Torre de Sande, el encantador restaurante ¡®low cost¡¯ de Atrio

En los comedores de Torre de Sande, edificio del siglo XV en la Ciudad Monumental de C¨¢ceres, se superponen vivencias y recuerdos de To?o P¨¦rez y Jos¨¦ Polo, propietarios a su vez del famoso restaurante Atrio, reconocido con tres estrellas por la gu¨ªa Michelin. Un lugar encantador donde el ambiente, la sala y parte de su vajilla, rescatada de los or¨ªgenes de su casa madre, se cuidan de la misma forma que su cocina. ¡°Somos una casa de comidas. Elaboramos platos sencillos, cercanos, de temporada, sin otras pretensiones que agradar a nues...

En los comedores de Torre de Sande, edificio del siglo XV en la Ciudad Monumental de C¨¢ceres, se superponen vivencias y recuerdos de To?o P¨¦rez y Jos¨¦ Polo, propietarios a su vez del famoso restaurante Atrio, reconocido con tres estrellas por la gu¨ªa Michelin. Un lugar encantador donde el ambiente, la sala y parte de su vajilla, rescatada de los or¨ªgenes de su casa madre, se cuidan de la misma forma que su cocina. ¡°Somos una casa de comidas. Elaboramos platos sencillos, cercanos, de temporada, sin otras pretensiones que agradar a nuestros comensales¡±, afirma P¨¦rez. No es extra?o que en la carta figuren ciertos iconos del tapeo tradicional, adem¨¢s de embutidos y quesos de la tierra, platos de cuchara, recetas de verduras, algunos pescados espor¨¢dicos y carnes de ib¨¦rico a la parrilla.

Lo previsible y lo inesperado en un popurr¨ª de f¨®rmulas desenfadadas que ahondan en las ra¨ªces del recetario popular. Tampoco faltan algunos iconos extreme?os como la sopa de tomate o el zarangollo. Platos que en todos los casos se interpretan con la t¨¦cnica que caracteriza al joven Alberto Montes, jefe de cocina de Atrio, que en complicidad con To?o supervisa esta segunda marca, pr¨®xima a la anterior. Quien visite la casa por vez primera no puede pasar por alto la tortilla vaga al estilo de Sacha, que contiene patatas chips, jam¨®n ib¨¦rico, piparras, arroz inflado, mayonesa y pimientos verdes. Ni tampoco la ensaladilla con bonito en aceite; ni por supuesto las croquetas de jam¨®n, de masa fluida y rebozo crujiente, tres entrantes para compartir.

Con algunas verduras, que se cocinan de forma caprichosa, la casa abandona el hilo de la tradici¨®n: los tropezones de br¨¦col fritos se roc¨ªan con una salsa de kimchi a la canela, f¨®rmula que genera dudas; las medias berenjenas asadas con miso, agradables, se presentan cubiertas con arroz inflado, y los primeros esp¨¢rragos blancos de temporada a la salsa beurre blanc. Entrantes no menos acertados que el ajoblanco con boquerones marinados. Por su parte, los cortes de ib¨¦rico (pluma, secreto y presa), que se doran en las brasas del horno Josper, se presentan con un punto acertado. En conjunto, platos tranquilos a los que se suma un poderoso arroz de magro y alcachofas, algo sobrado de grasa, y dos platos de cuchara, los garbanzos con calamares y espinacas, y los callos con pata y morro.

Sorprende el nivel de sus postres (tarta de tres quesos; tarta de chocolate; torrijas; tatin de manzana con helado) que a pesar de la normalidad de sus enunciados no pueden ocultar que proceden del obrador de pasteler¨ªa de Atrio. La bodega, muy cuidada, el servicio de sala, particularmente amable, y su acogedora terraza interior suman puntos a la confortabilidad del lugar.