¡°No ten¨ªa un duro y necesitaba un ¡®colchoncillo¡±: los trabajos extra que nacen en el tel¨¦fono m¨®vil
A veces responden a aficiones literarias o musicales, otros a amor por los animales y otros al talento para identificar muebles abandonados que tienen posibilidades, pero todo termina convertido en un sobresueldo necesario en tiempos de precariedad
?Qu¨¦ es el side hustle? Otra forma de recoger una tendencia social romantizada por el anglicismo de moda (en este caso, side hustle, castellanizable como trabajillo extra) sin revelar que a menudo su su naturaleza es precaria y precarizadora. En cierto modo, una emanaci¨®n m¨¢s de ese otro pr¨¦stamo que nuestra lengua tom¨® de la sociolog¨ªa de Sillicon Valley, la gig economy. Peque?os intercambios comerciales que algunas personas realizan en los m¨¢rgenes de su tiempo libre ¨Cse trata de un complemento, no de un trabajo¨C y en los m¨¢rgenes del sistema ¨Cnadie se da de alta como aut¨®nomo para vender objetos de segunda mano¨C. Lo hacen a trav¨¦s, casi siempre, de plataformas, y con el fin de generar unos ingresos recurrentes. No hablamos de vender algo puntual en Wallapop, sino de sistematizar la posibilidad que ofrecen Wallapop o Vinted, para ropa; Rover, para el cuidado de mascotas, o Discogs, dedicada a los cds y discos de vinilo; para sacarte un dinero extra todos los meses. El smartphone como mercado persa de las sobras del capitalismo. Todas las personas que hablan en esta pieza han preferido hacerlo bajo condici¨®n de anonimato. Y ¨¦stas son sus historias de aficiones compartidas, pasiones monetizadas y, tambi¨¦n, precariedad, necesidad y urgencia.
Pesca de arrastre en las rebajas
¡°Lo que hago es estar atento a las ofertas de Amazon o del Black Friday, hacerme con una buena bolsa de ediciones que s¨¦ seguro que van a tener salida en el mercado e ir vendi¨¦ndolas a lo largo del a?o por Internet¡±. Habla Sim¨®n, cin¨¦filo y especulador de blu-rays. ?l mismo no tiene reparos en calificarse as¨ª. ¡°Evidentemente, a nadie le gusta que le identifiquen con un especulador, pero tampoco voy a negar que lo que hago responde a esa l¨®gica. Ahora bien, tampoco creo que lo m¨ªo tenga nada que ver con un multipropietario, eso es sacar las cosas de quicio¡±, se defiende.
?Qu¨¦ espacio ocupaban los DVD¡¯s en unos grandes almacenes en 2004 y qu¨¦ espacio ocupan hoy los blu-rays? Esa distancia f¨ªsica sintetiza el estrechamiento de un mercado, el formato f¨ªsico, reducido hoy a un nicho. Los blu-rays m¨¢s codiciados por los coleccionistas son las ediciones especiales limitadas de pel¨ªculas de culto ¨Ccon muchos extras, envoltorios sugerentes, un trabajo de arte diferencial¨C y los steelbooks, pel¨ªculas que elevan su cach¨¦ gracias a una car¨¢tula met¨¢lica. ¡°Yo compro a lo mejor diez steelbooks de una franquicia que s¨¦ que tiene una base de fans muy fiel y cuando los empiezo a vender, como las ediciones son cortitas y se agotan r¨¢pido, el precio ya es mayor. Hay alguno que lo he llegado a vender por 45 euros¡å, explica Sim¨®n.
Lucas es otro cin¨¦filo que intent¨® hacer lo mismo que Sim¨®n (¡°harto de ver c¨®mo otros se aprovechaban, quise probar a hacerlo yo mismo¡±) hasta que se cans¨® por la atenci¨®n constante que exig¨ªa el contacto con los clientes. ¡°Al final, lo que me sacaba, que pod¨ªan ser unos 100 euros al mes si ten¨ªa suerte y unos 40 en el peor caso, no compensaba las negociaciones en el chat de Wallapop. Se convirti¨® en un segundo trabajo muy, muy mal pagado, era esclavizante¡±.
Sim¨®n y Lucas buscaron convertir su pasi¨®n, las pel¨ªculas, y su h¨¢bito de consumo favorito, la compra de pel¨ªculas, en un peque?o negocio. Y ¨¦se es el mismo atajo que quiso tomar Nuria para complementar su sueldo. Le gusta la moda, disfruta con ella y la vende a trav¨¦s de Internet. ¡°Yo compro muchas prendas baratas en ¨²ltimas rebajas. A veces no me quedo con la prenda y decido venderla. No al precio de venta, evidentemente, pero si la compro a 10, la vendo a 20. Ah¨ª ya le gano el doble. No es mucho dinero, aunque si vendes diez prendas, te pones a sumar y es una ayuda. Hay meses que te puedes sacar 50, otro mes que sub¨ª muchas prendas, de etiqueta, saqu¨¦ 600. Depende. Cuanto m¨¢s subes, m¨¢s vendes¡±. ?El problema? De nuevo, el tiempo. ¡°Yo hago muchas fotos y soy muy detallista. Algunas amigas suben sus prendas con una sola foto. Yo no. Y luego, aparte, hay que negociar. Dependiendo de la situaci¨®n econ¨®mica de cada uno, compensar¨¢ o no. A m¨ª, todo me sirve¡±.
