¡°Fui derribada para que los que ven¨ªan detr¨¢s pudieran conseguirlo¡±: Whoopi Goldberg no ha olvidado sus cuentas pendientes con Hollywood
La actriz que arras¨® hace 30 a?os con ¡®Ghost¡¯ y ¡®Sister Act¡¯ y tiene los premios m¨¢s codiciados de la industria vio c¨®mo su carrera se apagaba por motivos que siguen trayendo cola a d¨ªa de hoy. En sus 65 cumplea?os, repasamos qu¨¦ la ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª
¡°Yo soy el ejemplo de que el sue?o americano existe. Yo soy Cenicienta¡±, asegur¨® Whoopi Goldberg (Nueva York, 1955) al entrevistador estadounidense Charlie Rose. Ella pas¨® de ser una madre soltera adolescente que viv¨ªa de la caridad a la actriz mejor pagada del planeta. Hoy cumple 65 a?os y est¨¢ a punto de estrenar The stand, una serie de televisi¨®n basada en una novela de Stephen King que podr¨ªa parecer su gran regreso excepto porque Whoopi Goldberg nunca se ha ido: es solo que el mundo dej¨® de prestarle atenci¨®n.
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¡°Yo soy el ejemplo de que el sue?o americano existe. Yo soy Cenicienta¡±, asegur¨® Whoopi Goldberg (Nueva York, 1955) al entrevistador estadounidense Charlie Rose. Ella pas¨® de ser una madre soltera adolescente que viv¨ªa de la caridad a la actriz mejor pagada del planeta. Hoy cumple 65 a?os y est¨¢ a punto de estrenar The stand, una serie de televisi¨®n basada en una novela de Stephen King que podr¨ªa parecer su gran regreso excepto porque Whoopi Goldberg nunca se ha ido: es solo que el mundo dej¨® de prestarle atenci¨®n.
Cuando era ni?a vio a la teniente Uhura en Star Trek y exclam¨®: ¡°?Mira, mam¨¢, hay una negra en televisi¨®n y no hace de sirvienta!¡±. Goldberg creci¨® traumatizada por los profesores de su colegio, que la llamaban tonta (a?os despu¨¦s le diagnosticar¨ªan dislexia), as¨ª que abandon¨® los estudios y, antes de cumplir los 20, cay¨® en la adicci¨®n a la hero¨ªna, se desintoxic¨®, se cas¨® con su supervisor del centro de rehabilitaci¨®n, tuvo una hija con ¨¦l y huy¨® a San Francisco para divorciarse. All¨ª se cambi¨® el nombre de Caryn Johnson a Whoopi (¡°pedorreta¡±) Goldberg (seg¨²n ella, a los jud¨ªos les va mejor en el show business) y escribi¨® un mon¨®logo de comedia en el que interpretaba a 19 personajes, incluyendo un yonqui de paseo por la casa de Anna Frank en ?msterdam, una pija adolescente que se provocaba un aborto con una percha (basada en su propia experiencia a los 14 a?os) y una ni?a negra que se pon¨ªa una camiseta amarilla en la cabeza para fantasear con ser blanca.
¡°Cuando sea mayor, voy a salir en Vacaciones en el mar, pero para eso necesito una melena larga y rubia que ondee al viento¡± explicaba el personaje. ¡°Escrib¨ª mi propio espect¨¢culo porque estaba desesperada. Me cans¨¦ de escuchar: ¡®No podemos emparejarte con un hombre blanco, porque la gente de Texas no lo va a tolerar¡¯ o ¡®Eres muy buena, pero nuestra econom¨ªa depende de que la gente vaya a ver lo que esperan y nadie espera ver a alguien como t¨²¡±, aseguraba Goldberg en un reportaje de Vanity Fair en el que la periodista describ¨ªa lo dif¨ªcil que hab¨ªa sido conseguir un taxi acompa?ada de una mujer con el aspecto de Whoopi Goldberg.
