Un amanecer con las mejores vistas de Madrid
El parque de las siete tetas es un lugar privilegiado en medio de una de las zonas obreras de la ciudad
Los destellos de la luz ambarina de las farolas es lo ¨²nico que se asoma sobre las letras doradas de la placa del Kil¨®metro 0 en el suelo de la Puerta del Sol de Madrid, antes de las seis de la ma?ana. Siete o nueve sombras perdidas alrededor, silencio y oscuridad conjurada por las farolas convierten el lugar m¨¢s visitado de la ciudad en un cuadro vivo de Rembrandt.
Debajo, la estaci¨®n del metro de Sol acaba de abrir. Es un leve murmullo a¨²n sin la mara?a de chirridos de vagones. A las seis y once llega el tren de la L¨ªnea 1, la azul, direcci¨®n Valdecarros, al suroriente.
Unos veinte minutos despu¨¦s, la parada de Portazgo, en el barrio de Numancia, en el distrito de Puente de Vallecas. Fuera, un viento fresco recorre las calles vac¨ªas con los primeros tonos viol¨¢ceos del amanecer. Tres calles, al oriente, aparece el Parque del Cerro del T¨ªo P¨ªo, o Cerro de P¨ªo Felipe, conocido como el Parque de los Cerros de las Siete Tetas, o, simplemente, Las Tetas por la forma de sus colinas.
Es una de las mejores vistas de la ciudad formada con los escombros de chabolas y cuevas centenarias derribadas hace 35 a?os y donde durante mucho tiempo se libr¨® una lucha por la vivienda digna y hoy por el bienestar general. Un lugar privilegiado en medio de una de las zonas obreras de la ciudad.
Son colinas de diferentes tama?os y pendientes cubiertas de pastos separadas por caminos arbolados con pinos pi?oneros y acacias, arbustos y algunos jazmines florecidos y otras plantas en flor.
En el primer cerro un grupo de amigos acostados sobre el c¨¦sped habla y r¨ªe mientras despide la juerga de la noche anterior a la espera del amanecer. A unos pasos, D¨¦bora Rodr¨ªguez y ?ngel Yunda han madrugado, extendido un fular sobre el c¨¦sped y en posici¨®n india conversan de cara a la salida del sol.
Madrid, al norte, es todav¨ªa una silueta oscura que ya insin¨²a edificios conocidos. Empieza a clarear. Desde el cerro m¨¢s al sur, que parece el m¨¢s alto, el parque tiene una atm¨®sfera algodonada. A¨²n brilla la Luna. Media Luna.
Se oyen las primeras aves. ?Los p¨¢jaros traen el sol!
Con su algarab¨ªa se organizan en bandadas como si fueran cuadrillas que tiran de un sol que a¨²n no se ve, pero ya ha desterrado las tinieblas y dado paso a una gama de colores. A la derecha, al oriente, de donde ha de salir la luz todo es m¨¢s oscuro, vendr¨¢ de detr¨¢s de la M40. En el centro de la panor¨¢mica se levantan imponentes las altas torres de la Colonia del Fontarr¨®n, mientras a su izquierda asoman peque?os, a lo lejos, lo que todos van a ver, un d¨ªptico de Madrid: a la izquierda la ciudad de casas bajas extendida hacia el sur y a la derecha el Pirul¨ª, el centro de la ciudad y la hilera de edificios de La Castellana coronados por las Torres K¨ªo y las Cuatro torres de Florentino con el fondo de la Sierra de Guadarrama.
Junto a las Torres del Fontarr¨®n un punto empieza tornarse entre amarillo y naranja iridiscente a la vez que crea variadas tonalidades hasta el Cerro del T¨ªo P¨ªo. En la otra colina, D¨¦bora y ?ngel se han puesto de pie para recibir el amanecer; en la colina m¨¢s al norte tres mujeres hacen ejercicio como si nada pasara. A los pies de estos cerros un grupo de personas recorre el parque y pasa delante de un mirador y cafeter¨ªa y restaurante que abre a medio d¨ªa donde suelen acudir quienes han ido a su zona deportiva, al carril bici, al ¨¢rea infantil o, simplemente, a pasear.
A medida que el sol asciende sus destellos bailan en las ventanas del Fontarr¨®n, mientras al occidente traza largas l¨ªneas de fulgores temblorosos en los cristales de los trenes que entran y salen de la estaci¨®n de Atocha.
En el cerro m¨¢s al norte dos parejas de enamorados, sentados sobre el c¨¦sped y acompa?ados de m¨²sica, miran de frente el centro y norte de Madrid. Una bruma fina deja entrever la Sierra que en d¨ªas despejados se muestra n¨ªtida. En el cielo la estela blanca de un avi¨®n que despega de Barajas.
Datos de inter¨¦s
M¨¢s informaci¨®n en el libro Un cerro de ilusiones. Historia del Cerro del T¨ªo P¨ªo, de Juan Jim¨¦nez Mancha (Agita Vallekas).
C¨®mo llegar: L¨ªnea 1 de metro, estaciones de Portazgo y Buenos Aires; autob¨²s: l¨ªneas 54, 141 y 143.
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