Por qu¨¦ viajamos tan mal: gu¨ªa para no llevarnos de vacaciones el estr¨¦s del d¨ªa a d¨ªa
Si intentamos ver todo, no soltamos el m¨®vil, queremos programar cada movimiento y pretendemos que las costumbres en el otro lado del mundo sean las mismas que en nuestro hogar, ning¨²n viaje ser¨¢ placentero. Una serie de expertos nos dan las claves
De acuerdo con Paul Morand, un viaje es una nueva vida en la que cabe un nacimiento, un crecimiento y una muerte. Aunque al escritor quiz¨¢ le falt¨® olfato para a?adir en su esquema unos 15 o 16 ataques de ansiedad. Viajar en la actualidad es tantas veces una r¨¦plica miniaturizada de la vida, ahora que el capitalismo ha universalizado y abaratado la capacidad de aventura, que cada vez es m¨¢s habitual escuchar al viajero demandar, exhausto, unas vacaciones de sus vacaciones.
Porque viajamos mal: angustiados, cabreados. Y mientras arrastramos nuestros cuerpos zombies de vuelta al lugar de trabajo, estremecidos a¨²n por la resaca de negociar con webs comparativas de precios de hoteles y agregadores de excursiones organizadas, con nuestras parejas y nuestros amigos, con hospederos avariciosos y con hordas de turistas a las que, por alguna raz¨®n, no identificamos como iguales sino como una plaga distinta, no podemos dejar de preguntarnos por qu¨¦ viajamos tan mal. Expertos y v¨ªctimas proponen cinco nervios sensibles para el estr¨¦s viajero.
La dependencia del m¨®vil
El 60% por ciento de los espa?oles sienten la necesidad de estar conectados en todo momento a las redes sociales durante sus vacaciones, y el 83% teme quedarse sin cobertura, seg¨²n una encuesta realizada por la plataforma Evaneos. La ansiedad por compartir minuto a minuto nuestras experiencias y la imposibilidad, por desgracia forzosa, de desconectar del trabajo, convierten nuestros nervios en cerillas consumidas y dif¨ªcilmente recuperables con un ba?ito en el mediterr¨¢neo.
Elena Garc¨ªa Donoso es una escritora y conferenciante especializada en viajes. Tras quince a?os afiliada a la aventura, en los que le ha dado tiempo a convivir con tribus en ?frica, bucear con tiburones e intimar con los Inuits en el ?rtico, ahora se dedica a compartir sus experiencias a trav¨¦s de charlas motivacionales. Aunque reconoce el valor de la tecnolog¨ªa para aproximarnos a lenguas desconocidas y agilizar la inmortalizaci¨®n de recuerdos, recela de sus excesos. ¡°No hay nada de malo en hacer fotos, lo que s¨ª es malo es viajar s¨®lo para hacer fotos. Los m¨®viles ayudan much¨ªsimo a viajar, a conectar y a mejorar la experiencia. Pero claro, hay que usarlos bien y eso significa que el m¨®vil sea una herramienta que ayude al viaje, no que el viaje sea la herramienta para usar el m¨®vil¡±, puntualiza.
La dependencia esclava de la tecnolog¨ªa afecta, adem¨¢s, al dise?o del viaje. ¡°Uno de los grandes errores que se comete al hacer un viaje es tener unas expectativas demasiado altas, provocadas en su mayor¨ªa por escoger un destino influidos exclusivamente por el contenido que nos llega a trav¨¦s de las redes sociales¡±, explica Clara Estrems, autora del blog de viajes Las sandalias de Ulises. ¡°Las redes sociales son un veh¨ªculo fant¨¢stico para dar a conocer determinados lugares o destinos, pero en la gran mayor¨ªa de ocasiones lo que vemos no solo es informaci¨®n sesgada, sino muchas veces editada y manipulada en cuanto a colorido y escena. ?Nos ayuda a conocerlo? S¨ª. ?Es suficiente para preparar un viaje? No¡±.
Planificaci¨®n: exceso o defecto
La sensaci¨®n de haber planificado demasiado o de haber planificado demasiado poco se apoderan con catastr¨®fica frecuencia de experiencias que deber¨ªan ser aliviadoras y que, en cambio, acaban introduciendo en nuestra coctelera emocional todav¨ªa m¨¢s estr¨¦s. ?Existe una antelaci¨®n ideal para empezar a definir nuestras vacaciones? Es dif¨ªcil decretarlo, si bien las estad¨ªsticas aclaran que, de manera previsible, los espa?oles hacemos honor al t¨®pico en este caso. Lorenzo Ritella, country manager de la plataforma de gesti¨®n de alojamientos tur¨ªsticos GuestReady, establece que, seg¨²n datos internos de su empresa, ¡°los espa?oles son m¨¢s de reservar en el ¨²ltimo momento, con una media de un mes y veinte d¨ªas antes de la fecha de comienzo del viaje¡±, s¨®lo superados en urgencia por los italianos. Los turistas americanos, de acuerdo con Ritella, son los que planifican el viaje con m¨¢s antelaci¨®n, con una media de reserva de tres meses y veintid¨®s d¨ªas, mientras que en Europa los alemanes hacen tambi¨¦n honor al clich¨¦ y son los m¨¢s previsores, reservando todo con dos meses y tres d¨ªas de antelaci¨®n.
