Otro Madrid es posible: as¨ª es Zuloark, el colectivo de arquitectos que quiso poner un parque en la Gran V¨ªa
Este grupo que comenz¨® a operar en la universidad pretende acabar con el concepto tradicional de autor¨ªa
El d¨ªa despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001 aparecieron por las facultades madrile?as unos carteles donde se denunciaban otras tragedias que ocurr¨ªan por toda la faz del planeta. Estas pancartas ven¨ªan firmadas por un misterioso colectivo del que nunca se hab¨ªa o¨ªdo hablar: Zuloark. Se trataba de un grupo de estudiantes de arquitectura que, hastiados del modelo de ense?anza, se reun¨ªa para trabajar en proyectos, charlar y beber kalimotxo. ¡°Al ver los atentados sentimos que deb¨ªamos responder de alguna mane...
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El d¨ªa despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001 aparecieron por las facultades madrile?as unos carteles donde se denunciaban otras tragedias que ocurr¨ªan por toda la faz del planeta. Estas pancartas ven¨ªan firmadas por un misterioso colectivo del que nunca se hab¨ªa o¨ªdo hablar: Zuloark. Se trataba de un grupo de estudiantes de arquitectura que, hastiados del modelo de ense?anza, se reun¨ªa para trabajar en proyectos, charlar y beber kalimotxo. ¡°Al ver los atentados sentimos que deb¨ªamos responder de alguna manera¡±, dice Manuel Pascual, uno de los miembros fundadores. Veinte a?os despu¨¦s, el colectivo, que se define ahora como una oficina abierta de Arquitectura y Urbanismo con sede en Madrid, Berl¨ªn, La Coru?a y Bolonia, se ha ganado un nombre en el panorama cultural en general y arquitect¨®nico en particular. Zuloark ha crecido, se ha establecido y ha servido de ejemplo a nuevas generaciones.
En sus primeros a?os, su principal objetivo fue superar el concepto tradicional de autor¨ªa en la arquitectura, con el culto a los grandes nombres de la disciplina, como Moneo, Calatrava o S¨¢enz de Oiza. La arquitectura era un asunto de grandes nombres. Sin embargo, muchas veces los grandes arquitectos son m¨¢s bien marcas que vienen a firmar proyectos que realizan equipos que no se ven reconocidos. ¡°La arquitectura es una pr¨¢ctica m¨¢s colaborativa de lo que se comunica¡±, dice Pascual, ¡°ni siquiera est¨¢bamos reinventando la manera de hacer, sino evidenciando la manera de contar¡±. Quer¨ªan poner en solfa el concepto tradicional de autor¨ªa. ¡°Percib¨ªamos que muchos de los debates dentro de la arquitectura ten¨ªan que ver con luchas entre diferentes estilos, diferentes c¨¢tedras¡ todo muy relacionado con la autor¨ªa¡±, dice Juan Chac¨®n, otro de los fundadores.
Los miembros de Zuloark, no sin resistencia por parte del profesorado, comenzaron a firmar colectivamente sus trabajos de clase y a pintar su nombre por las calles de Madrid y de otras ciudades de Europa. ¡°Mucha gente pensaba que un trabajo colectivo no val¨ªa lo mismo¡±, dice el arquitecto Enrique Espinosa, que realiza una tesis doctoral sobre el grupo, ¡°pero abri¨® un escenario en la academia en el que se hizo posible. Desde aquella ¨¦poca las practicas colaborativas han crecido exponencialmente y se han legitimado¡±.
Por entonces, nadie sab¨ªa qui¨¦nes eran los miembros de Zuloark, como si se tratase de una sociedad secreta. Con el tiempo fueron ganando concursos y obteniendo encargos, no solo dentro de lo puramente arquitect¨®nico, sino tambi¨¦n siguiendo l¨ªneas como el dise?o web, la participaci¨®n ciudadana o la gesti¨®n cultural. Se les ha acusado de tod¨®logos. En su l¨ªnea de trabajo se percibe un visi¨®n participativa y l¨²dica de la arquitectura, adem¨¢s de influencias de mundos externos: el arte urbano, la tecnolog¨ªa, la moda, el mundo hacker, el dise?o o los videojuegos. ¡°Tambi¨¦n una fuerte conexi¨®n con la realidad¡±, dice Aurora Adalid, otra fundadora, ¡°a algunos concursos estil¨ªsticos nos present¨¢bamos con un proyecto de gesti¨®n porque no solo importaba el color del edificio, sino resolver el problema del acceso a la vivienda. Muchas veces la gente de esta disciplina se dedica a resolver problemas que no existen¡±.
