Roc¨ªo Monasterio, ¡°pellizco de monja¡±
Tiene esos gestos, esas picard¨ªas, esa maldad que evoca la de un sector religioso capaz de arrebatar a un reci¨¦n nacido del pecho de su madre para vend¨¦rselo a una familia bien
Un ¡°pellizco de monja¡±, en el sentido amplio de la expresi¨®n, alude al da?o ejercido por alguien que sonr¨ªe beat¨ªficamente a la vez de producirlo. Las intervenciones p¨²blicas de Roc¨ªo Monasterio obedecen un poco a esta forma de hipocres¨ªa que el diccionario califica tambi¨¦n de jesu¨ªtica.
Vaya por Dios.
La candidata de Vox es capaz de vendert...
Un ¡°pellizco de monja¡±, en el sentido amplio de la expresi¨®n, alude al da?o ejercido por alguien que sonr¨ªe beat¨ªficamente a la vez de producirlo. Las intervenciones p¨²blicas de Roc¨ªo Monasterio obedecen un poco a esta forma de hipocres¨ªa que el diccionario califica tambi¨¦n de jesu¨ªtica.
Vaya por Dios.
La candidata de Vox es capaz de venderte un piso sin c¨¦dula de habitabilidad al tiempo de entrecerrar los ojos maliciosamente y elevar las comisuras de sus labios en la sonrisa c¨®mplice del que quiere decirte:
¡ªFirma r¨¢pido, que me lo quitan de las manos.
Tiene esos gestos, esas picard¨ªas, esa maldad que evoca la de un sector religioso capaz de arrebatar a un reci¨¦n nacido del pecho de su madre para vend¨¦rselo a una familia bien, una familia de misa y comuni¨®n diarias. Franco utiliz¨® a las monjas como carceleras de las presas republicanas porque su fe era tan inclemente como su crueldad. Estas religiosas asist¨ªan a las ejecuciones sumar¨ªsimas con el rosario en la mano y ordenaban rapar la cabeza de sus v¨ªctimas sin que se les moviera una ceja.
Roc¨ªo Monasterio da la impresi¨®n de provenir de esa cultura. Tiene un ojo en la represi¨®n y otro en el negocio. Vox es, en ese sentido, un nicho de mercado que ella y sus compa?eros han sabido explotar. No necesitan tanto alcanzar el poder como que el poder los alcance a ellos. Su jefe de campa?a, que, seg¨²n confesi¨®n propia, no ha trabajado nunca, ejemplifica muy bien esa habilidad para disfrazar la n¨®mina de ideales patri¨®ticos. Santiago Abascal, que as¨ª se llama, posee, por si fuera poco, un porte de legionario inigualable. Camina a pecho descubierto, como si desfilara detr¨¢s de la cabra, con la camisa abierta de tal modo que es verlo y que le vengan a uno aquellos versos: ¡°Soy un hombre a quien la suerte hiri¨® con zarpa de fiera¡¡±. Una canci¨®n emocionante, por cierto, el mejor de los boleros militares, si existiera ese g¨¦nero.
De modo que una monja y un legionario. Qu¨¦ gran pareja para obtener votos de la retroespa?a, de ¡°La Espa?a de charanga y pandereta, cerrado y sacrist¨ªa, devota de Frascuelo y de Mar¨ªa¡¡±.
Qu¨¦ agotador es todo.
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