Valeria, 10 d¨ªas durmiendo en la calle tras ser expulsada de un centro de menores
La joven, de 16 a?os, fue obligada a regresar con su familia, de la que escap¨® por malos tratos, ante la imposibilidad de continuar en la instituci¨®n de acogida
Llevaba sobre los hombros una manta para el fr¨ªo y una sudadera. A finales de noviembre, Valeria (nombre ficticio), de 16 a?os y nacida en Parla, esperaba a que se abrieran las puertas del centro de acogida de menores de Hortaleza para hablar con su directora. Hab¨ªa pasado m¨¢s de 10 d¨ªas durmiendo en la calle, seg¨²n cont¨® a EL PA?S, que pudo comprobarlo con fuentes de la instituci¨®n. Hasta mayo, ese edificio hab¨ªa sido su ¨²nica casa durante siete meses, cuando lleg¨® ah¨ª de la mano de la polic¨ªa despu¨¦s de tirarse de un tercer piso huyendo de los golpes de su familia. ...
Llevaba sobre los hombros una manta para el fr¨ªo y una sudadera. A finales de noviembre, Valeria (nombre ficticio), de 16 a?os y nacida en Parla, esperaba a que se abrieran las puertas del centro de acogida de menores de Hortaleza para hablar con su directora. Hab¨ªa pasado m¨¢s de 10 d¨ªas durmiendo en la calle, seg¨²n cont¨® a EL PA?S, que pudo comprobarlo con fuentes de la instituci¨®n. Hasta mayo, ese edificio hab¨ªa sido su ¨²nica casa durante siete meses, cuando lleg¨® ah¨ª de la mano de la polic¨ªa despu¨¦s de tirarse de un tercer piso huyendo de los golpes de su familia. Con el centro al borde del colapso, la hab¨ªan echado para que volviera con su madre. ¡°Prefiero morirme de fr¨ªo que volver a casa¡±, contaba a este diario, que ha seguido su caso desde entonces. Cada d¨ªa, a la hora de comer, volv¨ªa a la puerta del centro, para rogar que la dejaran entrar.
La Consejer¨ªa de Familia, responsable del centro, no ha respondido a las preguntas de este diario sobre qu¨¦ medidas se tomaron para garantizar que al salir del centro, Valeria fuera a un espacio seguro y no a la calle, tampoco si le ofrecieron otras opciones, como ir a un piso de acogida. El organismo niega que fuera expulsada, pues se le inform¨® de que ten¨ªa que volver con su familia y fue ella la que decidi¨® marcharse con tal de no regresar a casa. La consejer¨ªa insiste en que trabaja para garantizar ¡°mediante sus diferentes recursos, la protecci¨®n y el bienestar de los menores¡±.
Seg¨²n el relato de Valeria ¡ªque coincide con el que le dio a la presidenta de la asociaci¨®n Somos Acogida, Emilia Lozano, cuando se la encontr¨® en ese mismo sitio y del que ten¨ªa conocimiento la direcci¨®n general de Infancia¡ª fue propuesta para salir del centro y regresar con su familia despu¨¦s de que llevara ingresada ah¨ª m¨¢s de siete meses. No era la primera vez que eso pasaba, hab¨ªa salido una vez m¨¢s y tambi¨¦n se hab¨ªa ido a la calle. Dorm¨ªa en el parque de al lado del recinto y esperaba a que alguna amiga saliera para hablar con alguien; otras veces, encontraba un lugar donde dormir en un piso okupa en la plaza de Castilla. Una situaci¨®n de la que la direcci¨®n era consciente. El primer d¨ªa que Valeria habl¨® con EL PA?S, llevaba una carta para la directora: ¡°Le escrib¨ª que, por favor, no me echara y que, si me quer¨ªa echar, que me mandara a otro centro, me daba igual si era abierto o cerrado¡±, recuerda.
El centro de primera acogida de menores de Hortaleza es una instituci¨®n que depende de la Comunidad de Madrid y funciona como un espacio de emergencia. Los menores entre 15 y 18 a?os llegan a instancias de la polic¨ªa, la Fiscal¨ªa de Menores o los servicios sociales mientras se decide sobre ellos: regresar con su familia, o bien ir a otro tipo de centro o piso de acogida. No deben estar ah¨ª m¨¢s de tres meses. Pero esa no es siempre la realidad de esta instituci¨®n que ha denunciado desde hace a?os el hacinamiento en sus instalaciones, con capacidad para 52 chicos y 20 chicas, pero que cada semana supera el n¨²mero de plazas disponibles.
