¡°Estoy muy triste. No hemos aprendido nada¡±
Marta Castanys, primera paciente que recibi¨® el alta de la UCI del hospital 12 de Octubre, hace balance de su recuperaci¨®n
Marta Castanys, la primera mujer que recibi¨® el alta de la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital 12 de Octubre y que estuvo al borde de la muerte por la covid-19, habla despacio y piensa mucho lo que dice antes de responder. ¡°La verdad es que estoy muy triste porque parece que no hemos aprendido nada de esta pandemia. No se est¨¢n tomando las medidas adecuadas para solucionar todo esto¡±, afirma co...
Marta Castanys, la primera mujer que recibi¨® el alta de la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital 12 de Octubre y que estuvo al borde de la muerte por la covid-19, habla despacio y piensa mucho lo que dice antes de responder. ¡°La verdad es que estoy muy triste porque parece que no hemos aprendido nada de esta pandemia. No se est¨¢n tomando las medidas adecuadas para solucionar todo esto¡±, afirma con una mezcla de insatisfacci¨®n y de impotencia.
Castanys tiene 42 a?os y ha trabajado como auxiliar de enfermer¨ªa y administrativa, entre otras muchas ocupaciones. El 25 de febrero ingres¨® en el hospital 12 de Octubre para dar a luz a su hija Yaiza. Lo que en principio iba a ser un hecho feliz se convirti¨® en una de las peores pesadillas. Tras el parto comenz¨® a empeorar hasta que descubrieron que era una de las primeras personas infectadas por el coronavirus, una enfermedad que a¨²n sonaba muy rara en aquellas fechas de principios de marzo. La situaci¨®n de la mujer fue empeorando hasta que tuvieron que sedarla, practicarle una traqueotom¨ªa y aplicarle todos los tratamientos posibles para frenar una muerte casi segura.
Su hija tambi¨¦n dio positivo en coronavirus, pero tuvo una evoluci¨®n excelente. Al final de 20 d¨ªas de pura incertidumbre, la paciente pudo salir de la UCI y ser trasladada a planta. Eso s¨ª, no pod¨ªa ni hablar. ¡°Ahora empiezo a recordar cosas. Lo primero que hicieron los m¨¦dicos y las enfermeras fue ponerme la tele. Entonces me enter¨¦ de lo que estaba pasando. Me parec¨ªa que estaba en una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n y que el mundo estaba invadido por zombis. Recib¨ª mucha informaci¨®n de golpe¡±, rememora. Como no pod¨ªa hablar, pidi¨® un folio y un bol¨ªgrafo. Escribi¨® como pudo un abecedario, tras apoyarse en una caja de guantes, junto con las palabras s¨ª, no, bueno, malo, los d¨ªas de la semana y los n¨²meros del 1 al 31. No sab¨ªa ni en qu¨¦ d¨ªa se encontraba, lo que a¨²n le provocaba m¨¢s angustia.
Tambi¨¦n recuerda ¡°el aislamiento¡± que sufri¨® aquellos d¨ªas y la falta de comunicaci¨®n con otras personas. ¡°Daba mucha angustia. Cuando llamaba porque me pasaba algo, las enfermeras me preguntaban por el interfono. Pero no serv¨ªa de nada. ?Si yo no pod¨ªa hablar!¡±, se queja.
Lentamente se fue recuperando hasta que recibi¨® el alta y pas¨® el resto de la convalecencia en casa de su madre, alejada de su hija y su esposo. ¡°Estoy intentando recuperarme poco a poco, pero tengo secuelas que van y vienen, seg¨²n el d¨ªa¡±, describe Castanys. Entre ellas est¨¢n la inflamaci¨®n de la cadera y las articulaciones, peque?as calcificaciones en los muslos, el acortamiento de los tendones al estar tanto tiempo en cama y dificultades para respirar. ¡°Depende de los d¨ªas estoy mejor o peor. Unos d¨ªas me duele la cabeza y otros no. Otras veces me viene una tos seca y no paro de toser. Cuando vas en el metro, la gente se asusta mucho¡±, a?ade.
Una de las cosas que m¨¢s le est¨¢ costando es recuperar su pasi¨®n por el senderismo y las rutas en la monta?a: ¡°En verano me ahogaba. No soy una atleta ol¨ªmpica, pero ya no tengo la capacidad de hacer lo que hac¨ªa antes. He perdido calidad de vida¡±.
La enfermedad tambi¨¦n ha tenido para ella importantes consecuencias laborales. Antes estaba en la bolsa de empleo de la Comunidad de Madrid, pero, al ser llamada y no responder mientras estaba en la UCI, la han sancionado injustamente. Ahora le toca todo un periplo burocr¨¢tico y administrativo para que le levanten esa penalizaci¨®n. Pero no le est¨¢ resultando nada f¨¢cil, ya que todo se hace con cita previa y estas tardan. ¡°Ahora solo puedo esperar, porque yo no puedo hacer mucho m¨¢s¡±, afirma. Tambi¨¦n tiene que ir a menudo al hospital para hacerse controles y ver a especialistas, como el traumat¨®logo. No solo ella, sino tambi¨¦n con su hija. Esos controles incluyen an¨¢lisis de sangre para ver si todav¨ªa tiene anticuerpos o para hacer espirometr¨ªas y ver la capacidad pulmonar con la que cuenta.
Castanys asiste con incredulidad al desarrollo de la enfermedad y las medidas que se est¨¢n poniendo para paliar su incidencia: ¡°Vamos a seguir as¨ª mucho tiempo y desde luego esto no se soluciona con un hospital que nos hemos inventado. Y luego, ?para qu¨¦ va a servir? Si no se le ha puesto siquiera ni un quir¨®fano, al menos de urgencia¡±. ¡°Esta pandemia ha llegado ahora, pero puede llegar otro covid. U otro virus u otra bacteria. Hemos vuelto a caer en los mismos errores. La gripe sigue matando a miles de personas y nadie habla de eso¡±, a?ade con cierto enfado.
Su mayor cr¨ªtica se dirige al ¡°abandono que ha sufrido la sanidad en los ¨²ltimos a?os¡±. ¡°Yo sab¨ªa que la sanidad estaba mal. Est¨¢bamos, seguimos y vamos a seguir en los l¨ªmites. Las residencias estaban abandonadas. Si un auxiliar cobra en un geri¨¢trico 900 euros y 1.200 en un hospital, esto hace que muchos se hayan ido a la sanidad y que las residencias se queden sin personal¡±, a?ade. Castanys emplea ahora su tiempo en seguir form¨¢ndose ¡°como ha hecho siempre¡±. Est¨¢ estudiando para monitora de comedor y tiempo libre, una rama diferente de la sanitaria. Lo hace online y con algunas clases presenciales. ¡°Me sirve tambi¨¦n para mi hija. Aprender nunca viene mal¡±, concluye, mientras espera que la puedan llamar para trabajar como auxiliar de enfermer¨ªa, administrativa o t¨¦cnico de farmacia.
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