El santo elefante
El Museo de San Isidro es un viaje al Pleistoceno que incluye el primer resto biol¨®gico conocido de un madrile?o: la muela de un ni?o neandertal
Hasta la Edad Media no hubo santos sin martirio. Desde entonces, se admitieron candidatos que acreditaban reliquias y milagros. De San Isidro, el patrono de Madrid, los historiadores coinciden en que muy poco puede probarse fehacientemente. Solo se confirma la aparici¨®n de un c¨®dice de origen sospechoso con una relaci¨®n de prodigios agr¨ªcolas, y la inhumaci¨®n del cad¨¢ver de un hombre que debi¨® tener alrededor de dos metros de estatura junto a la vieja iglesia de San Andr¨¦s.
Callejeando de Atocha a La Latina en peregrinaci¨®n hacia el lugar m¨ªtico, cualquier ma?ana de fines del confinamie...
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Hasta la Edad Media no hubo santos sin martirio. Desde entonces, se admitieron candidatos que acreditaban reliquias y milagros. De San Isidro, el patrono de Madrid, los historiadores coinciden en que muy poco puede probarse fehacientemente. Solo se confirma la aparici¨®n de un c¨®dice de origen sospechoso con una relaci¨®n de prodigios agr¨ªcolas, y la inhumaci¨®n del cad¨¢ver de un hombre que debi¨® tener alrededor de dos metros de estatura junto a la vieja iglesia de San Andr¨¦s.
Callejeando de Atocha a La Latina en peregrinaci¨®n hacia el lugar m¨ªtico, cualquier ma?ana de fines del confinamiento apenas se ve¨ªa gente hasta la cola del hambre de Tirso de Molina. M¨¢s all¨¢ de la Cava Baja, la planta moz¨¢rabe de la parte m¨¢s vieja de la ciudad se delineaba cristalina bajo un sol desconocido. Apagados los motores y las calderas, ausentes los turistas y chapadas las tiendas, el cielo brillaba m¨¢s que nunca mientras el empleado de un bar sacaba t¨ªmidamente las sillas a la Plaza de San Andr¨¦s y en la esquina con Costanilla de San Pedro se abr¨ªa la puerta discret¨ªsima de un palacio. Repitiendo la liturgia de martes a domingo a las diez en punto, el Museo de San Isidro es un viaje al Pleistoceno.
El primer resto biol¨®gico conocido de un madrile?o: la muela de un ni?o neandertal que vivi¨® y muri¨® en el actual barrio de San Isidro, hace m¨¢s de 100.000 a?os.
Oficia de cicerone Alberto Gonz¨¢lez, director de Arqueolog¨ªa, que sugiere que superpoblaci¨®n no es lo mismo que urbanizaci¨®n: ¡°Hasta mediados del Siglo IX Madrid no existe como ciudad; pero s¨ª hab¨ªa mucha gente viviendo aqu¨ª desde hace 250.000 a?os¡±.
Pasada la mand¨ªbula de mastodonte, los colmillos de mamut, y las astas doradas de un gigantesco toro prehist¨®rico destaca una solitaria urna de cristal iluminada por un rayo amarillo. Como en un sagrario se nos presenta un objeto min¨²sculo bajo una lupa. El primer resto biol¨®gico conocido de un madrile?o: la muela de un ni?o neandertal que vivi¨® y muri¨® en el actual barrio de San Isidro, hace m¨¢s de 100.000 a?os.
Tras la constataci¨®n de que el santo tuvo antecedentes viejos, el recorrido desemboca en una peque?a capilla donde descansa la cabeza blanca de un monstruo armado de dos colmillos monumentales. Es lo que queda de un palaeoxodon antiquus, ejemplar de la populosa manada de elefantes de una raza extinguida que habit¨® la cuenca del Manzanares antes de la glaciaci¨®n de W¨¹rm, hallado en Villaverde en 1953, cuando el sur de la capital se desbordaba con la afluencia de cientos de miles de inmigrantes que acababan viviendo en chabolas. El Jard¨ªn de las Delicias no es m¨¢s maravilloso que esta obra de autor desconocido. No son las reliquias de San Isidro pero pueden inspirar igual devoci¨®n.