Las consecuencias de planificar mal y fiarlo todo a la suerte y la improvisaci¨®n son obvias: de repente, no quedan entradas para los museos que te apetec¨ªa visitar ni reservas en los restaurantes donde todo el mundo te recomienda comer. El extremo opuesto, sin embargo, tambi¨¦n cobra su peaje a la salud. ¡°En el caso de que planifiquemos demasiado al mil¨ªmetro todas las horas del d¨ªa, estaremos dejando muy poco espacio al lugar para que se muestre tal y como es, y no tener espacio a la improvisaci¨®n o a disfrutar de planes espont¨¢neos que nos pueda ofrecer el destino¡±, advierte Clara Estrems. La psic¨®loga Natalia Ib¨¢?ez desgrana las consecuencias de sustituir el cerebro por una tabla de Excel antes de irnos de vacaciones. ¡°Cuando viajas, quieres escapar de la rutina. Y si haces una extensi¨®n de tu d¨ªa a d¨ªa en tu tiempo de esparcimiento y lo planificas todo al detalle, buscando aprovechar el tiempo de forma obsesiva para sacar el m¨¢ximo provecho a cada momento, no est¨¢s descansando verdaderamente, s¨®lo replicando tu rutina de siempre durante tus escapadas¡±.
La irritante soluci¨®n pasa por ese lugar tan elusivo: el t¨¦rmino medio. Elena Garc¨ªa Donoso, que trata de volcar su experiencia en su empresa de formaci¨®n y aventura Viajes al otro lado del miedo, cree que la capacidad resolutiva, la gesti¨®n del miedo y poner el foco en las soluciones m¨¢s que en los problemas son herramientas que ayudan a gestionar los imprevistos para no dejarnos dominar por el p¨¢nico. ¡°No sirve de nada dedicar tiempo a decirse frases como ¡®me ten¨ªa que haber preparado m¨¢s¡¯. En vez de eso tenemos que sustituir esos pensamientos, que ser¨¢n inevitables en un primer momento, por frases en positivo, orientadas a futuro que nos ayuden a tomar acci¨®n. Por ejemplo: ¡®Voy a dar un paseo y a descubrir lugares que no habr¨ªa visto si hubiera habido entradas¡±.
Dormideras fantasma
La gesti¨®n del alojamiento es otro de los factores que puede convertir la cabeza del viajero en una tetera a punto del colapso. ¡°Es importante hacer preguntas sobre el alojamiento, las condiciones y los servicios disponibles para evitar sorpresas una vez lleguemos al destino. Adem¨¢s, tener claros detalles tan sencillos como confirmar la hora de llegada o la entrega de llaves antes y despu¨¦s de nuestra estancia puede ahorrarnos tiempo y estr¨¦s¡±, recalca Lorenzo Ritella.
La arquitecta Ana Irisarri fue v¨ªctima de una de esas reservas imprudentes. En 2022, ella y cuatro amigos contrataron el alojamiento ¡°m¨¢s cutre y m¨¢s barato¡± que hab¨ªa en el centro de Roma con menos de un mes de antelaci¨®n, ignorando, en el proceso, una colecci¨®n inacabable de malas rese?as, riesgo que en sus c¨¢lculos mentales parec¨ªa asumible debido a las prisas de la situaci¨®n. ¡°El alojamiento era una infravivienda, un zulo, no se parec¨ªa nada a las fotos. Era un piso antiguo de Roma que hab¨ªan dividido en habitaciones con mamparas de ba?o de vestuario y daba much¨ªsimo asco¡±, describe. Encima, el gestor del hospedaje les dijo que no pod¨ªan dormir all¨ª debido a un imprevisto, pero que como ten¨ªan una reserva para cuatro d¨ªas, les derivaban a otro lugar. ¡°Intent¨¦ hablar con el encargado por tel¨¦fono, un se?or mayor muy loco que no dejaba de gritarme en italiano. Me dijo que qu¨¦ me cre¨ªa yo y nos envi¨® a dormir a un piso de un se?or mayor llamado Alfredo, muy elegante, que subarrendaba habitaciones¡±. Alfredo result¨® ser un caballero muy simp¨¢tico que, envuelto en sedas de la mejor calidad romana ¨Cllevaba un traje de doble abotonadura¨C, les invit¨® a un caf¨¦ mientras les aclaraba que el gestor hotelero con el que hablaban por tel¨¦fono era un hombre ¡°ciertamente loco¡± que estaba en silla de ruedas (¨¦sa era la raz¨®n por la que no pod¨ªan verlo cara a cara, al parecer, s¨®lo recibir sus gritos por tel¨¦fono). ¡°Es imposible que llegu¨¦is a ning¨²n acuerdo con ¨¦l, ten¨¦is que dormir conmigo¡±, les advirti¨®.
