Toundra o la furia guitarrera contra la cultura del odio
El cuarteto madrile?o de rock instrumental retrata con ¡®Hex¡¯ las miserias del mundo presente
Esteban Gir¨®n, guitarrista y compositor principal de Toundra, es hombre de sonrisa f¨¢cil. Locuaz, emp¨¢tico, afable; esa clase de persona que recuerda c¨®mo toma el caf¨¦ su interlocutor y se deshace en caranto?as con los perretes del pr¨®jimo. Pero cuando se enfada, que conste en acta, puede arder Troya. ¡°No llego a ser col¨¦rico, pero tambi¨¦n tengo mala hostia¡±, avisa sin perder esa aura de tipo encantador. Y la suma de muchos momentos de enfado, la acumulaci¨®n de miedos pand¨¦micos, desasosiegos ¨ªntimos e indignaciones pol¨ªticas, se ha traducido ahora en...
Esteban Gir¨®n, guitarrista y compositor principal de Toundra, es hombre de sonrisa f¨¢cil. Locuaz, emp¨¢tico, afable; esa clase de persona que recuerda c¨®mo toma el caf¨¦ su interlocutor y se deshace en caranto?as con los perretes del pr¨®jimo. Pero cuando se enfada, que conste en acta, puede arder Troya. ¡°No llego a ser col¨¦rico, pero tambi¨¦n tengo mala hostia¡±, avisa sin perder esa aura de tipo encantador. Y la suma de muchos momentos de enfado, la acumulaci¨®n de miedos pand¨¦micos, desasosiegos ¨ªntimos e indignaciones pol¨ªticas, se ha traducido ahora en Hex, el sexto y seguramente m¨¢s enardecido trabajo de este cuarteto madrile?o de rock furibundo que no necesita voces, ni palabras para dejar constancia de su posicionamiento ante la vida. El trabajo vio la luz ayer mismo en todo el mundo a trav¨¦s del sello alem¨¢n Century Media.
?Puede ser comprometida, en t¨¦rminos ideol¨®gicos, una m¨²sica por completo instrumental? Gir¨®n, David L¨®pez, ?lex P¨¦rez y Alberto Tocados, los art¨ªfices de Toundra desde hace ahora justo tres lustros, tienen claro que s¨ª. Y para la ocasi¨®n se han dejado alentar por el influjo de (ah¨ª queda eso) la Sinfon¨ªa n¨²mero 7 de Shostak¨®vic. ¡°No es que pretendamos compararnos, ni mucho menos¡±, matiza Esteban, madrile?o de sangre asturiana, 34 a?os vividos con el pie en el acelerador. ¡°Aquel hombre compuso su obra magna durante el asedio de Stalingrado y la sac¨® de la URSS escondida en microfilmes para eludir la vigilancia nazi. Su historia de resistencia cultural y personal frente al fascismo acab¨® siendo portada de la revista Time. Casi un siglo m¨¢s tarde, no parece que hayamos avanzado demasiado¡¡±.
Gir¨®n, licenciado en Comunicaci¨®n Audiovisual y alumno de conservatorio desde los seis a?os, nunca fue conformista, ni condescendiente, pero los a?os le han vuelto razonablemente pesimista. ¡°O, como m¨ªnimo, m¨¢s preocupado de lo malo que de lo bueno, porque prefiero estar en guardia a llevarme una buena hostia¡±, matiza con su caracter¨ªstica elocuencia. Por eso la cat¨¢strofe sanitaria le dej¨® el alma tan hecha trizas como nunca habr¨ªa llegado a imaginar. Y por eso quiso abordar el reto del folio en blanco para dejar constancia sonora de su profunda desaz¨®n. Para enfrentarse a la partitura m¨¢s compleja, laber¨ªntica y enrabietada en toda la discograf¨ªa de esta formaci¨®n. Ocupa la cara A de Hex, se prolonga durante casi 22 minutos ininterrumpidos y nace con un t¨ªtulo inequ¨ªvoco: El odio.
¡°Las injusticias. La desprotecci¨®n frente a los poderosos. El desprecio a la diversidad. Eso es lo que m¨¢s odio me genera. Eso y, claro, la desconsideraci¨®n hacia la sanidad p¨²blica¡±. A Gir¨®n se le ha borrado la sonrisa y todo en ¨¦l transmite ahora un enojo profundo. Sabe de lo que habla: sus padres, Miguel y Aurelia, acaban de jubilarse tras cuatro d¨¦cadas como facultativos de prestigio; durante su ¨²ltima etapa, jefes respectivos de Anestesia y Admisi¨®n en el hospital de Tomelloso. ¡°Ellos jam¨¢s se han callado ni cruzado de brazos cuando han visto actitudes pol¨ªticas que consideraban injustas. Alg¨²n alto cargo del PP termin¨® llevando a mi padre a juicio, solo por incordiar y atosigarlo. Esa actitud es la que he aprendido y he mamado¡±.
