Aznar la reinvenci¨®n de un presidente
El 13 de abril de 2004, hace 10 a?os, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar celebr¨® su ¨²ltimo Consejo de Ministros, se despidi¨® de los gatos, empaquet¨® sus cosas y abandon¨® el palacio de la Moncloa, donde hab¨ªa vivido desde el 3 de mayo de 1996. Ten¨ªa 51 a?os, estaba en su mejor momento profesional y ya era un parado de lujo. Un jarr¨®n chino. Estaba convencido de que nunca ser¨ªa nada m¨¢s importante de lo que hab¨ªa sido, presidente del Gobierno, pero tambi¨¦n de que ten¨ªa una nueva vida por delante. En esta d¨¦cada prodigiosa, Aznar ha colocado a su laboratorio de ideas, FAES, en el primer puesto de Espa?a, colaborado con universidades americanas, dado conferencias y asesorado a multinacionales. Ha ganado mucho dinero y estilizado su f¨ªsico. Esta es su historia contada en parte por ¨¦l.
Dos horas diarias de ejercicio. Carrera de 14 kil¨®metros; series de velocidad de 40, 60 y 80 metros; 600 abdominales con lastre en los tobillos en series de 100. Pesas, golf, p¨¢del. Con la misma voluntad de hierro con que ha esculpido sus abdominales durante esta ¨²ltima d¨¦cada se enfrent¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a su retiro de la pol¨ªtica con solo 51 a?os, en el mejor momento de su vida profesional. El 13 de abril de 2004 abandonaba el palacio de la Moncloa y se convert¨ªa en expresidente. Un parado de lujo. Una figura a¨²n extra?a e inc¨®moda en Espa?a que un d¨ªa defini¨® felizmente otro jefe del Ejecutivo cesante, Felipe Gonz¨¢lez, como un ¡°jarr¨®n chino¡±: ¡°Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos peque?os. No se retiran del mobiliario porque se supone que son valiosos, pero est¨¢n todo el rato estorbando¡±.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar est¨¢ de buen humor. Da la mano con un impulso estilo Nuevo Mundo. Muestra una hospitalidad razonable. Estamos en su territorio. Se refiere a su interlocutor por el nombre, aunque no le apea el usted. Sonr¨ªe camuflando su mirada bajo unas cejas como tizones: ¡°Ya me dir¨¢ en qu¨¦ le puedo ayudar¡±. Nueva sonrisa. Buena se?al en un hombre al que los que le conocen califican (sin excepci¨®n) como seco, t¨ªmido y reservado. ¡°Tiene un problema de comunicaci¨®n, siempre parece cabreado; es m¨¢s c¨®mo dice las cosas que lo que realmente dice¡±, nos han advertido. ¡°Odia las conversaciones intrascendentes y, sobre todo, los cotilleos¡±, comentan. ¡°Se toma todo a pecho; vive la pol¨ªtica con pasi¨®n, sufre por Espa?a, y en ese espacio carece de sentido del humor¡±, recalcan. ¡°Un d¨ªa ley¨® que los emperadores hablaban poco, despacio y bajito, y se qued¨® con esa copla¡±, describe Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, ex secretario de Estado de Comunicaci¨®n y amigo personal de la familia, ¡°as¨ª concibe Aznar la seriedad y responsabilidad del lugar que ocupa. Sobre todo en contraposici¨®n al gracejo andaluz de Felipe Gonz¨¢lez. Y mejor que no se haga el gracioso: nunca funciona¡±.
Otros (todos responsables del PP durante sus dos legislaturas y que exigen anonimato) escalan m¨¢s alto en sus calificativos a prop¨®sito del personaje hasta ¨¢spero, antip¨¢tico o, incluso, pagado de s¨ª mismo. Cada uno atesora su particular an¨¦cdota. En una ocasi¨®n se cruz¨® con dos de sus ministros en el Congreso y no les dirigi¨® ni una mirada: ¡°?Crees que sabe que somos miembros de su Gobierno?¡±, le pregunt¨® uno a otro con sorna. Un tercer miembro del Ejecutivo recuerda un viaje a su lado hasta Chile, donde no abri¨® la boca durante las 14 horas de vuelo: ¡°Solo solt¨® gru?idos y onomatopeyas¡±. Son recurrentes las descripciones sobre sus espesos silencios. Algunos de los miembros de sus gabinetes describen con terror las miradas de reproche del c¨¦sar, elevando la vista por encima de sus gafas; y el completo mutismo que se hizo en la mesa del Ejecutivo ante la inminencia de apoyar la invasi¨®n de Irak, en la primavera de 2003, una decisi¨®n personal y personificada en Aznar ¡°para sacar a Espa?a del rinc¨®n de la historia¡±. ¡°Nadie puso una pega; no se escuch¨® ni una mosca¡±, jura un exministro. Dos de sus exministras favoritas, Esperanza Aguirre y Ana de Palacio, dan las ¨²ltimas pinceladas a ese retrato de autoridad incontestable. Para la primera, ¡°en el mundo no me ha impresionado nadie: Juan Pablo II, la reina Isabel, el Dal¨¢i Lama. Nadie. Solo me impresiona Aznar. Y cuando ¨¦l me ha encargado algo, no he osado discutirle¡±. Para la segunda, ¡°es que el presidente manda como Dios; los hay m¨¢s altos y simp¨¢ticos, con m¨¢s idiomas y m¨¢ster, pero cuando ¨¦l manda, nadie replica¡±.