Los cr¨ªticos admiraban c¨®mo el p¨²blico ovacionaba a la actriz desde su primera aparici¨®n ¡°con esa sonrisa de 10.000 vatios¡±: aplaud¨ªan la propia existencia de alguien como Whoopi en un gran teatro de Broadway. Pero hab¨ªa un inconveniente para su salto al cine y la televisi¨®n: no exist¨ªan papeles para mujeres negras. ¡°Yo voy a cambiar eso¡±, prometi¨® ella a The New York Times en 1984, ¡°porque soy as¨ª de buena¡±.
Steven Spielberg le pidi¨® una representaci¨®n privada. Cuando Goldberg se asom¨® desde las bambalinas descubri¨® que entre el p¨²blico estaban tambi¨¦n Quincy Jones y Michael Jackson. La actriz decidi¨®, en contra de los consejos de todo el mundo, incluir en el show su parodia de E.T., ¡°Blee T¡±, en la que el extraterrestre recalaba en un barrio de negros, donde los chavales estaban metidos en la droga y desde donde no pod¨ªa llamar a su casa porque el tel¨¦fono estaba cortado por impago. Aquella noche Spielberg le ofreci¨® el papel protagonista de El color p¨²rpura. Su debut en el cine le granje¨® una nominaci¨®n al Oscar y un apelativo reduccionista: ¡°La Eddie Murphy femenina¡±.
Hollywood quer¨ªa trabajar con Whoopi Goldberg, pero no ten¨ªa ni idea de qu¨¦ hacer con ella: su f¨ªsico era at¨ªpico (se depilaba las cejas, llevaba rastas y se pintaba los labios, ya de por s¨ª oscuros, de negro), no desprend¨ªa el glamur de las estrellas negras con rasgos cauc¨¢sicos de la ¨¦poca (Iman, Whitney Houston, la Miss Am¨¦rica Vanessa Williams) y no ten¨ªa aquel acento de gueto que tanta gracia le hac¨ªa al p¨²blico. Goldberg comprendi¨® que si los ejecutivos de Hollywood exclamaban ¡°?qu¨¦ bien hablas!¡± o le cog¨ªan el pelo diciendo ¡°?qu¨¦ vamos a hacer con esta mierda?¡± era porque no hab¨ªan interactuado nunca con una mujer negra a excepci¨®n de con la que ten¨ªan trabajando en casa.
Cuando Goldberg intent¨® conseguir una prueba para protagonizar La princesa prometida, todo el despacho se rio de ella. ¡°Ah¨ª aprend¨ª una lecci¨®n. El libro dice que es una princesa que no se parece a nadie y con una actitud muy particular. ?Por qu¨¦ no yo, entonces? Aquel rechazo hiri¨® mis sentimientos porque descubr¨ª que se me iban a cerrar puertas solo porque esa gente consideraba que yo nunca podr¨ªa ser una princesa. As¨ª que acept¨¦ los papeles con los que nadie se sintiese inc¨®modo si los hac¨ªa yo¡±. Goldberg convenci¨® a los productores de Jumpin' Jack Flash (en un papel que iba a ser para Shelley Long), La ratera (escrito para Bruce Willis) o Belleza mortal (originalmente para Cher). En esta ¨²ltima, el estudio decidi¨® eliminar una escena sexual entre Goldberg y Sam Elliot porque tem¨ªa que el p¨²blico rechazase el erotismo interracial. ¡°Si Sam Elliot me hubiera dejado dinero en la mesa despu¨¦s del polvo, habr¨ªan dejado la escena¡±, critic¨® la actriz durante una entrevista en Vulture.
Para cuando se puso en marcha la producci¨®n de Ghost en 1989, Paramount se neg¨® a considerarla para el papel de la pitonisa Oda Mae Brown porque tem¨ªan que el personaje acabase siendo ¡°demasiado Whoopi¡±. Cuatro a?os despu¨¦s de su debut, su marca personal lastraba su carrera. Pero Patrick Swayze exigi¨® que le hiciesen una prueba. La actriz jug¨® con los estereotipos raciales (especialmente memorable es la escena en la que, para ir al banco, se hace pasar por lo que los blancos entienden como ¡°una negra respetable¡±) y por el camino se convirti¨® en el ancla emocional entre el p¨²blico y la pel¨ªcula. Jerry Zucker, el director, explic¨® que la capacidad de Goldberg para transformar ¡°una secundaria graciosa¡± en un ser humano es lo que le dio sentido a Ghost. Sin embargo, el tr¨¢iler ocult¨® al personaje de Oda Mae Brown. Goldberg ganar¨ªa el Oscar como mejor actriz secundaria (la segunda mujer negra en ganarlo en 50 a?os) y con este triunfo debajo del brazo se sent¨® a negociar con Disney. No podr¨ªa ser una princesa, pero podr¨ªa ser una monja.
