¡°Siempre va a haber algo que odies del otro¡±: lo que las parejas que llevan a?os conviviendo desean contar a las que a¨²n no lo hacen
Pasar de un noviazgo placentero a una convivencia pac¨ªfica es la prueba de fuego para muchas parejas que no solo quieren compartir su vida, sino compartir gastos en plena crisis de la vivienda
¡°Estoy much¨ªsimo m¨¢s feliz a solas. Puedo pasar el tiempo que quiera con quien yo desee, pero no tengo ganas de estar para siempre con alguien ni de vivir con esa persona. No quiero que haya nadie en mi casa¡±, explic¨® Whoopi Goldberg a The New York Times. Frente al fen¨®meno del ¡°vivir juntos pero separados¡± (las parejas que residen en domicilios diferentes, conocido en ingl¨¦s con las siglas LAT), aquellos que deciden vivir bajo el mismo techo siguen siendo mayor¨ªa (el grav¨ªsimo problema de la vivienda tendr¨¢ algo que ver) y est¨¢n dando uno de los pasos m¨¢s importantes en una relaci¨®n. Por ello, no han de tomar la decisi¨®n a la ligera.
Conversaciones A.C. (antes de la convivencia)
Marian Barrantes, psic¨®loga y coordinadora del ?rea de pareja en Cl¨ªnicas Origen, asegura a ICON que antes de convivir es conveniente tratar ciertos aspectos para que la pareja se asegure de estar en la misma p¨¢gina y prevenir as¨ª futuros conflictos por no haber hablado ciertas cosas a tiempo. ¡°Las expectativas de la convivencia nos suelen jugar malas pasadas, ya que cada uno tiene su propio significado de vivir juntos. Explorar qu¨¦ espera cada uno del otro es clave para no llevarnos decepciones posteriores. Hay temas que son clave para que una relaci¨®n de pareja funcione, como el reparto de las tareas del hogar, y las finanzas, desde c¨®mo se repartir¨¢n los gastos hasta conocer si la otra parte tiene deudas o ahorros que puedan influir en el estilo de vida de la pareja. Conocer y poner en com¨²n cu¨¢les son las decisiones financieras que han de tomarse y c¨®mo cada uno de ellos las ejecutar¨ªa tambi¨¦n ayuda a conocer al otro y a predecir en cierta medida si somos compatibles en este ¨¢mbito¡±, asegura.
Se?ala que conocer las rutinas diarias, los h¨¢bitos y c¨®mo cada miembro maneja el espacio individual, as¨ª como conocer el concepto de soledad que tiene cada uno, ayuda a saber el grado de independencia de la persona. Tambi¨¦n es importante tener horarios compatibles de trabajo, sue?o y ocio, algo que suele ser un buen indicador para facilitar pasar tiempo de calidad juntos. ¡°Otro tema que tambi¨¦n pasa desapercibido es el de las visitas. C¨®mo gestionar a las familias de origen y al c¨ªrculo social, as¨ª como poner normas o reglas que ayuden a la convivencia y con los que ambos se sientan c¨®modos. Tambi¨¦n hay que tener en cuenta aspectos m¨¢s superficiales, como la decoraci¨®n y el orden¡±, a?ade.
Germ¨¢n, funcionario de 40 a?os, lleva 13 viviendo con su novio y cree que la premisa b¨¢sica de una convivencia pac¨ªfica es el reparto no solo de tareas, sino tambi¨¦n de lugares y hasta de faltas. ¡°Con lo de faltas me refiero a que va a haber cosas que te saquen de quicio de tu compa?ero de vida y de domicilio, como cierto desorden incorregible porque es gen¨¦tico o su man¨ªa de dejar todas las luces encendidas, pero uno debe pensar en las faltas propias que aguanta el otro, que las tiene aunque ni se d¨¦ cuenta, e intentar encajarlas. Respecto a los lugares: si los gustos decorativos no son completamente afines, y no suelen, es oportuno hacer un reparto de espacios. Que cada uno se adjudique uno seg¨²n sus tareas en el hogar. Mi novio, que es m¨¢s cocinitas, ha puesto la cocina a su gusto. Yo, que estoy m¨¢s en el dormitorio donde hay un peque?o despacho, lo he puesto al m¨ªo¡±, explica.
¡°Las decisiones salom¨®nicas en ese sentido son m¨¢s pr¨¢cticas que intentar decorar al gusto de los dos, que a menudo acaba o en un sal¨®n que parece un cuadro de Pollock o una cosa horrible de color beige que parece que no es de nadie. Por ¨²ltimo, para una convivencia feliz, creo que tener espacios y momentos propios es imprescindible. Lo primero se soluciona siendo ricos y teniendo una casa gigante, pero como eso es complicado, recomiendo para lo segundo tener de vez en cuando planes con amigos que no incluyan a la pareja y tambi¨¦n, especialmente, irse a vivir con alguien que no haya nacido en la ciudad. Eso hace que desaparezca espor¨¢dicamente para ir a visitar a su familia al pueblo. Esos d¨ªas en los que la casa es solo tuya no solo sirven para disfrutarla entera, sino para echarle de menos y quererle mucho m¨¢s cuando regresa¡±, asegura.
