El Prado se encomienda a El Bosco
53 obras nunca antes reunidas, procedentes de los museos m¨¢s importantes del mundo, integran la exposici¨®n m¨¢s importante sobre el visionario genio holand¨¦s
El Prado se encomienda a El Bosco
53 obras nunca antes reunidas, procedentes de los museos m¨¢s importantes del mundo, integran la exposici¨®n m¨¢s importante sobre el visionario genio holand¨¦s
Una inmersi¨®n en algunas de las escenas de goces, pecados y castigos que llevan 500 a?os generando conversaciones, an¨¢lisis y lecturas diferentes.
Seleccione una escena:
Aqu¨ª comienza la existencia del hombre y la mujer sobre la tierra. Dios toma la mano de Eva y se la presenta a Ad¨¢n, que acaba de despertar del letargo durante el que el creador le extrajo una costilla para crear a la mujer. El Bosco representa a los dos primeros humanos con ombligo. No siempre hab¨ªa sido as¨ª -sobre todo en la Edad Media- ya que, seg¨²n el G¨¦nesis, no nacen de ninguna mujer. La postura de los pies de Ad¨¢n -cruzados- es una prefiguraci¨®n de la pasi¨®n de Cristo.
En esta escena no hay atisbo de pecado, representa la orden que les dio el creador: ¡°Creced y multiplicaos¡±, de ah¨ª que el pintor represente al lado de Eva unos conejos, s¨ªmbolo de la fertilidad.
La serpiente que tentar¨¢ a Eva y llevar¨¢ el pecado a la humanidad se encuentra lejos de la escena en la que aparece la primera mujer. Est¨¢ enroscada en el tronco de una palmera, esta vez el ¨¢rbol prohibido no es un manzano. Junto a ella multitud de reptiles y anfibios salen de la laguna, estos animales representan el mal. La forma que crean las rocas de la orilla ser¨¢ las que tome en 1929 Dal¨ª para su obra El gran masturbador. (Como se puede ver en la imagen de la obra girada)
El ¨¢rbol de la vida se representa como un drago. Un ¨¢rbol t¨ªpico de las islas de la Macaronesia (Canarias, Cabo Verde, Azores, Madeira) que no pudo ver el pintor, ya que se cree que no sali¨® de su ciudad natal, 's-Hertogenbosch (Pa¨ªses Bajos), en toda su vida.
El conocimiento de la flora y la fauna en ¨¦poca de El Bosco se estaba ampliando muy deprisa y ya se estaban descubriendo multitud de nuevas especies tras la llegada a Am¨¦rica. D¨ªa a d¨ªa llegaban noticias de animales y plantas de las que se ignoraba su existencia y que ni siquiera ten¨ªan nombre. El pintor vio algunas a trav¨¦s de grabados de la ¨¦poca -en concreto, hay un drago similar al de esta tabla en un grabado del alem¨¢n Martin Schongauer-. Esto, quiz¨¢, aument¨® las posibilidades de creaci¨®n de seres h¨ªbridos tan frecuentes en este artista.
Seg¨²n el Antiguo Testamento, Ad¨¢n y Eva, tras desobedecer y cometer el pecado original, se escondieron como si no fueran a ser descubiertos. As¨ª, los hombres contin¨²an pecando en cualquier hueco o lugar imposible: dentro de un mejill¨®n en el que se puede intuir una pareja copulando; en el cuerpo de un escorpi¨®n sin cabeza; en la c¨¢scara de un huevo o en la esfera de la fuente central, similar a la del Para¨ªso de la tabla de la izquierda, pero resquebrajada -las grietas que causan el pecado-, donde un hombre lleva su mano al pubis de una mujer, mientras ¨¦sta intenta alcanzar las nalgas de otra persona.
Seg¨²n el Antiguo Testamento, Ad¨¢n y Eva, tras desobedecer y cometer el pecado original, se escondieron como si no fueran a ser descubiertos. As¨ª, los hombres contin¨²an pecando en cualquier hueco o lugar imposible: dentro de un mejill¨®n en el que se puede intuir una pareja copulando; en el cuerpo de un escorpi¨®n sin cabeza; en la c¨¢scara de un huevo o en la esfera de la fuente central, similar a la del Para¨ªso de la tabla de la izquierda, pero resquebrajada -las grietas que causan el pecado-, donde un hombre lleva su mano al pubis de una mujer, mientras ¨¦sta intenta alcanzar las nalgas de otra persona.
