La gran chapuza del concejal Ram¨ªrez en Ponzano, el epicentro de las terrazas de Madrid: ¡°No he visto una obra igual¡±
Las aceras de esta calle, convertidas en un s¨ªmbolo hostelero durante la pandemia, viven un caos interminable en Chamber¨ª, uno de los distritos m¨¢s ricos de la capital, por una decisi¨®n personal del edil del distrito
En teor¨ªa, esta calle volver¨¢ a ser una calle. En la pr¨¢ctica, hay pocas v¨ªas en Madrid que ejemplifiquen tan bien una chapuza. Todo est¨¢ patas arriba desde finales de septiembre por unas obras. Hay vallas amarillas, azules, rojas, blancas, por el medio. M¨¢quinas, cementeras, adoquines, cilindros rojos y gigantescos, por el medio. Terrones, mont¨ªculos, escombros. Alba?iles con chalecos amarillos de un lado para otro. M¨¢s vallas. Peatones que tropiezan cada dos por tres. Repartidores de Glovo serpenteando baches. Clientes de restaurantes que hacen cola sobre un lodazal. Repartidores de cerveza ...
En teor¨ªa, esta calle volver¨¢ a ser una calle. En la pr¨¢ctica, hay pocas v¨ªas en Madrid que ejemplifiquen tan bien una chapuza. Todo est¨¢ patas arriba desde finales de septiembre por unas obras. Hay vallas amarillas, azules, rojas, blancas, por el medio. M¨¢quinas, cementeras, adoquines, cilindros rojos y gigantescos, por el medio. Terrones, mont¨ªculos, escombros. Alba?iles con chalecos amarillos de un lado para otro. M¨¢s vallas. Peatones que tropiezan cada dos por tres. Repartidores de Glovo serpenteando baches. Clientes de restaurantes que hacen cola sobre un lodazal. Repartidores de cerveza que, como no pueden acceder, aparcan los camiones en los aleda?os m¨¢s cercanos y cortan el tr¨¢fico, y se bajan de la cabina muy r¨¢pido, murmurando, hartos. Inmediatamente, aparece una pareja de polic¨ªas locales en moto para avisarles de que se muevan ya o ser¨¢n multados. Otro conductor de un turismo decide aparcar en la v¨ªa porque¡ qu¨¦ m¨¢s da ya todo. Un comerciante dice que se generan barrizales cuando diluvia. Un vecino que camina a paso lento con un bast¨®n contempla la escena. Un padre treinta?ero sonr¨ªe con el carrito de su beb¨¦ zigzagueando obst¨¢culos como si fuera una prueba del Grand Prix. Bienvenidos a una ma?ana en Ponzano.
Es tal la chapuza de la calle de Ponzano, que hasta una larga acera de un tramo de la v¨ªa se ha levantado, se ha puesto nueva, se ha hecho mal, se ha vuelto a levantar entera y, en teor¨ªa, ya est¨¢ bien puesta. ¡°Ahora tienen problemas con el paso de peatones¡±, explica una conserje sobre su puerta. ¡°No saben si moverlo cinco metros a la derecha o no, por eso est¨¢ parado aqu¨ª¡±. Hay pasos de cebra en Madrid que son verdaderos jerogl¨ªficos. En la reforma de Ponzano est¨¢n metidas en el tajo cuatro empresas. Realizan una obra de 873.677,95 euros que afecta a poco m¨¢s de 70 n¨²meros de una calle. Una de las sociedades denuncia en EL PA?S un impago de otra. Y todo sucede en el epicentro de la manida libertad madrile?a, en una v¨ªa de poco m¨¢s de 1.000 metros que alberga m¨¢s de 70 bares, donde hubo un tiempo en que los vecinos de la calle colgaban banderas de Espa?a en los balcones y que ahora, poco a poco, van mutando en carteles contra el ruido que generan los clientes de las terrazas que tienen los restaurantes de abajo. No son buenos tiempos para los vecinos de Ponzano.
