Espionaje, pirater¨ªa y un refugio nuclear lleno de metanfetaminas: as¨ª cay¨® el rinc¨®n m¨¢s oscuro de Internet
Era inmoral, insultantemente rentable y, sobre todo, ilegal. Un laberinto subterra?neo en la ciudad ma?s aburrida de Europa se convirtio? en un parai?so del internet oscuro. Y al final cayo?, pero solo por la inoportuna claustrofobia de uno de sus socios m¨¢s importantes
Traben-Trarbach, ciudad alemana a orillas del Mosela y a pocos kil¨®metros de la frontera belga, es un lugar en que se pescan truchas y se produce vino blanco afrutado. Este remanso de paz en el que no hab¨ªa ocurrido nada rese?able desde la ca¨ªda del Tercer Reich fue testigo el 26 de septiembre de 2019 de un acontecimiento ins¨®lito, la mayor redada de su historia. Ese d¨ªa, nueve presuntos delincuentes de guante blanco fueron de...
Traben-Trarbach, ciudad alemana a orillas del Mosela y a pocos kil¨®metros de la frontera belga, es un lugar en que se pescan truchas y se produce vino blanco afrutado. Este remanso de paz en el que no hab¨ªa ocurrido nada rese?able desde la ca¨ªda del Tercer Reich fue testigo el 26 de septiembre de 2019 de un acontecimiento ins¨®lito, la mayor redada de su historia. Ese d¨ªa, nueve presuntos delincuentes de guante blanco fueron detenidos en el m¨¢s c¨¦lebre de los restaurantes locales, situado en un antiguo molino hidr¨¢ulico. Entre ellos estaba Xennt, ciudadano holand¨¦s que por entonces acababa de cumplir 60 a?os, un tipo con aspecto de gur¨² neohippie, desgre?ado y vestido con extravagante desali?o (gafas de sol psicod¨¦licas, chaquetas de corte militar, chalecos, gabardinas oscuras¡), al que la polic¨ªa alemana considera el l¨ªder de una de las mayores redes de ciberdelincuencia del mundo.
Xennt, seg¨²n testigos presenciales, brome¨® con los agentes en el momento de la detenci¨®n y les asegur¨® que saldr¨ªa a la calle en cuanto pudiese ponerse en contacto con su abogado. Casi dos a?os despu¨¦s sigue entre rejas, acusado de hospedar, financiar y asesorar a varios cientos de empresas il¨ªcitas, de Pirate Bay a WikiLeaks pasando por traficantes de armas y criptomonedas, blanqueo de capitales y pornograf¨ªa clandestina. Tambi¨¦n han pasado por dependencias policiales varios de sus socios, sus dos hijos adultos, Xyonn y Yennoah (conocidos como X e Y), y su primera esposa, Angelique, holandesa de origen antillano de la que se divorci¨® en 2000 pero con la que segu¨ªa colaborando estrechamente.
Xennt era el m¨¢s notorio pero tambi¨¦n el m¨¢s escurridizo de los habitantes de Traben-Trarbach. Se estableci¨® en este rinc¨®n de Renania en 2012. Por entonces, el ayuntamiento de la ciudad buscaba comprador para una de sus instalaciones m¨¢s aparatosas, un complejo de barracones militares y un refugio nuclear de cinco plantas que hab¨ªan pertenecido al servicio meteorol¨®gico de las fuerzas armadas de la Rep¨²blica Federal Alemana. Construido en 1978, el b¨²nker a prueba de ataques nucleares era un espectral recuerdo de la Guerra Fr¨ªa. Un laberinto subterr¨¢neo oscuro y gran¨ªtico de varios miles de kil¨®metros cuadrados que hab¨ªa dejado de usarse unos meses antes y del que las autoridades locales no ve¨ªan la hora de desprenderse. La ¨²nica oferta que recibieron fue la de Xennt, nacido Herman-Johan Verkwoert-Derksen, natural de Arnhem, en los Pa¨ªses Bajos.
En octubre de ese a?o, el empresario holand¨¦s se present¨® a una de las reuniones de la asamblea ciudadana de Traben-Trarbach para explicarles cu¨¢l era su modelo de negocio y vencer as¨ª las reticencias de los vecinos. Les dijo que pensaba convertir el b¨²nker en la sede de su negocio internacional de servicios digitales y que se compromet¨ªa a crear m¨¢s de cien puestos de trabajo en la zona en un periodo m¨¢ximo de dos a?os. Tal y como explica el escritor brit¨¢nico Ed Caesar en un exhaustivo reportaje de investigaci¨®n para la revista The New Yorker, ¡°la mayor¨ªa de los asistentes a aquella reuni¨®n salieron convencidos de que Xennt no era un tipo digno de confianza y que el negocio al que se dedicaba parec¨ªa un tanto turbio¡±. Pese a todo, a falta de otras ofertas, el ayuntamiento decidi¨® cerrar el trato.
En las semanas siguientes, una discreta flotilla de autom¨®viles con cristales tintados desembarc¨® en la poblaci¨®n trayendo mobiliario de oficina y material inform¨¢tico de todo tipo. Xennt instal¨® su despacho y su vivienda en una de las plantas subterr¨¢neas mientras su familia y la mayor¨ªa de los trabajadores prefer¨ªan instalarse en los barracones externos. Construyeron una verja y una especie de empalizada para rodear el recinto y empezaron a realizar su actividad empresarial de manera discreta y de espaldas a la ciudad.