Vinted como gineceo
Nuria utiliza Vinted para sus operaciones de ropa. En esa misma app, Ver¨®nica ha obtenido un beneficio de 1.900 euros en dos a?os, lo que se traduce en 80 al mes. No es un margen boyante, pero ella lo ve m¨¢s como un entretenimiento que como un negocio. ¡°En la aplicaci¨®n s¨®lo gasto el dinero que he conseguido dentro. Es una manera de convertir diez camisetas malas de mi armario en un abrigo bueno¡±, resume. Su experiencia es positiva y feliz: ¡°Es mi hobby. De alguna forma, lo disfruto¡±.
Si Lucas nos contaba que hab¨ªa desistido del mercadillo cinematogr¨¢fico, hastiado del contacto con los compradores (¡°algunos se ponen agresivos si no les haces una rebaja¡±), Ver¨®nica introduce aqu¨ª un factor diferencial de Vinted que enhebra de seda su rutina fenicia. ¡°Aqu¨ª hay un mel¨®n importante: Vinted es una sociedad femenina que funciona de manera totalmente ut¨®pica. En Vinted solo hay mujeres y las negociaciones son educad¨ªsimas. Las ¨²nicas malas experiencias que he tenido en Vinted han sido con t¨ªos¡±.
Otra usuaria de Vinted, Silvia, coincide con este diagn¨®stico. ¡°Wallapop, al ser un espacio mixto, es mucho m¨¢s agresivo, las negociaciones son abruptas, muy paletas y con faltas de ortograf¨ªa. Hay poca cordialidad, la gente ni siquiera saluda antes de hacer una oferta. En Vinted la cordialidad llega incluso a ser pastelosa¡±. Ahora siente que su misi¨®n es preservar la paz de este ecosistema manteni¨¦ndolo como un espacio no mixto. Adem¨¢s, Silvia usa una XS o una S, tallas que por lo general s¨®lo sirven a chicas. ¡°As¨ª que si es un t¨ªo el que me escribe para regal¨¢rselo a su novia, me parece tan cutre que tampoco quiero saber nada¡±, razona.
Canguro de mascotas
B¨¢rbara empez¨® a cuidar animales a los 17 a?os porque ¡°no ten¨ªa ni un duro y quise empezar a hacerme un colchoncillo¡±. Y as¨ª hasta hoy, que tiene 33 y una situaci¨®n financiera similar a la de la casilla de salida. Pasea perros, cambia areneros de gatos, hace compa?¨ªa durante viajes y ausencias varias: lo que sea. Una labor de babysitter de peludos que compagina como puede con sus muchos trabajos ef¨ªmeros en el mundo de la cultura.
Le ha pasado de todo. ¡°Una vez me olvid¨¦ las llaves que me hab¨ªan dejado y tuve que llamar a un cerrajero; a d¨ªa de hoy, el due?o del animal no lo sabe. Otra vez, la gata de una colega se cag¨® en la cama, en su almohada. Estaba muy ofendida con su due?a porque, seg¨²n su criterio, la hab¨ªa abandonado. Yo no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Lav¨¦ todo, tardaba mil en secar, puse otra lavadora, saltaron los plomos¡ Fue un caos. No quer¨ªa avisar porque me sent¨ªa tonta¡±. A pesar del auge de apps como Rover, ella funciona por el boca a boca. ¡°A m¨ª cuidar animales me da la vida pero tambi¨¦n hay experiencias dolorosas. El a?o pasado, mientras se me estaba muriendo una gatita en casa, estaba cuidando de otras dos gatas¡ Y era duro¡±.
Rescatar objetos de la nada
En Batman vuelve, El Ping¨¹ino interpretado por Danny deVito se revela vengador de clase al secuestrar a un magnate de Gotham y chantajearlo con documentos incriminadores que ha recopilado en las alcantarillas. Este viejo paradigma vertical ¨Clos miserables hacen su fortuna con los restos de los privilegiados¨C tiene distintas manifestaciones en la econom¨ªa plataformera. As¨ª lo confirma Ra¨²l, que usa Wallapop para ofrecerse como porteador en mudanzas peque?as, asistido por su furgoneta, y para vender art¨ªculos que ¨¦l mismo recolecta en los barrios altos de Barcelona. ¡°En Sarri¨¢ y Sant Gervasi el ayuntamiento pasa a recoger muebles de la calle los martes o los mi¨¦rcoles, dependiendo de la calle. Si pasas antes de las ocho de la tarde, puedes llev¨¢rtelos sin problema. Hay gente que amuebla casas enteras en Wallapop¡±.
