?Otra vez esta mierda?

?Conocen ese cartel en manos de una anciana que se hizo viral en una manifestaci¨®n? Dec¨ªa: ¡°I can¡¯t believe I still have to protest this fucking shit¡±. Lo que literalmente se traduce como: ¡°No me puedo creer que a¨²n tenga que protestar por esta mierda¡±. Era 2016 y la mujer protestaba en Polonia en contra de la prohibici¨®n del aborto. El cartel volvi¨® a recorrer las redes en las manifestaciones sucesivas tras la elecci¨®n de Donald Trump, tras la explosi¨®n del Me Too, en el 8-M multitudinario de 2018 en Espa?a, en protesta por la sentencia de La Manada, en contra de la brecha salarial de g¨¦nero ...

?Conocen ese cartel en manos de una anciana que se hizo viral en una manifestaci¨®n? Dec¨ªa: ¡°I can¡¯t believe I still have to protest this fucking shit¡±. Lo que literalmente se traduce como: ¡°No me puedo creer que a¨²n tenga que protestar por esta mierda¡±. Era 2016 y la mujer protestaba en Polonia en contra de la prohibici¨®n del aborto. El cartel volvi¨® a recorrer las redes en las manifestaciones sucesivas tras la elecci¨®n de Donald Trump, tras la explosi¨®n del Me Too, en el 8-M multitudinario de 2018 en Espa?a, en protesta por la sentencia de La Manada, en contra de la brecha salarial de g¨¦nero o en repulsa absoluta a la violencia machista. El cartel, que tiene la capacidad de combinar en pocas palabras la rabia y el hartazgo, se ha traducido a todos los idiomas usados por las mujeres para protestar en contra de esa mierda que sigue sorprendiendo que pase en 2016, 2018 o 2021. Pero pasa. Esa mierda sigue pasando. Por eso, cuando la semana pasada le¨ª que en Madrid durante 11 a?os se ha incumplido la ley del aborto que hace que sea seguro, gratuito y libre, en mi cabeza se escribi¨® la frase, ya indeleble, y pronunci¨¦ bajito, asombrada y col¨¦rica: ¡°No me puedo creer que a¨²n siga pasando esta mierda¡±.

Yo cre¨ªa, porque soy ingenua o porque la vida, a¨²n despu¨¦s de todo, no me ha ense?ado el suficiente grado de desconfianza, en que si una ley se aprueba, se cumple

Yo cre¨ªa, porque soy ingenua o porque la vida, a¨²n despu¨¦s de todo, no me ha ense?ado el suficiente grado de desconfianza, en que si una ley se aprueba, se cumple. S¨¦ que hay pa¨ªses en los que las leyes no importan, en los lo escrito dura menos que la tinta de un tique guardado en el caj¨®n. Pero yo cre¨ªa que Espa?a no era un Estado fallido y que como mujer, ten¨ªa cierta libertad y hab¨ªa alcanzado cierto grado de protecci¨®n. El suficiente como para saber que tengo el derecho de tomar la decisi¨®n adecuada sobre mi cuerpo, que no deja de ser la decisi¨®n que yo misma quiera. Pero resulta que me equivocaba.

La semana pasada asist¨ª con horror al relato en primera persona del aborto de la escritora Lara Moreno (un aborto elegido libremente) y de la doctora Marta Vigara a la que le negaron un aborto terap¨¦utico. Lo voy a escribir de nuevo: le negaron un aborto terap¨¦utico. Despu¨¦s asist¨ª con igual consternaci¨®n a los datos que indicaban que la sanidad p¨²blica madrile?a solo practica el 0,7% de los abortos solicitados. El resto acaban derivados a cl¨ªnicas privadas. La situaci¨®n en Espa?a es tal que sobre el papel puedes abortar pero en la realidad sientes que est¨¢s haciendo algo malo, ilegal y clandestino. Y a m¨ª no me hace falta querer abortar para estar de acuerdo en que Igualdad realice una lista de los objetores de conciencia porque tienen la capacidad de negarte un derecho. Y aunque yo no vaya a abortar nunca o nunca est¨¦ ante el dilema, tengo la obligaci¨®n moral de defender el cumplimiento real de la ley y pedir el fin de la culpabilizaci¨®n de las mujeres por ejercer su libertad. Lo que me cabrea es que sigamos protestando por esta mierda.

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