Ella, como siempre, no era la primera opci¨®n para Sister Act. El guionista ten¨ªa en mente a Bette Midler en el papel de una cabaretera obligada a esconderse en un convento haci¨¦ndose pasar por monja tras presenciar un asesinato, pero finalmente Midler no acept¨® el papel. Disney tuvo sus dudas sobre si contratar a Goldberg, por temor a que el p¨²blico conservador del sur de Estados Unidos rechazase una comedia familiar protagonizada por una mujer negra, mientras suger¨ªan que alguna de las monjas fuese ¡°follable¡±. El cambio de Midler por Goldberg hizo que Sister Act marcase un hito: la raza de la protagonista nunca aparec¨ªa mencionada en la pel¨ªcula ni era relevante para la trama. Aun as¨ª, los ejecutivos de Disney se negaron a aceptar la exigencia de Goldberg de contratar a un actor blanco como el polic¨ªa que se enamoraba de ella.
Cuando Richard Pryor celebr¨® un evento de comedia, Goldberg le envi¨® un v¨ªdeo disculp¨¢ndose por su ausencia: ¡°Lo siento, estoy recogiendo algod¨®n para Disney. Ellos s¨ª que saben hacerte sentir como una negra (la actriz emple¨® el t¨¦rmino despectivo ¡®nigger¡¯)¡±. La actriz acab¨® tan harta del estudio que se neg¨® a promocionar la pel¨ªcula. No import¨®. Sister Act fue la octava pel¨ªcula m¨¢s taquillera de 1992 con una recaudaci¨®n de 200 millones de euros frente a los 25 que hab¨ªa costado. Su secuela coron¨® a Goldberg como la actriz mejor pagada del mundo con un sueldo de 11 millones de euros con el que, seg¨²n ella, Disney pretend¨ªa comprar su silencio. Goldberg, adem¨¢s, se convirti¨® en una de las estrellas favoritas en los videoclubs, al ser de las pocas que gustaban tanto a los ni?os como a sus abuelos. La gente no parec¨ªa cansarse de ella.
Hollywood, sin embargo, parec¨ªa inc¨®modo con su triunfo. En 1991 el presentador Arsenio Hall le pregunt¨® a Ted Danson, antes de dar paso a su entrevista con Goldberg, por qu¨¦ hab¨ªa c¨®micos guapos pero las mujeres nunca eran guapas y graciosas a la vez. Danson le corrigi¨® indicando que su siguiente invitada era un ejemplo de mujer tan sexy como divertida. ¡°Te aseguro que entr¨¦ en ese plat¨® flotando hacia el sof¨¢¡±, confesar¨ªa Goldberg en 1993. ¡°Era la primera vez que alguien hab¨ªa sugerido p¨²blicamente que yo era muy femenina, muy guapa, una mujer¡±.
En Made in America Goldberg rod¨® la primera escena de sexo de su carrera, precisamente, con Ted Danson. El papel una vez m¨¢s estaba escrito para una blanca (Jessica Lange) pero el nuevo estatus de Goldberg hizo que nadie se atreviese a sugerir eliminar la escena. Danson y Goldberg iniciaron una relaci¨®n durante el rodaje mientras ¨¦l segu¨ªa casado con su esposa (quien, para a?adir morbo a la noticia, sufr¨ªa una par¨¢lisis f¨ªsica desde el parto de su hija en 1979), lo cual despert¨® todo tipo de indignaciones en la prensa. Por un lado, ser una destrozahogares no encajaba con la imagen entra?able que el p¨²blico ten¨ªa de Whoopi: ¡°Este romance resulta sorprendente porque ella no cultiva una imagen glamurosa y sus fans la ven como a su personaje en Sister Act, una rebelde molona con la vida sentimental de una monja¡±, public¨® la revista People. Por otro, la sociedad no estaba acostumbrada a ver parejas interraciales en las alfombras rojas.
