Los guardianes del arte
La visita a los museos ha cambiado mucho con la aparici¨®n de las c¨¢maras de los smartphones
A pesar de que vivo muy cerca de los grandes museos madrile?os/nacionales, trato de visitarlos con bastante frecuencia. En los ¨²ltimos a?os el panorama ha cambiado bastante, no tanto en lo que se expone como en las personas que van a ver lo expuesto. Es por las c¨¢maras que van instaladas en los smartphones.
Los visitantes tienen ahora un aliciente m¨¢s, que es sacar fotos a las obras (que probablemente ya se encuent...
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A pesar de que vivo muy cerca de los grandes museos madrile?os/nacionales, trato de visitarlos con bastante frecuencia. En los ¨²ltimos a?os el panorama ha cambiado bastante, no tanto en lo que se expone como en las personas que van a ver lo expuesto. Es por las c¨¢maras que van instaladas en los smartphones.
Los visitantes tienen ahora un aliciente m¨¢s, que es sacar fotos a las obras (que probablemente ya se encuentren en Google) y ense?arlas luego en redes: yo estuve all¨ª. Es otra vuelta de tuerca en la era de la reproductibilidad t¨¦cnica, que dijo Walter Benjamin. Ignoro si eso ha influido positivamente en las visitas. Lo que s¨¦ es que enfrente del Reina ya han abierto un local especialmente decorado y colorido para, previo pago de entrada, hacerse selfis guapas.
Algunas vanguardias art¨ªsticas se quejaron en el siglo XX de la unidireccionalidad del hecho art¨ªstico: unos lo producen y otros lo miran, normalmente sin posibilidad de interacci¨®n. Las c¨¢maras y la posterior exhibici¨®n en Instagram hacen que se posibilite alg¨²n tipo de participaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de la contemplaci¨®n adocenada. Vamos, que es bueno que saquemos algo en limpio (unos buenos likes, me refiero), ya que vivimos en la era de las experiencias.
Adem¨¢s, no solo se sacan fotos de las obras, sino que tambi¨¦n se pueden manipular esas im¨¢genes (el espectador se convierte en artista), o posar l¨¢nguidamente delante de una instalaci¨®n, como le he visto hacer a algunas j¨®venes influencers, de esas que van con un amigo a modo de fot¨®grafo. Algunas de las im¨¢genes que cuelgan luego en Instagram molan m¨¢s que la pieza original. En el Met de Nueva York, por cierto, ya hace tiempo que se celebr¨® una expo de fotos tomadas con m¨®vil.
Al principio algunos museos no permitieron el uso de las c¨¢maras, de modo que los guardas de sala, los verdaderos guardianes del arte, que se pasan la jornada laboral mirando como otros miran y practicando la mediaci¨®n zen, deb¨ªan de volverse locos para evitar los disparos furtivos. Luego, en vista de lo herc¨²leo de la tarea, las instituciones decidieron relajarse. En el Reina Sof¨ªa se pueden sacar fotos en todas las salas, excepto en la del Guernica (obra custodiada por dos cancerberos), pero tambi¨¦n en las aleda?as: se teme que alg¨²n audaz fot¨®grafo furtivo consiga sacar un tiro escorado del Guernica salvando alguna esquina, como el delantero que la mete con efecto y por la escuadra.
De modo que los guardas de sala de esa zona del museo se pasan el d¨ªa rega?ando al p¨²blico, ¡°no foto, no foto¡±, algunos con m¨¢s gracia que otros. No s¨¦ si es cansino o excitante. El otro d¨ªa habl¨¦ con una guarda, de las majas. ¡°Bueno, as¨ª no es tan aburrido estar aqu¨ª vigilando¡±, le dije. ¡°S¨ª, parece que se pasan las horas m¨¢s r¨¢pido¡±, me confirm¨®.
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