Seg¨²n el Antiguo Testamento, Ad¨¢n y Eva, tras desobedecer y cometer el pecado original, se escondieron como si no fueran a ser descubiertos. As¨ª, los hombres contin¨²an pecando en cualquier hueco o lugar imposible: dentro de un mejill¨®n en el que se puede intuir una pareja copulando; en el cuerpo de un escorpi¨®n sin cabeza; en la c¨¢scara de un huevo o en la esfera de la fuente central, similar a la del Para¨ªso de la tabla de la izquierda, pero resquebrajada -las grietas que causan el pecado-, donde un hombre lleva su mano al pubis de una mujer, mientras ¨¦sta intenta alcanzar las nalgas de otra persona.
Seg¨²n el Antiguo Testamento, Ad¨¢n y Eva, tras desobedecer y cometer el pecado original, se escondieron como si no fueran a ser descubiertos. As¨ª, los hombres contin¨²an pecando en cualquier hueco o lugar imposible: dentro de un mejill¨®n en el que se puede intuir una pareja copulando; en el cuerpo de un escorpi¨®n sin cabeza; en la c¨¢scara de un huevo o en la esfera de la fuente central, similar a la del Para¨ªso de la tabla de la izquierda, pero resquebrajada -las grietas que causan el pecado-, donde un hombre lleva su mano al pubis de una mujer, mientras ¨¦sta intenta alcanzar las nalgas de otra persona.
La interrelaci¨®n entre los momentos que se representan en este tr¨ªptico se ve clara con escenas como esta, en la que un grupo de hombres de distintas razas -en una esquina de la tabla central- se?ala a Ad¨¢n y Eva -situados en la tabla de la izquierda- como si quisieran decir: ¡°de ellos venimos¡±.
En esta escena se ven diferentes formas de placer sexual: una pareja formada por un hombre y una mujer, ella con una larga cabellera rubia que no dista de las venus renacentistas que en Italia est¨¢n pintando algunos de los contempor¨¢neos de El Bosco como Botticelli. Un hombre toc¨¢ndose los genitales con las manos cruzadas en posici¨®n de orar y un grupo de individuos comiendo todos a la vez de un fruto, que bien podr¨ªa ser una mora o cualquier otro fruto rojo de los que abundan por esta obra y que representan la lujuria.
Como en una bolsa amni¨®tica agrietada, una pareja empieza su juego sexual. Debajo de ellos y dentro de un gran fruto rojo un hombre mira ensimismado un rat¨®n que intenta entrar en la fruta a trav¨¦s de un cilindro incrustado. Contrarresta este elemento fabricado por el hombre con los dem¨¢s que son naturales. El Bosco pudo querer aludir a las retortas, instrumentos utilizados por los alquimistas para cambiar las leyes de la creaci¨®n y as¨ª ofend¨ªan a la naturaleza. Estos tubos de cristal, como reci¨¦n sacados de laboratorios, se repiten en varias escenas de este jard¨ªn.
Como en una bolsa amni¨®tica agrietada, una pareja empieza su juego sexual. Debajo de ellos y dentro de un gran fruto rojo un hombre mira ensimismado un rat¨®n que intenta entrar en la fruta a trav¨¦s de un cilindro incrustado. Contrarresta este elemento fabricado por el hombre con los dem¨¢s que son naturales. El Bosco pudo querer aludir a las retortas, instrumentos utilizados por los alquimistas para cambiar las leyes de la creaci¨®n y as¨ª ofend¨ªan a la naturaleza. Estos tubos de cristal, como reci¨¦n sacados de laboratorios, se repiten en varias escenas de este jard¨ªn
Estas dos figuras han sido objeto de multitud de interpretaciones, desde que son Ad¨¢n y Eva, escondidos tras pecar y testigos de todos los pecados que preceden a lo que les suceder¨¢ en el infierno, lo que las convertir¨ªa en las figuras que relacionan las tres partes del tr¨ªptico. Aunque, en puridad, ¨¦l -¨²nico hombre vestido- se?ala a la mujer que todav¨ªa no ha mordido el fruto que tiene en la mano. Ella tiene la boca tapada. Otros han querido ver en este hombre un autorretrato del pintor, que a su vez es el mismo rostro del que tiene el hombre ¨¢rbol que aparece en el infierno.
Los incendios no eran escenas inventadas, los pinta en sus representaciones del infierno, pero plasma momentos reales que El Bosco vivi¨® en su ciudad, ya que eran m¨¢s o menos habituales en la ¨¦poca. Probablemente se qued¨® en su retina uno de los m¨¢s graves que sucedi¨® en el verano de 1463 cuando ¨¦l ten¨ªa como m¨¢ximo 13 a?os. Se fija su fecha de nacimiento en torno a 1450.