Nadie dijo que fuera f¨¢cil vivir en el para¨ªso de la libertad. Ponzano se ubica en el distrito de Chamber¨ª, una de las zonas m¨¢s ricas de la capital de Espa?a. Aqu¨ª conviven seis barrios que suman 150.000 vecinos. No se encuentran pisos de alquiler por menos de 1.000 euros. Un simple bajo de 17 metros ¡ªel piso m¨¢s barato que se pod¨ªa encontrar en Idealista este mi¨¦rcoles y que, en teor¨ªa, se ofrece para vivir¡ª se vende por 160.000. La renta m¨¢s com¨²n supera los 26.000 euros, seg¨²n el INE. Chamber¨ª es un aut¨¦ntico feudo conservador. Tanto, que su vecina m¨¢s ilustre es la presidenta Isabel D¨ªaz Ayuso. Ayuso cosech¨® en estos rincones m¨¢s del 65% de los votos en las ¨²ltimas elecciones de hace poco m¨¢s de un a?o.
Pero ¡ªsiempre hay peros en el PP¨D, todos los focos apuntan ahora hacia un hombre moreno, de rizos blancos y engominado, de americanas, vaqueros y zapatos cl¨¢sicos: Javier Ram¨ªrez, concejal popular y presidente del distrito desde 2019. Del ala m¨¢s conservadora del partido, ejerce con pu?o de hierro en los plenos en el barrio. Famoso por gastarse m¨¢s de 90.000 euros de dinero p¨²blico en banderas de Espa?a, Ram¨ªrez visita a menudo un par de bares de Ponzano, seg¨²n relatan varios hosteleros y vecinos de la zona. Nadie olvida que es el concejal que m¨¢s permisos de nuevas terrazas concedi¨® durante la pandemia, tal y como cont¨® eldiario.es en marzo.
Tirar una ca?a en Madrid se convirti¨® en aquellos d¨ªas en una cuesti¨®n pol¨ªtica. La hosteler¨ªa es uno de los sectores que m¨¢s empleos ha generado en Espa?a en los ¨²ltimos a?os. En la capital son cerca de 270.000 familias las que viven gracias a este negocio, que aporta el 4,6% del PIB a la ciudad. Hab¨ªa, en definitiva, muchos votos en juego en el barrio. Un camarero de Ponzano, que viene a trabajar desde las zonas m¨¢s humildes de Madrid, era un potencial voto de una familia de Vallecas o Usera. El PP abri¨® los bares y restaurantes cuando el resto de las comunidades aplic¨® el cerrojazo. La eclosi¨®n de las terrazas durante los meses de la desescalada fue de tal calibre que coloc¨® a los bares de Ponzano en la cima capitalina del ocio, como una especie de pica en Flandes para el sector hostelero. Los bares que no ten¨ªan terrazas se dieron de pronto con la posibilidad de tener una bien grande en la plaza de aparcamiento que ten¨ªan enfrente. Adi¨®s a gran parte de los coches de los residentes. Bienvenidas mesas, sillas, barandas, clientes. Hasta siempre descanso placentero para los vecinos.
En Ponzano ¨Dsobre todo desde los ¨²ltimos cuatro a?os¨Dsi un local se queda libre, se convierte en cuesti¨®n de d¨ªas en un bar, restaurante o pub de copas. A?o y medio despu¨¦s de la gran expansi¨®n de las terrazas, el hartazgo de los vecinos es palpable en la mayor¨ªa de los portales. La mayor¨ªa dice abiertamente que no aguanta m¨¢s, que, si pueden, se marchan los fines de semana con tal de no soportar el ruido callejero de las ca?as. Hasta alguno ha puesto su piso en venta. Ahora, para m¨¢s inri, la calle est¨¢ patas arriba por iniciativa del propio concejal Ram¨ªrez, que ha presupuestado una reforma integral de la v¨ªa en m¨¢s de 800.000 euros. Suprimir¨¢ una fila de aparcamientos de residentes para ampliar un poco m¨¢s las aceras. Los hosteleros consultados creen que podr¨¢n colocar ah¨ª sus terrazas. Los vecinos conf¨ªan en que se supriman todas. La realidad solo est¨¢ en la cabeza de Ram¨ªrez, que ha levantado ampollas entre algunos ediles del Ayuntamiento.
