La campa?a no pas¨® por aqu¨ª
La convulsa contienda electoral ha dejado de lado problemas concretos que sufren los madrile?os. Un m¨¦dico de ambulatorio, un alcalde de pueblo y una profesora se?alan algunos de ellos
El doctor Javier Torres, m¨¦dico de familia, de 61 a?os, pensaba todo el rato en su pobre centro de salud Palma Norte cuando el pasado 21 de abril ve¨ªa en televisi¨®n el debate de los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Luego se fue a la cama decepcionado, cuenta. El ambulatorio, en pleno coraz¨®n de la ciudad, en el barrio de Malasa?a, se aloja en un piso bajo de no m¨¢s de 200 metros cuadrados y contiene tr...
El doctor Javier Torres, m¨¦dico de familia, de 61 a?os, pensaba todo el rato en su pobre centro de salud Palma Norte cuando el pasado 21 de abril ve¨ªa en televisi¨®n el debate de los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Luego se fue a la cama decepcionado, cuenta. El ambulatorio, en pleno coraz¨®n de la ciudad, en el barrio de Malasa?a, se aloja en un piso bajo de no m¨¢s de 200 metros cuadrados y contiene tres consultas, una sala de curas, un cub¨ªculo acristalado que sirve de oficina y otra dependencia interna. Lo que queda se emplea de sala de espera. No hay salida de emergencia. La entrada es tan peque?a que no cabe la camilla de las ambulancias. As¨ª que, seg¨²n cuenta Torres, cuando tienen un caso grave, un infarto, por ejemplo, ellos lo estabilizan como pueden y lo sacan a la calle en una silla de ruedas. El centro hermano, con el que comparte algunos servicios, se encuentra a unos 200 metros, tambi¨¦n en la calle de la Palma, y carece de ventanas. Torres trabaja aqu¨ª desde hace nueve a?os. A raz¨®n de 45 enfermos al d¨ªa.
¡°El ec¨®grafo no cabe en ning¨²n sitio, as¨ª que lo tenemos en la consulta de una colega. Si necesito utilizarlo, tengo que ponerme de acuerdo con ella¡±, explica. Y a?ade: ¡°Todo es ca¨®tico¡±. Se r¨ªe cuando cuenta que la Consejer¨ªa de Salud les envi¨® una instrucci¨®n para que, durante la pandemia, se habilitaran zonas covid y no covid. En la sala de espera solo caben ahora, para evitar contagios, cinco personas. El resto aguarda en la calle. Y si hablan alto se oye todo en alguna de las tres consultas, situadas al nivel de la calle. Torres recuerda que en la pasada campa?a de las elecciones municipales, en 2019, visit¨® el centro el por entonces candidato ¡ªy hoy alcalde¡ª Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, del PP. ¡°Aquel d¨ªa critic¨® la situaci¨®n del centro, pero desde ese d¨ªa no ha vuelto¡±, dice Torres. Solo M¨®nica Garc¨ªa, candidata de M¨¢s Madrid, se ha acercado al centro recientemente. Lo hizo antes de que empezara la campa?a, seg¨²n recuerda Torres.
En el otro extremo del ambulatorio (es decir, a una veintena de metros en diagonal) est¨¢ la sala de curas. La atiende la enfermera Consuelo D¨ªaz. La habitaci¨®n es, adem¨¢s, el almac¨¦n de medicinas y el lugar donde se coloca la m¨¢quina de esterilizar material quir¨²rgico, con aspecto de microondas gigante. Produce un molesto ruido de centrifugado de lavadora cuando est¨¢ en marcha. ¡°Y con este ruido tengo yo que atender a veces a los pacientes¡±, se queja la enfermera. ¡°Adem¨¢s, es muy normal que mientras estoy atendiendo a alg¨²n paciente entre alg¨²n colega a por alguna medicina¡±, se lamenta.
Torres asegura que ha denunciado todos estos problemas a Salud Laboral y que ha enviado a la consejer¨ªa de Sanidad diversos emplazamientos posibles, vac¨ªos, para cambiar el centro sin salirse de la zona. ¡°Pero nadie me ha respondido¡±.
200 camiones avanzan por el centro del pueblo
Jos¨¦ Antonio Dom¨ªnguez, alcalde de Fuentidue?a del Tajo (2.300 habitantes), al pensar, primero, en la campa?a electoral y, segundo, en su pueblo, dice: ¡°Somos ciudadanos de segunda¡±. Y despu¨¦s enumera una lista de quejas: no hay instituto, no hay pediatras, no hay tren y los autobuses m¨¢s all¨¢ de las ocho no circulan, no hay ambulancia¡
Son las reivindicaciones de muchos de los alcaldes de los pueblos de Madrid.
Pero luego est¨¢n los camiones.
A primeros de mayo, cuando empieza la recolecci¨®n en la Vega del Tajo, los tr¨¢ileres llegan a Fuentidue?a para cargar y transportar los productos. En las tierras de este pueblo se recolectan 6.000 toneladas de patatas al a?o. Tambi¨¦n hay una gran cosecha de cebollas. ¡°Y muchos de los melones que dicen que son de Villaconejos, son de aqu¨ª¡±, precisa el alcalde, encogi¨¦ndose de hombros ante una reclamaci¨®n hist¨®rica.
