa de la votaci¨®n ser¨¢n dos millones de personas las que decidir¨¢n su voto frente a la urna. ?Azul? ?Rojo? ?Rosa? ?Verde? Eso supone que cada d¨ªa unas 400.000 personas han decidido su voto a medida que hablaban con vecinos, familiares, compa?eros de trabajo o de partida de domin¨®. En otros casos simplemente se entregaron a la radio, la televisi¨®n y los peri¨®dicos para dejarse convencer por las campa?as. Teniendo en cuenta que en las ¨²ltimas elecciones generales el PSOE obtuvo 7,5 millones de votos y el PP 4,3 millones, la cifra no es nada despreciable. Aunque al final no son tan decisivos como se piensa, ya que no todos se van en masa hacia un lado u otro, sino que se distribuyen entre todos los partidos, resulta muy ilustrativo conocer qu¨¦ inclina el voto de los indecisos: la primera fuerza pol¨ªtica al comienzo de cada campa?a.
Durante las ¨²ltimas dos semanas, un equipo de EL PA?S del que forman parte los fot¨®grafos ?lvaro Garc¨ªa y Jaime Villanueva, en colaboraci¨®n con el equipo de datos y an¨¢lisis, ha recorrido 4.762 kil¨®metros por Espa?a manteniendo decenas de conversaciones con gente an¨®nima: jubilados, pastores, estudiantes, camareros, economistas, j¨®venes, religiosos o independentistas catalanes. Decenas de charlas para intentar averiguar algo tan ¨ªntimo como el sentido del voto y las dudas que lo rodean. Hemos estado en un parque de Ourense, un bar de Albacete, las calles de Torrevieja, la sierra de Granada, un chiringuito de C¨¢diz, el monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), un peque?o pueblo de Huesca y hemos terminado en Amer, en Girona, tierra natal de Carles Puigdemont.
Entre los que comenzaron con dudas y han ido definiendo su voto est¨¢ Laura Capistros, de Robres, un pueblo en la provincia de Huesca conocido como el Ohio espa?ol por su capacidad de anticipar el resultado nacional de acuerdo con lo que votan sus 550 habitantes en las municipales. Capistro, que dudaba entre votar al PSOE o a Sumar ¡°por el sue?o de ver a una mujer de izquierdas como presidenta¡±, se ha ido inclinando ¡°hacia el voto ¨²til¡± y finalmente votar¨¢ a Pedro S¨¢nchez ¡°para parar a la derecha como sea¡±, dice. ¡°Y, aunque no estoy convencida, porque creo m¨¢s en lo nuevo, considero que es la mejor opci¨®n¡±, a?ade. En la acera de enfrente, Francisco Garc¨ªa, un jubilado de Torrevieja que se debat¨ªa entre Vox y PP, tambi¨¦n ha aclarado sus dudas estos d¨ªas. Lo hizo despu¨¦s de ver el debate electoral entre Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o, cuando vio a un hombre ¡°tranquilo¡± que lo convenci¨®. ¡°Vi a una persona confiable que no se altera a pesar de tantos ataques¡±, a?ade. Sobre las razones por la que no votar¨¢ a Vox, a?ade v¨ªa telef¨®nica: ¡°Las propuestas de Abascal unas veces me gustan y otras me parecen un poco radicales¡±.
Ambos representan el grueso de los indecisos. Al principio de la campa?a, la mayor¨ªa de ellos, un 36%, dudaban entre Pedro S¨¢nchez y Yolanda D¨ªaz; un 16%, entre N¨²?ez Feij¨®o y Abascal; y un 10%, entre votar al PP o al PSOE.
Maximino Novoa, de Ourense, forma parte del 25% que, aproximadamente, no votar¨¢ el domingo. Dudaba entre votar en blanco o la abstenci¨®n, pero finalmente gan¨® la segunda. Se considera un ¡°desencantado de la pol¨ªtica¡±, pero no as¨ª de la actualidad, que sigue al detalle. ¡°No me identifico con ninguno de los candidatos. Los debates terminaron por decidirme que me quedar¨¦ en casa¡±, responde casi dos semanas despu¨¦s de que lo entrevist¨¢ramos en un parque del centro de su ciudad.
Tras dos semanas de campa?a paralela, hablando de pol¨ªtica con gente an¨®nima y tomando durante horas cervezas absurdas, aqu¨ª van algunas revelaciones. A mucha gente le cuesta reconocer que vota a Vox. Es, quiz¨¢, el voto m¨¢s oculto y dif¨ªcil de confesar. Solo despu¨¦s de largas conversaciones y contradicciones, se iban reconociendo las simpat¨ªas por el partido de Abascal. La segunda es el claro contraste entre el campo y la ciudad. En las zonas rurales es donde hay menos pudor a la hora de hablar de la ultraderecha. El corte est¨¢ tambi¨¦n muy marcado entre generaciones. Los m¨¢s j¨®venes no tienen el bipartidismo tan arraigado como sus padres, cuyas dudas se mueven entre el PSOE y el PP, o viceversa. Se mueven entre el PSOE y Sumar o entre Vox y el PP. Una tercera conclusi¨®n es que la duda est¨¢ mal vista. Mostrar indecisi¨®n, incertidumbre o vacilaci¨®n en el voto a pocos d¨ªas de la votaci¨®n es un s¨ªntoma de equidistancia mal comprendida en momentos de esl¨®ganes y frases claras. La duda, sin embargo, ha ido extendi¨¦ndose cada vez m¨¢s entre los espa?oles.
En los a?os noventa, el 90% de la poblaci¨®n dec¨ªa tener su voto decidido al comienzo de la campa?a, frente al 60% que dice tenerlo claro en la actualidad. Niall Ferguson, historiador brit¨¢nico, se?alaba: ¡°Ya no vivimos en una democracia. Vivimos en una emocracia, en la que las emociones mandan m¨¢s que las mayor¨ªas y los sentimientos cuentan m¨¢s que la raz¨®n¡±. Una ¨¦poca donde los programas pol¨ªticos cuentan menos que un meme. En medio de esta polarizaci¨®n, los grises, el espectro que se mueve en la ambig¨¹edad ideol¨®gica, tienden a ocultar sus reflexiones. Y una ¨²ltima idea: en una Espa?a electoral, la pen¨ªnsula Ib¨¦rica es un mapa de calor donde el centro quema y la periferia trata de sobrevivir al margen de la hiperventilaci¨®n de Madrid.
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