Entre bosques y jardines nazar¨ªes
El jardinero Fran Villegas Romero cambi¨® Legan¨¦s por la Alhambra de Granada, que nunca acaba de sorprenderle
La herencia jardinera con la que contamos en Espa?a es de las m¨¢s ricas que se puedan encontrar. Por estos lares, distintas civilizaciones dejaron su huella en jardines de todo tipo y, gracias al paso de romanos y de ¨¢rabes, se pusieron los cimientos de una jardiner¨ªa ¨²nica en el mundo. Al sur contamos con uno de esos lugares que siempre despiertan nuestra imaginaci¨®n, que invitan a pensar que, efectivamente, el para¨ªso est¨¢ en la tierra, aunque nos rodeen las ortigas. O, puede que lo sea, por eso mismo. Hablamos de la ...
La herencia jardinera con la que contamos en Espa?a es de las m¨¢s ricas que se puedan encontrar. Por estos lares, distintas civilizaciones dejaron su huella en jardines de todo tipo y, gracias al paso de romanos y de ¨¢rabes, se pusieron los cimientos de una jardiner¨ªa ¨²nica en el mundo. Al sur contamos con uno de esos lugares que siempre despiertan nuestra imaginaci¨®n, que invitan a pensar que, efectivamente, el para¨ªso est¨¢ en la tierra, aunque nos rodeen las ortigas. O, puede que lo sea, por eso mismo. Hablamos de la Alhambra de Granada con uno de los jardineros que se dedican a su cuidado, que poda, planta y mima los bosques y las alamedas que rodean a esta fortaleza y palacio nazar¨ª. Fran Villegas Romero, jardinero madrile?o, cambi¨® su ciudad, Legan¨¦s, por la cuesta de los Chinos, e inici¨® con este espacio verde una relaci¨®n de trabajo apasionada. ?l no deja de sorprenderse cada d¨ªa con la belleza del amanecer y del paso de los d¨ªas en la colina de la Sabika, sobre la que se alzan los muros de uno de los monumentos m¨¢s visitados de la geograf¨ªa espa?ola.
Pregunta. ?Qu¨¦ significa la Alhambra para usted?
Respuesta. Siempre ha sido un paraje que me traslada a la edad media andalus¨ª, lleno de emociones y de historia.
P. Para alguien que nunca haya estado, ?c¨®mo se podr¨ªan definir sus jardines?
R. Son un lugar donde desconectar y perderse entre las leyendas y el frescor y el agua de sus acequias.
P. Como buen jard¨ªn ¨¢rabe, es cierto que el agua est¨¢ presente fluyendo libre en muchos rincones; puede que sea una de las cosas que definan a la Alhambra.
R. S¨ª, a los visitantes les llama mucho la atenci¨®n el agua, las acequias¡ me preguntan c¨®mo puede ser eso posible, en un entorno tan seco, sobre todo en el verano. Esto es gracias a que todav¨ªa se mantiene en uso el sistema medieval de tra¨ªda del agua, todo un prodigio de la ingenier¨ªa.
P. Esa agua es la que mantiene verde tantos espacios distintos, porque la Alhambra no deja de ser un puzle intrincado de jardines hilvanados por el tiempo ?Hay algunas especies que considerar¨ªa m¨¢s representativas de cada uno de esos espacios?
R. En los bosques que la rodean, ser¨ªa sin duda el almez (Celtis australis). Una vez dentro de sus muros, tanto el array¨¢n (Myrtus communis) como el cipr¨¦s (Cupressus sempervirens) son su sello de identidad. Eso se lo debemos a la impronta que dej¨® el arquitecto Leopoldo Torres Balb¨¢s, que estableci¨® el esp¨ªritu de lo que es el jard¨ªn alhambresco. Torres utiliz¨® con frecuencia los setos de array¨¢n y de cipr¨¦s, as¨ª como las avenidas con esta con¨ªfera. Todo este estilo tuvo, adem¨¢s, un trasvase a los famosos c¨¢rmenes granadinos.
P. ?Nos lleva de paseo por alguno de esos espacios de la Alhambra?
R. Pues podr¨ªamos comenzar por el Generalife, un jard¨ªn en el que est¨¢ reflejado el pasado y el presente. El pasado lo encontramos en el patio de la Acequia, que conserva la misma traza medieval. El presente aparecer¨ªa en las remodelaciones contempor¨¢neas, como la del teatro del Generalife y el paseo de los Nogales, con cubiertas vegetales, con especies nuevas¡ Un lugar que me gusta mucho tambi¨¦n es el patio de Lindaraja, un jard¨ªn conventual con su fuente y sus cipreses, un espacio acogedor donde escuchar el murmullo del agua.
P. ?Y c¨®mo se cuida de un jard¨ªn hist¨®rico?
R. Lo primero, hay que empatizar con el lugar y el peso que la historia ha dejado en ¨¦l. Hay que disfrutar de la p¨¢tina que el tiempo le ha aportado, algo que se aprecia en el trazado del jard¨ªn, por ejemplo. A partir de ah¨ª, se trata de sumar las nuevas tendencias, como el uso de una mayor cantidad de plantas aut¨®ctonas y dise?os mucho m¨¢s naturales.
P. ?Nos recomienda alguna de esas especies aut¨®ctonas para plantar en otros jardines, tanto privados como en los p¨²blicos?
R. Hay dos buenas opciones de plantas mediterr¨¢neas, como el lentisco (Pistacia lentiscus) o la olivilla (Phillyrea angustifolia).
P. ?Hay alg¨²n modelo que nos pueda servir de referente a la hora de aplicar esta filosof¨ªa de una jardiner¨ªa m¨¢s natural?
R. Quiz¨¢s el modelo franc¨¦s es uno que me gusta especialmente, abanderado por Gilles Cl¨¦ment. Utilizar esa mezcla de plantas compradas en un vivero con aquellas plantas espont¨¢neas ligadas a la tierra.
P. ?Cree que en este jard¨ªn hay un lugar para las mal llamadas ¡°malas hierbas¡±?
R. S¨ª, s¨ª, claro, en cualquier espacio, menos dentro del monumento. Nosotros aplicamos en todo el cintur¨®n que rodea a la Alhambra una gesti¨®n donde se tienen en cuenta los procesos naturales de esas hierbas, para disfrutar de su belleza, o para que sean cobijo y alimento para la fauna. No las quitamos de inicio. Esa es la filosof¨ªa de Cl¨¦ment, el jard¨ªn en movimiento, cambiante a lo largo de las estaciones.
P. ?Hay alg¨²n jard¨ªn madrile?o que le recuerde a los lugares que cuida de la Alhambra?
R. Puede que sea la Quinta de los Molinos, por ser una finca r¨²stica, y no tanto un jard¨ªn formal.
P. Si alg¨²n d¨ªa nos encontr¨¢ramos en un jard¨ªn en Madrid, ?en cu¨¢l podr¨ªa ser?
R. Sin duda, en el Jard¨ªn Bot¨¢nico, un b¨¢lsamo verde en el coraz¨®n de la ciudad.
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