Fetos, balnearios y agujeros de bala: los tesoros de la medicina en las tripas de la Complutense
Cerca de 250.000 libros duermen en las entra?as de la biblioteca de Medicina de la universidad que este verano recuper¨® un texto del siglo XVII de Galeno, cirujano de gladiadores y c¨¦sares del imperio Romano
Un ser sin cuello, con una sola oreja, los labios hinchados y un bulto en la espalda aparece ante los ojos vivos del bibliotecario. Es un ni?o que naci¨® con tales deformidades que no sobrevivi¨® m¨¢s all¨¢ del parto. El beb¨¦ muerto est¨¢ dibujado en blanco y negro desde varias perspectivas y, aunque se trata de una ilustraci¨®n, parece casi que se puede tocar. ¡°Pertenece a un tratado sobre teratolog¨ªa, ahora este t¨¦rmino no es correcto por la alusi¨®n a la mosntruosidad que va impl¨ªcita en el nombre ¨D...
Un ser sin cuello, con una sola oreja, los labios hinchados y un bulto en la espalda aparece ante los ojos vivos del bibliotecario. Es un ni?o que naci¨® con tales deformidades que no sobrevivi¨® m¨¢s all¨¢ del parto. El beb¨¦ muerto est¨¢ dibujado en blanco y negro desde varias perspectivas y, aunque se trata de una ilustraci¨®n, parece casi que se puede tocar. ¡°Pertenece a un tratado sobre teratolog¨ªa, ahora este t¨¦rmino no es correcto por la alusi¨®n a la mosntruosidad que va impl¨ªcita en el nombre ¨Dteratos en griego significa monstruoso¨D¡±, explica el veterano director de la biblioteca de Medicina de la Complutense, Javier de Jorge.
La l¨¢mina, que ocupa una gran parte de la mesa en la que la apoya, pertenece a la colecci¨®n de fondos del archivo de esta facultad. Est¨¢ apilada junto a otras tantas que formar¨¢n parte de la pr¨®xima exposici¨®n que pepara el equipo que gestiona este ingente archivo. Poco a poco, despu¨¦s de ¡°un a?o complicado¡± vuelve la vida, regresa el pasado cient¨ªfico que ha llevado a la humanidad a disponer de vacunas para atajar una pandemia en cuesti¨®n de meses.
Casi 250.000 libros y publicaciones duermen en las tripas de estas instalaciones. Aunque en la superficie tiene la imagen de una biblioteca moderna, con pr¨¦stamos de libros online, geles hidroalc¨®licos y c¨®digos QR, descender a sus entra?as supone un viaje al pasado, por en continente y el contenido. En el s¨®tano, a trav¨¦s de una puerta cerrada siempre con llave, se accede al archivo hist¨®rico. Publicaciones del XIX y XX de las figuras m¨¢s importantes de la medicina espa?ola y tambi¨¦n tratados internacionales traducidos.
Casi todo el mobiliario es original de los a?os 50, cuando reabrieron las instalaciones tras el par¨®n de la Guerra Civil. Incluido el suelo pav¨¦s que divide las dos plantas con un vistoso trazado floral. ¡°Fue el ¨²nico edificio que sigui¨® funcionando durante toda la contienda, justo aqu¨ª estaba uno de los frentes y por todo el terreno se extend¨ªan las trincheras. En la biblioteca se mont¨® adem¨¢s un banco de sangre e incluso se hizo un pedido de libros en ingl¨¦s para que los leyeran los brigadistas mientas se recuperaban¡±, apunta De Jorge. En su despacho, guarda algunos retazos de aquellos d¨ªas ocuros. Varios libros con agujeros de bala. Se coloca uno de anatom¨ªa de 1925 delante de la cara y asoma el ojo por uno de estos orificios. ¡°Actuaban como parapetos perfectos¡±, puntualiza.
Los ficheros de robusta madera de la primera mitad del siglo XX, que casi parecen cajoncitos en los que guardar peque?os tesoros, a¨²n conservan tarjetas con anotaciones a mano con los datos de los libros. Se encuentran cuando menos los esperas, en cualquier recoveco de las cinco estancias en las que se divide el archivo. ¡°El clima estable de Madrid, y poco h¨²medo, facilita la conservaci¨®n y por eso los libros se mantienen en tan buen estado¡±, recalca orgulloso el bibliotecario.
