?Shakira, mi amor!
Campanario y Shakira pueden servir de ejemplos contrastados de c¨®mo llevar delante una relaci¨®n medi¨¢tica. Con hijos, l¨ªos con Hacienda, con machos alfa y con testosteronas desbordadas
Aunque Shakira Isabel y yo no tenemos mucho en com¨²n ¡ªella es colombiana y yo venezolano¡ª, me ha entristecido un poco el aniversario n¨²mero 30 con mi pareja el anuncio de su separaci¨®n de Gerard Piqu¨¦. Pobre Shakira, pobre Piqu¨¦. Es curioso como este destacado deportista siempre est¨¢ en la diana, objeto de cr¨ªticas y pr¨®ximo a pol¨¦micas. Unas veces por su posici¨®n pol¨ªtica, otras veces por sus ambiciones empresariales, ahora por sus supuestas infidelidad...
Aunque Shakira Isabel y yo no tenemos mucho en com¨²n ¡ªella es colombiana y yo venezolano¡ª, me ha entristecido un poco el aniversario n¨²mero 30 con mi pareja el anuncio de su separaci¨®n de Gerard Piqu¨¦. Pobre Shakira, pobre Piqu¨¦. Es curioso como este destacado deportista siempre est¨¢ en la diana, objeto de cr¨ªticas y pr¨®ximo a pol¨¦micas. Unas veces por su posici¨®n pol¨ªtica, otras veces por sus ambiciones empresariales, ahora por sus supuestas infidelidades. Y pr¨®ximamente por la dura negociaci¨®n por la custodia de sus dos hijos, algo que no va a resultar nada f¨¢cil. No deber¨ªa pero me preocupan esos ni?os, criados en una ciudad bella e inclinada como Barcelona, enfrentados ahora a un futuro tan distinto y plano como Miami.
Todo me lleva a desear una ONG contra la separaci¨®n de Shakira y Piqu¨¦. No deber¨ªamos permitirlo. Tenemos que convencerles de darse otro chancecito, mi amor. Una pareja de Champions, como la de Shakira y Piqu¨¦, no se deber¨ªa romper por unos enga?os, un fuera de juego, unas traiciones peque?as. Ellos son el Mundial. Son el Waka Waka de nuestras ambiciones sentimentales.
Brillan. Precisamente por eso nos cautivaron al empezar su relaci¨®n en aquel Mundial de F¨²tbol glorioso, pleno de tanto amor y goles, donde tambi¨¦n surgieron Carbonero y Casillas como power couple, que ahora ya divorciad¨ªsimos no consiguen el milagro de reconstruir sus vidas sentimentales. Otro argumento para impedir esta separaci¨®n. No queremos ver nuevos novios bailarines de Shakira, al estilo de los de Jennifer Lopez, ni novias de Piqu¨¦ con labio abultado. Y asumamos estoicamente que otra causa probable de ruptura es el empe?o de Shakira en traer a sus padres a vivir con ellos. Un h¨¢bito frecuente en nosotros, los latinos: traer a m¨¢s gente. Como en nuestros pa¨ªses de origen existe lo que se llama ¡°la situaci¨®n pa¨ªs¡±, a la primera de cambio, por ejemplo unas elecciones presidenciales con peligro de golpe militar o de que gane un candidato demasiado izquierdista, los padres se mudan al pa¨ªs donde est¨¦n sus nietos aduciendo miedo ante la ¡°situaci¨®n pa¨ªs¡± y eso complica la ¡°situaci¨®n pareja¡±.
Ay¡ ?los suegros! Ay¡ ?las ambiciones! Menos mal que, un d¨ªa despu¨¦s, Mar¨ªa Jos¨¦ Campanario dio a luz un tercer hijo para Jesul¨ªn de Ubrique, que ya tiene dos hijas c¨¦lebres en n¨®mina, Julia y Andrea Janeiro. Aparte del ADN, las j¨®venes mantienen poco en com¨²n. Andrea es la discreta hija de Bel¨¦n Esteban, Princesa del Pueblo, y Julia es la hija despampanante de Mar¨ªa Jos¨¦. Jesul¨ªn de Ubrique es m¨¢s conocido por su trayectoria como torero iconoclasta, pero vale la pena recordar que tambi¨¦n inici¨® una carrera musical que nunca fue tan ambiciosa como la de Shakira Isabel pero s¨ª que pari¨® un ¨¦xito tan inolvidable como el Waka Waka que fue aquel Toa Toa.
Campanario y Shakira tampoco tienen mucho en com¨²n. Probablemente ni se conocen pero pueden servir de ejemplos contrastados de c¨®mo llevar adelante una relaci¨®n medi¨¢tica. Con hijos, l¨ªos con Hacienda, con machos alfa y con testosteronas desbordadas. Espero que con este nacimiento Ambiciones, la finca familiar en Ubrique, se refuerce, que no sea olvidada o mal vendida. No debemos permitir que ese emblema arquitect¨®nico popular corra la misma suerte que el Partido Socialista en su laberinto andaluz.
El amor, como la pol¨ªtica, es siempre un laberinto. Tan hermoso y enso?ador como el construido por Cristina Iglesias en el patio de entrada de la Royal Academy en Londres. Entrar en ¨¦l, a ¨²ltima hora de la tarde del mi¨¦rcoles, volvi¨® a encender en mi interior la admiraci¨®n por esta artista. Aunque rodeado de un cursi jardincito de desordenado aire ingl¨¦s, la obra es un manantial verde que, goteando, evoca la humedad del amor, ese roc¨ªo misterioso que nubla el sentido, desorienta y aviva la belleza, la emoci¨®n, dure lo que dure.