Epitafio europeo de la arquitectura moderna
Dos reformas amenazan con alterar el sentido de sendos edificios de Alejandro de la Sota y Jean Prouv¨¦ en Madrid y Par¨ªs
El barrio parisiense de Beaubourg fue testigo de un encuentro electrizante. Sucedi¨® en el invierno de 1974, cuando dos maestros de la arquitectura moderna acortaron distancias geogr¨¢ficas. Alejandro de la Sota (1913-1996) y Jean Prouv¨¦ (1901-1984) coincidieron entonces frente a frente por primera vez, y lo hicieron en el estudio del franc¨¦s, un tercer piso de techos altos en el que el sol del mediod¨ªa se deslizaba como un pu?al de luz. M¨¢s all¨¢ ...
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El barrio parisiense de Beaubourg fue testigo de un encuentro electrizante. Sucedi¨® en el invierno de 1974, cuando dos maestros de la arquitectura moderna acortaron distancias geogr¨¢ficas. Alejandro de la Sota (1913-1996) y Jean Prouv¨¦ (1901-1984) coincidieron entonces frente a frente por primera vez, y lo hicieron en el estudio del franc¨¦s, un tercer piso de techos altos en el que el sol del mediod¨ªa se deslizaba como un pu?al de luz. M¨¢s all¨¢ de conexiones c¨®smicas, su conversaci¨®n gir¨® en torno a problemas t¨¦cnicos muy concretos: el gallego cruzaba los pirineos en busca de consejo para un encargo reciente como funcionario de Correos; la construcci¨®n del Centro de C¨¢lculo de la Caja Postal, en Madrid. Nada pudo hacerles barruntar que 47 a?os m¨¢s tarde un concurso de rehabilitaci¨®n los hermanar¨ªa en la pol¨¦mica.
Todo comenz¨® cuando la convocatoria de regeneraci¨®n urbana R¨¦inventer Paris, que hab¨ªa promovido la regidora Anne Hidalgo, viaj¨® en 2016 hasta otras 131 localidades reci¨¦n agrupadas bajo un paraguas administrativo denominado M¨¦tropole du Grand Paris. El Ayuntamiento de Clichy present¨® al concurso su Maison du Peuple (1936), un mercado conceptualizado por Prouv¨¦. El equipo que result¨® adjudicatario de la rehabilitaci¨®n desvel¨® su intenci¨®n de levantar sobre la cubierta una torre de 99 metros, obra del Premio Nacional de Arquitectura de Francia Rudy Ricciotti, quien recibi¨® una lluvia de cr¨ªticas por parte de personalidades de la cultura como Jack Lang, exministro de Fran?ois Miterrand. Lo cierto es que las bases del certamen no dec¨ªan nada sobre el respeto a la identidad del monumento nacional, como se considera a la Maison desde los ochenta. Similares resultados tuvo el desembarco de esta iniciativa gala en la f¨¢brica Clesa de Madrid.
Tambi¨¦n un reconocido arquitecto, Carlos Rubio, se encargar¨¢ de rehabilitar esta antigua central lechera que De la Sota edific¨® en los primeros sesenta. El Ayuntamiento de Madrid inscribi¨® a Clesa en la segunda edici¨®n de Reinventing Cities (2019), un hermano mayor con vocaci¨®n internacional de R¨¦inventer Paris. Se trataba de la primera vez que alg¨²n inmueble protegido concurr¨ªa a un certamen pensado para transformar grandes ¨¢reas infrautilizadas y de titularidad p¨²blica (sobre todo solares) en puntos clave del desarrollo sostenible por medio de la iniciativa privada. Las bases s¨ª inclu¨ªan en esta ocasi¨®n que ¡°el proyecto debe ser capaz de mantener el esp¨ªritu de la obra original¡±, aunque sin establecer forma de medirlo, imprecisi¨®n que dio lugar a unos interiores ¡ªauditorios, carpinter¨ªas o escaleras mec¨¢nicas¨D considerados ¡°impropios¡± por Alejandro de la Sota Rius, patrono de la fundaci¨®n legataria del maestro pontevedr¨¦s.
¡°Puede desaparecer para siempre la potencia del acto creativo, de una obra ¨²nica que pertenece a las generaciones venideras¡±, asegura De la Sota Rius a este diario. La propuesta de Rubio ser¨¢ escrutada durante el pr¨®ximo a?o por la Direcci¨®n General de Patrimonio Cultural del Consistorio, instrumento an¨¢logo al que bloque¨® la torre de la Maison. Esto es competencia del Ministerio de Cultura galo, que vet¨® el proyecto de Ricciotti a trav¨¦s del prefecto regional y de un informe desfavorable del servicio de Conservaci¨®n Regional de Monumentos Hist¨®ricos. Primero iba a alojar unos apartamentos de lujo, despu¨¦s viviendas de uso familiar, pero la torre en liza nunca se elevar¨¢ sobre esos paneles met¨¢licos que Prouv¨¦ ensambl¨® por miles hasta dotar al viejo mercado municipal de nuevos espacios: una sala de fiestas y conferencias, un cine con medio millar de butacas y tres oficinas sindicales.
