Hay que decir pamplinas
No luce unas flores grandes, ni de colores vistosos, y tampoco nos llamar¨¢ la atenci¨®n si no la buscamos. Pero est¨¢ ah¨ª siempre, al ser una de las cinco plantas con flor m¨¢s extendidas por todo el planeta
Nuestros pasos por las calles de Madrid comienzan a alfombrarse de hierbas urbanas. Aun a pesar del fr¨ªo de estas noches, millones de plantitas irrumpen con sus raicillas y hojas entre las grietas del asfalto y de los adoquines. Muchas de sus semillas germinaron en los meses oto?ales, y paso a paso han podido crecer, aprovechando la humedad en la tierra de estas semanas.
Una de las especies que ahora destacan en las calles es la pamplina (Stellaria media), compa?era nuestra en la ciudad. No luce unas flores grandes, ni d...
Nuestros pasos por las calles de Madrid comienzan a alfombrarse de hierbas urbanas. Aun a pesar del fr¨ªo de estas noches, millones de plantitas irrumpen con sus raicillas y hojas entre las grietas del asfalto y de los adoquines. Muchas de sus semillas germinaron en los meses oto?ales, y paso a paso han podido crecer, aprovechando la humedad en la tierra de estas semanas.
Una de las especies que ahora destacan en las calles es la pamplina (Stellaria media), compa?era nuestra en la ciudad. No luce unas flores grandes, ni de colores vistosos, y tampoco nos llamar¨¢ la atenci¨®n si no la buscamos. No aparece en grandes gestas, ni siquiera ha servido para grandes empresas de la humanidad. Pero est¨¢ ah¨ª siempre, al ser una de las cinco plantas con flor m¨¢s extendidas por todo el planeta. En la urbe la encontraremos en los alcorques de los ¨¢rboles, en los arriates de los parques, o en jardineras y macetas, preferiblemente a la sombra, o en orientaciones con algunos rayos de sol directo. Es una especialista en crecer sombreada por otras plantas m¨¢s grandes que ella, y eso le permite, adem¨¢s, vivir protegida por esas grandullonas que la rodean.
Eso s¨ª, necesita suelos h¨²medos, ya que si permanecen muy secos es incapaz de prosperar. Como buena planta colonizadora, puede completar su ciclo vital en tan solo uno o dos meses, si las condiciones no le son favorables: desde que germina hasta que muere, en apenas unas semanas, dejar¨¢ su prole en forma de semillas. Pero, ?c¨®mo es posible que est¨¦ creciendo en estos d¨ªas tan fr¨ªos de invierno? Pues es que a la pamplina las temperaturas bajas no le asustan para vegetar, y es capaz de formar nuevos tejidos incluso en los d¨ªas m¨¢s g¨¦lidos. Y lo consigue gracias a varias estrategias. Una de ellas es la de acumular unas reservas de savia azucarada, lo que permite que el agua que contiene no se congele.
Su nombre cient¨ªfico de Stellaria proviene de estrella, debido a sus flores blancas y diminutas, que asemejan astros en la tierra. Y podemos ver esas estrellas en cualquier semana del a?o, algo sorprendente. Si encontramos una pamplina seguramente que est¨¦ en flor, da igual que sea enero o septiembre. De esta forma se asegura dejar descendencia en cualquier momento, aun a pesar de su corta vida. Como hemos visto, si todo va bien no vivir¨¢ m¨¢s all¨¢ de unos pocos meses. A pesar de su vida ef¨ªmera, su rol en la ciudad es necesario, ya que alimenta a multitud de peque?os insectos que mantienen sano nuestro engranaje urbano. Para ello, les regala una gran cantidad de n¨¦ctar, con lo que consigue extender su polen a otras plantas. Aunque la pamplina puede formar sus semillas ella sola, sin necesidad de ser polinizada por otras plantas de su misma especie.
Quienes la adoran son las aves. Como nos recuerda Baudilio Herrero, en la magna obra coral Inventario espa?ol de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad (disponible en internet), era muy habitual ofrecer esta planta a las gallinas como alimento, lo que les facilitar¨ªa la puesta de huevos, seg¨²n cuenta la tradici¨®n. De ah¨ª otro de sus nombres populares de hierba gallinera. Tambi¨¦n nosotros apreciamos su valor culinario, rico en vitamina C, y la utilizamos como un sustitutivo de la lechuga o de la espinaca, con quienes comparte un sabor suave y ligeramente dulce.
Toda su anatom¨ªa es delicada: sus hojas opuestas, enfrentadas una a la otra, de color verde fresco, o sus florecillas de p¨¦talos blancos. Porta normalmente cinco, pero est¨¢n tan profundamente divididos que parece que fueran diez p¨¦talos. Al mirarlos de cerca comprendemos la belleza tranquila de esta planta. Y de muy cerca tambi¨¦n debi¨® de observarlas la escritora y fil¨¢ntropa Rosalind Northcote, quien en 1912 escribi¨® con precisi¨®n c¨®mo sus flores iniciaban la apertura a las 9.15 de la ma?ana, y que entonces permanec¨ªan abiertas durante 12 horas exactamente. Nosotros contamos, de momento, con m¨¢s razones para prestarle atenci¨®n en nuestros paseos callejeros y no quedarnos sin pamplinas.
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