En caso de duda... ¡°llame a la polic¨ªa¡±
La ciudadan¨ªa cae en la confusi¨®n ante la avalancha de prohibiciones, restricciones, alarmas y toques de queda
Mart¨ªn Ram¨ªrez estaba ayer muy confundido. Necesit¨® la ayuda del 010, la red de atenci¨®n ciudadana del Ayuntamiento de Madrid.
¡ª?A qu¨¦ hora tengo que cerrar mi bar para no violar el estado de alarma?
¡ªNo dispongo de esa informaci¨®n, llame a la polic¨ªa, le dijo la persona al otro lado del tel¨¦fono.
¡ªPero bueno, si cumplo el horario de hosteler¨ªa incumplo el toque de queda.
¡ªUn momento por favor.
Entonces son¨® una m¨²sica de espera. Al cabo de unos minutos regres¨® la misma voz.
¡ªLa verdad, se?or, es que no lo tenemos nada claro. Llame a la polic¨ªa.
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Mart¨ªn Ram¨ªrez estaba ayer muy confundido. Necesit¨® la ayuda del 010, la red de atenci¨®n ciudadana del Ayuntamiento de Madrid.
¡ª?A qu¨¦ hora tengo que cerrar mi bar para no violar el estado de alarma?
¡ªNo dispongo de esa informaci¨®n, llame a la polic¨ªa, le dijo la persona al otro lado del tel¨¦fono.
¡ªPero bueno, si cumplo el horario de hosteler¨ªa incumplo el toque de queda.
¡ªUn momento por favor.
Entonces son¨® una m¨²sica de espera. Al cabo de unos minutos regres¨® la misma voz.
¡ªLa verdad, se?or, es que no lo tenemos nada claro. Llame a la polic¨ªa.
Ram¨ªrez, el propietario de una peque?a cocteler¨ªa llamada La Cautiva, colg¨® hastiado. Las preguntas solo le llevan a m¨¢s interrogantes, m¨¢s dudas.
Los estados de alarma, los cierres perimetrales, los confinamientos por zonas b¨¢sicas de salud, los cambios de horario, las decisiones judiciales, las declaraciones confusas de los pol¨ªticos, la disparidad de criterios. Todo ese alud jur¨ªdico-informativo le ha producido tal desgaste, como a un buen n¨²mero de espa?oles, que Ram¨ªrez ha apagado el interruptor de su atenci¨®n. ¡°He desconectado. No quiero leer nada, no quiero saber. Me produce indiferencia. Me supera¡±, dice mientras cobra a unos clientes.
El desgaste tiene consecuencias, seg¨²n este barman experimentado. ¡°Veo a la gente deprimida. Lo noto. Y me empieza a afectar a m¨ª tambi¨¦n¡±. La barra que le separa de los parroquianos, gente del barrio de Chamber¨ª, no sirve de parapeto.
A 48 horas del puente los madrile?os no ten¨ªan claro si la regi¨®n se iba a cerrar. La presidenta de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, quer¨ªa un cierre a la carta, a diferencia de las otras comunidades aut¨®nomas. Hubo llamadas entre el consejero y el ministro. El real decreto del estado de alarma permit¨ªa cierres de siete d¨ªas y Ayuso hizo un sudoku, juntando dos puentes, que no est¨¢ claro si es del todo legal. Cartas, ruedas de prensa, filtraciones a los medios. Mientras, los ciudadanos atienden estupefactos. Nunca ha costado tanto cumplir la ley.
¡°Estoy tan confundida que hago mi rutina de la nueva normalidad y aspiro a no cometer ninguna infracci¨®n¡±, cuenta Marisa Ma?an¨®s, trabajadora de una productora. Cree m¨¢s f¨¢cil aplicar el sentido com¨²n que las normas del Gobierno. Al final se resigna: ¡°?Es el a?o que mejor cuadran los puentes en el calendario y no nos podemos mover? S¨ª, pero eso es mejor que morirse¡±, a?ade, parafraseando a la ni?a que se hizo viral con la ¨²ltima frase.
La fe sirve de sustento. Camila Salazar, de 23 a?os, sale todos los d¨ªas de casa rog¨¢ndole a Dios no cometer ninguna infracci¨®n que le acarree una multa. Le costar¨ªa pagarla. Hace tiempo que se perdi¨® en este bosque burocr¨¢tico y no sabe c¨®mo encontrar el camino. ¡°He intentado entenderlo, de verdad, pero me vuelvo loca¡±. Se mueve entre la intuici¨®n y la despreocupaci¨®n. Considera que ha logrado abstraerse, ensimismarse. Saltarse la ley es cuesti¨®n de estad¨ªstica.
?Y los que viven en las fronteras? Vladimir Mu?oz, portero de un edificio, vive en la zona de Carabachel que estuvo cerrada. Despu¨¦s dej¨® de estarlo, o eso sospecha. El cambio no se not¨®. ¡°?Nos tienen en un balanc¨ªn!¡±, se queja. Acaba de ver en el telediario a Ayuso informando de ese cierre durante los puentes, pero le parece una medida m¨ªnima. No entiendo en qu¨¦ va a ayudar eso a rebajar la cifra de contagios en Madrid. ¡°Veo m¨¢s l¨®gico algo m¨¢s contundente como en Italia. Desde las 18.00 todos a casa, y se acab¨®. Y sale r¨¢pido. Si no es un cachondeo. Europa entera se va a burlar de nosotros¡±.
¡°Un problema serio¡±
Rosa Feliz, trabajadora del hogar de 38 a?os, vive en Rivas-Vaciamadrid. ?Puede salir de Rivas? ¡°Si voy a Madrid s¨ª¡±. ?Y fuera de Madrid? ¡°El puente no, pero despu¨¦s s¨ª. Al menos eso se dice ahora¡±. Se conoce bien las reglas porque pone mucho inter¨¦s. Es una estudiosa del asunto. Una de sus hijas, sin embargo, se despista y no tiene nada claro. ¡°Este es un problema serio y los pol¨ªticos no se ponen de acuerdo. La cosa ir¨ªa mejor si remaran en la misma direcci¨®n. Creo que la gente est¨¢ cansada¡±.
El mundo cae en una anarqu¨ªa responsable. Mart¨ªn Ram¨ªrez, el due?o del bar, cierre a las 23.30 por decisi¨®n propia. Pierde un rato de trabajo, pero lo gana en paz mental. En esa media hora hasta el toque de queda deber¨ªa limpiar el local, pero no quiere que ning¨²n polic¨ªa le perturbe a media noche, as¨ª que lo que hace es limpiar a fondo por la ma?ana. Abre una hora antes de lo habitual. Ah¨ª fuera las autoridades estar¨¢n poniendo y quitando horarios, fronteras, restricciones, pero dentro ese bar, en ese peque?o universo de cuatro paredes, una serpiente y un tigre dibujados en la red, un espejo vertical donde se refleja la clientela, Ram¨ªrez friega el suelo ajeno a todo ese ruido.