Aznar, consumidor compulsivo de poes¨ªa, y con una clara predilecci¨®n por la Generaci¨®n del 98 y su an¨¢lisis de la ¡°tragedia de Espa?a¡±, prefiere definir su car¨¢cter con un adjetivo m¨¢s l¨ªrico: ¡°Intimista¡±. Se ha referido en alguna ocasi¨®n a esa renuencia a exhibir sus emociones como ¡°su huerto privado¡±. Sin embargo, en sus dos ¨²ltimos tomos de memorias (y van seis) se desnuda y describe como alguien sensible, serio, coherente, sereno, ambicioso, aglutinador de todo lo que estaba a la derecha de la izquierda y necesario para este pa¨ªs; como un fino cr¨ªtico cultural, lector incansable, buen conversador, esforzado deportista, amante de la familia, amigo de los animales y cautivado por la naturaleza; proclive a perdonar y dispuesto a cambiar Espa?a de acuerdo a su particular idea de c¨®mo deb¨ªa ser. Y qu¨¦ papel deb¨ªa representar en el mundo. Aunque fuera a costa de abrazar incondicionalmente a la Administraci¨®n de Bush y acabar de un plumazo con dos d¨¦cadas de consenso en pol¨ªtica exterior. Aznar no se considera ni de lejos un conservador. Ni un inmovilista. Eso, seg¨²n su entorno, se lo deja a Mariano Rajoy. ?l se siente un regeneracionista. Educado pol¨ªticamente a trav¨¦s de sus lecturas de historia de la decadencia de Espa?a desde el siglo XVI.
A lo largo de los seis tomos editados por Planeta (su grupo de comunicaci¨®n de confianza, no solo en lo editorial, tambi¨¦n a trav¨¦s de sus medios participados: Antena 3, Onda Cero y La Raz¨®n), Aznar deja claro que no se arrepiente de nada. Considera que hizo un buen trabajo al frente del Ejecutivo entre 1996 y 2004, y que la historia no le ha hecho justicia. Lo confirma sin atisbo de dudas en su segundo libro, editado en 2005: ¡°Estoy convencido de que, en l¨ªneas generales, sali¨® bien, y habr¨ªa salido perfectamente de no ser por los ataques del 11 de marzo¡±.
De las conversaciones con varios de sus colaboradores m¨¢s ¨ªntimos se deduce que Aznar ten¨ªa detallado en su bloc azul c¨®mo quer¨ªa que fuera Espa?a. Especialmente, tras conseguir mayor¨ªa absoluta en su segunda legislatura en 2000. A partir de ese momento, intent¨® correr m¨¢s que el destino. Incluso con el nombramiento a dedo de Mariano Rajoy (en teor¨ªa, el m¨¢s continuista y aznarista de sus barones) como sucesor. La realidad puso las cosas en su sitio. Para uno de sus antiguos hombres de confianza en La Moncloa (cuyas declaraciones est¨¢n trufadas con reflexiones de otros de sus antiguos hombres m¨¢s cercanos), ¡°su proyecto era a 50 a?os; contaba con todas las piezas y le encajaban. Ten¨ªa una visi¨®n hist¨®rica y geopol¨ªtica de Espa?a, pero solo ocho a?os para llevarla a cabo, porque hab¨ªa jurado que se ir¨ªa tras dos mandatos. Y de esa circunstancia, de esa falta de tiempo, llega la vertiginosa aceleraci¨®n de decisiones err¨®neas en su segunda legislatura (2000- 2004): la boda fara¨®nica de su hija, la candidatura de su mujer al Ayuntamiento de Madrid, la recuperaci¨®n militar de Perejil, la entrada acelerada en la guerra de Irak. No dispon¨ªa de tiempo. Y avanzar y reflexionar simult¨¢neamente es imposible. Y menos si nadie te lleva la contraria¡±. Para otro de sus colaboradores, ¡°cuando llega el momento de marcharse, en abril de 2004, su proyecto est¨¢ sin concluir. Y pasa algo extra?o: se va pero no se va. Est¨¢ convencido de que otros deben seguir esa hoja de ruta trazada por ¨¦l. Principalmente en asuntos como ETA o en su concepci¨®n de Espa?a. Aznar visualiza el PP como su obra; ¨¦l ha reunido a todo el centro-derecha y lo ha conducido hasta el poder. Y eso es innegable. Y de esa forma ha mantenido una enorme capacidad de interferencia en las filas populares. Ha intentado seguir orientando la pol¨ªtica del partido, pero, al tiempo, se ha inhibido de la vida diaria de la organizaci¨®n. No ha aparecido en un solo Comit¨¦ Ejecutivo Nacional. Est¨¢ pero no est¨¢. Se ha ido pero no se ha ido del todo. Nadie le puede acusar de meterse directamente en las decisiones de Rajoy, ni moverle la silla. Si hubiese querido, lo hubiera hecho en el congreso de Valencia, en 2008, cuando Mariano hab¨ªa perdido frente a Zapatero por segunda vez y era m¨¢s vulnerable. Pod¨ªa haber calentado la cabeza a Esperanza para que se batiera con Rajoy. Y no movi¨® un dedo. Pero cuando abre la boca, tiene un estilo que¡ parece que est¨¢ siempre dando instrucciones al partido. Es un equilibrio muy raro¡±.
Para otro miembro de su vieja fontaner¨ªa, ¡°Aznar quiso ser De Gaulle. El general impregn¨® en solo 10 a?os a las derechas francesas con sus ideas (patriotismo, republicanismo, idealismo, estatismo, antiamericanismo, tradicionalismo cultural y modernizaci¨®n tecnol¨®gica), y esas derechas se mantienen en esa sinton¨ªa desde hace medio siglo. Nadie se atreve a poner en solfa el gaullismo en Francia. A Aznar le hubiera gustado algo similar en Espa?a. Y por eso interpreta el atentado del 11-M como un intento de acabar con su leg¨ªtimo legado ideol¨®gico. Y hoy comienza a intuir que su obra se est¨¢ hundiendo¡±. En el Partido Popular corre una frase que repetir¨¢n varios de sus miembros a este periodista: ¡°Tras la victoria de Rajoy por mayor¨ªa absoluta, hemos matado al padre¡±. Hay otra reflexi¨®n en el mismo sentido: ¡°El partido tiene m¨¢s poder que nunca. M¨¢s cargos p¨²blicos para repartir que nunca. M¨¢s mamandurria que nunca. Nadie con un puesto p¨²blico va a reivindicar a Aznar. Y si se atreve, lo hace con un ojo puesto en la direcci¨®n nacional; con un ojo puesto en el poder. Por si acaso¡±. Cuando le comento a Aznar la inscripci¨®n que han grabado sobre la tumba de Adolfo Su¨¢rez (¡°La concordia fue posible¡±) y le pregunto c¨®mo querr¨ªa pasar a la historia, qu¨¦ inscripci¨®n pondr¨ªa en su pante¨®n, se queda helado; luego, desasosegado, y al final masculla: ¡°Yo, de l¨¢pida, nada, y de inscripciones, menos. No quiero ni tumba, ni pante¨®n, ni pasar a la historia, ni nada de nada. Uno inicia proyectos para que otros los sigan. Lo importante en pol¨ªtica es una continuidad que se cimiente en ideas, convicciones y valores. Que no haya bandazos. Las cosas en pol¨ªtica tienen que tener una continuidad y no empezar de cero cada cuatro a?os. As¨ª nos ha ido en Espa?a con esos cortes hist¨®ricos¡±.
