?Es necesario contarle todo a la pareja? Cuando la calidad de la comunicación importa más que la cantidad
Mantener un espacio personal en una relación sentimental es sano y evita malentendidos o conflictos. El sexo y la economía son los temas en los que se genera más información reservada, pero a veces los silencios, las caricias y los detalles en el día a día crean una conexión que va más allá de una conversación
La sinceridad en una relación sentimental es diferente al hecho de contarlo todo a la otra persona. Se puede ser selectivo a la hora de comunicar ciertas cosas a la pareja, sin dejar por ello de ser sincero. Mantener una parcela personal privada es sano y recomendable. “No es aconsejable hablar todo. Eso es sincericidio, como podría ser el caso de contar una infidelidad puntual, que se sabe que no se va a volver a repetir, o un deseo que puede incomodar al otro”, explica Darío Fernández, psicólogo experto en terapia de pareja y autor del libro autoeditado La itv del noviazgo (2015). Este terapeuta destaca la importancia de preguntarse antes de hablar si lo que se va a decir favorece la relación o al contario. “Uno de los mitos asociados a la pareja es que hay que contarse todo por decreto. Pero no hay que hablarlo todo, porque hay cosas que no son oportunas, ya que pueden entenderse mal, por lo que es mucho más sano mantener una autonomía y sensación de privacidad sana”, coincide Tristana Suárez, psicóloga de orientación psicoanalítica y Gestalt en el Centro Integral San Lorenzo, en la localidad madrile?a de San Lorenzo de El Escorial.
En cualquier caso, dentro del marco de una relación sentimental no hay normas fijas ni fórmulas universales sobre cómo comunicarse. “Cada pareja tiene que encontrar su idioma común, que resulte satisfactorio y cómodo para ambos. Por ejemplo, hay personas que pueden estar a gusto con poco diálogo y otras necesitan hablar más, lo cual suele ser un tema clásico que crea fricción en la pareja”, apunta Suárez. Esta terapeuta hace hincapié además en la amplitud que abarca la comunicación, que se suele restringir únicamente a la expresión verbal. “Puedes hablar y no comunicarte porque lo importante es la calidad del contenido de lo que se dice, que viene marcado por la autenticidad o la profundidad de lo expresado”, se?ala. Otras facetas tienen que ver con la expresión no verbal. “También cuentan las miradas, los silencios, las caricias y los detalles en el día a día que crean la sensación de una conexión con la otra persona que va más allá de una conversación”, continúa la psicóloga.
Entre secretos y tabúes
Hay que diferenciar la esfera de la intimidad que una persona preserva con la pareja de los secretos y los tabúes. En el primer caso, se trata de una información que se oculta y tiene que ver con el poder en la relación. “Genera un escalón de diferencia en el nivel de igualdad entre las dos personas, que resulta da?ino y afecta a la dignidad de quien desconoce el tema”, explica Suárez. En cuanto a los tabúes, tienen que ver con una información conocida por ambas partes, pero que, por acuerdo tácito o explícito, se decide no hablar sobre ello. “Se trata de algo que impide la espontaneidad o que fluyan las cosas, pero hay parejas que tienen conflictos sobre algunos temas, como el sexo o la economía familiar, y se decreta el silencio en esos aspectos, lo que acaba por generar incomodidad en la relación”, afirma la especialista.
La comunicación adecuada en el marco de una relación amorosa tiene varias características. “Tiene que haber una escucha, no se corta la palabra a la otra persona, existe empatía y no se intenta cambiar a nadie, porque si hay más pelea y combate que diálogo sincero se augura un mal pronóstico para el futuro de la pareja”, advierte el también médico de familia Darío Fernández. Este terapeuta incide en la importancia de evitar ciertas conductas que pueden da?ar el vínculo sentimental: “Criticar y descalificar continuamente al otro, estar siempre a la defensiva porque se siente todo como un ataque personal y no admitir la responsabilidad si hay un problema o ser despectivo y utilizar frases como ‘me das pena”.
Fernández también alude a otras actitudes que se alejan de una comunicación sana y empática: “La indiferencia, como contestar con evasivas o no hacer caso a la otra persona cuando se habla, o la conducta excesivamente servil, que implica la preocupación por cubrir las necesidades de la pareja y no atender nunca las propias”. Esta comunicación inapropiada tiene consecuencias para el vínculo de la pareja. “Se puede producir un distanciamiento e iniciar conversaciones con otras personas, cuyo contenido solo debería darse entre la pareja, sobre cuestiones de gustos sexuales, por ejemplo, lo cual sería una infidelidad emocional”, asegura el especialista.
Exponer la vida personal en internet implica compartir la intimidad de la pareja, lo que acarrea también unas consecuencias. “En las redes sociales se comparten cosas de la vida personal que quedan expuestas a miradas ajenas. Esto puede tener un efecto rebote sobre la relación, como por ejemplo por el hecho de que se den likes y se despierten susceptibilidades que contaminen la intimidad de la pareja al mostrarla públicamente”, asegura Tristana Suárez. La psicóloga lanza un consejo sobre esta cuestión: “Gran parte de lo que ocurre en una relación no debería ser compartido con nadie, ya que se trata de la exclusividad entre dos personas y, cuando se deja entrar en aspectos privados a terceros, puede resultar peligroso porque genera conflictos”.