Si la historia de Marcos te ha hecho pensar y t¨² tambi¨¦n quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
Lo ¨²ltimo que escuch¨® Marcos cuando era ni?o no fue la voz de su madre o el sonido del acorde¨®n de su padre; fue la sinton¨ªa de Barrio S¨¦samo. Una melod¨ªa que volver¨ªa una y otra vez para atormentar su nostalgia sonora durante los 18 a?os que pasar¨ªa en el silencio m¨¢s absoluto. Su infancia fue detenida. Marcos Lechet (Toledo, 1972) se qued¨® totalmente sordo a los cinco a?os por culpa de un sarampi¨®n mal curado. La vida de un ni?o hasta entonces feliz fue asaltada por la tortura de olvidar poco a poco los matices y la huella sonora que van dejando los primeros pasos por la vida: ¡°Ning¨²n oyente puede explicar lo que es el silencio; todos tienen recuerdos sonoros para evocar su ausencia¡±, nos recuerda inteligentemente durante la entrevista. Marcos perdi¨® poco a poco esos recuerdos de las canciones de su madre ¨Ctrapecista de circo¨C, de pisar los charcos, de los besos y caricias, fue perdiendo hasta el recuerdo del sonido de su propia respiraci¨®n.
Marcos, 42 a?os m¨¢s tarde, sigue siendo sordo profundo pero lleva un implante coclear que le permite interpretar los sonidos que recoge un micr¨®fono y transforma un procesador adosado a la cabeza. Su vida ha recuperado el paisaje sonoro de aquella infancia retenida. Hoy su mirada, sus gestos, su forma de hablar devuelven la luz encerrada en los ojos de aquel ni?o. Todo gracias a la primera tecnolog¨ªa bi¨®nica conocida y que le cubri¨® la Seguridad Social. Puede trabajar, puede conversar, puede o¨ªrse respirar. Pero no siempre ha sido as¨ª. Su mantenimiento tiene un coste elevado y cuando tienes pocos recursos, el simple hecho de no tener suficiente dinero para cambiar las pilas o una de las car¨ªsimas piezas puede devolverte al pozo del silencio durante semanas. Castigado sin o¨ªr por no tener dinero. As¨ª de duro.
O¨ªr de nuevo
No es lo mismo no haber o¨ªdo nunca que dejar de o¨ªr porque acostumbrarse al silencio es peor que haber nacido con ¨¦l. La nostalgia auditiva es una tortura para las personas con sordera accidental como Marcos. Sordos poslocutivos (despu¨¦s de aprender a hablar) que van marchitando su lenguaje oral. Que pierden poco a poco el recuerdo de su propia voz, del sonido de un llanto o de una risa, dejando morir una pel¨ªcula en 4k para tener que acostumbrarse al cine mudo. Una discapacidad invisible que, al no llevar ni bastones ni ortopedia, no anuncia a la sociedad el respeto y cuidado que merece.
Cuenta Marcos que hay beb¨¦s implantados cuyas familias no pueden hacerse cargo del mantenimiento del aparato y de la noche a la ma?ana dejan de o¨ªr. Beb¨¦s que se desesperan porque de repente desaparece la voz de sus padres.
Cuando el m¨¦dico de Marcos encendi¨® por primera vez su implante a los 23 a?os oy¨® un chasquido que hoy interpreta como el descorche de una botella de champ¨¢n, era la celebraci¨®n por volver a escuchar su voz, por recuperar aquella nostalgia dormida durante tanto tiempo. Se le ilumina la cara recordando aquello: ¡°El murmullo de la calle, los coches, la gente, la voz de su madre. Era volver a vivir, volver a estar en un lugar que yo sent¨ªa que me pertenec¨ªa¡±. La misma felicidad que disfrutan ya unos 16.500 espa?oles.
