El mundo en la calle
El libro ¡®Macarras interseculare¡¯¡± describe una ciudad dura y cambiante, pero tambi¨¦n a toda una generaci¨®n
El libro se titula Macarras interseculares (editorial Melusina) y se define como ¡°Una historia de Madrid a trav¨¦s de sus mitos callejeros¡±. El autor es I?aki Dom¨ªnguez, licenciado en Filosof¨ªa y doctor en Antropolog¨ªa Cultural. Para su labor de campo, Dom¨ªnguez no se ha desplazado a un esquinazo de Brasil a estudiar a los yanomamis, sino que ha viajado en el tiempo y se ha ido a ese Madrid que nadie hubiera pensado ¨Cequivocadamente¨C que era digno de estudio antropol¨®gico: el Madrid ...
El libro se titula Macarras interseculares (editorial Melusina) y se define como ¡°Una historia de Madrid a trav¨¦s de sus mitos callejeros¡±. El autor es I?aki Dom¨ªnguez, licenciado en Filosof¨ªa y doctor en Antropolog¨ªa Cultural. Para su labor de campo, Dom¨ªnguez no se ha desplazado a un esquinazo de Brasil a estudiar a los yanomamis, sino que ha viajado en el tiempo y se ha ido a ese Madrid que nadie hubiera pensado ¨Cequivocadamente¨C que era digno de estudio antropol¨®gico: el Madrid de finales de los setenta y principios de los ochenta, el Madrid de los barrios, cuando Malasa?a era peligrosa y no una sucesi¨®n de barber¨ªas, cuando en La Elipa no hab¨ªa metro y te pod¨ªas encontrar con los Burning en un bareto o cuando la ciudad se acababa abruptamente en San Blas, en una calle que daba directamente a la nada.
Cuando Malasa?a era peligrosa y no una sucesi¨®n de barber¨ªas, cuando en La Elipa no hab¨ªa metro y te pod¨ªas encontrar con los Burning en un bareto o cuando la ciudad se acababa abruptamente en San Blas, en una calle que daba directamente a la nada
Por el libro aparecen tipos irrepetibles de aquellos d¨ªas, como el boxeador Dum Dum Pacheco (que, para sorpresa del lector, defendi¨® y promovi¨® al primer grupo de Camilo Sexto), el rocker Juanma El Terrible, poeta y boxeador o Juanote, el skin, frustrado por no dar la talla para hacer la mili. Pero tambi¨¦n las peleas entre rockers y mods de aquellos tiempos, la mezcla castiza y postmoderna de los primeros a?os de la Movida, cuando uno era punk y entraba en una bodega a pedir vinazo a granel, El Rastro a cualquier hora y las historias tiernas de heavys de barrios obreros que caminaban felices toda una noche para volver a casa despu¨¦s de un concierto de grupos de nombres contundentes como ?u o Coz.
Tambi¨¦n la masacre de la hero¨ªna. Esto lo resume bien el locutor Jes¨²s Ordov¨¢s, que era del barrio de la Concepci¨®n: ¡°De mis amigos del barrio, cuatro murieron. Est¨¢bamos todos sentados en el suelo oyendo m¨²sica y uno lleg¨® con caballo diciendo que era lo mejor del mundo. Todos se metieron menos yo, y los que se metieron se engancharon y palmaron¡±.
El libro habla de una ciudad dura, cambiante y atractiva pero, sobre todo, describe a una generaci¨®n (la m¨ªa, la que se vacun¨® hace ya un mes) que, para bien y para mal, busc¨® y encontr¨® su identidad en la calle. El mundo era mucho m¨¢s peque?o y con frecuencia, m¨¢s aburrido, no como el de hoy, que es infinito gracias a internet. Pero para encontrarlo hab¨ªa que salir de casa, no como ahora, que se amontona todo en la misma habitaci¨®n. Tambi¨¦n era absurdo, injusto, sorprendente e incomprensible.
En eso no ha cambiado. El grafitero Spok recuerda una escena de cuando era un chico: ¡°Hab¨ªa un yonqui en la plaza de las Comendadoras que viv¨ªa en un registro, en una movida de esas que abres y ves canalizaciones de agua. El t¨ªo abr¨ªa una reja en el suelo y dec¨ªa `Hasta ma?ana¡±.
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