Triunfar en el teatro
Al llegar a Madrid tom¨® los asientos de varios teatros. Lo que ve¨ªa le contagiaba y pasaba las noches, como dice en sus memorias, probando suerte en soledad y con cierta ansia de primerizo
La ilusi¨®n del joven Gald¨®s fue triunfar en el teatro. Curiosa coincidencia con Cervantes. Una m¨¢s. Pero en parte dentro de la cuenta de sus sinsabores, m¨¢s que en el de las satisfacciones. El destino, su talento y un buen consejo de Francisco Giner de los R¨ªos, en caso de Gald¨®s, le llevaron m¨¢s al territorio de la novela. Sin embargo, la escena fue esa v¨¢lvula de escape que el autor se permiti¨® como satisfacci¨®n personal: la que le produc¨ªa ver a sus criaturas encarnadas en actores y la de buscar un mayor impacto social.
Al llegar a Madrid tom¨® los asientos de varios teatros. Lo que ve¨ªa le contagiaba y pasaba las noches, como dice en sus memorias, probando suerte en soledad y con cierta ansia de primerizo: ¡°Yo enjaretaba dramas y comedias con vertiginosa rapidez, y lo mismo los hac¨ªa en prosa que en verso¡±.
Cuando voy, cualquier drama est¨²pido me produce una emoci¨®n viva, propiamente infantil
En cinco a?os, entre 1861 y 1866 rescat¨® como v¨¢lidas de aquellos impulsos obras como Quien mal hace, bien no espere, La expulsi¨®n de los moriscos, El hombre fuerte y Un joven de provecho, apunta en su biograf¨ªa Francisco C¨¢novas S¨¢nchez. Tambi¨¦n recuerda lo que el autor confes¨® a Leopoldo Alas Clar¨ªn: ¡°El teatro s¨ª me gustaba y a¨²n me entusiasmaba. Cuando voy, cualquier drama est¨²pido me produce una emoci¨®n viva, propiamente infantil¡±.
Como de todo se alimentaba para la literatura, esa propensi¨®n al teatro dio excelentes resultados en su manera de dialogar dentro de la narrativa. Para ambas aplicaba su sentido m¨¢s agudo cara a lo literario, el o¨ªdo, que reivindica as¨ª: ¡°Si alguna cualidad posee el que esto escribe digna de estimaci¨®n de los amigos es la de vivir con el o¨ªdo atento al murmullo social, distray¨¦ndose poco de este trabajo de vig¨ªa o de escucha, trabajo que subyuga el esp¨ªritu, se convierte en pasi¨®n y acaba por ser oficio¡±. Es una cualidad que le atribuye como clave Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, cineasta y novelista que la aplica y la envidia ¨Csanamente- en quienes como Gald¨®s supieron desarrollarla casi con pericia de otorrino y de esp¨ªa, al tiempo.
De aquel primer arre¨®n en la d¨¦cada de los sesenta, apenas pudo ver nada. M¨¢s tarde logr¨® fusionar dos destrezas. La del novelista adaptada en teatro ¨Cgracias en gran parte a sus di¨¢logos- dio para que se llevaran a escena algunas historias como Realidad, La loca de la casa, El abuelo, Do?a Perfecta, Casandra o incluso Episodios Nacionales como Gerona o Zaragoza. Con eso empieza a vivir ese ¨¦xito en tablas que tanta ilusi¨®n infantil le provocaba, con la adrenalina propia de quien es espectador en vivo de su creaci¨®n. Eso le impulsa ¨Ccon el ¨¢nimo de los empresarios, ya que se convirti¨® en autor taquillero- a crear otros ¨¦xitos ya espec¨ªficos para la escena como La de San Quint¨ªn, que estren¨® una de sus actrices de cabecera, Mar¨ªa Guerrero. Despu¨¦s llegan Los condenados o Voluntad¡
Pero hay un episodio que coloca a Gald¨®s en el centro de una escaramuza nacional. Uno de esos trances que provocaba queriendo por su urgencia de denuncia social y sin querer por las consecuencias que acarreaba a su timidez. Hablamos de Electra. Gald¨®s no se coloca como autor en la tesitura de evadir al lector. Su ambici¨®n consist¨ªa en entretenerlo y concienciarlo, como buen seguidor de los principios krausistas. El teatro fue un arma de lucha social para ¨¦l. Y eso se confirm¨® en Electra como en ninguna de sus obras anteriores en cualquier g¨¦nero.
Se trata de una obra escrita contra la intolerancia, el poder de la Iglesia y el oscurantismo. Un arma perfecta para medir la polarizaci¨®n de una sociedad que a¨²n hoy contin¨²a en esa clave. As¨ª que el 30 de enero de 1901 en el Teatro Espa?ol los ¨¢nimos se caldearon con esta recreaci¨®n galdosiana del mito griego en clave inquisitorial: ¡°En Electra puede decirse que he condensado la obra de toda mi vida¡±, dijo.
Fue s¨ªmbolo de la libertad para unos y demonio para otros. Pero las consecuencias hicieron mella en su carrera. Hasta tal punto que cabe preguntarse hoy si la herida que produjo en la caverna Electra represent¨® el inicio de una venganza que levant¨® en armas a los m¨¢s obtusos para impedir con una campa?a terrible en su contra que consiguiera el Nobel de Literatura. Esa emoci¨®n infantil le dio muchas satisfacciones en vida, pero tambi¨¦n se le atragant¨® hasta cortarle unas alas que lo estamparon.
Gald¨®s llega a Madrid
Repasamos en peque?os cap¨ªtulos la vida de Gald¨®s.
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