La delgada l¨ªnea que separa la atracci¨®n de la repugnancia en la danza ¡®butoh¡¯
Caras grotescas y movimientos irreverentes en un espect¨¢culo creado a partir de los cuentos ancestrales del escritor franc¨¦s Pascal Quignard
Una reflexi¨®n sobre la delgada l¨ªnea que separa la atracci¨®n de la repugnancia se abre en una propuesta art¨ªstica poco convencional basada en la danza butoh. El enigma sobre el movimiento y la sensibilidad del cuerpo se destapa a trav¨¦s de la disciplina del teatro f¨ªsico. Caras grotescas y movimientos irreverentes se desarrollan en la obra Sordid¨ªsimas, una creaci¨®n a partir de los cuentos ancestrales del escritor franc¨¦s Pascal Quignard representada en la sala Exl¨ªmite, en el distrito madrile?o de Usera. Su directora, Nataliya Andru, la define como ¡°un estado de devoci¨®n hacia la liberaci¨®n de la mente y el cuerpo¡±.
Los or¨ªgenes del butoh se remontan al Jap¨®n de la posguerra, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los bailarines Tatsumi Hijikata (1928-1986) y Kazuo Ohno (1906-2010) crearon una nueva manera de entender el arte del cuerpo en movimiento, conocida como la danza del subconsciente. Juntos estrenaron un espect¨¢culo rompedor al que titularon Kinjiki (colores prohibidos, en japon¨¦s) en el Festival de Danza de Tokio en 1959. En aquella ¨¦poca, la obra disruptiva fue considerada grotesca y ofensiva.
¡°Nunca va a ser un arte de masas, porque es una interrogaci¨®n que busca respuestas en t¨¦cnicas que no son convencionales¡±, explica la profesora de 29 a?os, que se dedica a la ense?anza de esta disciplina coreogr¨¢fica. La ucrania se traslad¨® a M¨¢laga con su familia hace 15 a?os y ya hace 10 que decidi¨® instalarse en Madrid, donde curs¨® el grado de Artes Visuales y Danza de la Universidad Rey Juan Carlos. En 2018 viaj¨® al Himalaya para profundizar en este tipo de danza, que desde los a?os sesenta se ha movido en espacios alternativos de la cultura nipona. ¡°?Hay que dejarse mover!¡±, les indica a sus alumnos en sus clases de teatro f¨ªsico.
El punto de partida para la creaci¨®n del espect¨¢culo es la vulnerabilidad y la redenci¨®n. ¡°Hay que relajar la mente cotidiana que juzga para llegar a un estado en el que permites que sucedan cosas que no te esperas¡±, explica la profesora. El equipo estuvo ensayando de febrero a junio del a?o pasado en una obra inspirada en los cuentos cortos del libro Sordidisimos. El ¨²ltimo reino V (2017) de Quignard. Cada uno de los bailarines ha elegido un relato que le permite transmitir un sentimiento a trav¨¦s de la danza japonesa, alejada de lo formal y lo est¨¦tico y centrada en el trabajo imaginario del cuerpo. Otra de las obras que utilizaron para la elaboraci¨®n de este misterioso universo fue El origen de la danza, del mismo autor.
Un ejemplo de la b¨²squeda de emociones en estos relatos es la historia de un pueblo acechado por una enfermedad en el que solo sobreviven una madre y su hijo, que encuentra una babosa que le proporciona fuerza para cazar otros animales y poder comer. ¡°De este cuento nos hemos quedado con la atm¨®sfera de la asfixia que lleva a la destrucci¨®n¡±, explica la directora.
Junto a ella, aparecen cuatro de los alumnos a los que ense?a en el centro de creaci¨®n art¨ªstica Espacio en Blanco en el barrio de Lavapi¨¦s. Todos estudiaron el mismo curso en la universidad. Aunque lo hicieron en diferentes promociones, los j¨®venes han creado una red que investiga este estilo de danza a trav¨¦s de la experimentaci¨®n. El resultado ha sido un espect¨¢culo con una escenograf¨ªa construida con focos de colores, m¨²sica estrepitosa y maquillaje y disfraces estrafalarios.
Entre los artistas que forman parte del equipo, se encuentra Paula Mira, de 24 a?os, que desarroll¨® su curiosidad por esta t¨¦cnica durante el segundo a?o de carrera. ¡°Es una muy buena herramienta para volver a conectar con las sensibilidades del cuerpo¡±, explica la joven que admite la rareza de la funci¨®n. ¡°Verlo por primera vez es impactante y extra?o¡±, confiesa la madrile?a que acab¨® hace tres a?os su formaci¨®n en la universidad.
La joven se fue de intercambio a Colombia junto a su compa?era en escena, Elena de Lario. Sobre el escenario, la madrile?a, de 26 a?os, se siente en un viaje f¨ªsico con el apoyo de un comp¨¢s. De Lario asegura que esta disciplina tiene un efecto sensitivo y racional en su d¨ªa d¨ªa. La joven vive con sus padres y estudia un m¨¢ster de dise?o de espacios y experiencias culturales: ¡°Yo me he convertido en una persona muy anclada a la tierra, mucho m¨¢s trabajadora y consciente, pero tambi¨¦n profundamente so?adora¡±. La artista relaciona esa transformaci¨®n personal con el trabajo con el cuerpo, que hace que se descubran puntos de uno mismo que se desconocen.
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