Las 12 campanadas m¨¢s deseadas y menos celebradas de Madrid
La capital despide el a?o sin concentraciones, casi vac¨ªa y con la Puerta del Sol cerrada para celebrar el final del primer a?o de la pandemia
Cuando a¨²n quedaban cuatro horas para que Madrid pasara de a?o, los restos de la ¡®tardevieja¡¯ se dejaban notar por el centro de Madrid. En una Plaza del dos de mayo pr¨¢cticamente vac¨ªa, los ¨²ltimos clientes del 2D, uno de los bares del lugar, apuraban las ¨²ltimas horas antes de irse a sus casas a cenar, al ritmo de una conocida canci¨®n de reggaeton antiguo. El Malabar, otro bar, echaba el cierre a las 19:30. Su due?o, Raciel Serrano, resum¨ªa la tarde: ¡°No ha ido bien pero ...
Cuando a¨²n quedaban cuatro horas para que Madrid pasara de a?o, los restos de la ¡®tardevieja¡¯ se dejaban notar por el centro de Madrid. En una Plaza del dos de mayo pr¨¢cticamente vac¨ªa, los ¨²ltimos clientes del 2D, uno de los bares del lugar, apuraban las ¨²ltimas horas antes de irse a sus casas a cenar, al ritmo de una conocida canci¨®n de reggaeton antiguo. El Malabar, otro bar, echaba el cierre a las 19:30. Su due?o, Raciel Serrano, resum¨ªa la tarde: ¡°No ha ido bien pero tampoco mal. Ha ido¡±. Este fin de a?o ha hecho un 40% de la caja normal, aventura con resignaci¨®n. ¡°A ver si 2021 viene mejor¡±.
Alrededor de las 20:30, por la calle de Velarde suben dos amigas que acarrean unas bolsas llenas de hielo. No quisieron dar sus nombres para este reportaje, pero s¨ª contaron su plan: ¡°Hemos pillado una habitaci¨®n de hotel y vamos a festejar all¨ª la noche¡±. Las uvas se las toman con sus padres y despu¨¦s van ah¨ª a celebrar. Nada de calle. Les ha costado 34 euros, y una de ellas aclara: ¡°Solo vamos a ser cuatro, el novio de ella, el m¨ªo y yo¡±. Lo ¨²nico que les preocupa es no poder llegar hasta el sitio, porque est¨¢ en Montera y no saben si les afecta el cierre de Sol, que empieza a las 22. Esperan poder pasar con el comprobante de su reserva.
Al subir Gran V¨ªa, ya cerca de las 21:30, cada vez se ve menos gente en las calles, en plena retirada rumbo a las mesas donde se sirve la ¨²ltima cena del a?o. Esta gran avenida de Madrid es uno de los lugares donde mejor se percibe la crisis desatada por el coronavirus. Teatros cerrados, hoteles tapiados y locales en alquiler, como muestras de la tristeza muda de los proyectos parados, suspendidos y abortados a lo largo de 2020.
En la calle de Donados, cerca de ?pera, Brian pide fuego porque su mechero no funciona. Es repartidor para Glovo y hoy, ¨²ltimo d¨ªa del a?o, trabajar¨¢ hasta las campanadas. Este joven de origen marroqu¨ª cuenta que ¡°es lo que hay¡±. Recoge la comida de un restaurante italiano. ¡°Ahora mismo los pedidos tienen una bonificaci¨®n del 70% en el pago por ser fin de a?o¡±, cuenta. Con este, por pedalear bajo el fr¨ªo invernal que congela el fin de 2020 en Madrid, Brian recibir¨¢ 3,96 euros. ¡°Y luego a eso le tienes que quitar los impuestos y la cuota de aut¨®nomo¡±, explica antes de alejarse a toda velocidad en su bici.
A pocos minutos de las 22, ya no se puede acceder a Sol. Dos j¨®venes que salen del per¨ªmetro por calle Mayor le comentan a los polic¨ªas que volver¨¢n a entrar ¡°luego¡± porque pasan la noche ¡°en casa de un amigo¡± ah¨ª cerca. El agente es tajante: ¡°Si no est¨¢is empadronados, no volv¨¦is a entrar, si quer¨¦is pasar la noche ah¨ª, mejor quedaros desde ya¡±. No se lo esperaban, y casi puede escucharse como el plan de la pareja salta por los aires en su expresi¨®n desencajada. A partir de las 22 horas, la plaza quedar¨¢ cerrada al p¨²blico.
