?Dejar el alcohol o no dejarlo? Esta es mi experiencia tras un a?o como abstemio
La sobriedad es un tema sobre el que abundan los relatos moralizantes, pero diversos estudios apuntan en diferentes direcciones y la propia naturaleza de la borrachera es demasiado m¨ªstica como para intentar racionalizarla. Por eso, aqu¨ª va un relato en primera persona sobre lo que puede pasar (o no) al dejar de beber
Hoy es viernes y muchos se pondr¨¢n una copa. A todos ellos se dirige este art¨ªculo que da cuenta de mi experiencia como abstemio reciente. Si me decido a contar algo tan com¨²n como si fuera un caso singular es porque la sobriedad es un tema sobre el que no abundan los relatos aburridos ¡ªy normalizadores¡ª, sino que suele narrarse como una aventura, con abundancia de giros, mutaciones y epifan¨ªas.
Es posible que haber dejado de ...
Hoy es viernes y muchos se pondr¨¢n una copa. A todos ellos se dirige este art¨ªculo que da cuenta de mi experiencia como abstemio reciente. Si me decido a contar algo tan com¨²n como si fuera un caso singular es porque la sobriedad es un tema sobre el que no abundan los relatos aburridos ¡ªy normalizadores¡ª, sino que suele narrarse como una aventura, con abundancia de giros, mutaciones y epifan¨ªas.
Es posible que haber dejado de beber en situaci¨®n de pandemia no tenga mucho m¨¦rito. Que sea algo como de surfista que presume de no haberse echado al mar en Austria. Al fin y al cabo, con los bares y discotecas cerrados permanentemente o durante la noche, y con las fiestas prohibidas o desaconsejadas, las ocasiones para conocer extra?os se han reducido y los t¨ªmidos ya no necesitamos de esa ayuda que tan bien describi¨® el londinense Kingsley Amis: ¡°En la era de los jolgorios de todo tipo, los extra?os no paran de asomarse a tu horizonte. El motivo por el que suelo acabar disfrutando de esas criaturas es la bebida. La raza humana no ha descubierto otro sistema mejor para eliminar barreras, conocer con prontitud al de enfrente y romper el hielo.¡±
Pero el alcohol no es solo un lubricante para las reuniones sociales, sino tambi¨¦n una forma de desahogar tensiones o apartar la mente, al menos por un rato, de una realidad desagradable. Usando palabras del tambi¨¦n brit¨¢nico Aldous Huxley, ahora m¨¢s que nunca parece necesario tomarse ¡°unas vacaciones circunstanciales respecto de la realidad¡±. A pesar de ello, y quiz¨¢ por saber que, con el abuso, es la propia sustancia la que genera situaciones indeseables, dej¨¦ de beber hace m¨¢s de un a?o. Quiz¨¢ me influyeron dos libros recientes: Lagunas, de Sarah Hepola, y La ¨²ltima copa, de Daniel Schreiber. Ambos son ejemplos de una posible ¡°moda antialcoh¨®lica¡± refrendada por las estad¨ªsticas: los mileniales beben menos que las generaciones anteriores.
Los autores y protagonistas de estas memorias ¡ªcasualmente dos periodistas culturales en Nueva York¡ª coinciden en las sensaciones tan desagradables que lleg¨® a provocarles la bebida y tambi¨¦n en el alivio y el placer que alcanzaron cuando fueron capaces de librarse de ella. Por ejemplo, escribe Sarah Hepola sobre una borrachera destructiva: ¡°No s¨¦ c¨®mo describir la tristeza que sent¨ª. No era un deseo de suicidio. Era la sofocante sensaci¨®n de que ya estaba muerta. De que la vida me hab¨ªa abandonado¡±. Y termina su libro con estas palabras: ¡°Cuando cort¨¦ con el alcohol, mi vida mejor¨®. Cuando cort¨¦ con el alcohol, recuper¨¦ mi energ¨ªa. Una vida evolucionada necesita equilibrio. A veces hay que cortar con algo para encontrar equilibrio en todo lo dem¨¢s.¡±
Yo ser¨¦ sincero: frente a quienes dejan de beber y, como Sarah, dicen sentirse m¨¢s despiertos, m¨¢s ¨¢giles, m¨¢s alegres o, al menos, m¨¢s delgados, no he notado nada de eso. Mi atenci¨®n, mi torpeza, mi ¨¢nimo o mi barriga no han mejorado significativamente. Tampoco me siento m¨¢s sombr¨ªo o sufro cuando, en el supermercado, paso de largo ante el lineal de las cervezas. Si algo positivo he notado es que dispongo de mucho m¨¢s tiempo y ahorro algo de dinero. Quiz¨¢ yo beb¨ªa para devaluar el tiempo, es decir, para no sentirme culpable mientras lo invert¨ªa en hablar m¨¢s que nadie, llegar a la barra el primero o perder la cazadora; en lugar de estudiar, trabajar o leer. Sin embargo, no he ganado tanto, puesto que ahora lleno esos ratos con nuevas ansiedades y man¨ªas. Por ejemplo, como m¨¢s bollos que nunca, pongo la lavadora continuamente y compro muchos m¨¢s libros de los que puedo leer. Soy esc¨¦ptico incluso ante una ventaja indiscutible: han desaparecido las tardes de resaca, a menudo infernales, pero tambi¨¦n un tiempo sin tiempo, nebuloso e in¨²til, de cuya placidez m¨®rbida era posible disfrutar.
