El asesino confeso de Juana Canal fue detenido por malos tratos al menos dos veces despu¨¦s del crimen
Los agentes lo arrestaron en 2004 y 2006, cuando ya estaba con su pareja actual, con quien empez¨® a salir un mes despu¨¦s del homicidio, pero en ninguno de los casos fue condenado, seg¨²n consta en el sumario al que ha tenido acceso EL PA?S
Jes¨²s Pradales, el asesino confeso de Juana Canal, la mujer que desapareci¨® hace casi 20 a?os y cuyo crimen se ha resuelto ahora, fue detenido dos veces despu¨¦s del homicidio por maltratar a su actual pareja. La primera fue en 2004, cuando la Guardia Civil lo arrest¨® en Toledo, y la segunda en 2006 en Fuente el Saz (Madrid), cuando la Polic¨ªa Nacional lo detuvo por malos tratos y atentado contra la autoridad, es decir, que...
Jes¨²s Pradales, el asesino confeso de Juana Canal, la mujer que desapareci¨® hace casi 20 a?os y cuyo crimen se ha resuelto ahora, fue detenido dos veces despu¨¦s del homicidio por maltratar a su actual pareja. La primera fue en 2004, cuando la Guardia Civil lo arrest¨® en Toledo, y la segunda en 2006 en Fuente el Saz (Madrid), cuando la Polic¨ªa Nacional lo detuvo por malos tratos y atentado contra la autoridad, es decir, que se resisti¨® a los agentes durante el arresto. As¨ª consta en la documentaci¨®n recogida en el sumario del caso de Juana Canal, al que ha tenido acceso EL PA?S. En esta, y seg¨²n la declaraci¨®n de Saray, la actual pareja de Pradales, consta que este comenz¨® una nueva relaci¨®n sentimental en marzo de 2003, apenas un mes despu¨¦s de la muerte de Juana, que se cas¨® en junio y que ha tenido cuatro hijos con su mujer.
Seg¨²n la documentaci¨®n del caso, la primera agresi¨®n a su esposa se produjo en 2004 en la parte de atr¨¢s de una gasolinera, ¡°en presencia de sus hijos¡±. En la segunda ocasi¨®n, en 2006, los agentes acudieron al domicilio en el que reside la pareja y en el que fue detenido hace cinco d¨ªas por la muerte de Juana Canal, que confes¨® 24 horas despu¨¦s. En la documentaci¨®n no constan antecedentes penales, lo que da a entender que no fue condenado por ninguna de las agresiones. Un mes despu¨¦s de asesinar, seg¨²n su propia declaraci¨®n, a su entonces pareja, conoci¨® a su actual esposa en el taxi que conduc¨ªa en esa ¨¦poca. De esa misma forma conoci¨® tambi¨¦n a Juana Canal. Cuando se cas¨® con Saray, en junio, dej¨® el taxi y se incorpor¨® al negocio de la familia de su mujer, la venta de comida ambulante en ferias y fiestas patronales.
Los restos de Juana fueron hallados por un senderista por casualidad en 2019 en un bosque de ?vila. Sin embargo, no ha sido hasta este a?o cuando se ha reactivado la investigaci¨®n, que en escasos meses ha conseguido reunir pruebas suficientes para incriminar a Pradales. Tras negar la autor¨ªa del crimen, este acab¨® confesando que la noche del 23 de febrero de 2003 golpe¨® a Juana hasta la muerte, la descuartiz¨® en la ba?era y enterr¨® su cad¨¢ver cerca de una finca que tiene su familia en Navalacruz (?vila).
En septiembre, el juzgado dio autorizaci¨®n para pinchar el tel¨¦fono de Pradales. Fue entonces cuando se registr¨® por primera vez la casa que compart¨ªan ¨¦l y Juana en Madrid. El objetivo era buscar pruebas, pero los investigadores tambi¨¦n esperaban alguna reacci¨®n por parte del sospechoso. ?l mantuvo la calma y en ning¨²n momento dijo nada que lo incriminara, pero su esposa s¨ª que se puso muy nerviosa e interpel¨® a su marido constantemente por el crimen. En las conversaciones se deduce que la familia del sospechoso vive enganchada a la televisi¨®n, especialmente al programa de Ana Rosa.
