No les tiembla el pulso
La frase se estableci¨® en el franquismo; y quienes deseaban congraciarse con el dictador la repitieron alguna vez
Una met¨¢fora de la artiller¨ªa ha adquirido extra?o prestigio en el lenguaje pol¨ªtico de hoy. Dijo el presidente S¨¢nchez (el s¨¢bado 14): ¡°No nos va a temblar la mano para vencer al virus¡±. Y el alcalde de Madrid, Mart¨ªnez-Almeida (el viernes 13): ¡°No nos va a temblar el pulso para adoptar cualquier medida que consideremos imprescindible¡±.
Cada vez que alguien ...
Una met¨¢fora de la artiller¨ªa ha adquirido extra?o prestigio en el lenguaje pol¨ªtico de hoy. Dijo el presidente S¨¢nchez (el s¨¢bado 14): ¡°No nos va a temblar la mano para vencer al virus¡±. Y el alcalde de Madrid, Mart¨ªnez-Almeida (el viernes 13): ¡°No nos va a temblar el pulso para adoptar cualquier medida que consideremos imprescindible¡±.
Cada vez que alguien proclama que no temblar¨¢, los que se ponen a temblar son quienes le oyen. Pero un pol¨ªtico profesional deber¨ªa saber ciertas cosas.
Quien expandi¨® el uso de esa met¨¢fora en toda una ¨¦poca fue el dictador Francisco Franco. La formul¨® con solemnidad el mism¨ªsimo d¨ªa en que tomaba posesi¨®n como ileg¨ªtimo jefe del Estado, el 1 de octubre de 1936: ¡°Mi pulso no temblar¨¢ y yo procurar¨¦ alzar a Espa?a al puesto que le corresponde¡±.
En la Guerra Civil, la expresi¨®n circular¨ªa luego entre matones de cualquier bando. Por ejemplo, el 27 de octubre de 1936 se le¨ªa en un comunicado del sindicato CNT: ¡°No nos temblar¨¢ el pulso al ejecutar al que con su mal¨¦vola actuaci¨®n pretenda desacreditarnos¡±. Y el columnista de Abc Manuel R¨ªos Sarmiento la repet¨ªa el 4 de julio de 1937, desde posiciones opuestas: ¡°Si hay que hacer saltar la sangre (¡) se hace sin temblar el pulso¡±. Como Franco la pronunci¨® en momento tan solemne y la record¨® en otras ocasiones, se estableci¨® en la memoria del r¨¦gimen; y cuantos deseaban congraciarse con el dictador la repitieron alguna vez. Por ejemplo, el temible gobernante guineano Francisco Mac¨ªas el 14 de octubre de 1968 en los actos de la independencia, y con cita de autor¨ªa. Incluso el pr¨ªncipe Juan Carlos la habr¨ªa de pronunciar cuando jur¨® como sucesor ante el llamado General¨ªsimo, el 23 julio 1969: ¡°Mi pulso no temblar¨¢ para hacer cuanto fuere preciso en defensa de los principios y leyes que acabo de jurar¡±.
Varios pol¨ªticos espa?oles han utilizado recientemente esa imagen ret¨®rica tan querida del dictador. Adem¨¢s de S¨¢nchez y Almeida, tambi¨¦n el consejero catal¨¢n Miquel Buch (¡°no me temblar¨¢ el pulso con aquellos agentes que se hayan extralimitado¡±). O Rajoy en octubre de 2015 ante la crisis catalana: ¡°Al Gobierno no le va a temblar en absoluto el pulso¡±. O Jordi Salvador, dirigente de ERC, al proclamar: ¡°No nos temblar¨¢ el pulso a la hora de desobedecer¡±.
El rastro de Franco se habr¨¢ perdido, desde luego, pero no lo que evoca la met¨¢fora. Adivinamos en ella el deseo de presentarse como persona fuerte, fr¨ªa, fiable, que no se anda con romanticismos ni fragilidades, ni repara en compasiones o sentimientos; alguien a quien quiz¨¢s no le importe si tienen que pagar justos por pecadores. No estoy criticando las necesarias medidas contra el coronavirus, sino que un pol¨ªtico se sienta orgulloso de que no le tiemble la mano al adoptarlas. Porque, frente a esa imagen gran¨ªtica, tal vez fuera preferible que quien tome determinaciones duras no tenga la seguridad absoluta al hacerlo. Incluso estar¨ªa bien o¨ªrle decir lo contrario: ¡°El pulso me tiembla porque he albergado dudas, porque s¨¦ lo duras que ser¨¢n las restricciones de derechos que he firmado; lamento el da?o injusto que mi decisi¨®n causar¨¢ a muchas personas. Algunas perder¨¢n sus negocios, otras se quedar¨¢n sin empleo, muchas tendr¨¢n que permanecer lejos de sus seres queridos. Pero debo adoptar esas medidas aunque me tiemble el pulso al hacerlo¡±. De ese modo, deducir¨ªamos que a quien as¨ª habla le importa algo el sacrificio que impone, que es una persona emp¨¢tica y solidaria. Que sabe bien que el pulso viene del coraz¨®n.