La pobreza del silencio
Esa oscuridad sonora de 18 a?os que pas¨® Marcos ha creado un personaje introvertido pero con las ideas muy claras. Cuando su entorno enmudeci¨® se refugi¨® en la lectura y en la reflexi¨®n personal: ¡°Me aisl¨¦. Rehu¨ªa las conversaciones. Me volv¨ª arisco. No era desobediente, era un ni?o que no quer¨ªa participar en nada. Quer¨ªa que me dejaran solo en mi burbuja¡±. Es lo normal. El fracaso escolar en la comunidad sorda ronda el 80%, un muro que dificulta el acceso al mercado laboral y favorece esa pobreza auditiva. Esa desconexi¨®n social fue modelando tambi¨¦n un personaje rebelde, inconformista y solitario que, sin embargo, eligi¨® invertir lo que no ten¨ªa en luchar para que o¨ªr no fuera un art¨ªculo de lujo.
Ese es el personaje que fascina y que ilumina. ?rase un hombre generoso a un implante coclear pegado. Un hombre feliz que mira, que sonr¨ªe y escucha m¨¢s all¨¢ de su aparato y de sus intereses, que son los de una vida llena de estrecheces. Capaz de pasar el d¨ªa repartiendo informaci¨®n sobre su causa en la playa, en las oficinas del INEM buscando trabajo, organizando la primera marcha de implantados en Madrid o contestando a admiradores que le escriben desde Australia.
Marcos se ha currado encuentros con Mariano Rajoy, con Gaspar Llamazares y con ministros y senadores en Madrid. Visitas que no han acabado en un buf¨¦ o con un catering en el Congreso, sino con la soledad de un bocata en cualquier banco de la capital. Marcos nunca ha cobrado dietas por defender los derechos de los ciudadanos, ni le pagan sus desplazamientos o gastos, ni tiene responsable de prensa m¨¢s all¨¢ de su perfil de Facebook. Esa ilusi¨®n por conseguir avances le hace olvidar que viene siempre con lo puesto desde su casa en Telde (Gran Canaria).
¡°En una de tantas de mis reuniones a Madrid me pill¨® tan de sorpresa que apenas ten¨ªa los recursos para viajar. Recuerdo que mi hijo ten¨ªa el ch¨¢ndal del colegio roto, si se lo compraba no tendr¨ªa lo suficiente para el viaje. Me volv¨ª loco, no sab¨ªa qu¨¦ hacer, me sent¨ª responsable ante las personas sordas con implantes y no pod¨ªa dejar de ir¡±, cuenta por WhatsApp mientras manda orgulloso fotos y recortes de prensa con todos los protagonistas. Eligi¨® el peor camino para ¨¦l pero el mejor para su comunidad.
Su hijo merec¨ªa m¨¢s que un ch¨¢ndal nuevo, merec¨ªa poder ser escuchado siempre. De eso se dio cuenta unos a?os antes, cuando a Marcos se le estrope¨® el cable del procesador (200 euros) y tard¨® cuatro semanas en conseguir uno nuevo: ¡°Nos casamos con una marca y tu vida depende de ella¡±, recuerda. En ese momento de sordera forzosa cambi¨® todo: ¡°Miraba a mi hijo de tres a?os y no entend¨ªa lo que quer¨ªa. Me frustraba. Me sent¨¦ y empec¨¦ a llorar de la impotencia de ser sordo. M¨¢s que en toda mi ni?ez, m¨¢s que en aquellos 18 a?os de soledad¡±.
Despu¨¦s de seis a?os de viajes en precario, de aporrear puertas, de crisis personales y varias toallas por el suelo, Marcos sigue combinando sus trabajos de jardiner¨ªa y limpieza con la satisfacci¨®n de haber conseguido m¨¢s de 260.000 firmas para su causa, que su nombre se taquigraf¨ªe en las actas del Congreso, que la opini¨®n p¨²blica sepa lo que es un implante coclear, que Sanidad ampl¨ªe la cartera de coberturas al colectivo de implantados y que el oligopolio de las marcas se disperse para que la competencia genere una bajada de precios. Todas esas victorias demuestran que hay causas y hombres que no se forjan con dinero, que hay que escuchar siempre al que tiene algo justo que pedir y que merece la pena luchar para que un derecho no se convierta en privilegio, aunque muchos sigan haciendo o¨ªdos sordos.