A finales de septiembre, ella lo llama cuando ¨¦l est¨¢ recogiendo su puesto de hamburguesas: ¡°No puedo m¨¢s, estoy viendo la tele a ver si dicen algo¡±. A lo que ¨¦l replica: ¡°Yo estoy bien tranquilo, vosotros que os est¨¢is empe?ando en acusarme de algo que no he hecho¡±. Jes¨²s zanja la conversaci¨®n diciendo que le apetecen lentejas para comer. Al rato, la mujer lo vuelve a llamar; sigue muy nerviosa porque las televisiones no dejan de apuntar a su marido como principal sospechoso. ¡°Mi ni?a, que yo no he hecho nada¡±, la tranquiliza ¨¦l.
¨D?Qu¨¦ hago ahora, Jes¨²s?
¨D?Pues lentejas, muchas lentejas!
¨DNo es de risa, t¨ªo, no es de risa.
En otro intercambio, Jes¨²s insiste en la misma t¨¦cnica para desviar la conversaci¨®n.
¡ª?Qu¨¦ hago ahora? ¡ª pregunta de nuevo Saray
¡ªPues la comida, ?qu¨¦ has hecho de comer?
¡ªTengo que llamar a la abogada para que me indique qu¨¦ hago, qu¨¦ problema m¨¢s gordo. Esto sin abogado no se puede porque es muy gordo.
Saray ya hab¨ªa hablado en su momento con su marido de la desaparici¨®n de Juana, a la que ambos se refieren en sus conversaciones con un apelativo despectivo. Ella crey¨® la versi¨®n de su esposo, que le asegur¨® que era una mujer que beb¨ªa, que aquella noche trat¨® de buscarla en los bares y que, al no encontrarla, recogi¨® sus cosas y volvi¨® a casa de sus padres, en Carabanchel. En la comisar¨ªa de ese distrito Pradales puso, al d¨ªa siguiente del homicidio, el 24 de febrero de 2003, una denuncia por violencia familiar contra Juana por un corte en la mano, probablemente producido cuando ¨¦l la mat¨®. Pero esa confianza de Saray empieza a resquebrajarse, como se ve constantemente en sus conversaciones telef¨®nicas.
¨D?C¨®mo la han encontrado en ?vila, Jes¨²s? ?C¨®mo? ?No fue cerca de all¨ª donde comimos con tu padre?
¨DAy, yo qu¨¦ s¨¦¨D, responde ¨¦l.
¨DJes¨²s, j¨²rame por el ni?o que no has hecho nada.
¨DYa estamos con los juramentos.
De fondo, se escucha a uno de los hijos de la pareja comentando con su madre que a ver si va a ser verdad que la mat¨®, a lo que ella responde que c¨®mo va a ser posible, que ¡°papi¡± puso en su d¨ªa una denuncia y una vecina vio a Juana con un hombre en el portal.
Los investigadores no pasan por alto la ¡°tranquilidad forzada¡± de Pradales, en contraste con el nerviosismo de Saray. ¡°Hace pensar que trata de no hacer ver a su entorno cualquier m¨ªnima preocupaci¨®n que aumentara las dudas hacia ¨¦l¡±, sostienen. En el sumario constan numerosas llamadas del asesino confeso a sus familiares, especialmente a su t¨ªa Juana, originaria del pueblo en el que enterr¨® a su v¨ªctima. ¡°Tu sabr¨¢s si tienes o no la culpa¡±, le dice a su sobrino. A lo largo de estas llamadas, ¨¦l aprovecha para sembrar entre sus allegados teor¨ªas dif¨ªciles de sostener sobre lo que le pas¨® a Juana. Que si sus restos estaban en Navalacruz porque ¡°se li¨®¡± con uno del pueblo, que si la hab¨ªan visto con otro hombre en el portal de casa...
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