Agosto no es mes para esperar el autob¨²s en el extrarradio de Madrid
Los tiempos de espera de las l¨ªneas de autocar que comunican los municipios de la comunidad se multiplican durante el verano y los usuarios se ven expuestos a las altas temperaturas en paradas sin protecci¨®n en los m¨¢rgenes de las carreteras
Mar¨ªa Jes¨²s Mart¨ªnez y su marido Fernando S¨¢nchez cierran los ojos al hablar por la intensidad del calor de media tarde. Juntos caminan en medio de la polvareda de un sendero que comunica su casa, a las afueras de Morata de Taju?a (Madrid), con la parada de autob¨²s, un poste rojo en mitad de la carretera M-313. Fernando intenta no tropezarse con las piedras y se agarra a un bast¨®n que debido al sudor de los dedos por momentos se le resbala. Cuando llegan a la calzada, miran a ambos lados de la v¨ªa y cruzan r¨¢pido de la mano para resguardarse del sol bajo la sombra de 20 cent¨ªmetros que ofrece ...
Mar¨ªa Jes¨²s Mart¨ªnez y su marido Fernando S¨¢nchez cierran los ojos al hablar por la intensidad del calor de media tarde. Juntos caminan en medio de la polvareda de un sendero que comunica su casa, a las afueras de Morata de Taju?a (Madrid), con la parada de autob¨²s, un poste rojo en mitad de la carretera M-313. Fernando intenta no tropezarse con las piedras y se agarra a un bast¨®n que debido al sudor de los dedos por momentos se le resbala. Cuando llegan a la calzada, miran a ambos lados de la v¨ªa y cruzan r¨¢pido de la mano para resguardarse del sol bajo la sombra de 20 cent¨ªmetros que ofrece el poste. ¡°Hoy por lo menos hay brisa¡±, comenta Fernando con resignaci¨®n.
En la parada de enfrente aparece la figura de un hombre de peque?a estatura, que arrastra un carro de la compra y viste camiseta y gorra azul a juego con el cielo despejado. ¡°?Cu¨¢nto le queda?¡±, le pregunta Mar¨ªa Jes¨²s. El hombre se detiene. Mira la posici¨®n del sol como si tratara de adivinar la hora y se queda pensativo durante un segundo. Del bolsillo del pantal¨®n saca un viejo tel¨¦fono y contesta: ¡°Al m¨ªo, 12 minutos; al vuestro, ni se sabe¡±.
Hay un Madrid que se mueve incansablemente entre las prisas y otro a no mucha distancia del centro que espera con paciencia en las paradas de autob¨²s para sumarse o volver del frenes¨ª. La frecuencia de las l¨ªneas de autob¨²s interurbanas en la comunidad se dilatan conforme crece la distancia respecto al centro. Durante el mes de agosto, adem¨¢s, los tiempos de espera se multiplican por la reducci¨®n de autobuses. Algo que afecta sobre todo a los n¨²cleos de poblaci¨®n del extrarradio, que se exponen cada d¨ªa a largos tiempos de espera en paradas solitarias y sin protecci¨®n. En la Consejer¨ªa de Transportes aseguran que ¡°existe una planificaci¨®n anual que luego se va modificando con las revisiones diarias de la demanda de cada l¨ªnea, para reforzarla o mermar su frecuencia por desuso¡±. Un portavoz admite que en la temporada estival disminuye el n¨²mero de veh¨ªculos que recorre la l¨ªnea. ¡°Primero, por el final del curso escolar y segundo, porque mucha gente est¨¢ de vacaciones¡±, puntualiza. En cuanto al criterio para instalar una marquesina o un poste, explican lo siguiente: ¡°Las marquesinas se instalan donde hay m¨¢s de una l¨ªnea de autob¨²s, donde se puede producir un intercambio. En zonas como los pol¨ªgonos o la periferia suele haber m¨¢s postes por la baja demanda, aunque todos los ciudadanos pueden reclamar a la consejer¨ªa y se estudiar¨¢n sus peticiones¡±.
