Noche de luto y llanto alrededor de la furgoneta en la que fue tiroteada Natalia en Puente de Vallecas
La mujer asesinada en el distrito madrile?o este lunes es familiar de un conocido alunicero y fue abordada por un hombre cuando iba en una furgoneta
Una mujer rompe en llanto frente al cord¨®n policial que acota el cruce en el que ha sido asesinada Natalia S., de 42 a?os, en Madrid. ¡°?Lev¨¢ntate, por favor!¡±, repite una y otra vez. Grita en direcci¨®n al lugar en el que hace escasas horas ha sido tiroteada su t¨ªa. Su cuerpo reposa sobre la helada calzada a la espera de que el coche de la funeraria se lo lleve. ¡°?Qu¨¦ van a hacer mis hijos sin ti?¡±, se pregunta la mujer, mientras otras familiares le insisten en que se vaya a casa. Ella se niega con rotundidad. A su alrededor, solo reina el silencio de los familiares y amigos de Natalia, ...
Una mujer rompe en llanto frente al cord¨®n policial que acota el cruce en el que ha sido asesinada Natalia S., de 42 a?os, en Madrid. ¡°?Lev¨¢ntate, por favor!¡±, repite una y otra vez. Grita en direcci¨®n al lugar en el que hace escasas horas ha sido tiroteada su t¨ªa. Su cuerpo reposa sobre la helada calzada a la espera de que el coche de la funeraria se lo lleve. ¡°?Qu¨¦ van a hacer mis hijos sin ti?¡±, se pregunta la mujer, mientras otras familiares le insisten en que se vaya a casa. Ella se niega con rotundidad. A su alrededor, solo reina el silencio de los familiares y amigos de Natalia, tiroteada este lunes cerca de su casa, en el distrito de Puente de Vallecas, cuando estaba dentro de su furgoneta.
Sobre las diez de la noche, la v¨ªctima regresaba a su casa en un veh¨ªculo gris claro por la calle del Lago Maracaibo. Iba ella sola en el veh¨ªculo, explican fuentes policiales. Seg¨²n cuentan algunos de los allegados que se concentraban la madrugada de este martes en torno al lugar de la ejecuci¨®n, Natalia hab¨ªa pasado el d¨ªa con su hermana, la acababa de acercar a su domicilio y se dispon¨ªa a regresar al suyo. El relato de estos familiares apunta a que la v¨ªctima estaba hablando por tel¨¦fono, su interlocutor ha escuchado al otro lado de la l¨ªnea a alguien que le preguntaba si era Natalia y en ese momento se ha cortado la conexi¨®n.
Varios testigos aseguran que llegaron a o¨ªr hasta ocho detonaciones. El Samur contar¨ªa despu¨¦s al menos tres impactos de bala en el hemit¨®rax izquierdo. En el veh¨ªculo quedaron marcados al menos dos agujeros en la chapa de la puerta del conductor, tambi¨¦n hab¨ªa un balazo en la luna delantera y el cristal del asiento del copiloto estaba hecho a?icos. Los atacantes huyeron en un coche oscuro de grandes dimensiones, apuntan varios vecinos.
Tras recibir los disparos, un familiar la sac¨® de la furgoneta gris metalizada a la calzada y all¨ª es donde la encontraron los sanitarios que trataron de recuperarla, sin ¨¦xito, hab¨ªa perdido demasiada sangre y fue imposible revertir la parada cardiorrespiratoria. Falleci¨® a escasos metros de su casa. Un psic¨®logo del Samur atendi¨® a varios familiares que se encontraban en la zona, ante el impacto de lo que acababan de presenciar.
Unas horas despu¨¦s del crimen, decenas de familiares velaban el cad¨¢ver desde la distancia y con la separaci¨®n de un equipo de agentes destinados a evitar disturbios. Un luto instant¨¢neo en una noche que se enfriaba por momentos en la que casi todo el que pod¨ªa se ech¨® una manta sobre los hombros. En una esquina al final de la calle, algo apartado de la multitud, el hijo de la mujer asesinada est¨¢ rodeado de allegados. El silencio solo se rompe por alg¨²n leve susurro. Unos que cuentan las c¨¢maras de vigilancia que se ven en los alrededores y que podr¨¢n ser de ayuda para identificar a los autores del asesinato. Otro cuelga r¨¢pido una videollamada con su hijo que le pregunta cu¨¢ndo volver¨¢ a casa.
Y, en medio de este luto, el zumbido constante del motor de la decena de coches aparcados junto al cord¨®n policial. Los familiares y vecinos se acurrucaban dentro de los veh¨ªculos con la calefacci¨®n a tope. De uno de ellos emerge una figura de autoridad en el clan. Ataviado con sobrero y bast¨®n, el hombre recomienda a un grupo de mujeres que se vaya a casa a descansar. ¡°A esto le queda mucho...¡±, les recuerda, y no se refiere solo a esta madrugada. Es ¨¦l quien conduce a los investigadores policiales al hijo de la v¨ªctima cuando quieren hablar con ¨¦l.
El Grupo VI de Homicidios de la Polic¨ªa Nacional se ha hecho cargo de las pesquisas, en las que est¨¢n abiertos todas las hip¨®tesis. Los agentes del grupo de Delitos Violentos de la polic¨ªa cient¨ªfica se han afanado en tomas muestras. Todav¨ªa les queda el an¨¢lisis m¨¢s completo de la furgoneta, que una gr¨²a ha remolcado sobre las tres de la ma?ana.
La v¨ªctima es familiar de un conocido alunicero, el Gordo Maya, un cliente habitual de la polic¨ªa con decenas de detenciones a sus espaldas. El pasado 15 de julio, el sobrino de la fallecida result¨® herido de bala cuando se encontraba en plena calle, en el distrito madrile?o de Ciudad Lineal. De 24 a?os, es miembro de la banda del Goyito, una organizaci¨®n dedicada a cometer robos por el m¨¦todo del alunizaje, que consiste en estrellar veh¨ªculos contra las lunas de los escaparates de comercios para acceder a los establecimientos y llevarse el bot¨ªn.
Despu¨¦s, en octubre, el alunicero fue detenido por homicidio en grado de tentativa por agredir de forma tan brutal a un hombre en Sese?a (Toledo), que le provoc¨® da?os irreversibles. Su arresto fue posible gracias a que hab¨ªa aparcado mal su coche en la calle Sierra de Meira, a escasos siete minutos del tiroteo mortal de este lunes.
Una lluvia fina ca¨ªa cuando, a las dos y nueve minutos de la madrugada, ha llegado el coche f¨²nebre a recoger el cuerpo, que hasta ese momento hab¨ªa permanecido cubierto por una s¨¢bana blanca. Otra mujer se ha puesto a sollozar mientras clamaba: ¡°?Contigo se van mi paz y mi tranquilidad!¡±.
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