¨C?El Gobierno actual sigue el proyecto que usted inici¨®?
¨CHablemos de otra cosa.
Sus amigos (Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, ex secretario general de CCOO ; P¨ªo Cabanillas, ex ministro portavoz y cuyo padre fue una especie de coach del futuro presidente antes de serlo; o su asesor de pol¨ªtica internacional, Rafael Bardaj¨ª, con el que desde que dej¨® la presidencia ha dado varias vueltas al mundo) dicen que ese aire adusto que adopta es un puro mecanismo de autodefensa, una forma de autoafirmaci¨®n; que Aznar gana en el cuerpo a cuerpo, en las distancias cortas; y entonces, con paciencia, puede llegar a ser un interlocutor le¨ªdo, ameno y hasta entra?able, y, por supuesto, adicto al Real Madrid. ¡°Pero nunca esperes un gran abrazo de su parte o un elogio desmesurado, le cuesta mucho arrancar¡±, explica Cabanillas. ¡°Estuvo rodeado de mucha adulaci¨®n¡±, explica Fidalgo. ¡°Y se trata de hablarle como a una persona y que ¨¦l hable como una persona, no como un dios¡±.
¡°Sabr¨¢ usted que es el primer periodista de El Pa¨ªs que se sienta en ese sof¨¢ en 14 a?os. Es todo un acontecimiento¡±, me comenta Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
¨CBueno, a ver si se anima y le vemos m¨¢s a menudo...
¨CJe, je, je.
Hoy puede ser el gran d¨ªa. Acaba de llegar de Polonia, da una charla en Madrid a miembros de la derecha europea (les ha advertido de los peligros del proceso secesionista en el Viejo Continente, exhortado a apostar por el atlantismo y confirmado: ¡°Voy a ser perseverante en la defensa de los valores en los que creo¡±) y se marcha a la carrera a Israel (uno de sus destinos pol¨ªticos favoritos y de cuyo grupo de apoyo p¨²blico es un miembro activo, a trav¨¦s de Friends of Israel, la organizaci¨®n a favor del Estado hebreo que promovi¨® en 2010, y tambi¨¦n de su participaci¨®n en el American Israel Public Affairs Committee ¨C AIPAC¨C, un destacado lobby que trabaja ante el Congreso y la Casa Blanca).
A continuaci¨®n, volar¨¢ a Estados Unidos: el lugar donde se encuentra m¨¢s c¨®modo y reconocido; donde mantiene una relaci¨®n cordial con el matrimonio Clinton, familiar con el clan Bush, fruct¨ªfera econ¨®micamente con los Vulcanos (el antiguo equipo de Bush) y sus empresarios colindantes, e ideol¨®gicamente a salvo junto a los miembros del ala m¨¢s dura del Partido Republicano, como Marco Rubio, Mitt Romney, Jon Huntsman, la familia D¨ªaz-Balart, John Bolton, Newt Gingrich o Ileana Ros-Lehtinen. All¨ª tiene su particular El Dorado, entre Washington y Miami. Dos puntos clave para influir en el continente americano.
Pasa 200 d¨ªas al a?o fuera de Espa?a y recorre 400.000 kil¨®metros. Da clases como distinguished fellow (profesor distinguido) en la Universidad Johns Hopkins desde 2011, dirige un par de centros de estudios trasatl¨¢nticos con especial atenci¨®n en Latinoam¨¦rica, dicta conferencias muy bien pagadas, escribe libros, asesora (al menos) a cinco multinacionales (mineras, el¨¦ctricas, de comunicaci¨®n, servicios legales, y auditor¨ªa y servicios profesionales), participa en media docena de grupos de presi¨®n y think tank y abre puertas. Gana mucho dinero. M¨¢s que nunca en la existencia de este discreto inspector de Hacienda que aspir¨® a personificar a la austera y sacrificada clase media castellana. Lo recalcaba en 2000: ¡°Los libros es lo ¨²nico que van a heredar mis hijos. De mi padre solo hered¨¦ seriedad, honradez y una biblioteca; no se dedic¨® a amasar fortunas. Los Aznar ricos no tienen que ver conmigo¡±.
Aunque sus ingresos se han multiplicado por 20 desde aquellos viejos tiempos de La Moncloa; aunque su sociedad familiar Famaztella (con la que el matrimonio Aznar-Botella canaliza sus ingresos por libros y conferencias) ha logrado alcanzar un patrimonio de m¨¢s de 2,2 millones de euros; aunque cobra no menos de 200.000 euros anuales por cada asesor¨ªa, 40.000 por conferencia, 75.000 como expresidente, y se acaba de comprar una mansi¨®n de un par de millones en la zona m¨¢s noble de Marbella (su descanso del guerrero, ejercicio de buena ma?ana, paseo con los perros por la playa, lectura de tarde, golf al caer el sol y cenas con amigos hasta no m¨¢s de la medianoche), contin¨²a incidiendo en lo duro que es salir adelante y lo dif¨ªcil que est¨¢ la econom¨ªa dom¨¦stica: ¡°Me cuesta mucho ganarme honradamente la vida y pago hasta el ¨²ltimo de mis impuestos¡±, recalca. Fernando Villalonga, diplom¨¢tico, exsecretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y persona cercana a Ana Botella, confirma que ¡°aunque viven con m¨¢s desahogo que nunca, siguen pensando, viviendo y vistiendo como la cl¨¢sica familia de clase media acomodada madrile?a, en eso no han cambiado desde que estaban en Logro?o a finales de los setenta. En su casa se sigue comiendo lo mismo que hace 25 a?os¡±.