Para Xennt, aquel era el segundo intento de encontrar una sede permanente para su proyecto empresarial, bautizado, de manera exc¨¦ntrica y pomposa, como Rep¨²blica Independiente de Cyberbunker. Entre 1995 y 2002 estuvo instalado en un antiguo b¨²nker de la OTAN en la ciudad neerlandesa de Goes, a orillas del mar del Norte. All¨ª empez¨® a dedicarse a actividades relacionadas con la llamada Dark Web, o Internet oscura, con las que muy pronto llegar¨ªa a facturar m¨¢s de un mill¨®n de euros anuales.
En esencia, Xennt ofrec¨ªa a sus clientes hospedaje online a prueba de balas. Es decir, la posibilidad de realizar todo tipo de negocios digitales con un nivel de confidencialidad muy alto, protegidos por un complejo sistema de encriptado. En su primera etapa, Cyberbunker hospedaba sobre todo webs pornogr¨¢ficas y de apuestas online. En 2002, el b¨²nker sufri¨® un incendio fortuito. Durante las tareas de extinci¨®n, los bomberos descubrieron que en uno de sus rincones se hab¨ªa instalado un laboratorio de MDMA y metanfetaminas. Xennt aleg¨® que se trataba de un espacio alquilado a otra empresa y que ignoraba el uso que se estaba haciendo de ¨¦l, pero no pudo evitar que, tras un largo litigio, su licencia de actividades comerciales fuera cancelada.
Entre 2002 y 2012, el holand¨¦s fue un empresario errante, que se instal¨® en varias sedes provisionales en diversos lugares de Pa¨ªses Bajos, B¨¦lgica y Alemania sin renunciar del todo a su antigua obsesi¨®n por los b¨²nkeres. El de Traben-Trarbach fue la respuesta a sus plegarias, la sede perfecta de una empresa que a esas alturas se hab¨ªa proclamado ya rep¨²blica independiente. Un islote internauta presidido por el propio Xennt (que adem¨¢s de primer ministro se consideraba Alteza Real de Cyberbunker, algo un tanto parad¨®jico trat¨¢ndose de una rep¨²blica) y que pretend¨ªa regirse por sus propias reglas, ofreciendo patente de corso a hackers, traficantes de todo tipo, productores independientes de hardware, software y telefon¨ªa m¨®vil o portales de comercio online como The Silky Road, lo m¨¢s turbio y granado de la Internet oscura. La empresa se amparaba en la legislaci¨®n alemana, que especifica que las empresas de hosting no pueden ser consideradas responsables de las actividades ilegales de las p¨¢ginas que albergan a menos que se demuestre que conoc¨ªan su contenido.
Xennt prosper¨® gracias a ese vac¨ªo legal explotado con oportunismo y falta de escr¨²pulos. Lo que le busc¨® la ruina fue la claustrofobia de uno de sus socios m¨¢s ilustres. En concreto, la del mafioso irland¨¦s GeorgeThe Penguin Mitchell. Seg¨²n explicaba la periodista Nicola Tallant en Sunday World, El ping¨¹ino, l¨ªder de una red de tr¨¢fico de droga que lleg¨® a ser una de las principales de Europa a finales de la d¨¦cada de 1990, era el ¨²nico cliente de Cyberbunker que no aceptaba reunirse con Xennt bajo tierra. El b¨²nker le parec¨ªa un oscuro cementerio inh¨®spito e insalubre, as¨ª que las citas de negocios entre el gur¨² de la red clandestina y el muy perseguido traficante ten¨ªan lugar en un pub de la ciudad. Los dos socios se daban en ¨¦l atracones de carne casi cruda regada con vino blanco para pasarse a continuaci¨®n horas tomando copas. Xennt llegaba al local en su BMW X6 de color blanco y rara vez iba m¨¢s all¨¢ del segundo gin tonic: a partir de ah¨ª, ped¨ªa tazas de chocolate caliente mientras su socio segu¨ªa con el trasiego de alcohol.
En verano de 2016, un turista irland¨¦s reconoci¨® a Mitchell durante una de aquellas citas en p¨²blico. Arrancaba as¨ª una investigaci¨®n policial en el curso de la cual se espiaron las comunicaciones de Xennt y sus empleados para descubrir hasta qu¨¦ punto el empresario estaba informado de las actividades il¨ªcitas de sus clientes. Las conversaciones interceptadas demostraron que Xennt no solo conoc¨ªa al detalle cu¨¢l era el modelo de negocio de las webs hospedadas, sino que les ofrec¨ªa asistencia log¨ªstica y las asesoraba para ayudarlas a pasar desapercibidas. El hombre al que fascinaban los b¨²nkeres no concede entrevistas personales por consejo de su abogado, pero s¨ª se mostr¨® dispuesto a contestar por correo electr¨®nico algunas de las preguntas de Ed Caesar. En su breve escrito, Xennt se muestra como un emprendedor sin prejuicios, dispuesto a defender de la intromisi¨®n de los estados y sus ¡°absurdas legislaciones y reglas¡± a cualquier negocio digital con la ¨²nica excepci¨®n de la pornograf¨ªa infantil y el terrorismo. Todo indica que sus instintos de forajido anarco-capitalista y su pacto mefistof¨¦lico con la cara oculta de Internet van a costarle muy caros. Si volviese a nacer, har¨ªa lo posible por no asociarse de nuevo con gente claustrof¨®bica.
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