Todo el que sale no vuelve a entrar, y cada vez hay m¨¢s bomberos y polic¨ªas que transe¨²ntes. Como por arte de magia, aparece una pareja que corre disfrazada de hippies, solo ellos saben c¨®mo pudieron pasar el per¨ªmetro. Son deportistas. ¡°Como este a?o no hab¨ªa San Silvestre, nos la hemos hecho por nuestra cuenta¡±. Son Ioane y David, de 41 y 46 a?os, est¨¢n casados, tienen cuatro hijos y vienen corriendo desde Arturo Soria. Afirman que tras perder sus trabajos en marzo, consiguieron otros ¡°mejores¡± en poco tiempo y que salen de 2020 ¡°m¨¢s enamorados¡±. Ella trabaja en marketing y ¨¦l en una empresa de explosivos. Entre los disfraces, la carrera, y su entusiasmo ¡°optimista¡±, parecen reci¨¦n aterrizados de otro planeta u otro a?o.
Un dron de la polic¨ªa municipal pide a los pocos que quedan que se marchen al tiempo que un cord¨®n policial barre la plaza. Mientras, Nacho Cano y su equipo empiezan los ensayos de su actuaci¨®n, que tendr¨¢ lugar poco antes de las doce. Suena el marineros, soldados, solteros, casados hasta la extenuaci¨®n como una psicofon¨ªa, en medio del silencio que gobierna el lugar. Llovizna y hace un fr¨ªo que parece hist¨®rico junto a la estampa de un Sol en la que faltan los madrile?os y visitantes que aprovechan para tomarse las uvas en vivo y en directo.
El concierto solo abarca Un a?o m¨¢s, pero cuando termina, los int¨¦rpretes corren a abrazarse como si hubieran dado un recital de dos horas frente a un auditorio a reventar.
A cinco minutos para la cuenta atr¨¢s, aquellos que pueden estar presentes empiezan a juntarse y hacerse fotos. Los polic¨ªas posan frente a la bandera de Espa?a que se proyecta contra el edificio del Consistorio, un m¨¦dico de protecci¨®n civil hace una videollamada a casa y los vigilantes del metro salen en tropel a la superficie para hacerse una foto todos juntos mientras sacan las uvas que cada uno trae de casa envueltas en papel de aluminio. Parece como si Sol se hubiera reservado a los trabajadores esenciales del a?o.
A la hora indicada pasa lo que en la mayor¨ªa de salones y comedores de Espa?a: 12 campanadas y 12 uvas. Pero como si no importase que no haya mucho ¨¢nimo de fiesta, en Sol tambi¨¦n estallan los fuegos artificiales como en un bombardeo que buscara ahuyentar al 2020 para que no vuelva. Desde los l¨ªmites del per¨ªmetro de seguridad, algunas personas se han acercado para despedir el a?o lo m¨¢s cerca posible. Dif¨ªcilmente llegan al centenar, y no alcanzan el j¨²bilo de los a?os sin pandemia.
Estos fieles seguidores de las campanadas en directo no tardan en volver a casa, y el centro de Madrid se convierte en una procesi¨®n que se desarrolla entre algunas sirenas de polic¨ªa y el estruendo de la pirotecnia que se escucha en toda la ciudad. No hay ambiente festivo, basta alejarse un poco de Sol para viajar en el tiempo a marzo: calles vac¨ªas, y un silencio casi absoluto que solo se rompe cuando desde las ventanas abiertas llegan los ruidos de la fiesta que acaba de empezar y que pr¨¢cticamente se termina unos instantes despu¨¦s.
Madrid no fue el de Un a?o m¨¢s. Fue la ciudad que es, golpeada por los pu?os de la pandemia, pero dej¨® ver sus ganas de salir adelante, ya sea con una San Silvestre improvisada, con el reparto de pedidos bonificados hasta despu¨¦s de las uvas o celebrando la entrada del a?o en petit comit¨¦ en una habitaci¨®n de hotel en Montera.