Los camiones vienen de Madrid, pasan por Fuentidue?a, se pesan en vac¨ªo, recogen el producto, se vuelven a pesar y regresan a Madrid o se distribuyen por el resto de Espa?a. Para hacerlo, atraviesan el pueblo, ya que circulan por la vieja nacional. Y pasan por delante de la guarder¨ªa (que ha cambiado la puerta de salida), del centro cultural, del centro de mayores y del cuartel de la Guardia Civil. Son camiones largos, que para dirigirse a la carretera que conduce a la b¨¢scula y a la vega deben hacer un giro de 45 grados en el centro de la localidad. En la maniobra ya se han llevado por delante la cabina del pueblo, unos antiguos y decorativos surtidores de gasolina y la instalaci¨®n de aire acondicionado de un mes¨®n, pegada a la pared. El alcalde teme que cualquier d¨ªa se lleven por delante tambi¨¦n la vida de alg¨²n vecino. Desde mayo hasta septiembre atraviesan el pueblo 200 camiones al d¨ªa. Dom¨ªnguez, del PSOE, que lleva ya seis a?os en el cargo, ha conocido cuatro directores generales de Carreteras de la Comunidad de Madrid. Y a todos les ha ido con el problema: ¡°A todos tienes que explic¨¢rselo desde el principio. Mire, don Ignacio, mire do?a Concepci¨®n¡.¡±. Y con la soluci¨®n: ¡°Una variante que cuesta como mucho 5 millones de euros¡±. El equipo municipal ha elaborado un informe t¨¦cnico que Dom¨ªnguez ha remitido a todos los Gobiernos regionales. Incluso se lo llev¨® a la presidenta, Isabel D¨ªaz Ayuso, cuando fue a visitar, hace meses, la cercana Villamanrique. ¡°Se lo cont¨¦, pero no me hizo mucho caso¡±, dice.
El pueblo es pr¨®spero. Ha crecido como consecuencia de la pandemia en m¨¢s de 300 habitantes, que decidieron mudarse desde Madrid y trabajar a distancia. La agricultura crece porque se moderniza y se moderniza porque crece. Pero el alcalde teme que cualquier d¨ªa ocurra una desgracia. As¨ª que no le quedar¨¢ otro remedio que acudir con el informe de la variante al pr¨®ximo director general de Carreteras que salga de las pr¨®ximas elecciones. Luego dice, resignado: ¡°En Villamanrique hay otra b¨¢scula, pero est¨¢ estropeada. Y la alcaldesa me dice que no piensa arreglarla. Yo la entiendo¡±.
La parcela desierta que espera un instituto
El ensanche de Vallecas, en el esquinazo sureste de la ciudad, alberga ya a m¨¢s de 50.000 personas. Comenzaron a llegar en 2006. Todo es nuevo aqu¨ª. Los bloques de pisos, las puertas de los garajes, los columpios del parque, los carriles bici, las tiendas¡ Susana Pereda, de 51 a?os, es profesora de instituto en Rivas-Vaciamadrid, madre de tres hijos y vecina combativa en el ensanche. Pertenece a la Agrupaci¨®n Ciudadana por la Escuela P¨²blica de Villa de Vallecas (ACEPVV), que agrupa a todas las asociaciones de padres de todos los colegios e institutos de la zona. O instituto. Porque en todo el ensanche hay un solo instituto p¨²blico, el Mar¨ªa Rodrigo. Hay tres centros escolares concertados m¨¢s, todos religiosos, que cubren la etapa escolar. Uno de ellos, el Stella-Maris, separa a ni?os y ni?as en las clases. Pereda muestra una parcela enorme llena de hierbas situada en el sector cinco (el ensanche cuenta con seis sectores). En 2018 fue cedida por el Ayuntamiento, entonces gobernado por Manuela Carmena, a fin de levantar ah¨ª un nuevo instituto p¨²blico. Pero all¨ª sigue, llena de hierbajos y flores por las lluvias de la primavera. ¡°Las clases tienen la ratio m¨¢s alta, 33 alumnos por clase, y eso va a ir a peor porque este barrio es de gente joven que ha tenido hijos y que ya empiezan a tener edad de ir al instituto. Y la soluci¨®n que nos han dado, en vez de construir otro centro nuevo, es el de ampliar el Mar¨ªa Rodrigo. Pero, claro: las instalaciones ser¨¢n siendo las mismas, el mismo gimnasio, el mismo comedor¡¡±. Hay otro problema que recuerda esta madre y con el que coincide un profesor de este instituto que se jubil¨® el a?o pasado, Juan Angelina: los alumnos m¨¢s conflictivos, o con menos nivel educativo, proveniente de familias muy pobres, como los de la Ca?ada Real, acaban en un porcentaje mucho mayor en los colegios p¨²blicos de la zona y en el Mar¨ªa Garrido. Nunca en los concertados. ¡°Y al rev¨¦s: al hijo de una vecina, que va a uno de los centros concertados religiosos y que no iba muy bien en el colegio, le invitaron a irse¡±, asegura Pereda. ¡°Lo de la libertad de elegir centro, tan pregonado por Ayuso, aqu¨ª significa elegir entre un solo instituto para todos. ?Qu¨¦ libertad es esa?¡±, se pregunta.
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