De ah¨ª el inconformismo que late, desbocado, en Hex. De ah¨ª el ruido y tambi¨¦n, desde luego, la furia. Ese empe?o de hablar claro y muy alto, aunque sea sin articular palabra. A fin de cuentas, reflexiona el m¨²sico mientras pide su tercer caf¨¦ de la ma?ana, la m¨²sica es ¡°ese lenguaje universal que se entiende igual de bien en Sevilla o en Oslo¡±. Y El odio, con su despliegue de inequ¨ªvoco enfado, puede tener algo de revulsivo. ¡°No lo hab¨ªa pensado hasta ahora¡±, admite su autor. ¡°Pero a lo mejor el ant¨ªdoto contra el odio pasa por apagar el fuego con gasolina. Es una obra que puede quemar, pero que tambi¨¦n sirve como reflejo de la realidad en 2021 y 2022. Una fotograf¨ªa de tanta gente que est¨¢ hasta las narices¡±.
Entregar a un sello multinacional una pieza que septuplica en duraci¨®n el canon de la m¨²sica radiable tambi¨¦n tiene algo de rebeld¨ªa. Hasta de ideolog¨ªa, si se quiere ver as¨ª. El odio encapsula el hartazgo de cuatro m¨²sicos ante la cultura del clic compulsivo, el consumo fulgurante y la gracieta para TikTok. Constituye una invitaci¨®n subversiva, puede que hasta suicida para los tiempos que corren: dediquemos 1.303 segundos de nuestras vidas solo a escuchar una pieza musical en la que no paran de suceder cosas. De nuevo no estamos inventando nada: a principios de los setenta, esas obras que ocupaban las 12 pulgadas ¨ªntegras de un elep¨¦ eran habituales en las discograf¨ªas de King Crimson, Genesis, Yes, Pink Floyd, Jethro Tull o Mike Oldfield. ¡°No hemos avanzado nada¡±, resopla el l¨ªder de Toundra.
¡ª Porque usted es el l¨ªder, ?verdad?
¡ª Es un t¨¦rmino que no me gusta nada. Mis tres compa?eros lo consideran as¨ª, pero puede que sea solo en referencia a mi pura inquietud vital. Yo siempre he sido el ansioso, el impaciente, el que acentuaba el perfil de Toundra como una banda de m¨²sica excesiva. Era el t¨ªpico ni?o que sacaba buenas notas y al que terminaban apuntando a la vez al conservatorio, a k¨¢rate, a f¨²tbol y a nataci¨®n.
Cambio radical
Algo de esa hiperactividad, del empe?o por ¡°exprimir la vida¡±, se transluce en el tono fren¨¦tico de todo el ¨¢lbum. Y seguramente anduviera detr¨¢s del infierno personal que atenaz¨® a Esteban Gir¨®n hace poco m¨¢s de dos a?os, cuando hizo crac y decidi¨® abandonar Madrid, el v¨¦rtigo, la descabalada vida a deshoras. ¡°Mi crisis fue el gran fruto de la inmadurez, de haberme dedicado al grupo, al trabajo y a la noche sin cuidar el jard¨ªn m¨¢s importante, el de la estabilidad emocional¡±, resume en un autodiagn¨®stico poco piadoso. ¡°Y cuando quise mirar a los lados, me di cuenta de que estaba muy solo¡±, remata. No quiero caer en el llanto f¨¢cil, ni ir de Nacho Vegas por la vida, pero es importante reaccionar y hablar de estas cosas. No tener miedo a expresar tus emociones. Fue algo que aprend¨ª cuando las madres iban a recogernos a la salida del instituto y yo era el ¨²nico que recib¨ªa con un beso a la suya¡¡±.
Desde justo antes de la pandemia, Esteban Gir¨®n ha rehecho su vida en Gij¨®n, ha conocido ¡°al fin¡± lo que significa ¡°enamorarse de verdad¡±, tiene ya fecha para casarse antes de que acabe el a?o y se dice ¡°con los pies definitivamente en el suelo¡±. Ya no sue?a con ser una rutilante estrella del rock y se r¨ªe a carcajadas cuando sus amigos le recuerdan un tuit hilarante que le dedicaron hace ocho a?os: ¡°Eres m¨¢s flipao que el flipao de Toundra¡±.
¡ª ?Pero ha dejado de ser un m¨²sico ambicioso?
¡ª No me da miedo la ambici¨®n, pero asumo que mis recursos son limitados. Por ejemplo, tendr¨ªa que aprender a¨²n mucho para componer una m¨²sica m¨¢s serena.
¡ª ?Y qu¨¦ es, entonces, lo que m¨¢s anhela?
¡ª Llegar a fin de mes y hacer de mi pareja la mujer m¨¢s feliz del mundo. Quiero ser gente normal. Esta semana publicamos un disco, pero el lunes, desde las 7.30, estar¨¦ trabajando frente al ordenador para pagar las facturas. La primera fila implica demasiada presi¨®n. Por eso veo cada vez m¨¢s cercano el fin de mi carrera profesional. Hay que saber irse de la fiesta cuando mejor te lo est¨¢s pasando, no cuando terminas dando pena¡
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