En el sector oficial del Partido Popular, toda la intensa actividad acad¨¦mico-empresarial de Aznar se observa de soslayo y se resume con acidez: ¡°El presidente, a sus cosas, a sus negocios¡±. Para decir a continuaci¨®n en relaci¨®n con lo anterior: ¡°Su tiempo pol¨ªtico ha pasado. Se merece un descanso¡±. Cuando le pregunto a Aznar si se siente solo dando tantas vueltas al planeta, contesta: ¡°Las cosas son como son. Hay que trabajar duro. Y claro que me gustar¨ªa tener muchas veces una persona a mi lado¡ Quiero decir¡ a mi mujer¡¡±. La sonrisa se convierte por primera vez en risa y pone cara de chico travieso.
Su despacho no es muy grande; blanco, desnudo, cartesiano, con un escritorio moderno ordenado a conciencia, alg¨²n grabado, espesos estores y una gruesa moqueta color crema que amortigua las pisadas como un silenciador. La luz es tenue. Estamos solos. En su burbuja madrile?a. Entre estas cuatro paredes confluyen sus dos personalidades: presidente de la Fundaci¨®n para el An¨¢lisis y los Estudios Sociales (FAES) expresidente del Gobierno (el Estado paga una parte del alquiler y los gastos de esta oficina). Con la primera, b¨¢sicamente, extiende sus ideas (no tiene sueldo en esta fundaci¨®n, ni tampoco en sus apariciones acad¨¦micas), con la segunda hace caja. Un agente de celebrities que tiene en su n¨®mina a varios exjefes de Gobierno explica: ¡°En el fondo, lo que importa a los antiguos mandatarios es que no se olviden de ellos; son m¨¢s eg¨®latras que avariciosos. De hecho, solo cobran un tercio de las conferencias que pronuncian. Y en Espa?a suelen darlas gratis. Quieren seguir influyendo, contar en el mundo, no solo forrarse. ?Y c¨®mo lo hacen? Facturando por conferencias, asesor¨ªas y libros, y montando con esa financiaci¨®n una estructura de apoyo personal: un equipo de comunicaci¨®n, de escritores de libros y conferencias, de gente que te lleve la agenda y la p¨¢gina web¡ El que mejor lo ha hecho en Espa?a ha sido Aznar montando FAES . Ha sido met¨®dico hasta para planificar su retirada. En FAES incluso le llevan a cabo su sitio online. Sin embargo, est¨¢ muy lejos en ingresos de Blair, que factura con su compa?¨ªa Tony Blair Associates m¨¢s de 30 millones de euros al a?o, o Clinton, que cobra hasta 200.000 euros por conferencia. El gran mercado de Aznar est¨¢ en Estados Unidos. Mientras, Felipe Gonz¨¢lez (que nunca se puso a aprender ingl¨¦s) es una gran estrella en Latinoam¨¦rica, y Zapatero est¨¢ comenzando a cultivar ese territorio¡±.
Pocos est¨¢n autorizados a acceder a esta zona privada del cuartel general de FAES , el laboratorio de ideas y plataforma pol¨ªtica ¡°de Aznar y para Aznar¡± que construyeron a su medida sus j¨®venes turcos neoliberales en 1989 (bajo la batuta del diputado Miguel ?ngel Cort¨¦s) y ha cumplido en estos 10 ¨²ltimos a?os a la perfecci¨®n su papel de altavoz de las ideas y refugio moral y log¨ªstico de Aznar, desde una semana m¨¢s tarde de abandonar la presidencia del Gobierno (el 13 de abril de 2004). Para entrar aqu¨ª hay que sortear un segundo control de acceso que se activa con la huella. La seguridad de Aznar es notoria. En el portal nos hemos topado con cuatro escoltas de su servicio de protecci¨®n (dirigido y financiado desde el palacio de la Moncloa) charlando de f¨²tbol y vacaciones en torno al Peugeot 607 oficial del presidente, del mismo tono marengo que sus ternos de las grandes ocasiones.
No hay que olvidar que ETA plane¨® acabar con su vida al menos cuatro veces y una de ellas, el 19 de abril de 1995, estuvo a punto de conseguirlo: revent¨® su Audi V8 en el centro de Madrid; acab¨® con la vida de Margarita Gonz¨¢lez Mansilla, de 73 a?os, y provoc¨® una veintena de heridos. ¡°La obsesi¨®n de Aznar siempre fue ETA, y ETA siempre estuvo obsesionada con ¨¦l. Quisieron matarle incontables veces, era su enemigo m¨¢s encarnizado¡±, analiza un antiguo responsable de los servicios de inteligencia. ¡°De ah¨ª su progresiva convicci¨®n de que todos los terrorismos eran lo mismo (desde Palestina hasta el Pa¨ªs Vasco y desde Colombia hasta Manhattan) y que no hab¨ªa que darles ni agua, ni nada que negociar ellos; su aproximaci¨®n a las tesis de los halcones israel¨ªs y los neocon, sobre todo despu¨¦s de la Segunda Intifada (2000) y los atentados de las Torres Gemelas (2001), y su consiguiente distanciamiento de los ¨¢rabes¡±.