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Contenido adaptado del v¨ªdeo de Marcos
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Marcos Lechet a los 23 a?os volvi¨® a o¨ªr gracias al implante coclear, un dispositivo poco accesible por coste y mantenimiento. Inici¨® una petici¨®n en Change.org y, tras seis a?os de lucha, ha conseguido que m¨¢s personas tengan acceso al implante.
00:21
(Marcos) Soy sordo profundo desde los cinco a?os, estoy muy contento de poder explicar lo que es vivir la sordera y el silencio absoluto.
00:55
(Marcos) Yo cre¨ªa que o¨ªa bien, pero un d¨ªa escuchando Barrio S¨¦samo de pronto dej¨¦ de hacerlo, anhelaba volver a o¨ªr; de hecho, cuando iba a los especialistas, mi padre siempre era muy optimista. Siempre me ha dicho: ¡°Hijo, ver¨¢s c¨®mo encuentran la cura a la sordera¡±. Sab¨ªa que la ¨²nica forma de volver a o¨ªr ser¨ªa que ocurriera un milagro.
01:22
(Marcos) Trat¨¦ entonces de dejar de lamentarme y ponerme a vivir con mi discapacidad. Cuando ten¨ªa 23 a?os hab¨ªa pasado 18 a?os en el silencio m¨¢s absoluto, mi padre me dijo: ¡°Mira que creo que han inventado un dispositivo que...¡±. Y dije: ¡°?No! No, te dije que no¡±.
01:42
(Marcos) ¡°Ve y si te dicen que no, tiro yo tambi¨¦n la toalla¡±, respondi¨® el padre. Cuando leo los labios del m¨¦dico que dice: ¡°Vas a volver a o¨ªr, voy a activar el implante, cuando yo lo active quiero que me digas c¨®mo te llamas¡±.
01:57
(Marcos) ¡°Marcos¡±.
01:58
(Marcos) Fue o¨ªr por primera vez mi voz y sent¨ª una mezcla de emociones.
02:09
(Marcos) No sab¨ªa si llorar, si re¨ªr, lo ¨²nico que hac¨ªa era emocionarme. Todav¨ªa me asombro de estar escuchando mi voz, fue como volver a estar en un lugar que me pertenec¨ªa.
02:34
(Marcos) La seguridad social te coloca el primer implante de forma gratuita y despu¨¦s el mantenimiento y los gastos corren a cargo del usuario. Un procesador que tengo aqu¨ª en la oreja, si se rompe te puede costar 8.000 euros. Te puede entrar una mota de polvo, la humedad, y entonces hace que tengas que estar pagando. Eso es un gasto muy considerable para muchas familias que a veces tiene que elegir entre comer o pagar el procesador.
03:04
(Ni?o) ?Qu¨¦ pasa ah¨ª? ?Hay ruiditos?
03:08
(Marcos) Descubr¨ª la plataforma Change.org y me atrev¨ª a hacer una petici¨®n: ¡°Pido al Ministerio de Sanidad que se re¨²nan con los fabricantes y negocien precios accesibles y asequibles, para que nadie jam¨¢s dej¨¦ de o¨ªr por no tener dinero¡±.
03:27
(Ni?o) Marcos, muchas gracias por ayudar a las personas que tienen aparatos como yo.
03:34
(Marcos) O¨ªr tiene que ser un derecho. He logrado muchas cosas, ha sido una lucha en la que tambi¨¦n he perdido muchas cosas pero que lo volver¨ªa a hacer.
03:45
(Marcos) Si la vida ha querido que yo sea sordo, yo soy sordo pero tratando de ser feliz, porque la vida, la felicidad no se mide en decibelios.
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