Este archivo recuper¨® a principios de agosto una de estas joyas que cre¨ªa perdida. ¡°Nosotros los clasificamos como libros ¡®desparecidos¡±, reclaca de Jorge. La Guardia Civil rescat¨® un libro del siglo XVII del padre de la medicina Galeno, cirujano de gladiadores y c¨¦sares, cuando un particular intent¨® venderlo a un librero. ¡°No es que los robaran, es que en otro tiempo se hac¨ªan las cosas diferentes. Se le prestaban los libros a los catedr¨¢ticos, hab¨ªa menos control y por un error acaban perdidos¡±, detalla el archivero.
Ahora, la obra descansa en la Biblioteca Hist¨®rica de la Complutense, en el centro de Madrid, a cuyas estanter¨ªas se trasladaron todos los fondos de la universidad anteriores al siglo XIX. A¨²n as¨ª, cuando hacen inventario, todav¨ªa encuentran escondidas algunas sorpresas. El bibliotecario muestra un ejemplar que ocupa poco m¨¢s de una mano que encontraron en uno de los huecos que quedan entre las estanter¨ªas. Todav¨ªa conserva alg¨²n destello dorado en la cubierta y las p¨¢ginas anaranjadas resisten en paso del tiempo. ¡°Es un tratado sobre fiebres del siglo XVI¡±, cuenta de Jorge con la emoci¨®n de alguien que parece seguir maravill¨¢ndose cada d¨ªa con lo que le deparan esos pasillos que se extienden bajo las pisadas de los estudiantes que cada d¨ªa acueden a esta facultad para seguir el camino que abrieron muchos de los que hoy copan los estantes.
En el recorrido por este s¨®tano m¨¦dico acompa?a a De Jorge la subdirectora del centro, Miriam de Hip¨®lito. ¡°?D¨®nde est¨¢n los balnearios?¡±, le pregunta, mientras prosigue con el relato ininterrumpido de las historias que guardan las baldas met¨¢licas. ¡°A finales del siglo XIX se cre¨® el cuerpo de ba?os, para estudiar y controlar los balnearios de toda Espa?a. En los documentos que elaboraron hablan por ejemplo de los tratamientos que se hac¨ªan los ¡®pobres de solemnidad¡¯ y las ¡®clases pudientes¡±, relata. De Hip¨®lito localiza las l¨¢minas y recuerda al director que hay que tratarlas con mucho cuidado. Muestra las anotaciones a mano con una estilosa letra del balneario de Carballo, en A Coru?a. ¡°Sufrimos mucho con el cuidado de estos documentos¡±, se justifica a la vez que muestra las l¨¢minas con mimo. ¡°Son ¨²nicas en Espa?a y dir¨ªa que incluso en Europa¡±, recalca ¨¦l.
De Jorge apunta con el dedo a un jard¨ªn interior y cuenta que est¨¢n en proceso de restaurarlo para que albergue diversos actos. La biblioteca se prepara para la era postpandemia. ¡°Las rejas que quedan ahora en los ventanales de la planta baja estaban tambi¨¦n en los de los pisos superiores. Los colocaron para evitar que los alumnos tiraran libros por la ventana en la ¨¦poca de las revueltas estudiantiles, al final de la dictadura¡±, se?ala.
Para el bibliotecario, siempre hay una pieza favorita. Por como habla y como la mira, est¨¢ claro que para De Jorge la suya es la tesis doctoral de Ram¨®n y Cajal, ¡°Don Santiago¡±, como se refiere ¨¦l al cientifico. ¡°Lo que hizo don Santiago con los medios que ten¨ªa, todo lo que descubri¨®, es incre¨ªble¡±, sentencia. La tesis se compone de apenas un pu?ado de cuartillas unidas mediante dos cuerdas blancas que atraviesan sendos agujeros. Est¨¢n escritas a mano, con pluma. En la ¨²ltima p¨¢gina, uno de los que acabar¨ªa siendo uno de los mayores genios de la ciencia espa?ola se disculpa por los defectos que pueda tener su ¡°insignificante trabajo¡± y los achaca a su ¡°natural insuficiencia¡±. Apenas tres d¨¦cadas despu¨¦s recibi¨® el Nobel de Medicina.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.