Ra¨²l ha aparcado esta pr¨¢ctica porque tiene un nuevo trabajo m¨¢s restrictivo con los horarios ¡°y porque la gesti¨®n con la furgoneta empezaba a ser complicada, no es algo que puedas hacer t¨² solo, al final necesitas llamar a alguien que te ayude y es un l¨ªo¡±. Pero, en sus mejores momentos, lleg¨® a sacarse una buena tajada. ¡°Algunos meses 300, otros 600, no s¨¦, depend¨ªa. Otros meses, nada, o muy poco. Lo peor era coordinarme con los compradores cuando quer¨ªan venir a ver las cosas. Hay personas muy impuntuales o que directamente te cancelan en el ¨²ltimo minuto¡±.
No todas las incursiones en los desechos de los ricos cobran forma de emprendedur¨ªa urgente. ¡°Tengo una mu?eca Aitana rescatada de al lado de un contenedor de un barrio bien con su caja y todo, intacta. Planeo venderla en Wallapop para complementar mi prestaci¨®n por desempleo y estoy esperando a la v¨ªspera de Navidades, que habr¨¢ m¨¢s demanda. Total, lo que saque se lo va a llevar el casero con la subida del IPC¡±, cuenta Mar¨ªa. Aunque se trata de una operaci¨®n puntual ¨Cencontr¨® la mu?eca de casualidad¨C, tiene localizados estos contenedores. ¡°Creo que el mismo vecino deja m¨¢s cosas: a veces veo ropa que est¨¢ bien puesta y en buenas condiciones, totalmente usable y as¨ª como un poquito apartada¡±, admite.
Mart¨ªn se dedica, tambi¨¦n, a rescatar objetos. ?l no lo hace de la basura, sino de ese purgatorio material en el que se convierten algunas oficinas a las que llega ingente material de promoci¨®n. Cualquiera que haya trabajado en esos entornos reconoce las pilas de libros, ced¨¦s y vinilos que se pueden acumular tras los env¨ªos masivos de editoriales y casas de discos. ¡°Esos ced¨¦s no los quiere nadie y me pone muy nervioso. As¨ª que los met¨ªa en cajas y me los llevaba a mi casa. Durante diez a?os, viv¨ª en una casa con un descansillo en el que cab¨ªa de todo. Pero al mudarme, me qued¨¦ sin espacio y me di cuenta de que me sobraban 5000 ced¨¦s¡±, relata Mart¨ªn. En las tiendas de discos, no los quer¨ªan y se negaban a ir a ver la colecci¨®n a su casa. A trav¨¦s de Internet, entr¨® en contacto con el responsable de una discogr¨¢fica peque?a que se ofreci¨® para colocarle los ced¨¦s a trav¨¦s de Discogs, templo del coleccionismo mel¨®mano que sirve de plataforma de venta entre particulares. Mart¨ªn lleg¨® a un acuerdo con su nuevo socio para que ¨¦ste subiera los ced¨¦s a Discogs y negociara con los interesados a cambio del 50% de la venta. ¡°Esto fue en diciembre de 2021. Desde entonces, recibo m¨¢s o menos, cada dos meses y pico, 300 euros¡±. En este proceso, se ha llevado algunas sorpresas. ¡°El otro d¨ªa vendimos un ced¨¦ de Paulina Rubio por 55 euros m¨¢s gastos de env¨ªo a un t¨ªo de Argentina. Hay discos que aqu¨ª no quiere nadie, del indie espa?ol, que los compra gente de Chile o de M¨¦xico¡±.
Ninguna de las personas entrevistadas para esta pieza es millonaria. Y la mayor¨ªa echa cuentas para llegar a fin de mes. Los beneficios de estas actividades paralelas a su vida laboral no son, en ning¨²n caso, espectaculares, y s¨®lo se explican, tal y como admiten los implicados, por su v¨ªnculo a pasiones muy personales. En algunos casos, el uso de las aplicaciones de compraventa h¨ªbrida el ocio con la b¨²squeda de la oportunidad, hasta el punto de convertir el placer en trabajo. En otros, simplemente se trata de sobrevivir. No son negocios para dar un pelotazo, son malabares econ¨®micos sobre el monociclo de la precariedad. Lo ¨²nico que hace falta es tener entrenado el sentido ar¨¢cnido del chollo. No todo el mundo tiene un piso heredado que poner en alquiler, pero cualquiera puede identificar las oportunidades que brillan en las alacenas del trabajo, en los saldos de Inditex o junto a los contenedores de basura.