En el caso de Valeria, su v¨ªa crucis comenz¨® en mayo. ¡°Mi madre me encerr¨® en la habitaci¨®n, cerr¨® la puerta de la calle y todas las ventanas. Cuando escuch¨¦ que no hab¨ªa nadie en la casa, romp¨ª la puerta y vi que la de la calle estaba cerrada. Y no sab¨ªa qu¨¦ hacer, estaba muy nerviosa. Yo tengo mucha ansiedad. Lo primero que se me ocurri¨® fue coger un jarr¨®n y romper el cristal de la ventana. Era un tercer piso¡±, recuerda. ¡°Tir¨¦ el colch¨®n hacia la calle y salt¨¦ encima desde el tercer piso. No me hice nada¡±, relata. De ah¨ª trat¨® de buscar a una amiga, pero no la encontr¨®. Entonces, se fue a un local okupado que conoc¨ªa, porque desde los 14 a?os hab¨ªa tratado de huir de su casa. ¡°Ah¨ª fue donde me encontr¨® la polic¨ªa, me llevaron a la comisar¨ªa y yo les dec¨ªa que prefer¨ªa morirme a volver mi casa. Entonces la Fiscal¨ªa llam¨® a Hortaleza y me enviaron al centro¡±, cuenta.
Valeria se crio en Parla. Tiene dos hermanos m¨¢s peque?os, una de ocho a?os y otro de 13, con el que compart¨ªa habitaci¨®n. Sus padres son de Nigeria, aunque todos sus hijos nacieron en Espa?a. Su madre trabaja limpiando en un hotel y su padre es transportista. ¡°Me pegan en casa desde que era peque?a. En el colegio se me ve¨ªan los moratones y, cuando mis compa?eros me preguntaban, yo les dec¨ªa que me hab¨ªa ca¨ªdo¡±. Reconoce que comenz¨® a escaparse de casa a los 14 a?os, hab¨ªa pasado temporadas de dos meses fuera y no era la primera vez que dorm¨ªa en la calle. Mientras estuvo interna, vio a su familia unas dos veces, cuenta: ¡°La ¨²ltima conversaci¨®n con mi madre acab¨® muy mal¡±.
A principios de diciembre, despu¨¦s de m¨¢s de una semana durmiendo a la intemperie, Valeria volvi¨® a ingresar al centro. Estuvo all¨ª hasta el 16, el d¨ªa de su cumplea?os, cuando le volvieron a decir que se ten¨ªa que ir, pese a los ruegos que le hizo a la direcci¨®n. Antes de eso, ella ya sospechaba que tendr¨ªa que regresar a las calles y durante la conversaci¨®n con EL PA?S, Valeria mostr¨® unos cortes que se acababa de hacer en el brazo. ¡°Cuando estoy nerviosa, no siento ni dolor ni nada. Empiezo a hacerme cortes como loca y yo no siento nada, hasta que vuelvo en m¨ª y veo que me he cortado mucho. Empec¨¦ a hacerme cortes desde muy peque?a, las manchas de mi pierna son de un cuchillo que me clavaba¡±, explica.
Estos d¨ªas est¨¢ en su casa de nuevo. ¡°Pero me voy a ir en cuanto pueda¡±, explica. Ha tratado de buscar trabajo a trav¨¦s de un programa de la Comunidad de Madrid, aunque duda que lo vaya a conseguir. ¡°Me quiero ir a Francia. Es el ¨²nico sitio donde se me ocurre que est¨¦ fuera de Espa?a. Ah¨ª ir¨¦ a la comisar¨ªa y dir¨¦ que soy mena, y me meter¨¢n en un centro. No pueden dejar en la calle a una menor, como aqu¨ª¡±, remata.
El caso de Valeria supone un reflejo de una realidad oculta, la de cientos de ni?os con familias rotas o sin ellas. La presidenta de la asociaci¨®n Somos Acogida, que escuch¨® el relato de Valeria a finales de noviembre y se lo traslad¨® en una reuni¨®n privada a la directora general de Infancia, Silvia Valma?a, denuncia que no es el ¨²nico caso: ¡°Yo misma he acompa?ado a otros ni?os en el parque hace un tiempo porque los hab¨ªan castigado dej¨¢ndolos en la calle. Llamamos a la polic¨ªa. Ellos no tienen a nadie, su casa es ese centro¡±. Este peri¨®dico ha tenido constancia de otro m¨¢s, el de una chica que, despu¨¦s de salir, lleg¨® a dormir meses en el aeropuerto y volv¨ªa cada d¨ªa, como Valeria, a la puerta del recinto para intentar ingresar. Mucho m¨¢s delgada, hasta con chinches.
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