Una obra que nadie pidi¨®
La obra de Ram¨ªrez ni siquiera estaba contemplada por la concejal¨ªa de Obras, gestionada tambi¨¦n por el PP. ¡°En ocasiones los distritos piden hacer algunas¡±, explica un portavoz del ¨¢rea. Una concejal del equipo de Gobierno cuenta por tel¨¦fono que Ram¨ªrez les ¡°vendi¨®¡± hace meses esta obra como ¡°muy necesaria¡± para el barrio durante una reuni¨®n matutina en una sala del palacio de Cibeles. ¡°Dec¨ªa que ten¨ªa que hacerse s¨ª o s¨ª por una cuesti¨®n de accesibilidad¡±, apunta esta edil. ¡°Pero vamos, que seguro que detr¨¢s de esto va algo de favorecer a algunos amiguetes suyos¡±. Otras voces del PP reconocen cierta inquietud por este asunto.
¡°No. Nadie ha pedido esta obra¡±, cuenta Pilar Rodr¨ªguez, de 71 a?os, y presidenta de la Asociaci¨®n de Vecinos de El Organillo, del propio barrio. ¡°Es una reforma por y para los bares¡±. Fernando Ramos, de 58 a?os, es relojero de tercera generaci¨®n en el portal cuatro de la calle: ¡°Esto es mortal para los comercios¡±. Los trabajadores de la carnicer¨ªa L¨®pez tampoco se andan con historias: ¡°Toda esta obra es mentira. En mi vida he visto una cosa igual. Dijeron que iba a durar tres semanas y ya van por cuatro meses¡±. E incluso un empleado de la gasolinera Repsol, ubicada en mitad de la v¨ªa, apunta: ¡°Es desastroso con may¨²sculas. ?Si la gente se cae cada dos por tres cuando camina!¡±.
El engranaje administrativo de la contrataci¨®n de la obra tambi¨¦n tiene su miga. La reforma se ha dividido en dos tramos, que se adjudicaron a una empresa, que a su vez subcontrat¨® a otras dos, una de las cuales volvi¨® a subcontratar sus tareas, de tal manera que donde debi¨® intervenir una sola empresa ahora operan cuatro y no todas bien avenidas, con acusaciones de impago entre medias. El esc¨¢ndalo es de tal magnitud que el martes no hab¨ªa nadie trabajando en el primer tramo, ante la sorpresa de los vecinos y camareros.
??igo Garc¨ªa, de 70 a?os, y con un bigote anaranjado por el vicio de los cigarros, dialogaba en la puerta con Fide Verdugo, de 79. Fide es toda una instituci¨®n de Ponzano. Propietario de dos cervecer¨ªas y marisquer¨ªas que llevan su nombre, dice que las obras siempre perjudican al principio, pero que estas, en concreto, son muy necesarias para la calle. ¡°El problema de aqu¨ª no son los restaurantes, sino los bares de copas. Se establecen unos horarios que luego no se cumplen. La gente bebe y¡¡±. Garc¨ªa, el vecino del bigote anaranjado, interrumpe la conversaci¨®n tras una gran calada:
¨DY la gente se desmadra.
A pocos metros, un trabajador de la obra ataviado con un mono blanco repleto de manchurrones de colores de pintura deambula entre la zona acordonada, tratando de matar el tiempo de un lado para otro. Dice que el pasado s¨¢bado ten¨ªa la orden de colocar bien las vallas porque un jefe le chiv¨® que el alcalde Almeida ten¨ªa previsto acercarse por la zona.
¨D?Queda mucho para terminar la obra?
¨DPues casi todo.
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