Tatuajes solidarios para que Alberto no vuelva a dormir en la calle
Los dibujos de Alberto, una persona sin hogar, se transforman en tatuajes ben¨¦ficos. El dinero recaudado se dona ¨ªntegro a su cuenta
Claudia Gilabert es una tatuadora que vive en Barcelona, pero viaja a Madrid con regularidad. Confiesa que cuando ley¨® la historia de las ilustraciones que salvaron a Alberto de dormir en la calle no paraba de pensar en c¨®mo pod¨ªa ayudarle. La idea de comprar algunos de sus dibujos se le quedaba peque?a, hasta que se le ocurri¨® hacer tatuajes ben¨¦ficos con esos mismos dise?os por un precio de 60 euros. La recaudaci¨®n se donar¨ªa ¨ªntegra a la cuenta personal...
Claudia Gilabert es una tatuadora que vive en Barcelona, pero viaja a Madrid con regularidad. Confiesa que cuando ley¨® la historia de las ilustraciones que salvaron a Alberto de dormir en la calle no paraba de pensar en c¨®mo pod¨ªa ayudarle. La idea de comprar algunos de sus dibujos se le quedaba peque?a, hasta que se le ocurri¨® hacer tatuajes ben¨¦ficos con esos mismos dise?os por un precio de 60 euros. La recaudaci¨®n se donar¨ªa ¨ªntegra a la cuenta personal de Alberto. Public¨® la iniciativa en redes sociales y fue muy bien acogida. ¡°Quer¨ªa tatuarse gente en Bilbao, Sevilla, Zaragoza y otros rincones. As¨ª que contact¨¦ con tatuadores de all¨ª por si les apetec¨ªa unirse a la propuesta¡±, comenta esta joven de 26 a?os. Al final, ha conseguido crear una red que se expande por casi todo el territorio nacional para que quien quiera lleve los dragones de Alberto grabados en la piel.
Varios artistas animaron en sus perfiles sociales a comprar las creaciones de Alberto a ra¨ªz del art¨ªculo. ¡°Es algo que toc¨® mucho al sector y vi c¨®mo se estaba compartiendo. Escrib¨ª a Carlota para ver si Alberto aceptar¨ªa que tatuase sus dibujos. Ella me dijo que estar¨ªa encantado¡±, recuerda Claudia. As¨ª que se puso a extraer mini ilustraciones, las digitaliz¨® y se las pas¨® a los tatuadores que est¨¢n colaborando para que tuviesen la plantilla. ¡°La gracia est¨¢ en que sea el mismo¡±, se?ala.
A su vez, Paula Su¨¢rez trabaja en un estudio en Madrid y vio que su compa?era de profesi¨®n ped¨ªa apoyo en redes para atender a las personas que la estaban contactando. No dud¨® en ofrecerse para coger los encargos de la capital. Entre las dos han ido buscando tatuadores por distintas ciudades para tejer esa red de solidaridad que ha inspirado Alberto. ¡°Yo conoc¨ªa a un chico de Valencia y le ped¨ª que llevara los clientes de esa zona. Me sum¨¦ a esto porque es algo ben¨¦fico que me parec¨ªa muy chulo, sobre todo porque te da rabia pensar cu¨¢nta gente habr¨¢ en esta situaci¨®n¡±, lamenta.
Donde m¨¢s ha triunfado esta iniciativa es en Madrid por ser Alberto del barrio de Arganzuela. ¡°En Barcelona ya he hecho seis tatuajes y Paula en Madrid una docena, est¨¢ a tope. La chica que tenemos en M¨¦rida me ha contado que cuatro amigas se lo hab¨ªan hecho todas juntas¡±, explica, emocionada, Claudia. El precio m¨ªnimo suele ser 60 euros, una cantidad que no resulta abusiva dentro del mundo de los tatuajes, opina. Aunque ha dejado claro a los tatuadores c¨®mo funciona el proceso. ¡°La idea es dar el n¨²mero de cuenta de Alberto directamente al cliente, para que sea algo s¨²per transparente y los usuarios no duden de cu¨¢nto estamos dando. Una vez hacen el ingreso y nos mandan el comprobante, a nosotros ya nos sirve como forma de pago¡±, aclara.
Quien no pod¨ªa faltar en llevar este tatuaje en el cuerpo es Carlota Ginzo, el ¨¢ngel de la guarda de Alberto. Ya tienen hasta una web para vender las camisetas de sus dragones, una idea que se le ocurri¨® al propio Alberto. Cada una cuesta 18 euros, lo que es una noche en la pensi¨®n. La web se volvi¨® indispensable para poder gestionar los 22.000 seguidores que gan¨® su cuenta de Instagram en un par de d¨ªas y la avalancha de pedidos que se le vino encima a Carlota. Reconoce que todo el mundo ha sido muy comprensivo porque ha tardado semanas en contestar.
Pero el ¨¦xito a veces tiene una parte oscura. Y es que la gran exposici¨®n medi¨¢tica que sufri¨® Alberto lo desestabiliz¨®. Los fans se acercaron a su rinc¨®n en la calle para hacerse selfies y le prometieron cosas que luego no cumplieron. ¡°Nadie le ha hablado en su vida y no entiende c¨®mo funcionan estas cosas, piensa que las personas tienen inter¨¦s en entablar una relaci¨®n con ¨¦l¡±, declara Carlota, que accedi¨® a salir en la televisi¨®n porque era consciente de que esta historia en alg¨²n momento se iba a olvidar y quer¨ªa aprovechar el impulso. Alberto se puso muy nervioso por estar delante de las c¨¢maras y tuvo que beber para templar los nervios. ¡°No es un influencer, es una persona sin hogar¡±, recalca Carlota.
Mucha gente le ha preguntado c¨®mo puede echar una mano a los sin techo, pero a ella le gustar¨ªa poner el foco en exigir a los servicios sociales que cumplan su cometido y se encarguen de hacer un seguimiento digno a las personas sin hogar. Aun as¨ª, Alberto ya est¨¢ mucho m¨¢s tranquilo y Carlota asegura que aunque le duelen los dedos de tanto dibujar, el brillo de alegr¨ªa en sus ojos se mantiene intacto.