Todo ello mediante particiones m¨®viles. Chapas articuladas que, propulsadas por motores el¨¦ctricos, se deslizan con delicadeza sobre metros y metros de rieles. Una coreograf¨ªa mec¨¢nica que posibilita descubrir el mercado para ventilar o por el contrario cerrar la sala dedicada al teatro. El historiador del arte y arquitecto Richard Klein, profesor de Paisaje en la Universidad de Lille y presidente de Docomomo France ¡ªla primera entidad en recoger firmas y organizar la defensa de la Maison du Peuple¡ª se aventura a definir por videoconferencia el edificio como ¡°una compleja m¨¢quina arquitect¨®nica¡± que, sin embargo, ¡°no parece tal vista desde el exterior¡±. Un muro de vidrio ocupa el cuerpo superior, bajo el que cientos de paneles curvos crean temblorosos claroscuros en la fachada.
La Maison du Peuple, o Casa del Pueblo, represent¨® mucho m¨¢s que un sal¨®n de uso l¨²dico. Adquiri¨® la dimensi¨®n de monumento antifascista. Concebido como estaba en el a?o triunfal del Frente Popular, fue un encargo del regidor de Clichy que militaba en el Partido Comunista Franc¨¦s. Klein explica: ¡°Tuvo una importancia crucial para el proletariado de la ¨¦poca, que instal¨® all¨ª su sede, m¨¢s all¨¢ de afiliciaciones concretas. Que los pol¨ªticos liberales de hoy quieran acabar con este icono tiene algo de revanchismo hist¨®rico¡±. El arquitecto celebr¨® en marzo del a?o pasado un triunfo provisional cuando los organizadores del concurso dieron por abandonada la operaci¨®n de la Maison, habida cuenta del bloqueo impuesto por el Ministerio de Cultura.
Pero el viaje de este inmueble para adaptarse al nuevo siglo no concluyo ah¨ª. El Ayuntamiento de Clichy, propietario del suelo, vot¨® en junio a favor de vender la Maison du Peuple al chef galardonado con una estrella Michel¨ªn Alain Ducasse, que en un descarado gesto autopromocional lleg¨® a repartir chocolatinas artesanales durante el pleno, tal y como inform¨® el diario Le Parisien. Su objetivo es fundar una escuela de alta cocina, y lo har¨¢ con el benepl¨¢cito ministerial pese a la demanda vecinal de una dotaci¨®n cultural. Klein considera que ¡°el nuevo proyecto es una reverencia a las ¨¦lites¡±. Parad¨®jico final para el legado de un hombre que solo pas¨® de puntillas por la moqueta del poder.
Si el estudio de Prouv¨¦ se convirti¨® en uno de los m¨¢s influyentes del mundo fue por su empe?o en reconstruir los barrios de Europa con rapidez. As¨ª surgieron sus primeros prototipos de viviendas prefabricadas, basadas en m¨®dulos que la industria pod¨ªa multiplicar. Estos no fructificaron tanto como ¨¦l habr¨ªa querido, pero sus preceptos se aplicaron a grandes proyectos como la Facultad de Medicina de Rotterdam, constru¨ªda con el apoyo de la Compagnie Industrielle de Mat¨¦riel de Transport, empresa que dispens¨® a Prouv¨¦ unos paneles s¨¢ndwich propios del ferrocarril r¨¢pido. Alejandro de la Sota quiso dilucidar el secreto de aquellos revestimientos y viaj¨® hasta Par¨ªs en el invierno de 1974.
Espa?a carec¨ªa entonces de una firma tan potente como la que patrocin¨® las ambiciones de Prouv¨¦. As¨ª que la construcci¨®n del Centro de C¨¢lculo del barrio del Pilar (Madrid) ¡ªhoy sede de la Secretaria de Estado de Derechos Sociales y del BBVA¡ª se solucion¨® de forma ¡°m¨¢s rudimentaria¡±, en palabras de V¨ªctor L¨®pez Cotelo, el ayudante veintea?ero que acompa?¨® a De la Sota hasta Par¨ªs. El resultado se asemeja a la carcasa de un ordenador, con el mismo hermetismo de las m¨¢quinas que conten¨ªa el edificio. ¡°Un gran abismo a¨²n separaba a nuestro pa¨ªs del resto de Europa¡±, rememora L¨®pez Cotelo, arquitecto miembro de la Academia de las Artes de Berl¨ªn. Tal vez sin saberlo, Alejandro de la Sota ya era miembro del selecto club de espa?oles capaces de generar impacto global. Y cre¨® escuela.
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