Herlinda Cabrero, restauradora de pintura del Museo del Prado que ha preparado el tr¨ªptico de La adoraci¨®n de los Reyes Magos para la exposici¨®n del quinto centenario, destaca el uso de los ¡°negros perfectos¡± de El Bosco, en los que brilla el humo y el fuego. El calor de los incendios contrarresta en este infierno con las escenas de agua helada del centro de la composici¨®n.
La osad¨ªa sat¨ªrica de El Bosco queda reflejada en esta escena en la que se representa el pecado dentro de la Iglesia, que marcaba la moral. Pone de manifiesto la corrupci¨®n en las m¨¢s altas instituciones. Un cerdo ataviado con una toca de monja trata de seducir a un hombre para que firme un documento, por la forma y los sellos que penden de ¨¦ste ser¨ªan probablemente unas indulgencias que se pod¨ªan comprar para asegurarse la salvaci¨®n. Un ayudante de este representante de la Iglesia tiene preparados los sellos y otro la tinta. El ¨²ltimo aparece oculto tras una armadura y con la pr¨®tesis de un pie colgando como s¨ªmbolo de la mendicidad que practica la Iglesia.
Este es un infierno musical. La m¨²sica es capaz de atraer y de incitar al pecado. Representa los instrumentos desproporcionados, objetos de tortura de los hombres. En el arpa y el la¨²d, dos crucificados, uno en las cuerdas del primer instrumento y otro en el m¨¢stil del segundo. Aparecen serpientes enroscadas en ambos como si de la cruz de Cristo se tratara.
La cacofon¨ªa, el ruido es un castigo infernal. Una zanfo?a tocada por un mendigo ciego (tiene los ojos huecos) acompa?a a una multitud que canta las notas escritas en unas nalgas -que varios expertos musicales han recompuesto-. Otro toca el tambor en el que a trav¨¦s de un hueco se puede apreciar que hay alguien encerrado, doloroso e insoportable castigo.
Unas orejas gigantes, con un cuchillo que lleva una marca que algunos han podido ver como la firma de El Bosco, por semejarse a una B. Sin embargo, lo m¨¢s probable es que fuera el anagrama del cuchillero fabricante.
Estas orejas no se entienden sin tener en cuenta la legislaci¨®n de la baja Edad Media, es decir, el castigo de cortar las partes del cuerpo que comet¨ªan el pecado. En este caso el cuchillo est¨¢ mellado lo que significa que ha tenido bastante uso.
Un jugador aparece clavado en una mesa de taberna, una mano cortada haciendo equilibrios con un dado es la muestra del castigo, se amputan los miembros que llevan al pecado. Es una escena de taberna donde el hombre se deja llevar por sus debilidades. El mundo ya no necesita esperar al infierno, ya se hab¨ªa convertido en ¨¦l. El que aqu¨ª representa El Bosco, a diferencia de las otras dos tablas, es una escena carente de paisaje: ciudades devastadas, borracheras, instrumentos de tortura, todos inventos del hombre que se han vuelto contra ¨¦l.
El Bosco representa un mundo al rev¨¦s, donde el placer se torna en dolor, la m¨²sica en tortura y los instrumentos y las aves son m¨¢s grandes que los humanos.
Un demonio con rostro de ave rapaz y un caldero a modo de casco va tragando almas que expulsa y deja caer a un pozo sin fondo. En el caldero se refleja una ventana, lo que no tiene sentido en este espacio. Seg¨²n el historiador alem¨¢n Hans Belting, especialista en arte medieval, renacentista y en teor¨ªa de las im¨¢genes, es una met¨¢fora de un espacio interior sin salida al exterior.
Esta figura est¨¢ sentada en una especie de trono-retrete. Al hueco inmundo tambi¨¦n van a parar las monedas defecadas por alguien de quien no se ve el rostro, escena que representa la avaricia. Un v¨®mito representa la gula. La lujuria, a su vez, la encarna una figura femenina abrazada por un demonio y con un sapo en el pecho, escena que se refleja en un espejo convexo encajado en las nalgas de otro diablo. En el otro extremo de esta escena se ve a un hombre durmiendo -pereza- acompa?ado, tambi¨¦n con un sapo sobre ¨¦l.