Cuando el Friars (un club privado de Nueva York donde se re¨²nen c¨®micos para hacer humor a costa de otras celebridades) organiz¨® unos mon¨®logos para re¨ªrse de Whoopi, ella misma escribi¨® el texto del presentador, Ted Danson, quien apareci¨® con la cara pintada de negro. ¡°Esta ma?ana me estaba afeitando mientras pensaba en lo que iba a decir aqu¨ª. Whoopi se puso a hacerme una mamada y le dije: ¡®Whoop, no pongas esos labios de negra¡¯. Os garantizo que las t¨ªas negras saben c¨®mo manejar un rabo. Tiene sentido, las blancas reciben juguetes por Navidad¡±. A continuaci¨®n Danson describi¨® c¨®mo hab¨ªa presentado a Whoopi a sus padres: ¡°Despu¨¦s de comer ella lav¨® los cacharros e hizo la colada, pero como era muy tarde para que limpiase las ventanas mi padre la acompa?¨® hasta la parada del autob¨²s¡±. Danson no solo hizo humor con los estereotipos racistas, sino que describi¨® a Goldberg en unos t¨¦rminos sexuales que el mundo no quer¨ªa imaginarse. Aunque se trataba de un evento privado, el contenido del mon¨®logo salt¨® a la prensa y el esc¨¢ndalo fue tal que la pareja acab¨® rompiendo.
La carrera de Goldberg nunca ha podido desligarse de los debates pol¨ªticos. En 1992 entrevist¨® en su programa de televisi¨®n al l¨ªder del supremacismo blanco Tom Metzger para comprender sus motivaciones. Al terminar, ¨¦l le pidi¨® un aut¨®grafo para sus hijos. Parte de la comunidad negra (mediante voces como Spike Lee o Jesse Jackson) la acusaba de ser una ¡°t¨ªo Tom¡±: el arquetipo de negro que se doblega ante las reglas de los blancos para encajar, olvid¨¢ndose de los negros oprimidos. La criticaron por defender que Steven Spielberg, un hombre blanco, era ¡°la ¨²nica persona adecuada¡± para dirigir El color p¨²rpura; por salir con lentillas azules en la portada de Rolling Stone; por no hablar con ¡°acento de negra¡±; y por interpretar sirvientas (¡°?Pero todas eran la protagonista!¡±, se defendi¨® la actriz). En 1994, Goldberg convenci¨® a los productores de Star Trek de que le diesen un papel con el que dar esperanza a una nueva generaci¨®n de ni?as negras. ¡°Si ves la ciencia ficci¨®n de los a?os cuarenta, cincuenta y sesenta, los negros no aparecen por ning¨²n lado¡±, explic¨® Goldberg, ¡°y eso env¨ªa el mensaje impl¨ªcito de que los negros no est¨¢n en el futuro¡±.
Tras romper con Danson sigui¨® manteniendo relaciones con hombres blancos dentro de la pantalla (Ray Liotta en Corina, Corina) y fuera de ella (Frank Langella). Pero fue su amistad con el hombre blanco definitivo, Bill Clinton, lo que asent¨® su nueva imagen p¨²blica. Clinton contrat¨® a Goldberg como presentadora de sus eventos de campa?a para la reelecci¨®n y le puso hasta una escolta. La actriz se confirmaba as¨ª como un s¨ªmbolo conciliador: la negra amable, no solo tolerada sino celebrada por la comunidad blanca, y plenamente integrada en el sistema. Present¨® los Oscar (la primera mujer en hacerlo en solitario, repitiendo la labor tres veces) y se convirti¨® en la d¨¦cima persona en ganar el EGOT (o sea, en tener en su poder los cuatro premios m¨¢s ansiados de la industria del entretenimiento: Emmy en televisi¨®n, Grammy en m¨²sica, Oscar en cine y Tony en teatro).
