El mayor fen¨®meno del pop espa?ol

A princip¨ªsimos de los 80, los cachorros del nuevo pop espa?ol se ce?¨ªan b¨¢sicamente a un espejo: Londres. En resumen, o eras punk (es decir, de Alaska y los Pegamoides) o eras neorrom¨¢ntico (o sea, de Mecano). M¨¢s all¨¢ de las leyendas sobre la rivalidad de ambos grupos, los ni?os pijos modernos madrile?os solo pod¨ªan ser lo segundo (con permiso de los hermanos Canut, que estudiaron en el mismo cole que los Cano). La cuesti¨®n era llamar la atenci¨®n. Disfrazarse. De Pierrot, de bereber o de prota de cine negro de los a?os 40.

Mecano se enfundaron estos tres looks, entre otras chaladuras, con la complicidad del por entonces enfant terrible de la moda Antonio Alvarado. Mucho hielo seco, mucho maquillaje y mucho producto capilar sentaban las bases de un ¨¦xito instant¨¢neo o del olvido eterno. Despu¨¦s de todo esto, el grupo ya no tendr¨ªa que pedir perd¨®n nunca por ninguno de sus deslices est¨¦ticos.

Tras la b¨²squeda constante del delirio est¨¦tico en el pop, a mediados de los a?os ochenta los dise?adores Sybilla, Adolfo Dom¨ªnguez y Jes¨²s del Pozo predicaban una nueva religi¨®n: la b¨²squeda de lo natural. Desde el lema ¡®la arruga es bella¡¯ hasta los tonos tierra y ¡®ecol¨®gicos¡¯, se apostaba por la comodidad y la amplitud.

Mecano se apunt¨® a la tendencia y la discogr¨¢fica CBS, despechada por la marcha del grupo a BMG, lanz¨® el recopilatorio de caras B ¡®Lo ¨²ltimo de Mecano¡¯ (1986) con esta foto en portada buscando reforzar (l¨¦ase, rentabilizar) la imagen del grupo como uno de los m¨¢s accesibles del panorama musical patrio. Es la ¨¦poca tambi¨¦n en la que el tr¨ªo viaj¨® al pa¨ªs del sol naciente tras lanzar ¡®Jap¨®n¡¯ (uno de sus hits fallidos). All¨ª descubrieron el avant-garde de Miyake, Yamamoto o Kawakubo, que comenzar¨ªa a desembarcar en Europa desafiando los excesos e imponiendo la funcionalidad. Ana, Jos¨¦ Mar¨ªa y Nacho aprendieron la lecci¨®n, y desde entonces cultivar¨ªan mensajes est¨¦ticos infinitamente menos aventurados que la competencia adoptando uniformes de obreros del pop.

Al principio nos cost¨® entenderlo: ?camiseta de Abanderado sin mangas y con chupa de cuero perfecto encima? ??Y, adem¨¢s, con borrego?? Ni el cambio clim¨¢tico ni los caprichos de la moda actual ¡®sin temporadas¡¯ podr¨ªan redoblar esta apuesta. El look motero que ciment¨® el icono salvaje de Marlon Brando, maltra¨ªdo al tr¨¢nsito entre los ochenta y los noventa, cuaj¨® con fuerza en la calle. Transmit¨ªa el puntito justo de rebeld¨ªa que permiti¨® al tr¨ªo conservar su influjo entre el p¨²blico m¨¢s joven.

Lo que no pod¨ªamos imaginar entonces es que el vaquero nevado y grandecito de talle alto extender¨ªa su influjo hasta hoy, que se ha convertido en una de las insignias de los modernos fe¨ªstas de 2016. Ni que la cazadora perfecto de piel que tanto acompa?ar¨ªa a los tres miembros del grupo a partir de entonces mantendr¨ªa su vigencia inalterable con el paso del tiempo.

Dicen que el negro es el color de la sobriedad. Tambi¨¦n de la madurez. En el cambio de d¨¦cada, Mecano cultivar¨ªan algunas de sus rimas m¨¢s metaf¨®ricas y rimbombantes. Y tambi¨¦n mostrar¨ªan su cara m¨¢s comprometida, ya fuera exponiendo el lesbianismo (con ¡®Mujer contra mujer¡¯, uno de sus mayores hits mundiales), se?alando la invasi¨®n del T¨ªbet por China (¡®Dalai Lama¡¯) o la plaga del sida (¡®El fallo positivo¡¯). Algo que se tradujo en un look mucho m¨¢s minimalista y descargado que no restase protagonismo al mensaje. Una vez se lo hab¨ªan puesto todo, solo les quedaba refinarse. Los buenos cortes y mejores modales se convirtieron en los mejores aliados del grupo en su ¨¦poca megacomercial.

Parad¨®jicamente, al uniformarse aflor¨® la personalidad definitiva de cada uno: Ana cultivar¨ªa desde entonces una imagen de hero¨ªna aer¨®bica y los hermanos Cano se dedicar¨ªan a lucir cacha, Nacho descamisado y Jos¨¦ Mar¨ªa con camisetas dos tallas m¨¢s peque?as.

Erigidos por derecho propio en los mayores embajadores del pop espa?ol, los miembros de Mecano construyeron un himno rumbero que acabar¨ªa por convertirse en el ¨²ltimo hit de su carrera conjunta. Despu¨¦s de tantos a?os fij¨¢ndose en la m¨²sica anglosajona o en la escena musical centralizada en Madrid, abrieron su mirada a un estilo netamente andaluz y se echaron a las playas de Huelva para rodar un videoclip en el que Joaqu¨ªn Cort¨¦s seduc¨ªa a una reticente Ana Torroja.

El momentazo de ¡®Una rosa es una rosa¡¯ les dio para alimentar una fantas¨ªa entre m¨ªstica y carnal donde todo les cab¨ªa: los aforismos de Gertrude Stein, la est¨¦tica lolailo con chorrera y bordados, Locom¨ªa, las botas de pit¨®n de ch¨²pame la punta, el estilo pre-Chambao y la filosof¨ªa oriental pasada por la t¨²rmix tarife?a (no olvidemos que Nacho estaba cada vez m¨¢s entregado al budismo y Ana, a su amor por Tarifa). Tan calentito todo, que acab¨® por quemar al grupo...

La puesta en escena para los directos merece una menci¨®n aparte. Como una formaci¨®n de ataque -Ana al frente y los hermanos Cano escud¨¢ndola-, el tr¨ªo encontr¨® su m¨¢ximo apogeo sobre los escenarios a principios de los noventa.

Ella se hab¨ªa empollado las lecciones de la gira Blonde Ambition de Madonna: bodies y cors¨¦s (alguno marcando pecho a lo Gaultier), mucha pierna enfundada en media de rejilla y ambig¨¹edad gimn¨¢stica (l¨¢stima que no cultivara tambi¨¦n cierta procacidad) hicieron de la vocalista un icono polisexual. Jos¨¦ Mar¨ªa dominando el cotarro parapetado tras la guitarra con su rictus imperturbable. Y Nacho, mucho antes de entregarse al bikram yoga, sudando la melena a pecho descubierto y con el teclado a dos manos como imprescindible golpe de efecto para jalear a los fans. Una f¨®rmula imbatible que, a¨²n hoy, nadie ha superado en el pop espa?ol.