La historia del colectivo, seg¨²n acuerdan sus miembros, podr¨ªa describirse en tres fases. La primera fase, estudiantil y activista, que se extiende hasta la crisis del 2008. Son momentos en los que, adem¨¢s, surge un amplio movimiento en la arquitectura y disciplinas afines, con otros grupos como Basurama o Todo x la praxis en Espa?a, y otros en Europa (como los franceses Exit) o Latinoam¨¦rica. Despu¨¦s de 2008, cuya crisis no les afecta del todo debido a la diverso de su actividad y su precariedad original, comienza una segunda fase: el periodo de profesionalizaci¨®n.
Es dif¨ªcil citar todos los hitos de la carrera de Zuloark. El primero podr¨ªa ser el premio en el concurso Quaderns del colegio de arquitectura de Catalu?a, en 2004, cuando estaban todav¨ªa en la facultad. Tambi¨¦n su participaci¨®n en la Bienal Espa?ola de Arquitectura, donde asumieron la direcci¨®n adjunta en 2010, democratizando la organizaci¨®n y creando un ¨¢lbum de cromos con los candidatos de los premios Arquia.
A partir de 2014, el ¨²ltimo tramo, empiezan a preocuparse m¨¢s por los asuntos internos y los cuidados dentro del grupo. Por ejemplo, realizando congresos anuales (el Zulocongress): ¡°Nos reunimos para pensar c¨®mo queremos ser¡±, explica Adalid. Y lo hacen tambi¨¦n desde una perspectiva de g¨¦nero: ¡°Se dec¨ªa que como arquitectos no ten¨ªamos referentes, pero como mujer arquitecta no ten¨ªamos referente en absoluto. Est¨¢bamos redefiniendo la forma de ser arquitecta, de relacionarse con las compa?eras, las din¨¢micas en los estudios y en la escuela¡±, se?ala Adalid.
Progresivamente, el colectivo se ha ido convirtiendo en una suma de elementos semiaut¨®nomos que se apoyan entre s¨ª, de forma que nadie se sienta desconectado en el mundo exterior, ni frenado por el grupo. ¡°Nuestro esfuerzo ahora es que se consolide la visi¨®n global, pero con autonom¨ªa para cada miembro¡±, dice Chac¨®n, ¡°no todo puede hacerse de manera asamblearia, y tambi¨¦n nos preocupamos por el recambio generacional¡±. En Zuloark hay varias capas de participantes, desde el n¨²cleo duro, a los colaboradores conocidos como soles (por las iniciales de satellite of love, como la canci¨®n de Lou Reed), que se superponen como en una matrioska. Funciona mediante una ¡°jerarqu¨ªa l¨ªquida¡± que evita la tradicional organizaci¨®n vertical.
Un hito con el que Zuloark gan¨® gran visibilidad, tuvo lugar en la Noche en Blanco organizada por Basurama en la que el colectivo fue invitado a intervenir en la Gran V¨ªa, donde cre¨® un gran parque de juegos desmontable. Las estructuras utilizadas fueron luego a parques de barrios perif¨¦ricos y a crear otro gran proyecto, el Campo de la Cebada, en el centro de Madrid. El espacio gan¨® notoriedad, convirti¨¦ndose en un foco de atracci¨®n cultural que coincidi¨®, tanto ideol¨®gica como temporalmente, con el movimiento 15M. ¡°Era el sue?o de nuestra vida: tener un agujero de hormig¨®n en la ciudad donde experimentar otra forma de urbe que tuviese en cuenta los cuidados, se pensara c¨®mo hacer las cosas, se pudiera construir y aprender¡±, dice Pascual.
Otros proyectos en los que han trabajado son la plataforma de investigaci¨®n en l¨ªnea Inteligencias Colectivas, sobre conocimiento informal y procesos urbanos aut¨®nomos; Casa Tejida, una casa experimental realizada en Colombia junto con Santiago Padilla; el proyecto Paco Graco, que trata de conservar el patrimonio de los r¨®tulos comerciales de las ciudades; Yes Llanes, un mapa de las controversias en aquel concejo asturiano; la consultor¨ªa para la sede de la Fundaci¨®n Carasso; o el festival Bosque R.E.A.L. en la Casa de Campo de Madrid. El colectivo sigue adelante.