Geopol¨ªtica de barra: China salva al bar espa?ol
Ante la hipsterizaci¨®n y homogeinizaci¨®n de la hosteler¨ªa, en locales impersonales que ya no generan tejido social, los ciudadanos de origen chino mantienen abiertos los bares normales y corrientes donde mezclan la tortilla de patata con el arroz tres delicias
Imagino a un oscuro funcionario en un oscuro despacho de un oscuro ministerio (brutalista, imagino) en Beijing. En la pared se despliega un gran plano de Madrid sobre el que el funcionario va clavando, aqu¨ª y all¨¢, chinchetas rojas. Suena el tel¨¦fono, es el presidente Xi Jinping.
- Camarada, es hora de hacernos con el caf¨¦ bar Los Sauces, la taberna Santa Mar¨ªa y el restaurante asador Miguelito.
Bueno, no s¨¦ si en realidad funciona as¨ª.
Lo que s¨ª s¨¦, porque lo le¨ª en el peri¨®dico, es que China est¨¢ despl...
Imagino a un oscuro funcionario en un oscuro despacho de un oscuro ministerio (brutalista, imagino) en Beijing. En la pared se despliega un gran plano de Madrid sobre el que el funcionario va clavando, aqu¨ª y all¨¢, chinchetas rojas. Suena el tel¨¦fono, es el presidente Xi Jinping.
- Camarada, es hora de hacernos con el caf¨¦ bar Los Sauces, la taberna Santa Mar¨ªa y el restaurante asador Miguelito.
Bueno, no s¨¦ si en realidad funciona as¨ª.
Lo que s¨ª s¨¦, porque lo le¨ª en el peri¨®dico, es que China est¨¢ desplegando su poder como superpotencia con grandes inversiones por toda ?frica. Que intenta reforzar su liderazgo en la zona Asia-Pac¨ªfico. O que expande su influencia cultural a trav¨¦s de los Institutos Confucio. Y tambi¨¦n s¨¦ que los ciudadanos chinos est¨¢n salvando el bar espa?ol, quiz¨¢s en una forma de soft power involuntario. Tal vez la barra met¨¢lica con palillos mondadientes sea la ¨²ltima parada de la Nueva Ruta de la Seda.
Hablamos del bar tradicional. Es decir, del bar de viejos, del bar de barrio, del bar Paco, del bar Manolo, del grasabar. De la tasca de toda la vida. Del bar normal y corriente.
Un espa?ol coge un bar tradicional y piensa enseguida en c¨®mo ¡°modernizarlo¡±, es decir, c¨®mo pijificarlo.
Se convierte en un lugar id¨¦ntico a cualquier otro, con su ladrillo visto, su azulejo blanco y su bombilla vintage (?hoy ser vanguardia es ser lo mismo!). En el mejor de los casos los nuevos promotores prometen ¡°mantener las esencias¡± sin espantar al p¨²blico de toda la vida. Pero las promesas se las lleva la avocado toast: el p¨²blico de toda la vida suele desaparecer como por arte de magia y a meterse qui¨¦n sabe d¨®nde.
?D¨®nde van los se?ores-que-bajan-al-bar cuando no hay bar al que bajar?
(Inciso. Hay ejemplos virtuosos: el exitoso bar Melo¡¯s, en Lavapi¨¦s, fue traspasado a una nueva direcci¨®n joven que, muy inteligentemente, no cambi¨® ni un poster. Y lo sigue petando con sus legendarias croquetas y sus zapatillas, esos bocadillos c¨®smicos donde el lac¨®n y el queso de tetilla forman tambi¨¦n una arquitectura brutalista. Y esa porci¨®n de Madrid sigue pareciendo Madrid).
Pero un emprendedor chino coge un bar tradicional y¡ lo mantiene como est¨¢.
Quiz¨¢s, no s¨¦, por la influencia del pensamiento tao¨ªsta (¡°lo que est¨¢ bien plantado, no ser¨¢ arrancado¡±, escribi¨® Lao Ts¨¦) o la tradici¨®n milenaria del Imperio del Centro. La barra met¨¢lica, el paisanaje de siempre, la tele con las noticias y el partido. Un chorizo colgando por ah¨ª. Conservan as¨ª la gran versatilidad del bar tradicional: desayuno, men¨² del d¨ªa, meriendas, cervezas, copas, lo que usted quiera, joven. Charleta entre gente de toda clase y condici¨®n. Gente que se conoce o que se acabar¨¢ conociendo. Precios razonables y ambiente familiar.
A estos hosteleros chinos deber¨ªan de darles un premio por conservar Madrid mejor que nuestros gobernantes conservadores. El bar tradicional es el que mantiene la funci¨®n social de la hosteler¨ªa: un lugar donde se teje la comunidad y no un mero despacho de comida y de bebida destinado al postureo, que es a lo que se van pareciendo los bares cl¨®nicos del siglo XXI, carne de Instagram.
Curiosamente, los restaurantes chino/occidentales tradicionales (?honor y gloria al rollito de primavera!), con sus cuadros de cascadas y sus figuras de grullas y dragones, s¨ª que se van pijificando y convirtiendo en asian lounges, o cosas peores. Pero el vecino chino cuida tambi¨¦n al grasabar espa?ol y as¨ª provoca felices conjunciones: la de los boquerones en vinagre con el arroz tres delicias. El multiculturalismo funciona.
Una de las mejores tortillas de patata que he probado la produce el mesonero chino del bar Alegr¨ªa, en los aleda?os de Santa Mar¨ªa de la Cabeza. El bar cafeter¨ªa Drag¨®n, frente al Cine Dor¨¦, mantiene parroquia y esencias en mitad de la gentrificaci¨®n rampante. El otro d¨ªa, haciendo yo de parroquiano, con el frescor de la Mahou en la garganta y el de la barra met¨¢lica en el codo, una pandilla de las nuevas generaciones modernas celebraban all¨ª cumplea?os. ?Hasta tienen el peri¨®dico en papel! ?Milagro! Y es m¨¢s: ?el diario EL PA?S!
Todo tiene su reverso tenebroso: el c¨¦lebre bar Una, grande y libre, en Usera, donde un hostelero chino, a la par que franquista, glorifica al dictador y hasta regala su hipot¨¦tico DNI. Yo lo llev¨¦ un tiempo en la cartera, para ense?arlo por ah¨ª: ¡°Mira, lo del chino facha¡±.
Contra la ya muy longeva oleada de franquicias estadounidenses y su carbohidrato imperialista, celebro esta forma de soft power oriental: ?salvar al bar espa?ol!