Ese an¨¢lisis del terrorismo como enemigo implacable lo remachaba Aznar en su segundo libro biogr¨¢fico, Retratos y perfiles, de 2005: ¡°Ya nadie puede llamarse a enga?o. Todos los terrorismos son iguales. No hay heroicidad, ni ¨¦pica, ni romanticismo en el recurso a la violencia contra personas inocentes¡±. ?C¨®mo marc¨® pol¨ªticamente al presidente del Gobierno haber sido v¨ªctima de un atentado? Para Javier Rup¨¦rez, embajador en Washington entre 2000 y 2004, amigo de Aznar y tambi¨¦n objetivo de ETA, que le mantuvo secuestrado un mes, en 1979, ¡°mis valoraciones del terrorismo no est¨¢n unidas a mi experiencia como v¨ªctima. Y como yo, Aznar no est¨¢ condicionado por ese hecho. No pes¨® nunca en su toma de decisiones en materia de seguridad. A Aznar nadie tiene que explicarle lo que es el terrorismo, el sufrimiento que provoca, pero no es decididamente antiterrorista porque hayan intentado matarle cuatro veces. No es una persona traumatizada por eso hecho. Lo hemos hablado algunas veces. Ninguno de los dos lo estamos¡±.
Contiguo al limbo de Aznar en FAES hay una sala de reuniones que cumple las funciones de museo del aznarismo. Aqu¨ª est¨¢n gran parte de los 5.000 libros que reuni¨® en La Moncloa y sac¨® de all¨ª la primera semana de abril de 2004, tras la derrota en las elecciones frente a Rodr¨ªguez Zapatero (¡°He procurado estar lo m¨¢s ocupado posible con el traslado de la casa, hasta llegar a ilusionarme. He empaquetado, trasladado y transportado muchas cosas, sobre todo libros, cajas, papeles; preparando la casa y preparando el despacho de la fundaci¨®n¡±, anotaba en su diario en aquellos d¨ªas). En esta sala hay adem¨¢s recuerdos, trofeos (de gusto dudoso) y fotograf¨ªas. Un vistazo al vuelo: Aznar con el Rey, Juan Pablo II, Margaret Thatcher, Tony Blair, Bill Clinton, Fraga y George W. Bush. Hay cartas enmarcadas con membrete de Downing Street y de la Casa Blanca, esta ¨²ltima autografiada por Bush que concluye con un ¡°God bless Spain¡±; im¨¢genes con los soldados espa?oles en Irak, de la bandera espa?ola ondeando en la isla de Perejil y de Aznar vestido de minero en los yacimientos de oro de Pueblo Viejo, en Rep¨²blica Dominicana, propiedad de Barrick, una empresa minera canadiense vinculada a los Bush en la que presta sus servicios como asesor. Otro recuerdo que le gusta mostrar es una enorme fotograf¨ªa nocturna tomada por un sat¨¦lite esp¨ªa de Estados Unidos de las dos Coreas, donde la del Sur (capitalista) aparece cubierta de luces y en la del Norte (comunista) no brillan m¨¢s que unas candelas en torno a su capital, Pyongyang. Un regalo del secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld, uno de los halcones de la Administraci¨®n de Bush responsables de la intervenci¨®n en Irak.
En la otra ala de este inmueble de FAES , oculto en un edificio moderno e impersonal del madrile?o barrio de Salamanca, se hace la luz y uno se topa con los 40 empleados (una mezcla de t¨¦cnicos, acad¨¦micos y activistas) que trabajan en este centro de pensamiento conservador, el n¨²mero 60 del mundo y el primer think tank pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs. Su misi¨®n, organizar discretos seminarios y foros de discusi¨®n pol¨ªtica; campus de verano en Espa?a y Latinoam¨¦rica para j¨®venes en su longitud de onda ideol¨®gica; proporcionar cursos de formaci¨®n a los cuadros del PP; editar libros, papeles y revistas en formato convencional y electr¨®nico propagando sus an¨¢lisis y creencias; extender una red de contactos con la poderosa nebulosa de f¨¢bricas de ideas de la derecha planetaria, y proporcionar munici¨®n ideol¨®gica al PP y tambi¨¦n una visi¨®n estrat¨¦gica para que, a partir de ese embri¨®n, construya sus propuestas. ¡°En FAES se circula con las luces largas, mirando lejos. De forma abierta, meditada y con tiempo; sin la presi¨®n diaria de las pol¨ªticas del Gobierno o de la disciplina de la militancia del partido¡±, resume Jaime Garc¨ªa-Legaz, secretario de Estado de Comercio y antiguo n¨²mero dos de FAES . El primer reto de Aznar al abandonar La Moncloa el 13 de abril de 2004 y aterrizar en la calle de Juan Bravo fue conseguir que su laboratorio superara a las fundaciones del PSOE ; que se coronara como el think tank m¨¢s poderoso del pa¨ªs. Un ejemplo m¨¢s de la avidez competitiva de Aznar, que de ni?o se cog¨ªa unos rebotes tremendos cada vez que perd¨ªa un partido de f¨²tbol o balonmano en el colegio del Pilar. ¡°Vamos a ser los primeros¡±. As¨ª se lo exigi¨® a sus m¨¢s directos colaboradores, a¨²n impactados por los sucesos del 11 al 14 de marzo de 2004 (192 muertos en el atentado m¨¢s sangriento de la historia de Espa?a y unas elecciones perdidas inopinadamente), a las diez de la ma?ana del 20 de abril de 2004. Los miembros de ese m¨ªnimo equipo, que hab¨ªa fichado en los ¨²ltimos meses de su presidencia para que reinventaran FAES , formaban parte de su guardia pretoriana amamantada en el Gabinete de La Moncloa: Javier Fern¨¢ndez-Lasquetty, Javier Zarzalejos, Alberto Carnero, Jaime Garc¨ªa-Legaz y Rafael Bardaj¨ª. El resto de su dispositivo m¨¢s pr¨®ximo cruz¨® el Rubic¨®n y se puso a disposici¨®n de Rajoy. A alguno no se lo ha perdonado.