Irisarri, que no quer¨ªa resignarse a dormir con Alfredo ¨Cpor muy encantador que fuese¨C, llam¨® a la compa?¨ªa con la que hab¨ªa reservado el hotel. ¡°Estuve hablando por tel¨¦fono con un se?or latino de EE UU durante horas. Como era Semana Santa y estaba todo lleno, s¨®lo hab¨ªa dos opciones. Primero nos ofreci¨® un hotel a las afueras, cerca del aeropuerto, que rechac¨¦ porque en las condiciones de la web pone que te tienen que ofrecer una alternativa cercana a tu reserva original. As¨ª que al final nos brind¨® la opci¨®n de ir a un hotel de 5 estrellas, de lujo, en el centro de Roma. Se llamaba Hotel Ed¨¦n y las habitaciones costaban 1.000 euros por noche, pero no pagamos la factura, la pag¨® la plataforma¡±, cuenta Irisarri. ?La moraleja? ¡°Hay que leerse siempre la letra peque?a y quejarse mucho¡±.
La empat¨ªa en los viajes de grupo
Cada a?o, por estas fechas, asistimos a la sospecha, confirmada por los m¨¢s recientes estudios universitarios de sociolog¨ªa o las ¨²ltimas exclusivas de la prensa del coraz¨®n, de que las parejas rompen m¨¢s en verano. ?Qui¨¦n no ha experimentado temblores en su relaci¨®n bajo el apremio de unos trenes que se pierden, unas colas de entrada no previstas o una habitaci¨®n doble que en la web pon¨ªa que ten¨ªa cama de matrimonio y en la realidad son dos camas de 90?
Lo mismo sucede con los grupos de amigos que, tras un viaje conjunto, dejan de ser tan amigos. La psic¨®loga Natalia Ib¨¢?ez repite la palabra ¡°empat¨ªa¡± en su encerado particular para explicar este fen¨®meno. ¡°Antes de embarcarte en unas vacaciones en grupo, tienes que determinar por qu¨¦ escoges viajar as¨ª y no de manera individual¡±, indica. ¡°La capacidad de adaptaci¨®n, la flexibilidad y las expectativas de cada persona son diferentes. En algunos escenarios, es necesario dar tu brazo a torcer, y en otros van a ser los dem¨¢s los que tengan que ceder. Siempre va a haber pactos a los que someterse, porque algunas personas se dejan llevar por la espontaneidad y otras necesitan tener cierta sensaci¨®n de control sobre su agenda¡±.
Respeta las costumbres locales
Aparte de alimento principal para los guiones de comedias francesas y espa?olas protagonizadas por Christian Clavier y Leo Harlem, respectivamente, los choques culturales son otro gran desestabilizador del trotamundos medio. As¨ª lo confirman desde la plataforma de organizaci¨®n de free tours GuruWalk: ¡°Muchas veces los viajeros se desesperan cuando ven que en otros pa¨ªses los trabajadores del sector servicios hacen su trabajo de forma mucho m¨¢s tranquila de lo que ellos est¨¢n acostumbrados, cuando se dan cuenta de que el nivel de vida del destino que est¨¢n visitando est¨¢ por encima del de su pa¨ªs de origen o incluso se sienten inc¨®modos teniendo la obligaci¨®n de dar un porcentaje del precio de lo que compran en forma de propina¡±.
Elena Garc¨ªa Donoso propone ¡°aprender las principales palabras o expresiones b¨¢sicas de la lengua del pa¨ªs visitado¡± como medida para tender puentes: ¡°Casi nadie le presta atenci¨®n a esto y en casi todos los destinos hay entre cinco y diez expresiones que vas a necesitar y son f¨¢ciles de aprender; el hecho de recurrir a ellas se suele agradecer por parte de las personas del lugar y es un detalle emp¨¢tico y respetuoso¡±.
?stas no son todas las cartas que hemos de barajar para evitar convertir las escapadas veraniegas en odiseas tortuosas. Hay otras, como hacer seguro de viaje, intentar evitar las escalas, no subestimar el equipaje o untarse de crema solar hasta para entrar en los museos. Viajar es importante, como prueba su presencia en todas nuestras met¨¢foras. Un enamoramiento es un viaje, una guerra es un viaje, hay algo obsesionante en la necesidad de viajar que nos convierte a todos en yonquis de la experiencia. Y tal vez ese fuelle irreprimible que nos sacude el pecho ante los viajes, ante la obligatoriedad de emprenderlos y de ense?arlos y de que nos salgan como es debido, nos empeque?ezca.
Ning¨²n experto recomendar¨¢ a un trabajador que, en vez de invertir sus d¨ªas libres de descanso en un viaje, se quede en casa leyendo un libro o haciendo.. nada. Pero no ser¨¢ ¨¦ste el primer tema en el que los expertos se equivocan. Volviendo a Paul Morand, podr¨ªa ser buena idea recuperar aquella frase que, al parecer, le dijo a su amigo Marcel Proust cuando ¨¦ste, encamado, se lamentaba de la falta de viajes en su vida por culpa de una salud siempre fr¨¢gil y limitante: ¡°Para viajes¡±, dijo Morand, se?alando algo que no cabe en ninguna gu¨ªa, ¡°los del coraz¨®n¡±.
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