Gald¨®s y la m¨²sica
Adentr¨¢ndose en las partituras de Beethoven fue como el autor sinti¨® m¨¢s de una vez la curiosidad de fundir el lenguaje musical de alem¨¢n con alguna de sus obras
En su casa de verano en Santander, Benito P¨¦rez Gald¨®s ten¨ªa una reproducci¨®n de la m¨¢scara mortuoria de Voltaire y un retrato de Richard Wagner. Tambi¨¦n un armonio donde interpretaba a Mozart, a Bach, a Gl¨¹ck, a Haydn, a Haendel y, sobre todo, a Beethoven.
Fue sin duda adentr¨¢ndose en sus partituras como el autor sinti¨® m¨¢s de una vez la curiosidad de fundir el lenguaje musical del alem¨¢n con alguna de sus obras. Ese reto ¨Caunar ambas disciplinas- se desarrolla con m¨¢s intensidad en la novela del siglo XX. Pero antes, ya lo intent¨® Gald¨®s. Es un esfuerzo disparatado, completamente impo...
En su casa de verano en Santander, Benito P¨¦rez Gald¨®s ten¨ªa una reproducci¨®n de la m¨¢scara mortuoria de Voltaire y un retrato de Richard Wagner. Tambi¨¦n un armonio donde interpretaba a Mozart, a Bach, a Gl¨¹ck, a Haydn, a Haendel y, sobre todo, a Beethoven.
Fue sin duda adentr¨¢ndose en sus partituras como el autor sinti¨® m¨¢s de una vez la curiosidad de fundir el lenguaje musical del alem¨¢n con alguna de sus obras. Ese reto ¨Caunar ambas disciplinas- se desarrolla con m¨¢s intensidad en la novela del siglo XX. Pero antes, ya lo intent¨® Gald¨®s. Es un esfuerzo disparatado, completamente imposible; sin embargo, en absoluto, in¨²til.
El alfabeto y las partituras pueden caminar de manera paralela, pero rara vez fundirse. Aun as¨ª, la tentaci¨®n de propiciar encuentros y acoplar las din¨¢micas, ritmos y tiempos de la m¨²sica a la narrativa y la dramaturgia, persiste. No hablamos de la poes¨ªa, donde el intercambio es obligado y mucho m¨¢s org¨¢nico.
[Beethoven] el m¨¢s grande de los m¨²sicos es quien mejor nos revela la esencia y aun el desarrollo del sentimiento dram¨¢tico¡±Benito P¨¦rez Gald¨®s
Para la novela, existen autores vivos que lo han llevado al extremo, como Milan Kundera. El checo ha explicado la influencia directa que Stravinski o Janacek han tenido en su obra. Pero antes que ¨¦l y que muchos otros, Gald¨®s ya lo formul¨® expresamente en pr¨®logos de obras dram¨¢ticas suyas como Alma y vida respecto a Beethoven. ¡°Constru¨ª la ideal arquitectura de Alma y vida siguiendo por espiritual atracci¨®n el plan y m¨®dulos de la composici¨®n beethovenianas¡±, confiesa. Y sin ¨¢nimo de correr el riesgo de parecer estramb¨®tico, algo muy probable para algunos entonces por el atrevimiento en apariencia disparatado, a?ade: ¡°Y no se tome esto a desvar¨ªo, que el m¨¢s grande de los m¨²sicos es quien mejor nos revela la esencia y aun el desarrollo del sentimiento dram¨¢tico¡±.
Indagaba Gald¨®s en las notas de Beethoven no s¨®lo aspectos de la estructura sinf¨®nica: esa reaparici¨®n s¨²bita y convivencia de los temas principales y secundarios en una misma esfera. Tambi¨¦n lo lleva a la b¨²squeda de la emoci¨®n respecto al sentimiento de ocaso nacional. Ya lo hizo en La desheredada, as¨ª como en otras novelas como Miau, que sit¨²a a algunos de sus personajes femeninos en el gallinero del Teatro Real. No lo hace de manera anecd¨®tica, sino para trazar un paralelismo de coro muy acorde a sus aficiones y vivencias dentro del mismo recinto. Antes, muchos vieron en Gloria una estructura oper¨ªstica que entronca con el Fausto, de Gounod.
Gald¨®s ahonda en su aprendizaje musical, no s¨®lo por placer ante un arte que le fascina. Tambi¨¦n para incorporarlo a su escritura, primero como cronista y m¨¢s tarde como novelista experimental y radicalmente moderno. He ah¨ª una de las claves de su audacia, de su hambre por transitar y abrir nuevos caminos, de su voluntad revitalizadora y revolucionaria en la literatura.
Dice el cr¨ªtico Juan Carlos Mainer que falta a¨²n por hacer un gran estudio sobre la m¨²sica y Gald¨®s. Tambi¨¦n lo apunta Carmen Bravo-Villasante y da pistas sobre ello su amigo y confidente, el doctor Gregorio Mara?¨®n. No fue s¨®lo testigo de su pasi¨®n: lo describi¨® como a un gran m¨²sico.
El autor estudi¨® y aprendi¨® a tocar el piano desde 1878, con Jos¨¦ Aranguren como maestro, que fue a su vez disc¨ªpulo predilecto de Hilari¨®n Eslava. Acud¨ªa met¨®dicamente a su casa para recibir las lecciones en la Plaza del Progreso, hoy Tirso de Molina. Le fueron de provecho porque son muchos los amigos que recuerdan en cartas y memorias las sesiones que animaba con recitales en su casa. Pero m¨¢s all¨¢ de la diversi¨®n, sus verdaderas razones nos llevan a ese ¨ªmpetu en cargarse de herramientas para modernizar sin descanso la novela espa?ola. Y con esa clave musical, Gald¨®s sab¨ªa que la llevaba del siglo XIX al XX para adelantarse decididamente as¨ª al futuro.