8 apellidos espa?oles
Una cita con una agencia inmobiliaria de cuyo nombre no quiero acordarme
Hace un par de semanas mi marido llam¨® para pedir cita a una agencia inmobiliaria de cuyo nombre no quiero acordarme.
Mi marido, var¨®n, blanco y sus dos apellidos acabados en -ez m¨¢s espa?oles que Garc¨ªa, llamaron.
Detesto esas visitas. Es como pasar un casting en el que compito contra Brad Pitt.
Y me puse guapa.
?Qu¨¦ digo guapa!
?Guap¨ªsima!
Porque para esas ocasiones una ya sabe que no puede parecer normal, sino que se bebe vestir de limpia, respetable y distinguida para entrar por esa puerta en la que a alguien como T¨² le escanean hasta los hu...
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Hace un par de semanas mi marido llam¨® para pedir cita a una agencia inmobiliaria de cuyo nombre no quiero acordarme.
Mi marido, var¨®n, blanco y sus dos apellidos acabados en -ez m¨¢s espa?oles que Garc¨ªa, llamaron.
Detesto esas visitas. Es como pasar un casting en el que compito contra Brad Pitt.
Y me puse guapa.
?Qu¨¦ digo guapa!
?Guap¨ªsima!
Porque para esas ocasiones una ya sabe que no puede parecer normal, sino que se bebe vestir de limpia, respetable y distinguida para entrar por esa puerta en la que a alguien como T¨² le escanean hasta los huesos.
Mientras esperamos, ?l habla con ellos, Yo, vigilo al ni?o.
Que se est¨¦ quieto, que hable bajito, que no toque nada, que hay coronavirus.
Podr¨ªa ser que Yo hablara con ellos y mi marido vigilara al ni?o.
Podr¨ªa ser, pero no es.
Porque ambos sabemos que ?l all¨ª no tiene que demostrar nada, que con hacerle un par de caranto?as al peque ser¨¢ un padrazo, mientras que Yo, debo ser autoritaria, sin ser mandona, cari?osa, sin ser sobreprotectora, contundente, sin ser agresiva y darle espacio sin ser pasota. Debo estar en el equilibrio de los que determinan lo que es el equilibrio y sobretodo no hacer las cosas a mi manera, no habitar mi personal e ¨ªntima maternidad, no vayan a pensar que llegamos aqu¨ª y hacemos lo que nos da la gana.
?Qu¨¦ guapo!
?Es su hijo?. Le preguntan a mi marido.
Venga, no pienses mal. Me digo.
Nos sentamos, Yo pregunto y le responden a ?l.
A ?l le preguntan: ?En qu¨¦ trabaja?.
A m¨ª me dicen: ?Usted tiene alg¨²n tipo de ingresos?
?No pienses mal!. Me repito.
Pero es que esto son matices, una punzada en el est¨®mago con cada menosprecio.
?Usted tiene DNI? S¨ª
?D¨®nde naci¨®?
?Para qu¨¦ necesita esa informaci¨®n?
Le pregunto, con la esperanza de que me mienta y diga que es para una estad¨ªstica.
Pero no me miente.
Me dice relajadamente que hay muchos propietarios que no alquilan a extranjeros.
No me miente ni siquiera, no utiliza ning¨²n eufemismo ni disimula, para qu¨¦ fingir si le importa m¨¢s bien poco lo que Yo pueda pensar o sentir.
Mi esposo, var¨®n, blanco, con sus apellidos acabados en -ez , m¨¢s espa?oles que Garc¨ªa , solo alcanza a levantarse para pedirme que nos marchemos, con sus preciosos ojos verdes inundados de rabia.
Yo me levanto con calma, con esa costumbre que apu?ala, les miro a los ojos con la inmensa dignidad que tengo y la poquita que soy capaz. Salimos por la puerta, mi esposo gritando, Yo buscando refugio en la diminuta mano de nuestro hijo.
Agradezco estar en la posici¨®n de escribirlo.
Que curiosa esta existencia que te obliga a navegar entre demostrar que tienes y cancelar tus motivos para jug¨¢rtelo todo, porque de una vida que ya no existe, solo observan que tienes, un m¨®vil.