Habaneras con nieve por Carlos Cano
El festival Inverfest rinde homenaje a un gran folclorista y uno de los m¨²sicos m¨¢s inquietos de la m¨²sica espa?ola
El d¨ªa despu¨¦s de que cayese la nevada del siglo en Madrid, Havana Blues, uno de los mejores restaurantes cubanos de la ciudad, sac¨® sus mesas a la terraza en un Paseo de Santa Mar¨ªa de la Cabeza congelado, repleto de nieve en las aceras y ramas ca¨ªdas por todos lados. Ni los coches pod¨ªan circular por esta arteria siempre viva de tr¨¢fico desde su origen en la glorieta de Atocha ni las personas apenas caminar sin resbalarse y jugarse los huesos. La realidad dist¨®pica de la pandem...
El d¨ªa despu¨¦s de que cayese la nevada del siglo en Madrid, Havana Blues, uno de los mejores restaurantes cubanos de la ciudad, sac¨® sus mesas a la terraza en un Paseo de Santa Mar¨ªa de la Cabeza congelado, repleto de nieve en las aceras y ramas ca¨ªdas por todos lados. Ni los coches pod¨ªan circular por esta arteria siempre viva de tr¨¢fico desde su origen en la glorieta de Atocha ni las personas apenas caminar sin resbalarse y jugarse los huesos. La realidad dist¨®pica de la pandemia cobraba otra dimensi¨®n como en otro giro de guion inesperado. Con la calle sumida en un crudo silencio y los pocos viandantes andando a pasitos cortos y muy despacio, parec¨ªa otra ciudad, otro pa¨ªs, incluso otro tiempo.
Sin embargo, Havana Blues, con sus sones sonando por los altavoces, estaba abierto con la terraza sin un hueco libre y la gente tan feliz en esa irrealidad que da estar rodeado de un manto blanco brillando al sol de enero. Aquello era como ver a la orquesta del Titanic empezar a tocar solo m¨¢s estrellarse con el iceberg. Havana Blues con su terraza dispuesta sin calefacci¨®n y temperaturas bajo cero mientras Madrid es un caos por la nieve, claro, pero tambi¨¦n por la falta de reacci¨®n de las autoridades y los servicios p¨²blicos.
Llama la atenci¨®n, de cualquier manera, c¨®mo Madrid sabe resistir. Como una ciudad siempre de puertas afuera, resiste ofreciendo, m¨¢s all¨¢ de los hogares, trincheras de todo tipo ante las inclemencias de la realidad. Trincheras como la m¨²sica. Despu¨¦s de varios meses, se ha demostrado que la cultura es segura y han proliferado los ciclos de conciertos, como los de los del teatro La Latina y Reina Victoria de Madrid Brillante, los del teatro Alcal¨¢ y La Riviera del Ocho y Medio, los de la sala Independance Club o los de la sesi¨®n verm¨² del Siroco.
Tambi¨¦n se celebra el Inverfest, la cita ya cl¨¢sica de conciertos en enero y febrero en el teatro Circo Price y que este a?o tambi¨¦n se ha trasladado al teatro Coliseum y al Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Conde Duque. Entre una gran programaci¨®n, donde destacan S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, Xoel L¨®pez, Depedro, Roc¨ªo M¨¢rquez, Sidonie, Rodrigo Cuevas o Fet¨¦n Fet¨¦n, hay un homenaje a Carlos Cano previsto para el 28 de enero. Conviene se?alar en rojo este tributo a Carlos Cano, fallecido a los 54 a?os hace ya dos d¨¦cadas. A uno de los m¨²sicos m¨¢s inquietos de nuestro pa¨ªs. Una voz tierna y embriagadora, defensora de las ra¨ªces folcl¨®ricas y mucho m¨¢s.
A Carlos Cano le hubiese gustado Havana Blues, tanto por sus especialidades gastron¨®micas como por su hilo musical repleto de acervo y ritmo cubano. Es curioso c¨®mo tambi¨¦n podr¨ªan pinchar su m¨²sica en el local. El granadino tuvo un magnetismo impresionante con la isla, defendiendo su belleza inmensa y, sobre todo, el enorme inter¨¦s que despertaban sus gentes. Sus ¨²ltimos a?os los vivi¨® entregado a unir musicalmente la orilla de la isla con la andaluza. ?l cantaba la preciosa Habaneras de C¨¢diz, cuyo estribillo reza: ¡°La Habana es C¨¢diz con m¨¢s negritos / y C¨¢diz La Habana con m¨¢s salero¡±.
Andaluz con las ra¨ªces bien hundidas en su tierra, pero con una amplitud de miras admirable, Carlos Cano necesitaba de un homenaje en Madrid. Se los han dado en su querida Andaluc¨ªa -e incluso en un reciente disco publicado-, pero ninguno en la ciudad en la que se desarroll¨® como un m¨²sico de estupenda pasta, que se hizo conocido por recuperar la copla -siempre tan denostada- aunque tambi¨¦n cant¨® boleros, sones, tangos, pasodobles, sevillanas, habaneras¡ ¡°Cuando se habla de mi padre, siempre se tira para Andaluc¨ªa. Tiene sentido. Era andaluz por dentro, por fuera y por todos lados. Pero Madrid le dio mucho. Siempre le dio cari?o y apoyos. Era muy importante hacer un homenaje aqu¨ª¡±, explica Pablo Cano, hijo del m¨²sico y organizador del tributo junto a su antiguo representante y amigo c¨®mplice, Antonio Pe?a.
De los participantes en el homenaje, entre los que se encuentran Zenet, Rozal¨¦n, Pasi¨®n Vega o Marwan, Javier Rubial versionar¨¢ Habaneras de C¨¢diz. ¡°Carlos reivindic¨® la m¨²sica folcl¨®rica con esp¨ªritu¡±, explica Rubial. ¡°Por ejemplo, la copla ten¨ªa una dignidad m¨¢s all¨¢ del uso interesado que se hac¨ªa ella y ¨¦l lo sab¨ªa. Se la consider¨® descafeinada, pero es equiparable al tango y al fado. ?l fue m¨¢s all¨¢ del mero folclore f¨¢cil. Estaba m¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico¡±.
M¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico y lo f¨¢cil, Carlos Cano cantaba con un alma profunda m¨²sicas nuestras, incluidas las cubanas, con ese legado del romance espa?ol unido por la memoria de siglos. Y, con la nieve todav¨ªa en los tejados, escucharle en Mar¨ªa la portuguesa, La zarzamora, Tatuaje o Alacena de las monjas transforma m¨¢s la vida en un cuento.