Esta peque?a decepci¨®n me salva, espero, de convertirme en un converso, en uno de esos ap¨®stoles del antialcoholismo de los que el editor Carlos Barral, gran apologeta de todos los licores, dijo que son ¡°c¨ªnicos frustrados que vociferan que el mundo sin alcohol es m¨¢s hermoso, la bondad m¨¢s f¨¢cil de practicar, la letra m¨¢s f¨¢cil de entender, la belleza y la verdad m¨¢s asequibles¡±. Adem¨¢s, ni siquiera estoy seguro de que vaya a ser capaz de resistir cuando las noches vuelvan a ser lo que fueron, con sus conversaciones promiscuas e indiscretas, y surjan interrogantes que no tendr¨¦ muy claro c¨®mo responder. Sobre esta presi¨®n social contra los abstemios recuerda con gracia la escritora y cr¨ªtica Marta Bassols: ¡°Lo m¨¢s complicado fue resistir los envites de la gente al negarme a sus invites. Me ven¨ªan con cubatas, chupitos, ca?as y vinos cada vez que pisaba un garito y se ofend¨ªan much¨ªsimo si no me saltaba mi penitencia con ellos, por ellos. La sociedad es alcoh¨®lica, esto ya lo sab¨ªan en los ochenta los punks.¡±
M¨¢s all¨¢ de la literatura y de sus efectos sobre nuestro esp¨ªritu y nuestras costumbres, el alcohol es una sustancia psicoactiva, depresora del sistema nervioso central, que alcanza todos los ¨®rganos de nuestro cuerpo a trav¨¦s de la sangre. Y quienes realmente saben lo que ocurre en nuestros cuerpos son los m¨¦dicos. B.R., neur¨®logo que prefiere aparecer citado mediante sus iniciales, ha elaborado el siguiente texto tratando de contestar a la pregunta m¨¢s frecuente y a su reverso: ?cu¨¢nto alcohol es demasiado?, y, entonces, ?cu¨¢nto es poco? ¡°Se desaconseja un consumo medio por encima de 200 mililitros de cerveza al d¨ªa en mujeres. Este consumo equivaldr¨ªa a una unidad de bebida est¨¢ndar (UBE), unos 10 gramos de alcohol. El l¨ªmite para los hombres ser¨¢ el doble. En cuanto al consumo intensivo, no deber¨ªa sobrepasar 2 UBE en un solo d¨ªa para las mujeres, o 4 UBE en los varones. Una ingesta por encima de estos l¨ªmites aumentar¨¢ el riesgo de mortalidad y de sufrir diversas patolog¨ªas. Con un consumo por debajo de estos l¨ªmites, en ausencia de enfermedad, embarazo o antecedentes familiares de alcoholismo; no existe una evidencia cient¨ªfica fuerte que desaconseje su ingesta. Aun as¨ª, algunos especialistas recomiendan abstenerse totalmente. Incluso con un consumo moderado, se puede observar una p¨¦rdida de volumen cerebral con el paso de los a?os. Adem¨¢s, la ingesta de alcohol empeora la calidad del sue?o¡±.
Dicho esto, es razonable pensar que, puesto que se trata de un t¨®xico, si uno deja de beber alcohol se sentir¨¢ mejor. Son embargo, existen m¨²ltiples estudios de consumo de alcohol y calidad de vida que observan peores puntuaciones en los extremos, incluyendo a los abstemios. ¡°Tambi¨¦n existen algunas publicaciones para las que un consumo moderado reducir¨ªa el riesgo cardiovascular. Todas estas publicaciones tienen grandes limitaciones, por lo que, a falta de ensayos cl¨ªnicos aleatorizados con un seguimiento a largo plazo, tampoco podemos asumir que tomar bajas dosis de alcohol sea un h¨¢bito saludable. Por no hablar del efecto placebo: si uno est¨¢ plenamente convencido de que un h¨¢bito le ser¨¢ beneficioso, seguramente as¨ª ser¨¢¡±, anota el experto.
Parece claro que, si moderar el consumo de alcohol ser¨¢ siempre recomendable, no hay razones de peso, estando sano, para renunciar a ¨¦l por completo. Que una misma sustancia nos pueda proporcionar destellos de felicidad casi m¨ªstica, difuminando las aristas de la lucidez, y, a la vez, haya conducido a tantos hasta abismos insondables forma parte del misterio (o la tragedia) de la vida. Por eso, quiz¨¢ lo m¨¢s pr¨¢ctico sea brindar por la responsabilidad o, como concluye el especialista en los trastornos del sistema nervioso Agust¨ªn Querejeta: ¡°Todo lo que suponga que uno pueda tomar decisiones libres de cu¨¢nto quiere que le dure la m¨¢quina y de lo que est¨¢ dispuesto a hacer para asegurar su durabilidad (o lo contrario) me parece leg¨ªtimo.¡± Palabra (informal) de neur¨®logo.
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