Uno de los s¨ªmbolos de El Bosco es el hombre ¨¢rbol. Las piernas son dos troncos huecos sobre barcazas que caminan sobre el agua g¨¦lida del infierno. En el vientre hueco se puede ver una escena de taberna. Mira de reojo, su rostro, que hay quien ha querido identificar con el del pintor, se repite en otra escena del ¨¢ngulo inferior derecho de la tabla central, en la que el ¨²nico hombre vestido se?ala a una mujer, ambos se han identificado tambi¨¦n como Ad¨¢n y Eva.
Por delante y por detr¨¢s
Las 12 escenas de una de las obras m¨¢s famosas del Prado vistas al detalle. Los siete pecados capitales, representados a trav¨¦s de escenas de la vida cotidiana; el ojo de Dios, en el centro y en las esquinas, las cuatro postrimer¨ªas.
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Un hombre agoniza rodeado de religiosos que le administran los ¨²ltimos sacramentos. El m¨¦dico, derrotado, se ha retirado a los pies de la cama. Tras el cabecero, acecha la figura de la muerte junto a un demonio y un ¨¢ngel que se disputar¨¢n el alma del difunto.
Cristo baja a la Tierra para juzgar a los hombres. Est¨¢ acompa?ado por la Virgen, Juan el Bautista y cuatro ¨¢ngeles trompeteros. Por debajo, los resucitados se levantan de sus sepulcros. Cristo aqu¨ª ya no es un salvador clemente sino un juez severo e implacable.
En la nave central de la casa de Dios est¨¢ Cristo sentado en un trono rodeado de ¨¢ngeles. A la derecha, los santos (arriba) y patriarcas y profetas del Antiguo Testamento (debajo). A la izquierda, San Pedro recibe a las almas humanas, junto a un ¨¢ngel que sigue defendi¨¦ndolas del diablo.
A cada pecado capital le corresponde un castigo en el infierno. Un sapo y un ave infernal atacan a una pareja de soberbios mientras un demonio les pone un espejo delante. Una pareja lujuriosa en una cama llena de monstruos. Las almas avarientas se cuecen en un caldero de monedas. Un alma iracunda yace sobre un potro de tortura. Varios demonios golpean un alma perezosa sobre un yunque. Un glot¨®n es obligado a comer lagartos, sapos y serpientes. Al fondo, varios perros despedazan a los envidiosos.
El c¨ªrculo central representa el ojo de Dios, en cuya pupila Cristo resucitado muestra sus heridas de la Pasi¨®n. Debajo figura la expresi¨®n en lat¨ªn: ¡°Cuidado, cuidado, el Se?or est¨¢ mirando¡±.
Durante un juicio, el magistrado, en el centro de la escena, es sobornado por ambas partes litigantes.
En torno a una mesa con un plato de carne El Bosco representa a un comil¨®n y a un bebedor al que se le derrama el l¨ªquido por las comisuras. En el centro, un ni?o obeso alza los brazos. A la izquierda una mujer trae m¨¢s viandas al banquete.
Un cl¨¦rigo duerme junto a la chimenea, mientras una monja, que sostiene una Biblia y un rosario, le anima a rezar.
Dos parejas de enamorados celebran una comida campestre dentro de un pabell¨®n de color rojo, s¨ªmbolo de la pasi¨®n, mientras dos bufones o juglares, a la derecha, se entregan a juegos fr¨ªvolos.
Una dama se acicala frente a un espejo en una habitaci¨®n llena de objetos cotidianos. La mujer no se percata de que el espejo en el que se mira est¨¢ sujetado por una figura diab¨®lica. Este pecado capital se identifica tambi¨¦n con la vanidad.
Una trifulca entre dos campesinos. El de la izquierda acaba de ser golpeado con un banco, el otro, que porta un chuchillo largo, forcejea con una mujer que se propone detenerlo. El Bosco quiso resaltar este pecado situ¨¢ndolo en el mismo sentido que las postrimer¨ªas.
Representada en tres escenas. A la izquierda, un burgu¨¦s seduce a una mujer comprometida a trav¨¦s del enrejado. A la derecha, un mercader mira a un joven noble que lleva un halc¨®n en el pu?o. Justo por debajo, en el centro, dos perros se disputan un hueso.
El tr¨ªptico ha permanecido m¨¢s de a?o y medio en el taller de restauraci¨®n del Prado, donde se ha constatado el car¨¢cter excepcional de esta obra
MUSEO DEL PRADO
DEL 31 DE MAYO AL 25 DE SEPTIEMBRE DE 2016
HORARIOS
De lunes a jueves de 10.00 a 20.00
Viernes y s¨¢bados de 10.00 a 22.00
Domingos y festivos de 10.00 a 21.00
ENTRADAS
General: 16 euros
Reducida: 8 euros
Compra en www.museodelprado.es