Mar¨ªa Jes¨²s y Fernando esperan el 337 bajo 44 grados. ¡°Vamos a Chinch¨®n, a recoger el coche en el taller. Puede que tardemos una hora en llegar y 15 minutos en volver¡±, dice ¨¦l. ¡°El horario casi nunca se cumple. Hay una media de espera de 45 minutos, en verano m¨¢s¡±, explica. ¡°Yo estuve durante cinco a?os yendo a trabajar a Madrid. Continuamente se retrasaba o no ven¨ªa directamente. Me tiraba una hora y media aqu¨ª de pie. Tuve que empezar a coger el anterior para asegurarme de llegar a tiempo, si tienes prisa no puedes depender del autob¨²s¡±, asegura. ¡°Lo peor es cuando llueve, el calor se aguanta, pero estar aqu¨ª mientras diluvia es imposible¡±.
Apenas 10 kil¨®metros al sur del centro de Madrid se encuentra el Cerro de los ?ngeles, un parque que para algunos expertos es el punto central de la pen¨ªnsula ib¨¦rica. La figura de Cristo, en el Monumento del Sagrado Coraz¨®n corona la cima que hay sobre la gran explanada, donde se encuentra la Ermita de Nuestra Se?ora de los ?ngeles, del siglo XIV. Jeyder Armas, de 29 a?os, no es creyente, pero reza sentado sobre el quitamiedos de la carretera para que llegue el autob¨²s, que pasa cada 45 minutos, aunque hoy va con 10 de retraso. Con una mochila en la cabeza se protege del sol. ¡°Ahora en verano es como un laberinto. Tengo que levantarme una hora antes porque pasan menos autobuses. Para la vuelta, siempre es una inc¨®gnita¡±, confiesa. Nacido en Nicaragua, trabaja como obrero en una de las naves en construcci¨®n que hay en el pol¨ªgono industrial Los ?ngeles situado al otro lado de la A-4. Cada d¨ªa, llega a la parada junto a su compa?ero Ali Diarr, un joven africano que con delicadeza esconde una botella de agua para dar de beber a las hormigas que habitan entre la maleza y la basura que crece alrededor. ¡°Se ha hecho amigo de ellas de tanto esperar¡±, dice Jeyder entre risas.
A las seis y media de la ma?ana, despu¨¦s de llevar toda la noche empaquetando pollo en una empresa av¨ªcola del Pol¨ªgono Industrial de San Fernando, Luz Abreu, de 48 a?os, aguarda bajo una farola fundida junto a su amiga Carolina Fern¨¢ndez, de 38. La l¨ªnea 1 de autob¨²s que conecta la zona con Coslada y que ambas necesitan para llegar a la Renfe ha disminuido su frecuencia de una a dos horas desde el 15 de julio hasta el 14 de septiembre, seg¨²n indica el horario de la parada. ¡°Cuando salimos tenemos los pies hinchados de estar toda la noche de pie. La marquesina no tiene cristales ni asientos. Estamos tan cansadas que nos esperamos en los bolardos¡±, cuenta Carolina. ¡°No me da miedo porque vengo con ella, Luz me alumbra en la oscuridad¡±, bromea la mujer. ¡°La sensaci¨®n es de estar como encerrada. Yo vivo a menos de 15 minutos en coche, pero en autob¨²s, y m¨¢s en verano, tardas una hora y pico en volver¡±, a?ade Luz. La mujer bosteza y mira la hora de su reloj.
¡ª?Cu¨¢nto tarda seg¨²n la aplicaci¨®n?
¡ªLa he borrado. La us¨¦ durante un tiempo, pero fallaba todo el rato. Muchos d¨ªas sal¨ªa corriendo por la carretera, porque seg¨²n la aplicaci¨®n quedaban tres minutos y cuando llegaba, resulta que nunca pasaba el bus.
Por fin, una luz verde avanza por la carretera sin que se llegue a distinguir el n¨²mero del veh¨ªculo. ¡°Parece el nuestro, ?levanta!¡±, exclama Carolina. ¡°Amiga, la mascarilla, p¨®ntela ya. Si no, no te vas de aqu¨ª hasta ma?ana¡±, responde Carolina.
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