Cumplido aquel objetivo de conducir a FAES a la cima, Aznar tiene hoy intenci¨®n de ir m¨¢s lejos: convertir a FAES en el primer think tank de Latinoam¨¦rica. Un territorio donde pretende inocular sus particulares ¡°principios, ideas y valores¡± ultraliberales en econom¨ªa, atlantistas en pol¨ªtica exterior y conservadores en el plano de las costumbres, y formar cuadros en esa direcci¨®n ideol¨®gica desde Chile hasta M¨¦xico, como una alternativa al ¡°socialismo del siglo XXI¡±, de inspiraci¨®n chavista, y al r¨¦gimen de los Castro en Cuba: sus bestias negras en aquella regi¨®n del mundo. Un continente donde se le odia o se le venera. Para extender sus ideas y, sobre todo, para influir en sus dirigentes, FAES edita cada dos a?os Am¨¦rica Latina: una agenda de libertad, que supone un s¨®lido an¨¢lisis de la situaci¨®n en los pa¨ªses de habla hispana desde el punto de vista del expresidente. Adem¨¢s, a trav¨¦s de su participaci¨®n en el think tank estadounidense Atlantic Council; en su posici¨®n como miembro de la Escuela de Estudios Internacionales Paul H. Nitze, de la Universidad Johns Hopkins y, hasta 2010, en la de Georgetown; como promotor del Competitiveness Leadership Program (destinado a ¡°promover una nueva generaci¨®n de l¨ªderes ¨¦ticos, innovadores y socialmente responsables en Iberoam¨¦rica¡±), y tambi¨¦n de su amistad con personajes liberal-conservadores de esa regi¨®n (?lvaro Uribe, Alejandro Toledo, Mario Vargas Llosa, Sebasti¨¢n Pi?era, Fernando Henrique Cardoso o Juan Jos¨¦ Daboub), Latinoam¨¦rica, junto a Estados Unidos e Israel, se ha convertido en el territorio donde el expresidente m¨¢s se est¨¢ empleando pol¨ªtica y profesionalmente.
FAES es la fundaci¨®n pol¨ªtica espa?ola que recibe m¨¢s dinero del Estado desde 2008, un acumulado de 20 millones de euros procedente de los Ministerios de Educaci¨®n y Asuntos Exteriores (una subvenci¨®n que dobla la de la siguiente, la Pablo Iglesias, monitorizada por Alfonso Guerra), a los que hay que sumar otros 12 millones en ingresos privados en el mismo periodo (la identidad de sus benefactores no es p¨²blica). Un estudio de 2012 conclu¨ªa: ¡°FAES ingresa, v¨ªa subvenciones, 9.283 euros al d¨ªa desde 2003¡±. Debido a la crisis econ¨®mica, las aportaciones p¨²blicas se han reducido desde ese a?o casi a la mitad. Por el contrario, las privadas ya superan el 55% del presupuesto de FAES (en 2013 ya supusieron m¨¢s de dos millones de euros).
El siguiente reto de Aznar aquel triste lunes de abril de la despedida del poder de hace 10 a?os fue aprender ingl¨¦s. Como fuera. Iba a ser su herramienta de trabajo. Se manejaba en un franc¨¦s correcto, pero su ingl¨¦s era deplorable. Casi tanto como el castellano de Bush. Comenz¨® a recibir tres horas de clase diarias. Cinco meses m¨¢s tarde, se atrev¨ªa a dar su primera conferencia en la Universidad de Georgetown, en Washington. Su ingl¨¦s era malo, pero se hab¨ªa soltado el pelo. Hoy es m¨¢s que aceptable.
¨C?C¨®mo logr¨® aprender ingl¨¦s a los 50?
¨CBas¨¢ndome en el m¨¦todo de las tres ¡°pes¡¡±.
¨C?Que consiste en¡?
¨CPaciencia, prudencia y perseverancia. Pero me hace mucha gracia: es que parece que uno es el ¨²nico que habla mal ingl¨¦s en este pa¨ªs y que todos los espa?oles se manejan como nativos de Oxford o Cambridge.
¨C?Y usted lo habla como si fuera de Oxford o de Cambridge?
¨CA mitad de camino. Yo soy centrista. Je, je, je.
Frente a la puerta del rec¨®ndito centro de operaciones del presidente en FAES est¨¢n los despachos de dos diputados que han permanecido a su lado contra viento y marea; dos aznaristas irreductibles: Cayetana ?lvarez de Toledo e Ignacio Astarloa. Ella, historiadora por Oxford y m¨¢s tarde periodista junto a Pedro J. Ram¨ªrez y Federico Jim¨¦nez Losantos, es la encargada del ¨¢rea internacional; Astarloa, producto de la factor¨ªa de Jaime Mayor Oreja, es responsable del ¨¢rea constitucional (centrada b¨¢sicamente en el terrorismo de ETA y los asuntos territoriales focalizados en Catalu?a). Este es el ¨¢rea de la Fundaci¨®n que, con su discurso inamovible, causa m¨¢s dolores de cabeza en el Gobierno de Rajoy. Junto al sanctasanct¨®rum de Aznar est¨¢ tambi¨¦n el cub¨ªculo del asistente personal, pagado por el Estado, al que tiene derecho por el estatuto de los expresidentes: Germ¨¢n Alcayde, su sombra, el guardi¨¢n de su m¨®vil y sus papeles, un treinta?ero proveniente de la factor¨ªa de Nuevas Generaciones del PP en Madrid. Alcayde sigue la tendencia de ayudantes de Aznar desde que lo fue el que hoy es su yerno, Alejandro Agag: joven, atildado y profundamente neoliberal. A los cuatro anteriores (adem¨¢s de Agag, Antonio L¨®pez Ist¨²riz, secretario general del Partido Popular Europeo; Pablo Arias, eurodiputado y yerno de Manuel Pizarro, y Pablo Casado, diputado y cercano a Esperanza Aguirre), su paso junto al presidente les supuso un trampol¨ªn personal y pol¨ªtico.