El megaordenado y la ca¨®tica
La importancia de los espacios de separaci¨®n son fundamentales para todos los consultados. Raquel Pi?eiro, periodista y escritora de 42 a?os que convive con su pareja desde hace 16, tambi¨¦n considera fundamental que las parejas pasen tiempo separadas. ¡°Que cada uno tenga planes, actividades y aficiones por su cuenta. Y que las cultive y les dedique tiempo. Y que jam¨¢s le reproche a la pareja el ¡®vas a jugar al domin¨®, o a la piscina, o al cine o a bailar claqu¨¦ sin mi¡±. Macarena Escriv¨¢, periodista de 39 a?os, lleva 12 a?os con su novio, y cuando la pareja decidi¨® animarse a convivir, se mud¨® a la casa de ella que, por aquel entonces, era ¡°un chollo¡±. ¡°He de confesar que a m¨ª me encanta estar con ¨¦l, pero tambi¨¦n disfruto mucho de la soledad y cuando se iba a venir, tuve muchas dudas, muchos nervios y ansiedad de perder ese placer de estar conmigo misma. Pero en todo este tiempo nos hemos entendido bien, porque respetamos nuestro espacio. Si yo trabajo, ¨¦l no me molesta, si ¨¦l ve el f¨²tbol, yo me pongo una serie o m¨²sica para no o¨ªrlo, porque lo detesto... Nos compenetramos bien porque a ¨¦l le encanta cocinar y hacer la compra y yo lo odio. Desde que vivimos juntos, apenas he tocado una sart¨¦n. Yo friego los platos o pongo y saco el lavavajillas, tiendo y hago esas tareas para compensar. Los dos somos un poco desastre dentro de un caos controlado, as¨ª que eso es un punto a favor. Porque si uno es mega ordenado y el otro no, acaba en discusi¨®n seguro¡±, explica.
Escriv¨¢ considera que para que la convivencia funcione es esencial tener espacio para cada uno por separado y tambi¨¦n para disfrutar juntos. Como ella viaja mucho por trabajo y ¨¦l es profesor, es clave disponer de momentos de v¨ªa de escape. ¡°Tambi¨¦n tenemos broncas, claro. Con el tiempo, siempre va a hacer algo que odies, pero t¨² tambi¨¦n vas a hacer algo que ¨¦l no soporte, as¨ª que la clave es la comunicaci¨®n. Suena a t¨®pico, pero si las cosas se hablan, no llegan a males mayores¡±, asegura.
Carlos Marfil, productor creativo de 36 a?os, confiesa que lamenta no haber tenido reglas desde el comienzo de la convivencia con su pareja. ¡°Yo tengo una lista mental constante de todas sus pertenencias y los lugares en los que se encuentran, porque si est¨¢ buscando algo se frustra, y yo puedo ir directamente a donde est¨¢. Tambi¨¦n es importante saber que cosas odia, como por ejemplo, lavar los platos. Me trago mi ego y lo hago yo siempre, porque es algo que no me cuesta y hace que pasemos buena noche¡±, dice.
Marfil matiza que hay reglas con las que se han tenido que poner serios y el ba?o se ha convertido ah¨ª en el campo de batalla. De su experiencia viviendo en pareja extrae una serie de aspectos que considera que hay que hablar antes de dar el paso. ¡°Determinar cada cu¨¢nto se cambian las s¨¢banas, qui¨¦n es m¨¢s r¨¢pido lavando los platos, cu¨¢l es la silla donde dejar la ropa que no est¨¢ ni sucia ni limpia y marcar un l¨ªmite de lo que la silla puede abarcar, reducir los cables en los cajones de cables lo m¨¢ximo posible, determinar la pol¨ªtica de visitas con aspectos como el de si se pueden quedar a dormir y si hay alguien vetado, crear espacios individuales (ha de haber un sill¨®n de leer, m¨ªnimo) y momentos en los que uno tenga la casa a solas y tiempo para s¨ª mismo¡±, asegura.
Cora tiene 39 a?os y es due?a de una tienda de muebles vintage. Tras haber convivido con su novio, el mejor amigo de este se mud¨® con ellos por ¡°circunstancias de la vida¡±, y al comprobar que la convivencia era ¨®ptima, tomaron una decisi¨®n: buscar piso los tres juntos. ¡°Mi pareja y su amigo ya hab¨ªan convivido ocho a?os antes y les une una amistad muy fuerte. Ese verano de convivencia fue todo bastante f¨¢cil y hubo muchas conversaciones sobre c¨®mo afrontar la nueva etapa. Una de las cosas que me llev¨® a aceptar la convivencia fue el hecho de poner al mismo nivel la amistad entre ellos y nuestra relaci¨®n de pareja. Creo que es bastante revolucionario en los tiempos que vivimos¡±, asegura. ¡°Antes de irnos a vivir juntos los tres, acordamos llevar las cuentas al d¨ªa (algo que por cierto, no se ha cumplido), respetar los horarios, tener tiempo juntos y por separado y cuidarnos¡±, explica.
?Hay vuelta atr¨¢s?
Si la pareja no logra ponerse de acuerdo en aspectos fundamentales de la convivencia, se?ala Marian Barrantes, no pasa absolutamente nada por no vivir juntos. Asegura que lejos de ser un retroceso, tomar esa decisi¨®n supone adaptarse a las necesidades que identifica la propia pareja. ¡°No vivir juntos a veces evita conflictos innecesarios y puede ayudar a mantener la relaci¨®n m¨¢s saludable, facilitando que cada miembro conserve su independencia y tiempo para s¨ª mismo impidiendo que la rutina desgaste la relaci¨®n y reduciendo factores de estr¨¦s externo como las finanzas, la log¨ªstica del d¨ªa a d¨ªa o roces caracter¨ªsticos de la convivencia¡±, explica. Ese es, tal vez, el gran pr¨®ximo tab¨² a romper en las relaciones: aceptar que si la convivencia no funciona y deciden volver a vivir cada uno en una casa no es aceptar un fracaso, sino volver a poner todos los elementos de la relaci¨®n en un lugar donde iban mejor para todos. Eso, claro, quien se lo pueda permitir.