?Democracia local?
El modelo electoral de las diputaciones provinciales y los consejos comarcales es un bofet¨®n al concepto de democracia electiva
Los resultados de las pasadas elecciones reabren el debate sobre la legitimidad de los cargos electos para manipular el mandato popular a su antojo. Un manejo que se plasma en dos mecanismos muy discutibles.
Uno, si los partidos pol¨ªticos est¨¢n legitimados para manejar el sentido del voto popular a su favor mediante alianzas posteriores a las elecciones que el elector en el momento de votar no pod¨ªa prever, hasta el punto de replantearse el voto de haberlo sabido. Son ejemplos de ello los gobiernos auton¨®mic...
Los resultados de las pasadas elecciones reabren el debate sobre la legitimidad de los cargos electos para manipular el mandato popular a su antojo. Un manejo que se plasma en dos mecanismos muy discutibles.
Uno, si los partidos pol¨ªticos est¨¢n legitimados para manejar el sentido del voto popular a su favor mediante alianzas posteriores a las elecciones que el elector en el momento de votar no pod¨ªa prever, hasta el punto de replantearse el voto de haberlo sabido. Son ejemplos de ello los gobiernos auton¨®micos y locales basados en alianzas que han sustra¨ªdo el gobierno a la fuerza m¨¢s votada con un apoyo popular inestable. ?Puede ser eficiente el gobierno de una Administraci¨®n basado en pactos que se justifican en el ansia simiesca del poder? ?Acaso los votantes priorizamos el juego de sillas de la pol¨ªtica al leal gobierno de la cosa p¨²blica? Si es que no, la ciudadan¨ªa acabar¨¢ castigando la pol¨ªtica de loter¨ªa. Vean si no el caso italiano hace ya unos a?os.
Dos, el modelo electoral de las diputaciones provinciales y los consejos comarcales es un bofet¨®n al concepto de democracia electiva. No es solo el exceso abusivo de gasto burocr¨¢tico por la voluntad de los partidos pol¨ªticos en mantener las poltronas en beneficio de sus paniaguados. Es la verg¨¹enza de que los diputados provinciales y los consejeros comarcales y sus presidentes no sean elegidos directamente por los ciudadanos: lo son por un juego de sillas manejado por los partidos pol¨ªticos mediante pactos inconfesables. Esto afecta gravemente a la calidad de nuestra democracia. Estas instituciones no est¨¢n homologadas a nivel europeo.
La Carta europea de la autonom¨ªa local, ratificada por Espa?a en 1988, es parte del ordenamiento jur¨ªdico espa?ol, excepto en el apartado 2 del art¨ªculo 3 de la misma: ¡°Este derecho se ejerce por Asambleas o Consejos integrados por miembros elegidos por sufragio libre, secreto, igual, directo y universal¡¡±. Clar¨ªsimo: voto directo de los ciudadanos para elegir a los miembros de sus administraciones locales (diputaciones y consejos comarcales incluidos). Espa?a no ratific¨® este punto. ?Por qu¨¦? Porque los intereses pol¨ªticos partidistas priman por encima del inter¨¦s pol¨ªtico general a espaldas de los ciudadanos. Las diputaciones provinciales y consejos comarcales constituyen reservorios muy importantes de recursos econ¨®micos, prebendas y sillas giratorias para los partidos pol¨ªticos que se nutren de ellos, especialmente nombrando cargos de confianza que son en realidad militantes de partido que han ejercido anteriormente altos cargos. Sirva de ejemplo lo acontecido en el Ayuntamiento de Barcelona: mientras la candidatura de Xavier Trias considera que le han sustra¨ªdo la Alcald¨ªa mediante una traici¨®n de PSOE, Comunes y PP, esta misma candidatura no tiene reparo alguno en pactar el gobierno de la Diputaci¨®n de Barcelona (con sus prebendas incluidas) con los mismos que, seg¨²n ella, les ha traicionado. Mala cosa para la democracia local. Sin transparencia ni control efectivo de las decisiones interesadas de los partidos pol¨ªticos, la democracia local en estos niveles est¨¢ en obvio interrogante.
Ramon J. Moles es jurista.
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