Entre el ¨¢rea privada de FAES y la de trabajo diario est¨¢ el despacho del n¨²mero dos de la fundaci¨®n, Javier Zarzalejos, de 53 a?os, un curioso personaje, culto, discreto, buen conocedor de la Administraci¨®n y con idiomas, que atrac¨® como hombre para todo en el entorno de Aznar con el cargo de secretario general de la Presidencia en 1996 (responsable de la seguridad, protocolo, desplazamientos, log¨ªstica y administraci¨®n de La Moncloa), y pronto se iba a convertir en una pieza clave en el asesoramiento al presidente en torno al conflicto vasco. Zarzalejos llegar¨ªa a ser uno de los tres enviados por Aznar (junto a Pedro Arriola y Ricardo Mart¨ª Flux¨¢) para reunirse con la c¨²pula de ETA, en Suiza, en mayo de 1999. (Nunca ha abierto la boca al respecto). Si se le pregunta si considera a FAES la guardiana de las esencias del aznarismo dentro del PP, contesta: ¡°Yo, desde luego, no me considero el guardi¨¢n de eso que usted llama ortodoxia aznarista. En cualquier caso, esta no es una fundaci¨®n del PP, sino vinculada al PP. FAES es un impulso intelectual m¨¢s que una militancia. La militancia es el PP, y esto no es el PP. La relaci¨®n con el partido es positivamente informal a trav¨¦s del patronato, donde est¨¢, por ejemplo, Mar¨ªa Dolores de Cospedal. Pero no tenemos que pedirles permiso para hacer nada. Es el presidente Aznar el que fija los objetivos. Habr¨¢ papeles que gusten m¨¢s y otros menos, pero no hay broncas con el partido. Y, desde luego, no marcamos el paso al Gobierno en el asunto de ETA, o de Catalu?a, o de la bajada de impuestos: es lo que el PP siempre ha opinado. Otra cosa es que alguno haya cambiado de rumbo. Nuestros papeles los conoce de antemano La Moncloa y nunca han metido la pluma en ellos. Se env¨ªan al presidente Rajoy v¨ªa el jefe de su gabinete (Jorge Moragas) y se dan por enterados. Intentamos prestar un valor a?adido al programa y las propuestas del PP. No aspiramos a ser c¨®modos, pero tampoco echamos la bronca. Solo queremos alentar y alertar¡±.
¨C?En qu¨¦ sentido?
¨CPor ejemplo, en que tiene que haber una derrota pol¨ªtica de ETA; no solo policial. Hay que desprestigiar su pasado para que nos roben la cartera. Y en nuestra reivindicaci¨®n de que las ideas importan. Hoy los valores se est¨¢n perdiendo por culpa del relativismo, y eso es grave. Tiene que haber un consenso moral; un consenso prepol¨ªtico, que cimiente el debate pol¨ªtico, del que formen parte valores como la excelencia, la superaci¨®n personal, la ejemplaridad y la autoridad.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar va elegantemente ataviado de profesor. Chaqueta negra de pana muy fina, camisa blanca con gemelos, corbata de lana, pantal¨®n oscuro de franela y car¨ªsimos zapatos negros de Alden. En la mu?eca izquierda, un Rolex Submariner. El pelo, abundante, con escasas canas y peinado con mimo; sobre el labio, un atisbo de bigote ya muy blanco. Es un hombre de mediana estatura, muy delgado, de manos nudosas y que aparenta una perfecta forma f¨ªsica a sus 61 a?os. Incluso excesiva. La ropa parece quedarle ligeramente holgada. ¡°Pretendo una juvenil apariencia dentro de una edad razonable¡±, comenta bromeando. Uno de sus escoltas comenta: ¡°Parece una m¨¢quina a la que das en un bot¨®n para encenderla por la ma?ana a las 6.30 y dura todo el d¨ªa. No se cansa nunca. No he visto nada igual¡±.
¨CEst¨¢ hecho usted un figur¨ªn.
¨CBueno, siempre me ha gustado el ejercicio duro; sigo una dieta r¨ªgida desde hace muchos a?os y estoy siempre que puedo al aire libre. Viajo con mi bolsa de deporte. Hago ejercicio donde est¨¦. Y, hombre, veo a otros de mi generaci¨®n y estoy mejor que ellos. Lo malo es cuando ves que la mayor¨ªa de los que te rodean son ya m¨¢s j¨®venes que t¨².
¨C?C¨®mo ha logrado superar esa situaci¨®n de pasar de ser todo a ser un jarr¨®n chino?
¨CNo me hable de jarrones, ni chinos ni no chinos. El secreto est¨¢ aqu¨ª, en la cabeza: no te puedes dejar llevar por la melancol¨ªa. Yo ten¨ªa muchas cosas que hacer. Muchos intereses. Muchas ilusiones. Ten¨ªa claro que ser presidente del Gobierno de mi pa¨ªs era lo m¨¢s importante que podr¨ªa ser en mi vida y a partir de ah¨ª ten¨ªa que construirme una nueva existencia. Y demostrar que hay una vida despu¨¦s de La Moncloa. Y lo he conseguido. Tengo mucho trabajo y soy razonablemente feliz.
?A qu¨¦ se puede dedicar un presidente del Gobierno de 50 a?os cuando deja de serlo? ?Es su agenda el activo m¨¢s importante que puede ofrecer? El economista Antonio N¨²?ez fue profesor del IESE , se form¨® en Harvard, ha sido hasta hace unos meses director de pol¨ªticas sociales del Gabinete del presidente Rajoy, dirige la firma de cazatalentos Parangon y es un defensor de las puertas giratorias entre el sector p¨²blico y privado, ¡°siempre que ese traspaso se haga con ¨¦tica y transparencia. En cuanto al poder de la agenda y los contactos de los ex primeros ministros, hay mucha leyenda. No es lo m¨¢s importante. Un expresidente de Gobierno es alguien acostumbrado a tomar decisiones; gestionar grandes estructuras de poder, equipos de asesores y enormes presupuestos; recibir informaci¨®n solo para sus ojos; dirigir negociaciones; interpretar datos demosc¨®picos; crear relaciones; articular sus puntos de vista; y, lo que es muy importante en una gran corporaci¨®n, a enfrentarse a situaciones de crisis, a gestionar la incertidumbre y controlar su nivel de estr¨¦s. Esas capacidades en la empresa privada valen mucho. Y adem¨¢s est¨¢ la agenda: formar parte del club de los ex mandatarios occidentales¡±.