Pero por el camino dejaron de ofrecerle proyectos de primera: sus ¨²ltimas protagonistas en cine son de 1996. En Eddie interpret¨® a la ch¨®fer de un millonario que se convierte en entrenadora de baloncesto; en C¨®mo triunfar en Wall Street alcanzaba el ¨¦xito profesional en las ¨¦lites financieras haci¨¦ndose pasar por un hombre blanco. Desde entonces, Whoopi Goldberg ha alternado breves apariciones y trabajos de doblaje: en 25 a?os ha participado en 71 pel¨ªculas y 67 series de televisi¨®n. Su triunfo hab¨ªa sido, en realidad, un espejismo fugaz con el que Hollywood limpi¨® su conciencia.
Cuando Barbara Walters le ofreci¨® un puesto fijo en la tertulia pol¨ªtica de mujeres The View, a Goldberg no le quedaban ahorros porque llevaba tres a?os sin trabajar. Un chiste inoportuno a costa de George Bush durante un acto en apoyo del candidato dem¨®crata de 2004, John Kerry (¡°Es hora de devolver el arbusto [Bush, en ingl¨¦s] donde pertenece¡±, indic¨® se?al¨¢ndose a la entrepierna), gener¨® semejante controversia que la empresa de productos adelgazantes SlimFast la despidi¨® como portavoz. Casi todo el mundo en Hollywood dej¨® de cogerle el tel¨¦fono y el partido dem¨®crata prescindi¨® de sus servicios en una met¨¢fora perfecta: la negra amable nunca hab¨ªa sido querida, solo utilizada. Su ¨²nico trabajo en todo 2005 fue la resurrecci¨®n del mon¨®logo con el que emocion¨® a Spielberg en los ochenta.
Su labor como tertuliana en The View le ha garantizado lo que ella siempre dese¨®: un puesto de trabajo fijo y la estabilidad para vivir sola con su gato y mantener a su hija, su nieta y su bisnieta. Tambi¨¦n le ha tra¨ªdo todo tipo de controversias: critic¨® a Alexandria Ocasio-Cortez por no respetar a los pol¨ªticos veteranos, matiz¨® que lo que hizo Roman Polanski con aquella adolescente no fue una ¡°violaci¨®n-violaci¨®n¡± y asegur¨® que Mel Gibson no pod¨ªa ser racista porque hab¨ªa estado varias veces en su casa. Pero el recuerdo que el p¨²blico conserva de Whoopi Goldberg permanece inalterable. Cada vez que vuelven a emitir Ghost en televisi¨®n o surge una nueva noticia sobre la posible tercera parte de Sister Act el p¨²blico siente que se est¨¢ reencontrando, en cierto modo, con un miembro de su familia.
Goldberg derrib¨® prejuicios en torno a lo que una mujer negra pod¨ªa ser, hacer y conseguir. ¡°La gente te dice que despu¨¦s de ganar el Oscar te ofrecer¨¢n mucho trabajo. En mi caso no fue as¨ª. Yo tengo la carrera que tengo porque la he creado y porque mi fe en m¨ª misma siempre ha sido mucho mayor que la fe de los dem¨¢s en m¨ª¡±, asegura. En 2002 Halle Berry agradeci¨® su Oscar celebrando que aquella noche se abr¨ªa una puerta. Goldberg era la presentadora de la ceremonia y refunfu?¨® ante el descuido de Berry: ella hab¨ªa abierto esa puerta 11 a?os antes y, adem¨¢s, con un f¨ªsico m¨¢s dif¨ªcil que el de Halle Berry. ¡°En las pel¨ªculas de Tarz¨¢n, a Komoko le ordenaban que atravesase la jungla. Un terreno desconocido, lleno de trampas¡±, explica Goldberg. ¡°En el trayecto, a Komoko le her¨ªan con cerbatanas. Pues as¨ª es como te sientes cuando eres la primera persona en conseguir algo: yo s¨¦ que tengo un Oscar, lo miro todos los d¨ªas, y no pasa nada si a alguien se le olvida. Pero yo fui derribada para que los que ven¨ªan detr¨¢s pudieran caminar tranquilamente por esa senda¡±.
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