La tarde que fuimos libres
Me fui a la cama aliviada, con una sonrisa en la cara y pensando ¡°ojal¨¢ no vuelvan nunca, ojal¨¢ se caiga tambi¨¦n Twitter¡±
?Qu¨¦ hiciste en las seis horas que hubo silencio? Cuando todo se desplom¨® y tu m¨®vil dej¨® de mostrarte notificaciones y se volvi¨® un objeto que solo serv¨ªa para llamar, lo que es lo mismo que decir que se volvi¨® un objeto absolutamente in¨²til, ?qu¨¦ hiciste? Quiz¨¢ calculaste tu nueva factura de la luz ahora que hemos llegado a los 300 euros. O la inviabilidad del proyecto de ayuda a la vivienda de los j¨®venes del Gobierno. O, a lo mejor, te e...
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?Qu¨¦ hiciste en las seis horas que hubo silencio? Cuando todo se desplom¨® y tu m¨®vil dej¨® de mostrarte notificaciones y se volvi¨® un objeto que solo serv¨ªa para llamar, lo que es lo mismo que decir que se volvi¨® un objeto absolutamente in¨²til, ?qu¨¦ hiciste? Quiz¨¢ calculaste tu nueva factura de la luz ahora que hemos llegado a los 300 euros. O la inviabilidad del proyecto de ayuda a la vivienda de los j¨®venes del Gobierno. O, a lo mejor, te enfadaste porque sabes que estamos al borde de una nueva burbuja inmobiliaria. Y luego te diste cuenta de que al menos Twitter segu¨ªa en pie y pod¨ªas seguir tecleando un poco de bilis a la gran olla de irritabilidad en la que hemos convertido esa red social que Zuckerberg a¨²n no ha podido comprar.
A lo mejor te descargaste Telegram y escribiste a todos tus amigos un sms diciendo que era el momento de pasar de los tent¨¢culos de Facebook que todo lo controlan y monopolizan y venden tus datos y te esp¨ªan. Quiz¨¢ se te olvid¨® que esos datos se los regalaste t¨² porque no quisiste leerte el contrato de consentimiento porque era engorroso y solo quer¨ªas subir de una vez esa foto que te hiciste en el Caribe cuando a¨²n no exist¨ªan los carnets digitales de vacunaci¨®n.
?Te agobi¨® el silencio o te hizo sentir liberado? ?Cu¨¢ntas llamadas hiciste? ?Cu¨¢ntos sms enviaste porque no aguantabas m¨¢s sin noticias absurdas de nadie? ?Cu¨¢ntas veces pinchaste como un aut¨®mata en el icono de Instagram y la pantalla te devolvi¨® el mensaje de ¡°no se pueden cargar m¨¢s noticias¡±?
Yo me fui a la cama aliviada, con una sonrisa en la cara y pensando ¡°ojal¨¢ no vuelvan nunca, ojal¨¢ se caiga tambi¨¦n Twitter¡±. A veces sue?o con ver el mundo arder como una cerillita porque yo misma estoy quemada. Antes de dormirme, conect¨¦ religiosamente mi m¨®vil a la carga y pens¨¦: ¡°?para qu¨¦ me habr¨¦ comprado una cosa tan cara si a partir de ahora solo voy a usarlo para llamar?¡±. Lo pens¨¦ de verdad, porque cre¨ª que la ca¨ªda podr¨ªa ser eterna. Porque confi¨¦ en que est¨¢bamos ante el apocalipsis como en el libro El silencio de Don Delillo y alguien nos hab¨ªa aliviado del sufrimiento y de las cadenas. Me sent¨ª como Martin cuando piensa: ¡°Llevo toda la vida queriendo esto sin saberlo¡±.
Al d¨ªa siguiente mi m¨®vil mostraba todos los mensajes que durante las seis horas de silencio hab¨ªan llegado a mi WhatsApp. Lo primero que hice al abrir los ojos fue leerlos. Luego meterme a Instagram, dar unos cuantos likes, revisar todas las stories, ver que el mundo segu¨ªa en pie. Quejarme en Twitter de que siguiera en pie. Luego ya me levant¨¦ y me hice el desayuno. Y el silencio se extingui¨® y yo no hice nada por mantenerlo. Me dej¨¦ arrastrar de nuevo por la vor¨¢gine y pas¨¦ al d¨ªa siguiente m¨¢s de tres horas en las redes sociales del se?or Zuckerberg. Pero a¨²n recuerdo, con a?oranza, que durante una tarde fui libre y dese¨¦ serlo siempre.
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