Aznar planific¨® meticulosamente su nueva vida ya a lo largo de su segunda legislatura. Con el horizonte de 2004 en su cabeza. Lo primero, un contrato en 2003 con Planeta por tres libros por el que cobr¨® 600.000 euros. Despu¨¦s vendr¨ªa otro contrato con la misma editorial por otros tres y un importe similar. Lo segundo, un acuerdo con la firma estadounidense Washington Speakers Bureau (que tiene entre sus filas a Blair y los Bush) para que gestionaran sus conferencias, con unos honorarios en torno a los 40.000 euros por hora y media de comparecencia (puede hacer 20 al a?o). Lo tercero, su convenio, hasta 2010, con la Universidad de Georgetown, situada en Washington, para formar parte de su claustro de profesores ilustres (en 2011 fich¨® por la Johns Hopkins para dirigir su instituto Atlantic Basin Initiative). Y lo cuarto, y m¨¢s importante, su fichaje (ya desde septiembre de 2004) por Rupert Murdoch, el magnate del grupo de comunicaci¨®n News Corp, como asesor (con un sueldo de 10.000 euros mensuales) y, a partir de 2006 y hasta hoy, como consejero del grupo (recibe en torno a 200.000 euros y comparte consejo, por ejemplo, con John Elkann, presidente de Fiat). Murdoch, un gigante de la comunicaci¨®n de tendencias ultraconservadoras y dudosas pr¨¢cticas empresariales, al que conoci¨® por mediaci¨®n de Tony Blair (padrino de una de sus hijas) y cuya amistad se fortaleci¨® por mediaci¨®n de Alejandro Agag, fue un invitado de lujo en la boda de este con Ana Aznar e, incluso, agasajado con un almuerzo privado en La Moncloa el mismo d¨ªa del enlace, en el que compartieron mesa con los dirigentes latinoamericanos Andr¨¦s Pastrana (Colombia) y Francisco Flores (El Salvador).
Tras superar los dos a?os en los que los altos cargos cesantes deben abstenerse de realizar actividades mercantiles (por la Ley de Incompatibilidades), Aznar se lanz¨® al mundo de la alta (y opaca) asesor¨ªa estrat¨¦gica. Entre sus clientes han estado grandes corporaciones inmobiliarias con intereses en Latinoam¨¦rica (JER Partners), compa?¨ªas del sector energ¨¦tico (Falck y Doheny Global Group) y fondos de capital-riesgo (Centaurus). Hoy asesora a Endesa, KPMG, DLA Piper y Barrick. Sus honorarios estar¨ªan (seg¨²n fuentes del mercado) en torno a los 200.000 euros anuales en cada firma. Ninguno de los directivos de estas compa?¨ªas confirman la cifra: ¡°Se trata de contratos privados de asesoramiento; como no es miembro del consejo de administraci¨®n, no hay que suministrar ese dato al regulador burs¨¢til¡±.
Hab¨ªa vida despu¨¦s de La Moncloa. Para Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar fue un trauma abandonar la presidencia del Gobierno. Pero lo hab¨ªa prometido. Y ¨¦l, como describe un exministro, ¡°es de ¡°sostenella y no enmendalla¡±. Las memorias de su mujer, Ana Botella, Mis ocho a?os en La Moncloa, desprenden un aroma elegiaco y pesaroso en torno al fin del mandato de su marido y el abandono de La Moncloa (¡°donde en estos a?os hemos conseguido hacer un hogar con nuestras cosas de siempre¡±), antes incluso de los atentados del 11-M y la derrota electoral. Una gran parte del libro de Botella es una consecuci¨®n de despedidas desde 2002: de los Bush y los Blair; de los l¨ªderes latinoamericanos y los europeos; del Gobierno y el partido; de los jardines y las puestas de sol del palacio; de los gatos Manolo, Lucas y Margarita; de las residencias de vacaciones de Quintos de Mora y Las Marismillas; y de Figo, el corcel del presidente. En 2004, los Aznar no quer¨ªan irse, pero ten¨ªan que irse. Como comenta un observador de la realidad social unido al PP, ¡°Aznar convirti¨® un titular period¨ªstico de 1994 (la decisi¨®n de no estar m¨¢s de dos mandatos en el poder) en una promesa electoral. No ten¨ªa vuelta atr¨¢s. Incluso le busc¨® una justificaci¨®n hist¨®rica: ¡®A m¨ª no me echar¨¢ mi partido, como a Thatcher, ni la corrupci¨®n, como a Felipe Gonz¨¢lez. Yo saldr¨¦ por la puerta grande¡¯. El problema es que su forma de gobernar en la segunda legislatura consigui¨® que al final tuviera que salir solo y por la puerta de chiqueros¡±.
¨C?Se arrepiente de esa decisi¨®n de no presentarse a un nuevo mandato?
¨CNo. La tom¨¦ libremente, pensaba as¨ª y lo medit¨¦ mucho; pensaba que era bueno para mi pa¨ªs y que me quedaba otra vida por vivir. Cada cosa tiene su tiempo. Y no hay que sobrepasarlo. Y de Churchill nos acordamos que gano la II Guerra Mundial, pero nadie se acuerda de que luego volvi¨® a ser primer ministro, entre 1951 y 1955, y pas¨® sin pena ni gloria. Yo no quer¨ªa seguir ese camino. Hubo gente que me pidi¨® que no me fuera; mucha gente.
¨C?Por ejemplo?
¨CBill Clinton me dijo un d¨ªa: ¡°Yo no concibo nada mejor que la Casa Blanca. Si no fuera por la limitaci¨®n de mandatos, habr¨ªa sido presidente toda mi vida. No concibo que te vayas sin que te obliguen¡±. Y lo dec¨ªa en serio. Pero yo estaba convencido de marcharme.
¨C?Volver¨¢ a la pol¨ªtica?
¨CT¨² puedes dejar la pol¨ªtica, pero es ella la que nunca te deja. Cuando has estado en pol¨ªtica, te persigue hasta el final. Hasta el final de tu vida.